Por Gerardo Carrasco
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Oriunda de Jerez de la Frontera, María "La Mala" Rodríguez irrumpió en la escena musical española a fines de la década de 1990, con una propuesta intensa y personal. Desde el comienzo, su particular manera de morder el rap con un tono andaluz y saleroso, sedujo a buena parte del público de su país. La potencia de sus palabras y la frontalidad de su discurso le valieron una fama que ha trascendido fronteras.
Estuvo en Uruguay en 2005 ofreciendo un recital vibrante, donde no dudó en partirle los labios con un golpe de micrófono a un insolente que se atrevió a tirar una botella hacia el escenario. Ahora, con 32 años de edad, mayor experiencia a cuestas, La Mala no lo parece tanto. Pero si bien María ya no es tan ostensible y visceralmente Mala, continúa cantando lo que siente, y aunque ya no escupe el rap salvaje de los 90, su música elaborada ofrece otras virtudes a sus viejos y nuevos seguidores.
El 1º de abril estará en el Cine Teatro Plaza presentando "Dirty Bailarina", disco que alumbra a un personaje homónimo, que "es mi tataranieta que viene del futuro", explica, reconociendo una influencia del film Blade Runer.
Interrogada acerca de su presunta "regeneración", o al menos de la disminución de su maldad, Rodríguez se declara incompetente para juzgar. "No lo sé, yo no puedo opinar sobre eso, porque lo tengo todavía muy presente y no sabría valorarlo".
En cuanto a la naturaleza de su nuevo trabajo, expresa que "la intención única era plantear un escenario donde estuviera todo por hacer, como después de la gran bomba, cuando no queda nada ¿entonces que hacemos? Esa interrogante escatológica es el punto de partida de Dirty Bailarina y "era muy inspirador para mí, como una página en blanco", explica. Durante el proceso creativo "intentaba proyectar una imagen de mí en ese blanco y me preguntaba cómo lo haría, esa era la intención". Por ello, la Mala dio vida a su tataranieta y se puso a inventarle - descubrirle- una existencia rica y variada.
"Ver cómo es, por qué lucha, cómo se despierta, qué cosas mueven a esa persona" era la idea, y ese escenario "donde todo está por hacer", se presentaba como el mejor lugar para que Dirty Bailarina luciera en todo su esplendor "Es una persona que tiene mucho juego, porque no es el futuro ni el pasado, sólo una hipótesis", dice.
Y por supuesto, el look de la tataranieta bailarina es mucho más elegante y recargado que el de su creadora, por lo que María debió despojarse de su indumentaria informal y callejera para cubrirse con atuendos acordes a los acordes del nuevo disco. "Quería vestirla, mostrar donde vive", ya que se trata de un personaje "con muchas características propias".
Sin embargo, el recital que ofrecerá en Montevideo no se limitará a presentar el nuevo trabajo. "Voy a presentar este disco y también cantar canciones de otros álbumes. Va a ser una propuesta nueva, porque nunca he hecho algo así hasta ahora", adelanta. "Voy a ir con una batería, guitarra, diferentes aparatos con los que poder manejar ritmos. Creo que va a gustar mucho, lo pasamos muy bien en el escenario haciendo este espectáculo" afirma.
Luego de cultivar el género del rap, La Mala se lanzó a sucesivas búsquedas y experimentos artísticos ¿qué busca en el laboratorio musical? La respuesta es simple: "Es que yo me aburro, no puedo hacer lo mismo todo el rato porque me aburro y me siento mal conmigo misma", confiesa. Tal es su rechazo a la monotonía, que de verse obligada vivir en ella "creo que me moriría y tendrían que hacerme un entierro y todo", ríe.
A lo largo de su trayectoria, la presencia de un absoluto rechazo a la violencia en sus letras contribuyó a etiquetarla como una artista encasillada en esa temática, refiriéndose especialmente a la violencia de género. Si bien la calificación no es negativa, María dice "No me gusta, no me gusta esa etiqueta, como no me gustan la mayoría de ellas, aunque entiendo que son muy útiles". En opinión de Rodríguez "es mejor escuchar a un artista e interpretar uno mismo lo que significa, antes de caer en 'buscaré un artista que haga esto o lo otro' Me gusta cuando llega a mis oídos un artista o un estilo, y yo misma me pongo a investigar o a disfrutarlo", sostiene.
Durante su anterior visita a nuestro país, la cantante andaluza pasó su breve estadía acompañada por el uruguayo Martín Boragno, quien era y sigue siendo su manager. En aquella ocasión, dijo estar que le gustaba el candombe y que le gustaría aprender a interpretarlo, cosa que hasta hoy no ha sido posible. "Cómo voy aprender eso, me llevaría mucho tiempo" explica. Añadiendo que sus incursiones por el candombe se limitan a solo aprendí "un patrón, un ritmito que hace 'tutumtum-tumtum' y me gusta", detalla, describiendo la clásica clave de tamboril.
Finalmente, a la hora de destacar un tema dentro de su último álbum, se queda con "No pidas perdón", ya que "me gusta el mensaje, define el concepto global del álbum, define lo que es Dirty Bailarina", concluye.
Por Gerardo Carrasco
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