23 años de vida, 12 discos (10 de estudio y dos en vivo), mucha agua bajo el puente y muchos kilómetros de ruta. Resumen rápido de los números de Trotsky Vengarán, banda que integran Guillermo Peluffo, Hugo Díaz, Guillermo Perazzo y Héctor Souto y que el próximo 28 de setiembre se subirá al escenario del Teatro de Verano para hacer una suerte de presentación del disco que salió hace dos semanas a la calle, "Cielo Salvaje". "¿Un show de punk o un show de rock?", le pregunta Cuico a Hugo en entrevista con Montevideo Portal. "Un show de Trotsky", responde.
Ritmos acelerados
A "Cielo Salvaje" le tocó estar en el cajón durante varios meses, pues entre "Todo para ser feliz", su disco anterior, y este proyecto, se editó la "Colección Histórica", un disco doble que recopila temas que ya estaban archivados hasta su último hit, "Noche de rock". "Antes de saber que se iba a editar esa colección, nosotros ya habíamos empezado a componer, y tuvimos que poner eso en el freezer durante un tiempo, para retomarlo en el verano de 2013. Lo que provocó eso fue que las canciones fueran reescuchadas varias veces por nosotros; las ideas por lo menos, porque no tenían formato canción", explica Cuico a Montevideo Portal.
Eso hizo que el proceso de trabajo sea bastante más largo que el ritmo Trotsky, que consiste en un disco cada dos años de vida (al menos hasta ahora). Un ritmo que se justifica, según señala Hugo, en el deseo de renovar el repertorio, como le pasa a AC/DC, "sin caer en el atrevimiento de compararme con una banda como esa". "Los discos son, más que una expresión en sí mismos, como ladrillos que van armando la carrera", apunta.
La extensión en esta etapa tuvo como consecuencia que se llegara al momento de entrar al estudio con aproximadamente 20 maquetas de canciones. Son 13 las que conforman el nuevo material, y siete u ocho quedaron por el camino y nunca verán la luz, porque "los discos son una instantánea de lo que estamos haciendo en ese momento. Es como sacar una foto que de repente te queda un poco movida pero está buena", a su entender.
"¿Viste cuando hacés una canción, tiene letra, la escuchás y decís ‘esto no es nada nuevo'? Nosotros, a pesar de que trabajamos en un género bastante hermético, en el que no tenemos muchas opciones de variación por el tipo de música que hacemos y por el tipo de músicos que somos, nos gusta sentir que las canciones tienen un costado que no habíamos escuchado, nosotros y la gente. En el disco hay canciones que son típicamente Trotsky, pero igual creemos que tienen una vueltita de tuerca", agrega.
¿Qué tiene "Cielo Salvaje" que no tengan los demás discos de la banda, entonces? Es más pesado, tiene letras mucho más elaboradas, y es, de alguna manera, una obra conceptual.
El primer punto tiene que ver con una decisión consciente y necesaria después de la salida del "Todo para ser feliz", un disco que desnudó el costado más pop de la banda que más veces es catalogada como punk dentro de la música uruguaya. Álvaro Villagra, quien les produjo el trabajo anterior, les hizo ver que estaban "amanerando" canciones de rock clásico al género que más les gusta o con el que más se han identificado a lo largo de los años.
"Pila de veces le mostrábamos una canción y él se sentaba en el piano, la tocaba y decía ‘esto es lo que están tocando ustedes'. Y el tipo te tocaba una cosa que vos decías ‘¿esa es nuestra canción?'. Y era. El tipo desenterraba una cosa de las canciones, y trabajamos con esa premisa. Cuando elegimos un productor, nos ponemos en el asiento de acompañante", explica Hugo, y eso hizo que recién entendieran lo que habían hecho cuando lo habían terminado.
Por eso, este es un álbum "más crispado, más visceral", que responde a la necesidad de dar un "brochazo gordo" que se traducía en querer hacer un disco más pesado.
La variante en la parte letrística, según la teoría de Cuico, tiene que ver con que Guillermo se quebró y "estaba infumable, estaba sumamente irritado por esa situación y le salieron letras increíbles". De hecho, su período de ocio mientras los demás mantenían a la banda en actividad con cantantes invitados, hizo que llenara un cuaderno de letras y que obligara a cambiar el proceso compositivo de Trotsky, que siempre empieza por la música.
En cuanto al concepto, ambos coinciden en que les sale así "porque estamos viejos", porque han trabajado lo suficiente como para agarrarle la mano al asunto. "Pero no somos de pensar la obra como que la tenemos que hacer conceptual. Tratamos de llevar el camino compositivo por determinado lugar", dice Cuico.
Los 23 años juntos y el ir por determinado lugar les permiten trazarse un plan de trabajo a seis meses, como lo hicieron en la Semana de la Cerveza de Paysandú, cuando en un hotel definieron su futuro cercano incluyendo la salida del disco y el show que se viene. También les permiten dejar en manos del sello la elección del corte de difusión, simplemente por no saber hacerlo. "Hemos tenido fracasos monumentales", sentencia Hugo.
Con mis amigos como testigos
Empezaron a tocar con 21 años y ahora ya pasaron 23 desde que Trotsky se bautizó como tal. Están viejos, lo repiten y se ríen, pero coinciden en que eso les permite disfrutar "mucho más de la banda, porque es un escape a lo que uno vive día a día, que tiene las obligaciones de cualquier ser humano, ir a pagar las cuentas, llevar a los niños al colegio. Entonces la instancia de juntarte con tus amigos a hacer música o de salir dos días a tocar a donde sea es ‘listo, se viene la fiesta'. Disfrutamos muchísimo más ahora la banda que lo que podíamos disfrutarla hace 15 años atrás, que posiblemente la sufrías, porque tenías que estar pensando en cargar equipos, en dónde poder tocar", según expresa Cuico.
De inmediato Hugo aclara que a pesar del tiempo pasado "no sentimos un desgaste en la banda", porque además, el reconocimiento ganado les permite contar con gente que haga el trabajo pesado por ellos, que sólo tienen que subir al escenario y pasarla bien.
"Pero tuvimos el mérito de aguantar las verdes, porque cuando vino el boom del rock uruguayo, en el 2000 y poco, hacía 10 años que veníamos transitando por un camino muy pedregoso, perdiendo plata con la banda, tocando tres veces por año. Después vino esa vorágine donde cualquier banda llenaba cualquier lugar. Tocamos en los Pilsen Rock para 100 mil y pico de personas y al otro día te tenías que levantar a laburar y tus compañeros de laburo te decían ‘dale estrellita, vení a cargar las cosas'", cuenta.
Aguantaron, pelearon, y cuando miran para atrás dicen "salió bien". "Pudimos hacer una banda de cero, ya como señores grandes, y nos dimos el lujo en los comienzos de echar a los que tocaban mejor porque teníamos muy claro la banda que queríamos tener", valora Hugo. Por eso, "haber logrado cierta notoriedad, en su momento cierta masividad, y ahora tener el respeto de gente que está haciendo punk rock y viene y te dice ‘para mí son un referente', es un regalo".
Cuico, por ejemplo, "soñaba con poder hacer estas cosas, pero no lo veía muy viable. Entonces no era que se trazaban objetivos demasiado ambiciosos. Íbamos en el día a día, pensando que teníamos que tocar o hacer un show. No pensábamos ‘ahora sacamos un disco, la pegamos, empezamos a llevarlo a todas las radios'. Eran cosas ilógicas".
Tan ilógico como sacar un disco exitoso les hubiera parecido en esa época utilizar instrumentos de un integrante de los Ramones, que ahora es casi amigo, y los recibe cada vez que visita el país. En "Cielo Salvaje", Perazzo se dio el lujo de grabar con un tambor de Marky Ramone, porque tuvo la suerte de que su colega se lo olvidó en su última presentación en La Trastienda. Claudio Picerno, mánager de Trotsky, guardaba tambor y platillos en su casa y los llamó para decirles "si quieren podemos preguntarle a Fulano de Tal si se pueden usar".
"Y sí, obvio", dice Cuico, que no sólo usó el tambor -un Rogers, de metal y con un parche especial, cuyo valor oscila entre los mil y los 3000 dólares- para grabar (no así los platillos, que por su poderoso sonido sólo servían para el vivo) sino para ensayar y sacarse fotos.
Estar mucho mejor
La solidez que ha logrado Trotsky va acompasada de una característica particular como es el relacionamiento con su público, con el que hay un código para hablar y divertirse, que va desde las redes sociales -a las que "subir cosas divertidas nuestras a la gente le divierte mucho y a nosotros nos divierte cómo le divierte a la gente", según Cuico- hasta el escenario.
En Facebook no dan tregua. Allí se pueden ver fotos del baterista jugando con niñas a cartas de Violetta, a Tito Souto derramando una cerveza, y a algunos de ellos abrazando a Laetitia D'Arenberg. Y en vivo tampoco, presentando un personaje ya desarrollado.
"Nosotros cuatro, encerrados en un cuarto, es inevitable que estemos haciendo una estupidez o bobeando", dice Hugo, que asegura que "si vas caminando por la calle y a alguien le pasa algo que es un accidente puede salir la risa de Nelson multiplicada a la enésima potencia. Siempre tuvimos claro que esa cosa de la estrella de rock no nos funciona".
Claro que no es todo color de rosa. "Hay gente con la que es como jugar un partido de tenis con un adversario que te devuelve pelotas bien jugadas, y hay otros que vienen con un garrote y te insultan pensando que tenés que decodificar que ahí hay una cosa de humor y cariño. No va solo por lo que pasa en los recitales: ahora las redes sociales desde el anonimato abrieron una tierra de nadie para eso", lamenta.
"Las puteadas no nos molestan, porque estamos mucho más cómodos recibiendo una puteada que recibiendo un elogio", afirma Hugo, que se ríe porque piensa que sólo a él le pasa que el público le grite ‘Hugo, te rompieron el culo' después de que, por ejemplo, Guzmán Mendaro baja del escenario tras haber sido invitado por ellos. "Arriba del escenario estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para que la gente se cague de risa".
Ser o no ser
Si Trotsky es punk o no, "es una discusión como la del decanato de Peñarol y Nacional", dice Hugo. "Yo desde que tengo 12 años escucho a los Ramones, a los Clash y a los Pistols. Fui a un colegio privado, trabajé desde chico. Subirme a un escenario a hacerme el punk me parece ser un caradura total. Las bandas punk que yo respeto en la actualidad son tipos que tienen plata. Y no estoy hablando de Green Day. Estoy hablando de los alemanes de Die Toten Hosen, los Bad Religion, los NOFX. Pero acá es un pueblo tan chico que te dicen que sos careta, y yo me divierto mucho con eso", resume.
Tajantemente, "yo nunca fui punk", suelta Cuico. "A mí me gusta el punk de toda la vida, desde siempre, pero así como escuchaba a los Ramones escuchaba a Bob Marley. Escuchaba cualquier cosa, pero siempre me gustó el punk, y se dio para encontrar a tipos que les gustaba el punk y tocábamos punk, pero ellos nunca fueron punks".
Esta facilidad a la hora de autodefinirse afecta a dos cosas: que se sientan una banda de rock, tan influenciada por los Clash como por los Queens of the Stone Age o los Foo Fighters, y que sus letras no vayan contra el sistema directa y violentamente. "Morir encorsetados en la camisita del punk rock es una demencia", admite Hugo, pero "sí estamos conscientes de que la música que hacemos nosotros no es tan apta para todo público como la música que hace No Te Va Gustar, La Vela o mismo los Buitres".
En cuanto a las canciones, Cuico valora "la capacidad de Guillermo de decir las cosas desde un simple ciudadano que tiene rabia, no bajar línea y decir ‘acá me están oprimiendo'". "Podés hacer una canción que se llame ‘Que renuncien todos los putos del Parlamento', pero nos daría vergüenza tocarla en vivo", agrega entre risas su compañero.
"De repente roban a tu mujer en la puerta de tu casa, y terminás haciendo una canción que dice 'no hay reglas bajo este cielo salvaje. Suben las apuestas y hay mucho que perder'. Le pusimos ‘Cielo Salvaje' pero podríamos hablar de mundo salvaje, y es básicamente esa sensación de que te pegan un balazo en la nuca por robarte un celular", reflexiona.
Noche de rock
Este 28 de setiembre, Trotsky se subirá al escenario del Ramón Collazo pasadas las 21 horas, para hacer algo parecido a una presentación de disco y tocar un repertorio que incluirá poco más de 40 canciones, ocho del flamante disco y una andanada de clásicos y de temas que se tocan poco pero que quedarían lindos en un DVD, que se planifica publicar en 2014 con material grabado en esta presentación.
Hugo cuenta que los primeros ensayos para este recital pasaban por tocar todo el "Cielo Salvaje" e irse, y ahora "es un trabajo de resistencia. Ahora los ensayos empiezan a ser más largos, porque tenemos que estar físicamente bien para aguantar dos horas y media de show". "¿Un show de punk o un show de rock?", le pregunta Cuico, y carcajada de por medio responde: "un show de Trotsky".
Belén Fourment | Montevideo Portal
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