Por Martín Otheguy
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Paulinho Moska, un carioca de modales suaves, espíritu contemplativo y un aire melancólico más cercano al Río de la Plata que a Río de Janeiro, desembarca con frecuencia en nuestro país desde que Jorge Drexler lo introdujo al público del Teatro Solís hace ya más de cinco años.
Ubicado musicalmente en las coordenadas de lo que Jorge Drexler dio en llamar "templadismo" -un chiste que se volvió un movimiento espontáneo, y que define a una corriente de cantautores más "suaves", contrapuestos al tropicalismo- Paulinho da luz a un tipo de canciones donde deja permear más la influencia de la geografía del cono sur que la de su ciudad natal, más el tono de la milonga que de la samba
Fiel a la filosofía her.aclitana que predica en sus canciones desde 1993 -cuando abandonara su banda Inimigos Do Rei para comenzar su carrera solista- Paulinho juega con los opuestos mientras mezcla en su tamiz musical el pop y los géneros regionales sin prejuicios.
Casi siete años después de su anterior disco, "Tudo novo de novo", Paulinho acaba de editar nuevo trabajo ("Muito Pouco") y regresa a Uruguay para presentarlo. Como si fuera su declaración de independencia tras abandonar su compañía discográfica, Moska se despachó con un disco doble producido a su propio ritmo y con polaridades cambiadas, pasando de los ritmos sosegados e intimistas a las colaboraciones con artistas como Bajofondo, Pedro Aznar, Kevin Johansen, Chico César y María Gadu.
Antes de su presentación el 25 de noviembre en jornada doble en el Teatro Solís, Paulinho Moska conversó con Montevideo Portal sobre la génesis del disco, su relación con Uruguay, las críticas de Andrés Calamaro a nuestro público y su identificación con la melancolía rioplatense.
Solés jugar con los opuestos en tu trabajo... ¿en este caso cómo llegaste a esa división entre "Muito Pouco", un disco más minimalista y otro más producido?
Un proceso creativo siempre termina diferente a lo que empieza. Este álbum no empezó siendo doble, sino simplemente como un disco de estudio que se iba a llamar "Muito Pouco" a causa de una canción. Esta canción, justamente, habla de la desaceleración, al menos para mí. No es Poco Mucho, sino Mucho Poco, en este orden. Algo que empieza con mucho se va a poco. Para mí, la temática del álbum era desacelerar.
Hace seis años que soy un artista independiente, por lo que la grabación no fue como cuando estaba en una compañía discográfica, que en 45 días había que grabar, mezclar y editar, y dos años después embarcarse en otro álbum. Lo primero que pensé entonces fue en desacelerar y hacer las cosas con más tranquilidad, algo que tiene que ver con mi contacto con Jorge Drexler y toda mi aventura por Sudamérica. El tema es que durante la grabación de este disco, en el estudio de mi casa, comencé a grabar una preproducción de otro álbum con canciones caseras. Poco después me fui enamorando de estos temas, a tal punto que casi no edité el álbum "Muito Pouco" para sacar estas canciones
¿Eran siempre canciones de corte más intimista?
Sí, eran grabaciones caseras, a las que iba agregándoles capas de guitarras, algún piano, voces... poco a poco me fui divirtiendo tanto que me di cuenta que estaba grabando dos discos al mismo tiempo, y que podían hacer una combinación muy linda con el concepto de "Muito Pouco". De repente me percaté que estaba grabando el "Poco" y fue lindo cuando asumí que la cosa iba a ser así, porque comenzó un juego de fotografías, de canciones, de palabras, poesías y arreglos, porque comencé a dividir y repartir todo el proyecto en conceptos como día y noche, lleno y vacío, mucho y poco, todo y nada, donde teníamos un juego de géneros -donde uno es más extrovertido y otro más tímido-, que tienen sin embargo el mismo DNA, son nacidos en el mismo útero y mismo tiempo.
Por un lado grababa cosas solo en mi casa y por el otro me juntaba con los músicos a grabar en el estudio o con los colaboradores. Viajé a Buenos Aires a grabar en la casa de Pedro Aznar, y así comencé a dibujar un álbum que tenía esta dicotomía, esta dualidad, que es muy particular de mi trabajo. Hace mucho que trabajo siempre a partir de estas expresiones, como "lleno de vacío", "todo nuevo de nuevo", cuestiones paradojales. Es algo muy simple pero que tiene una potencia muy fuerte, y es que como las paradojas no tienen una significación inmediata nos ponen en el territorio de la poesía.
En este disco te reunís con gente a la que conocés pero con la que no has colaborado musicalmente en estudio, como Kevin Johansen o Bajofondo Tango Club. ¿Por qué tantos colaboradores en este álbum en particular?
Primero, porque en seis años había mucha historia para contar. Antes, en un año y medio, el tiempo en el que grababa un disco, uno no conoce tanta gente buena. Los álbumes son como fotografías del tiempo intermediario entre un álbum y otro. En estos seis años empecé una aventura de lengua española por el cono sur y además comencé a conducir el programa de TV Zoombido en Brasil (dirigido por el escritor y cineasta compatriota Pablo Casacuberta), cuyo equipo completo de producción es uruguayo, y con el que trabajamos desde hace cinco años. Una vez por año me llegan a Río nueve uruguayos con sus cámaras y filmamos toda la temporada, unos 26 programas. Zoombido es un programa con cantautores brasileños, con los que grabamos una charla acerca de la creación musical y de los porqués y cómos de la composición de canciones. Después de esta charla los cantautores tocan y al final hay un dueto: yo toco y canto junto con ellos una canción de su autoría. Ya grabamos 130 versiones de este tipo. Eso me permitió interactuar mucho más con colaboradores, en lo que es una suerte de post graduación musical.
Por eso te digo que "Muito Pouco" es una fotografía de tres cosas: de mi independencia artística, de esta aventura por Sudamérica y de estos "zoombidos", de esta diversidad brasileña. Mi amor por la canción se potenció mucho por estos encuentros con cantautores fuera y dentro de mi país. Es una diversidad estupenda, donde puedo pasar de un rockero a un tipo del samba en 24 horas, con el denominador común de la canción, de que hay tres o cuatro minutos para sintetizar unas palabras, una melodía e intentar hacer de esta canción algo fuerte que pueda cambiar el mundo, que es lo que reside detrás de una canción: el deseo juvenil de cambiar el mundo
El soberano y respetable
Ya has tocado antes en el Teatro Solís y frecuentaste bastante nuestro país, ¿Cómo definirías al público uruguayo, teniendo en cuenta que hace poco Andrés Calamaro se refirió a él como "más amargo que el mate" y poco entusiasta?
Uau, exactamente al revés de lo que dice Calamaro. Mi experiencia con Montevideo es sorprendente. Me fui a cantar al Solís como invitado de Drexler, sin conocer el país, el idioma o a ningún periodista. Entré al escenario, canté una canción y fui abrazado por un cariño inmenso que pude reafirmar y reconocer en los otros cinco años en que me presenté en Montevideo, donde siempre, sin ninguna excepción, fui muy bien recibido por un pueblo cálido, muy festivo y muy amoroso. Mi perdón a Calamaro, pero creo que un público es el reflejo de un artista. No quiero ofenderlo, pero para mí siempre es el reflejo y también viceversa, el artista se va tornando en el reflejo de su público.
¿Pero has notado diferencia con el público de Brasil o el de Argentina, dentro de tu periplo sudamericano?
Existe diferencia de costumbres, de sintaxis, pero te repito que para mí el público es siempre un reflejo de cómo trabaja un artista. Como yo trabajo con poesía, imágenes, sensibilidad, un poco de filosofía, un poco de literatura, creo que mi público en todas las ciudades se compone de personas sencillas, que viven la vida con poesía, con sensibilidad, con ciencia y alegría, una alegría que se manifiesta en las pequeñas cosas, que no es la fiesta de rock.
¿Se puede decir que sos el músico brasileño "más uruguayo", como se ha dicho aquí en alguna ocasión? ¿Es justificada esa frase?
(Risas) Sí, creo que sí. Yo me identifiqué mucho con Montevideo, con la melancolía uruguaya. Yo soy carioca, vivo en Río, bien cerca de la costa, pero no soy el típico carioca al que le gusta la playa. Yo tengo una melancolía que no es tristeza. La melancolía para mí es una contemplación del espacio, una contemplación en velocidad baja y que trae reflexión. Los uruguayos que yo conocí, al menos, son muy reflexivos, muy melancólicos en este sentido, todos arraigados en el sentimiento poético y con la idea de que la poesía es la gran cosa de la vida. Yo soy así también, y quizá sea por eso que soy tan uruguayo.
Es decir, que se justifica y no es un lugar común la etiqueta del templadismo, en la que se te suele incluir...
Sí, Vitor Ramil habla mucho de eso. Brasil es un país enorme que tiene calor y frío, pero hay un sentimiento general en Brasil de calor, de tropicalismo, y Ramil cuenta que la región sur no se identifica con esta fiesta de verano, de playa. Y yo también, yo soy un poco templadista en ese sentido, aunque me identifico más con esa fiesta que Vitor Ramil. Él no tiene nada de eso, pero yo sí en parte, me gusta un poco de carnaval, samba,. Vítor es alegre también, pero trabaja más con la idea de aislamiento y melancolía que yo.
¿Cómo preparaste el show que vas a presentar en Montevideo en 25?
Está todo mezclado. El concierto tiene 22 o 23 canciones. Son 12 nuevas, de "Muito Pouco" y 10 u 11 de los discos anteriores, pero está todo bien combinado.
Escuchá el corte de difusión de Muito Pouco
Por Martín Otheguy
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