Carlos “Pájaro” Canzani está de vuelta. Dice que nunca se fue, pero que la música lo llevó a otra parte. Pero es el mismo, afirma. El mismo que en el año 71 se convirtió en la revelación del incipiente candombe beat, al ganar el Primer Festival Uruguayo, en Salto; el mismo que, años después, se unió a los legendarios Jaivas, el que salió “cagando” en el 73 a Buenos Aires, y que tuvo que volver a partir, esta vez a Europa, con el eco de las botas militares en sus oídos. Es, más acá, el mismo que “apadrinó” a la última selección uruguaya que ganó algo, cuando en 1995 “tunneó” una canción suya y la convirtió en ‘Todos goleando', el himno oficial de la Celeste, y el mismo que, por esos días, sonó hasta el cansancio en todas las radios del país con ‘Chibidón’, una canción, que, confiesa, lo hartó.

Y ahora vuelve con “Transamericana” un álbum colorido desde la carátula, un disco que tributa todas las influencias que recogió de la música latinoamericana y homenajea en un viaje musical, donde, de la mano de canciones propias que abrevan en un folklore a veces desconocido, se cuelan versiones de Daniel Viglietti, Gilberto Gil y Bob Marley.

 

 

Rutas de América

“Transamericana es un viaje, una especie de ruta que une América”, dice Canzani. “Es música latinoamericana contemporánea tocada por una banda tremenda, con instrumentos tradicionales. Estoy tocando mucho el tiple, el cuatro venezolano, el charango y muchos tipos de guitarra distintos, tocando menos guitarra eléctrica que en los períodos anteriores, por una cuestión estética que tiene que ver con el ‘viaje’ de este disco, que es un ‘trip’ latinoamericano. Hay mucho birimbao electrónico, hay unas cocinas de percusión espectaculares. El disco tiene una identidad, un color que tiene que ver con esa búsqueda de ese territorio ideal que es la Transamericana”.

El viaje, más allá de la metáfora del disco, parece ser la constante de este músico recalado en París pero con intenciones de cambiar de aires. “Hacía cinco años que no venía a Uruguay, y me consta que pasé más desapercibido que en el 95. Tengo que reconstruir mi carrera acá, porque no he parado de hacer cosas. Entrás a mi Myspace y ves que tengo fechas de gira hasta mayo del año próximo, más de un año de gira, con un montón de shows por todos lados, estamos viajando mucho”.

Pero los viajes no sólo son en avión o por inciertas carreteras. La información viaja, va, viene, se procesa, el cuento, la anécdota y el dato preciso cruzan el océano una y mil veces. “Estoy muy enterado de todo lo que pasa a nivel cultural, político, social. Sé lo que pasa en mi país”, explica Canzani. “Yo hago muchas cosas de las que los uruguayos no se enteran, sé de la falta de interés de los medios uruguayos por lo que hacen los artistas uruguayos en el exterior, por lo tanto el público no se puede enterar, porque si los medios no se preocupan… Y sentí una cosa muy linda, el año pasado y el precedente estuve en el Festival de Cosquín, en Argentina, toqué en La Trastienda de Buenos Aires, anduve de gira por las provincias argentinas, por Bolivia, y me alucina, ahora, ver en Sudamérica que la gente, sabiendo que soy uruguayo, se me acerca y me empieza a cantar canciones de bandas de rock de acá. Me parece genial eso, porque hace unos años pasaba exactamente lo opuesto. Yo estaba en un boliche, o en una fiesta en Montevideo, y la gente estaba todo el tiempo escuchando y cantando música argentina. Ahora, ese fenómeno ocurre con la música uruguaya fuera del país”.

 

 


En el año 95, Uruguay ganaba su, hasta el momento, última Copa América, de la mano de un plantel que reunía a Enzo Francescoli, Pablo Bengoechea y Marcelo Otero, y la canción ‘Todos goleando’, de Pájaro Canzani, sirvió como himno de aliento y festejo para el triunfo celeste. Por esos días, otra de sus canciones, ‘Chibidón’, se metía en todos los hogares donde hubiera una radio encendida. Para la mayor parte del público, era la primera vez que se topaba con el canoso y pelilargo artista, que ya llevaba más de dos décadas fuera del país. Para muchos de esos uruguayos, fue también la última vez que tuvieron noticias de Pájaro Canzani.

“’Chibidón’ es un tema que saturó mucho a la gente; a mí me saturó mucho. Creo que el boom fue demasiado grosso, y la guerra que hubo entre las FMs de apropiarse del tema provocó una saturación tremenda entre el público. A tal punto que no se escuchaba con la debida atención. Si escuchabas los arreglos de rítmica, de vientos que hay en el tema, eso anticipa mucho lo que pasó después. La explosión en la búsqueda de instrumentos de viento es nueva. Ese disco anticipa muchas cosas de lo que pasó después. ‘Chibidón’, pese a todo, tiene el mérito de haber sido el tema que le abrió las puertas a los artistas uruguayos en las FMs comerciales; ese el primer tema que fue pasado masivamente por las radios uruguayas, y solamente después empezaron a pasar a otros artistas, y demoraron años en meter rock uruguayo en las FMs grandes. Me consta, tengo esa reivindicación” asegura.

Esos vientos, esa percusión, no eran nuevas, sin embargo, en la música popular uruguaya. En la década del 70, varios artistas de la generación de Canzani se animaron a fusionar la música venida del mundo angloparlante con las raíces folklóricas y urbanas de este lado del mundo. Por esos años, hacía sus primeras armas Tótem, recogiendo la experiencia de El Kinto, y la estirpe sudamericana tenía a Los Jaivas en Chile, y, desde otro ángulo, a Arco Iris en Argentina. Pero para mediados de la década del 90, la mixtura no estaba bien vista por la crítica y el, por ese entonces, casi marginal público de rock. “Siento, y no tengo ningún resentimiento, que hay una falta de reconocimiento, de parte de los especialistas de la música y de cierta parte del público, hacia mí y hacia mi carrera. Desafío a quien venga a decir que yo no soy un músico sólido que se pare delante de un escenario y lo tumbo. Yo sé lo que valgo, y estoy en paz conmigo mismo”, dispara el artista.

 

 

¿Qué tiene París que no tenga el Río de la Plata?, curioseo, y Canzani dice, sin dudar, que “El público francés es extremadamente abierto. Tan abierto, entonces, como las influencias que recoge y explota ‘Transamericana’. “Me reivindico como hijo del Tropicalismo bahiano, soy un sudaca bahiano de Fray Bentos, y los encuentros que hay alrededor de este disco, el colorido que existe, corresponde con una instantánea de lo que es hoy nuestro continente. Por ejemplo, grabé una versión de ‘A desalambrar’; más allá de ser un reconocimiento público internacional de lo que ha sido la carrera de Daniel Viglietti, de lo que el artista ha sido para mí como referente y como modelo, yo creo que es un Bob Dylan uruguayo; Dylan dijo cosas muy fuertes que conmovieron las estructuras conservadoras de los Estados Unidos en los años 60, y Viglietti es un músico extraordinario que refleja perfectamente lo que es la identidad de nuestro país, y tiene un disco, que para mí es muy colorido, y que quiero profundamente, que es ‘Canciones chuecas’, un trabajo hecho en Cuba; creo que la grabación de Daniel corresponde a un momento oscuro de nuestro país, donde se estaba dando una situación de crisis socio-económica, que nos estaba llevando directamente a una confrontación de clases sociales, y pasó lo que pasó en nuestro país. ‘A desalambrar’ corresponde a un momento en que una parte de la juventud de este país pensaba que una de las soluciones a los grandes problemas que había era una reforma agraria. El ‘A desalambrar’ que yo propongo en este disco corresponde a un momento festivo del desalambre en América Latina. Estamos festejando que Evo Morales, que es un indio, sea presidente de un país indígena, donde los indios no tenían ningún derecho. Celebro eso con ‘A desalambrar’, estoy festejando la alternancia política que hay en el continente. Es una versión en la que hay multitud de sonidos americanos, hay tiple, contrabajo, pandeiro, bombo legüero, y la “cosa festiva” corresponde con un momento que se está viviendo en el continente”.


Pájaro de buen agüero


Aunque la gira es la excusa perfecta para volver al país, mostrarse ante jóvenes y antiguos seguidores, y conversar con la prensa, Pájaro Canzani se trae otros asuntos entre manos: sin ir más lejos, uno de sus objetivos durante su estancia en el Uruguay es contribuir a limar las asperezas y aquietar las aguas, enturbiadas por el conflicto de las papeleras, y que distanció a los fraybentinos con sus vecinos de Gualeguaychú.

“Desde el martes vamos a hacer tres talleres de música en Fray Bentos, para quien tenga ganas de venir a descubrir y a trabajar con la música afrouruguaya y afrolatina, y esos talleres se van a filmar, porque son parte de proyecto piloto para mostrar un poquito de lo que va a ser un proyecto mayor, “Puente sobre el río”, que armamos en Europa con mi compañera, Fernanda Mora. Fernanda ha presentado varios proyectos que están beneficiando a Uruguay, a las Mercociudades, hay otros para México, y cuando nos enteramos que había un llamado para esto extraordinario que es la cultura en esta región, de un millón de euros, me apuré a terminar una idea que tenía desde hacía 10 años, que se inició en una gira que hice por el interior del país y, estando en los pequeños teatritos municipales veía que son todas joyitas de la arquitectura, y que son lugares que están mal utilizados por falta de recursos. Siempre digo lo mismo: al gobierno del país se le pide, como prioridad, que le dé de comer a la gente, que le dé trabajo, que le dé educación, salud. La cultura siempre es un elemento frágil dentro de lo que es el arte presupuestal de un país del tercer mundo. Sé que el gobierno actual tiene la iniciativa, la inquietud, de llevar cultura al interior del país, de descentralizar un poquito en la medida de lo posible”.

En la medida de posible, también, Canzani apunta, “como músico y como litoraleño”, a terciar en el conflicto de las papeleras. “Viendo el conflicto que se desarrolló, y la fea imagen que está dando la confrontación Fray Bentos-Gualeguaychú, y que me duele mucho, porque la gente de ambas ciudades tenemos todo en común, empezando por el río. Amo Argentina y amo a los argentinos porque toda mi vida he trabajado con músicos argentinos, y Argentina me acogió cuando tuve que salir cagando de la dictadura; Argentina era el último espacio de libertad que quedaba en el continente, porque el Golpe de Estado del 76 fue un golpe tardío con respecto a lo que estaba pasando en el resto del continente, donde eran todas dictaduras, y cuando llegué a Argentina era un respiro. Me acuerdo de haber llegado, caminar por las calles, y sentir que los jóvenes, que andaban de pelo largo, que seguían soñando con un mundo mejor, todavía tenían un espacio de libertad y una perspectiva de sueños. Ya cuando empezó a escucharse de nuevo el ruido de las botas en el hormigón me di cuenta que el chiste ya lo conocía, y ahí de nuevo tuvimos que salir cagando, esta vez a Francia, porque la EMI nos propuso, a Los Jaivas, continuar un contrato que habíamos firmado en Argentina, y llegar allí a hacer discos, y no a refugiarnos políticamente”.

 

 

Los tiempos cambiaron, y el artista reconoce un “buen momento” a nivel político y social en el país. “Estamos en un período preelectoral, y me parece muy sano elevar en el país la calidad del diálogo y del intercambio en la confrontación política, es importante para la salud del país que el diálogo y la disputa electoral sea alto y de calidad, de buen nivel humano, y que no se vendan mentiras. Creo que, ahora, se está jugando con un elemento peligroso, que es vender la delincuencia como una moneda de cambio, como un espejito. Yo vivo en Europa, y allí hay delincuencia, y tiene que ver con las opciones que ha tomado el mundo capitalista, que no ha sabido anticipar la disparidad que hay en el poder adquisitivo o en la oferta de oportunidades. La pasta base en este país es un drama tremendo, y no es porque la izquierda esté en el poder. Pero me parece sano que la izquierda haya llegado al gobierno, y que ahora vengan las elecciones y se siente en el banquillo de los acusados para que el pueblo diga ‘hicieron bien, o hicieron mal, les exigimos que corrijan tal cosa, y los volvemos a votar, o los bochamos y vuelve otro’.


Sin embargo, guarda su mayor crítica casi para el final. “Es sano y maduro para el Uruguay, que tiene un pasado muy coherente en muchísimos aspectos, en la vanguardia mundial en cuanto a leyes sociales, y que, pese a eso, tiene un hándicap espantoso, y es que, dentro de todo el continente americano, junto a Chile, es el único país que no tiene la generosidad de reconocerle a los uruguayos que viven en el exterior la posibilidad de votar. Estoy batallando eso desde hace 15 años, cuando vine a votar, y me encontré con que mi nombre no aparecía más en el padrón de Fray Bentos. Yo quería aportar al país con mi voto, y mi nombre no estaba más en las listas electorales. Siempre hablo de la ‘doble pena’. La mayoría de la gente que se fue no lo hizo por placer, se fue perseguida, o para mejorar las condiciones económicas de su familia. No olvidemos que casi todos los que se van envían remesas, millones de dólares al país. No podés estar aceptando que la gente te mande guita, que los jugadores de la Selección defiendan la celeste, y después prohibirles que decidan sobre el futuro del país. No le podés decir a Diego Forlán, que de repente ese día está jugando un partido en el Atlético de Madrid, que no tiene derecho a votar; es una paradoja espantosa. Si hoy, José Gervasio Artigas estuviera viviendo en el Paraguay no lo dejarían votar”.

Terminamos la conversación hablando de fútbol, otra de las pasiones de Pájaro Canzani. “Estoy convencido de que clasificamos, soy un eterno optimista. Tengo un tema compuesto para la Selección, y lo voy a dar a conocer en cuanto se oficialice que vamos, aunque sea, al repechaje”.

Canzani va y vuelve, y espera poder radicarse en el Río de la Plata, una vez que concluya su gira. Para encontrarse con él, basta con moverse hasta la Sala Zitarrosa el próximo miércoles 15, o darse una vuelta por su página web, donde está actualizada su agenda. O esperar la clasificación de Uruguay al Mundial de Sudáfrica, que Pájaro da por descontada, para alentar a los celestes al ritmo de su rock latino.