Sorteo de entradas
La idea original de Reus, coproducción uruguaya liderada por Eduardo Piñeiro, Pablo Fernández y Alejandro Pi, y que involucra a un numeroso equipo de producción, surgió del magín del primero de los nombrados hace varios años, cuando la coyuntura social en el pintoresco barrio Reus distaba de ser apacible, y un flagelo llamado pasta base comenzaba a permear entre los más jóvenes.
Por aquello de que "cualquier similitud con hechos o personajes reales es mera coincidencia", los tres cineastas se apresuran a aclarar que su obra no está basada en hechos verídicos ni posee intenciones moralizantes. Sin embargo, el público coincide en que describe la vida de muchos barrios mejor que un documental.
En Reus, cuatro fuerzas pugnan por prevalecer: Representados por Don Elías, aparecen los antiguos comerciantes de la zona, en su mayoría judíos que ya no residen en Reus, pero conservan sus negocios y el interés por mantener su vieja barriada en paz. En la vereda opuesta está El tano con su grupo: una pandilla de delincuentes experimentados, que -pese a su facinerosa condición- conservan algunos de aquellos "códigos" de la delincuencia que invocara el fallecido José "Peluca" Valdez. En este panorama irrumpe un tercer factor decisivo: la "Banda de los Pibes", delincuentes jóvenes adictos a las drogas, que no respetan ningún tipo de norma y no paran mientes en cometer cualquier delito. Finalmente, la cuarta pata de esta conflictiva mesa la compone la policía, corporación compleja de por sí, que deberá enfrentarse a los profundos cambios sociales en la jurisdicción
"Nació hace más de seis años, con Eduardo Piñeiro, la idea de hacer una película que le llegara al público, una película de género. En concreto, siempre apostamos a esto", explicó a Montevideo Portal Pablo Fernández, acerca del origen del film.
El realizador reconoce estar muy feliz con los resultados de una obra que tanto trabajo y tiempo requirió a sus directores y a un numeroso grupo humano. "La grata noticia es que esa idea surgida hace tanto tiempo, de hacer una película de barrio, un policial, hoy es un éxito y en su tercera semana en cartel sigue agotando entradas". Efectivamente, y quizá por lo prometedor de su argumento, Reus vendió más de quince mil entradas en menos de veinte días, cifra poco usual para una producción vernácula. "Es increíble que esté a un nivel de competencia con las superproducciones", dice.
En una primera lectura, el interés suscitado por la película podría atribuirse al menos en parte a que toca un tema "caliente" y que tiene su propia vidriera cotidiana: la inseguridad, la delincuencia y la minoridad infractora. Sin embargo, Fernández entiende que el éxito puede deberse precisamente a lo opuesto.
"Creo que la gente está realmente cansada de ver eso, y nos está respondiendo porque le estamos mostrando una realidad desde un plano no moralista", opina. Para el realizador, la idea de la película no es la de remedar la crónica roja. "No se trata solamente de quién asesinó a quien, quién robó a quién, dónde ocurrió el accidente mortal, o quién hizo justicia por mano propia". Por el contrario "la película muestra una trama donde aparecen las familias. Ves a estos señores ( los delincuentes mayores) o a la banda de los pibes, en su cotidianeidad. Creo que eso fue lo que el público encontró. Que más allá del noticiero, o los hechos que resaltan los medios de prensa, se aprecia una realidad más normal y cercana, como un cumpleaños donde los pibes se juntan para bailar cumbia".
Profetas en su tierra
La elección del Reus como escenario para el film no fue antojadiza. "Mi padre vivió en el barrio", explica Fernández. Eduardo Piñeiro, responsable de la idea original se crió allí, y para trabajar en el proyecto volvió a radicarse en el Reus. Sin embargo, el director entiende que el argumento del film es trasladable a otras zonas de Montevideo. "Esta historia transcurre en el Reus por ser un barrio tradicional, muy pintoresco y lindo, pero podría ocurrir en cualquier barrio", sostiene.
Por tanto, lejos estaría de la voluntad de sus creadores convertir la película en una "etiqueta roja" adherida a la reputación del barrio. "En absoluto", descarta el cineasta. "En la actualidad, si vas al barrio, más precisamente a la zona del Mercado Agrícola, donde todos sabemos que estaba lleno de bocas de pasta base, hoy encontrás un centro cultural que es un ejemplo, y muestra un gran avance para la comunidad". Esto demostraría que "no depende sólo del Estado la posibilidad de cambiar un barrio, sino que más bien depende de la participación de los vecinos", ilustra, ofreciendo un ejemplo del positivo cambio que ha experimentado el barrio en los últimos tiempos. "El Reus es un ejemplo, porque hoy está hermoso y muy seguro". No obstante, entiende que "la gente que ve la película podría pensar que el barrio está atravesando una situación de violencia muy difícil, cuando en realidad sucede todo lo contrario". En ese sentido, recuerda que en tiempos de iniciar el proyecto cinematográfico, la pasta base comenzaba tender sus redes en la zona. "Nosotros, como la mayoría de la gente, no teníamos ni idea de qué era eso ni del daño que podía causar, y hoy día llevamos dos generaciones perdidas por esa droga. Ahora, mientras exhibimos y distribuimos la película finalmente terminada, comprobamos que el barrio enfrentó ese problema, y lo sacó", refiere, ponderando la actual situación del lugar. "Te juro que hoy está hermoso", afirma.
Comunicación codificada
Si bien la obra distingue entre una generación de delincuentes "con códigos" y otra que carece por completo de ellos, Fernández puntualiza que el film "No es una apología de la delincuencia", y explica que "cuando hablamos de eso nos referimos a que la gente que ve la película puede percibir que existen códigos de familia, más allá de la droga y el delito. Es el código de los padres con los hijos, de almorzar juntos en familia, de conocer el barrio, a los vecinos. Eso está en la película. Un código de convivencia que se ha perdido, entre otros factores por algunos elementos que van de la mano, como la crisis, la pasta base y la inseguridad", manifiesta. Ese cóctel peligroso "confluye en la situación de hoy, donde tenemos dos generaciones que no tienen ninguna clase de código. Claro que hay veteranos que son delincuentes pero respetan a la familia, que no le roban la garrafa a la madre. El público puede notar que hay una diferencia entre la Banda de los Pibes y la Banda del Tano", ya que en la primera mencionada "no hay código alguno".
Y si de códigos sociales se trata, hay que sumar los de Don Elías y el resto de su colectividad, representantes del "Barrio de los Judíos", que sigue siendo tal pese a que la mayoría de los comerciantes israelitas ya no reside allí.
"El caso de Don Elías es el de uno de los tantos comerciantes judíos que se crió en el Reus y conserva allí su negocio, aunque ya no vive en el barrio. Sin embargo, quiere que su hijo tenga su Bar Mitzva -ceremonia de entrada en madurez de los niños- En Reus, y no en Pocitos, donde reside en la actualidad. Él Mantiene sus raíces en el barrio y quiere defenderlo, y más allá de que en la película sea el antagonista del Tano, Don Elías conoce los códigos del barrio, permanece vinculado a él y quiere volver. Por eso insisto tanto en la palabra códigos, porque son algo fundamental en el contenido de la película". En opinión de Fernández, en Reus "hay muchos mensajes", y uno de ellos refleja su propio sentir al respecto. "Yo no creo que hoy haya delincuentes con códigos, sino que se han perdido a todo nivel. Quizá exista algún malandro que los mantenga, pero sería la excepción". Esta pérdida de valores o de respeto a normas de convivencia establecidas no estaría circunscripta al diario transcurrir de la gente de un barrio, sino a toda la comunidad. "Se ve en todas la áreas, con los liceos ocupados, en el Parlamento que explota", refiere.
Más allá de señalar la diferencia de comportamiento entre pandillas de delincuentes "no queremos que se nos mal interprete, y se piense que entendemos que existe la posibilidad de ser delincuente pero bueno, preferimos que todo se considere obviamente como malo. Y queremos que los gurises vean la película justamente para que no caigan en ese error. De hecho, hay profesores de liceo que están recomendando la película". Este reconocimiento docente "es algo muy lindo y que nos enorgullece".
Somos como actores
La película Reus es interpretada por una "mezcla milagrosa" de actores profesionales y chicos de barrio que se sumaron a la producción para hacer precisamente de eso: de chicos de barrio. El proceso de selección y ensamblaje del elenco no fue sencillo, recuerda Fernández.
"Fue una campaña histórica, ya que hicimos audiencias a más de cinco mil personas. Arrancamos por la Sociedad Uruguaya de Actores, pero luego fuimos recorriendo barrios y convocando a la gente para los castings que hacíamos en el salón club del Comunal del Reus". La elección de lugar tenía el cometido de conseguir que los aspirantes percibieran la atmósfera de la barriada. "Los hacíamos ir al barrio para que lo sintieran", señala el director, quien recuerda que los primeros resultados del casting no fueron alentadores. "Al principio nos caían muchos modelos y actores lindos, cuando en realidad lo que estábamos buscando era un grupo de pibes más de barrio. Ahí arrancamos una etapa ‘enferma' de producción, donde hicimos pegatinas por todo Montevideo, con carteles en los que solicitábamos pibes ‘con onda de barrio, entre 18 y 35 años para una película uruguaya de ficción'. Les pedíamos que nos mandaran una foto por mail y luego los convocábamos al Comunal, donde hacíamos castings de más de doscientas personas. Estuvimos dos años haciendo casting, y finalmente dimos con esos pibes de barrio", evoca.
Para Pablo Fernández, la mezcla de actores profesionales con los frutos del casting callejero, se transformó en una noble amalgama. "Estos ‘no actores' se mezclaron con los profesionales que ya habíamos seleccionado" y esa conjunción dio buenos resultados, "porque mientras los actores con experiencia instruían a los nuevos en disciplina, concentración, respiración, etcétera, los nuevos les transmitían a su vez la naturalidad que necesitaban".
En cuanto al entrenamiento de los actores de circunstancia, el director recuerda que "los pibes se reían cuando les hacíamos hacer juegos de concentración, y se lo tomaban en broma. Pero luego comenzaron a pedirlos ellos mismos, porque se daban cuenta de que esos ejercicios de concentración les servían luego cuando tenían que hacer el acting".
Que no se calle nunca la calle
En cuanto a las repercusiones de la película en la gente y la opinión del público, Fernández posee información de primera mano, ya que el equipo de realización de la película continúa "en la calle" trabajando en la difusión y preguntando.
"Gran parte de nuestra campaña es ir a las salas y estar en la calle. En realidad, en la calle estuvimos siempre (rie). Estuvimos durante la producción, muchísimo durante el rodaje y seguimos estando ahora". Para Fernández, la película caló hondo en el público, porque -pese a ser ficción- logra reflejar a realidad de buena parte de la sociedad.
En sucesivas notas en los medios, especialmente en radio, "recibimos muchísimos mensajes de gente que dice que la película refleja la realidad de su barrio", aunque se trate de barrios tan diversos como Paso Molino, Lezica o Malvín Norte. "Nosotros estamos todo el tiempo cara a cara con la gente", insiste, y a modo de ejemplo relata que días atrás "fuimos al Estadio antes de un partido, repartimos cinco mil volantes y además conversamos mucho con la gente". Durante esas conversaciones "La frase de os pibes para calificar la película es la siguiente: ‘Es la propia película que está zarpada', lo que para ellos significa que está buenísima", se congratula.
De uruguayos para uruguayos
Contrariamente a lo que sucede con la mayoría de las películas uruguayas, no es probable que Reus transite por el circuito de los festivales internacionales, aunque tampoco se descarta por completo esa posibilidad
"Esta es una película de producción, no de autor. Está hecha por un colectivo, y desde el principio se consideró que sería un éxito si era aceptada por el público uruguayo", puntualiza el realizador. Asimismo, "fue completamente realizada con fondos uruguayos, aportados por la sociedad". Entre otros recursos, la producción de Reus recibió dinero del Fona y de los Fondos Concursables.
Existe la posibilidad de participar en festivales internacionales, pero al plantear la película desde un comienzo como una obra de producción, no comercial y orientada hacia el público local, no tendría un perfil como el que se busca generalmente en ese tipo de festivales" indica.
En el mismo sentido, recuerda que la estrategia de distribución la convirtió en una de las pocas películas uruguayas que se presenta en el país sin pasar previamente por el espaldarazo de un festival extranjero.
"Nuestro gran premio es el público. Queremos que el público confíe en las películas uruguaya nuevamente, y no crean que son un embole", asegura. En cuanto al producto cinematográfico nacional de hoy, opina que "Me parece excelente el cine de calidad que se hace en el país, sus realizadores son amigos míos", detalla, y añade que "Vinimos a sumar, no a molestar ni a diferenciarnos, simplemente a sumar, que quiere decir traer público", concluye.