Publicitario de oficio, trabajó muchos años en el negocio hasta que a los treinta y cinco sintió que ya estaba viejo para eso y ahí apareció lo del Stand up. Luego comenzó a hacer shows y más adelante a dar clases para generar nuevos comediantes. Desde hace varios años, en medio de una fortísima oferta en Buenos Aires, Rocco forma parte del elenco más taquillero y renombrado del género en Argentina: “Cómico”, junto a Sebastián Wainraich y Peto Menahem, que ya va por su cuarta puesta en escena. El próximo jueves se estará presentando solo en el Undermovie de MovieCenter, como parte del ciclo llamado “Te doy mi palabra” que continuará la próxima semana con el argentino Alejandro Angelini.

Sos uruguayo, ¿hasta cuándo estuviste acá?

Hasta los once, ahí nos fuimos a Buenos Aires en el año 68 por un tema económico y no político y ya hace cuarenta años que estoy allá. A pesar de que acá no me conoce nadie, una vez representé a Uruguay en un festival de humor latinoamericano en Colombia. En verdad yo fui a representar a Argentina, pero cuando el tipo se enteró de que era uruguayo prefirió cambiar la representación para darle un toque más internacional. Estudié publicidad, teatro y después lo de los monólogos.

¿Tu oficio es el de publicitario?

Si, trabajé como redactor y llegué hasta director creativo pero en los 90 me cansé de escribir publicidad. Trabajé mucho tiempo guionando humor para “Video Match”, para “Ninfómanas” y programas de entretenimientos como “Tal para cual” y ficción también para “Malandras” que era entre policial y romántica. Y en actuación siempre me llaman para papeles de psicólogo, lo último que hice fue de sexólogo en un programa que se llama “Ciega a citas”, y actué en “Casados con hijos” y “Hechizada”.

¿Y cuándo arrancás con Stand up comedy?

En el 93 nos juntamos un grupo de fanáticos del género y dijimos “vamos a hacer algo”. Empezamos a armar con Alejandro Angelini y Diego Wainstein clases para nuevos comediantes, ellos en cursos privados y yo en el “Rojas” que es una extensión académica de la Universidad de Buenos Aires. Estuvo bueno porque fue como oficializar la disciplina, pero al pertenecer a una universidad gratuita cobraba muy poco dinero, entonces venía cualquiera que elegía por descarte las clases y a los dos meses de empezar se iba porque no le significaba nada.

Incluís en tu material mucho de la publicidad y de marcas...

Sí, obviamente yo estoy influenciado por la publicidad y mucho de lo que hago tiene que ver, como el monólogo del shampoo, el del yogur. Con ese material vino la gente de “La Serenísima” que es la empresa láctea más grande de Argentina y como les gustó tanto, llevaron a todos los gerentes y jefes de áreas importantes. Aparentemente todo lo que yo decía como chiste era tal cual: ¿por qué le van agregando cosas al yogur? y porque básicamente la gente no quiere yogur.

¿Venís seguido a Uruguay?

La última vez que vine fue hace 5 años. De todas formas no cambia mucho, vuelvo y es como que todo está en el mismo lugar. A mi me encantaba de chico porque estaba lleno de coches ingleses viejos. Eso en Buenos Aires no pasa y los coches viejos se van para el interior en seguida. Lo mismo me dijo una amiga que pasa pero con los perros: se pone de moda una raza y todas las estrellas tienen ese perro, ahora está de moda el Chihuahua que son horribles, parece que le apretaron la panza y le saltaron los huevos de los ojos. Esta amiga me decía: ¿qué pasó con esos perros que estuvieron de moda como los siberianos?, porque no los van a matar, entonces se los venden a los pobres bajo la idea de que te estoy dando un perro que estuvo de moda hace cinco años. Tremendo.

Trabajaste en todos los espectáculos de “Cómico” que es el gran show de Stand up...

Sí, trabajé desde el primer show de “Cómico” en 2002 y el jueves es la primera vez que voy a faltar a un show, porque íbamos a hacer este espectáculo en el Undermovie el día miércoles pero está el partido de Uruguay contra Costa Rica, así que cambiamos. “Cómico” es el primer show que viene del circuito alternativo, que se hace en el circuito comercial. Y a pesar de que estamos en trasnoche vendemos más entradas que los que están a las 9, vendemos unas mil entradas en tres funciones por fin de semana, a unos 20 dólares cada una, lo que te permite vivir de esto tranquilamente. El salto a teatro comercial es lo que impulsó que hubiera tantos shows de Stand up en Buenos Aires.

¿La gente va esperando tu material, eso de los chistes de las marcas?

Los tres que estamos haciendo “Cómico”, Peto Menahem, Sebastián Wainraich y yo, tenemos estilos distintos. Yo tengo una cosa más de observación cotidiana, ahora estoy hablando de cosas más personales, Peto es más místico y Seba es como de la cosa de pareja, la cosa judaica y ahora de la hija recién nacida. Evitamos caer en los lugares comunes del género de “odio a las minas porque...”.

Acá en Uruguay yo lo que vi es el show de unos que empiezan con lo de “bolas tristes” (NdelR: se refiere al espectáculo “Triste como uruguayo contento” de Leonardo Lorenzo y Alejandro Busch), me parece que está bien pero como en una etapa para empezar en Buenos Aires, están en la etapa de evolución cuando el material cambia y se arma otra cosa con el público. Al Gran Gustaf lo vi en “Carcajada” un festival que se hacía en Buenos Aires y me encantó lo que hizo, muy original, a mí me gusta ese tipo de cosas que salen de lo común, me gusta ver algo nuevo. Después vi a Maxi de la Cruz que está bien, lo que le falta es ser más él, es hacer menos chistes de “cuando nací era tan feo que...” y arrancar a hablar de qué te pasa a vos con tal cosa. Para mí lo interesante es contar verdades pasadas por tu filtro, creo que ahí es cuando funciona, tenés que tener una lupa muy interesante, que la gente le atraiga tu visión de eso. Lo que te pasa a vos me pasa a mí, solo que yo estoy acá arriba contándolo, esa es la clave. Incluso Pinti me gusta mucho más ahora que antes, porque habla más de él y no se pone en el púlpito marcando con el dedo “porque los argentinos...”, ahora dice “soy un viejo pedorro porque no sé usar el celular”, y es más querible.

¿Qué show vas a hacer en el Undermovie?

Material de “Cómico” de los tres primeros ciclos y otras cosas que tenía sueltas para eventos y si veo que el público está afin hago cosas de “Cómico 4”.

¿Te dejás llevar por cómo esté el público?

Hay una cosa que uno hace cuando está ahí arriba y que aprendés con el tiempo, y lo he conversado con colegas, es como si tu cerebro se separara en dos pero no por hemisferios, sino de atrás para adelante. De la mitad para adelante estás ahí con el público y de acá para atrás estás ordenando y viendo como funciona cada cosa, como si las disociaras.

¿Y qué pasa con la creación?, ¿seguís armando material?

Si se me ocurre algo lo anoto y después lo trabajo. El año que viene vamos a seguir con “Cómico 4”, porque hacemos ciclos de dos años. En el camarín del teatro tenemos cuadernos y si sale un chiste o una idea se anota ahí; después cuando viene el momento tenemos un montón de anotaciones, pero no es que nos sentemos específicamente. Nos ponemos a boludear y ahí surgen y quedan. En el show actual hacemos como un fogón y nos ponemos a hablar de nuestros padres, y la gente dice “che no se puede joder con los padres y eso de cambiarle los pañales”, ahí también hacemos chistes sobre el judaísmo, yo soy el único católico y querían hacer chistes con los campos de concentración y yo les dije que no, si quieren pongan que yo soy nazi, digan que mi vieja es una puta, incluso mi vieja nos fue a ver y se cagaba de risa. Hay una definición de humor que es interesante que dice: “El humor es tragedia más tiempo”. Por ejemplo, con el Titanic podés jugar muchísimo, con las Torres Gemelas a los dos meses no podés salir a hacer chistes. Me parece que termina siendo de mal gusto.

¿Y qué pasa contigo arriba del escenario?, ¿cuánto se parece el que ve el público al de abajo?

No es una persona escénica, soy yo. Cuando yo empecé pesaba 20 kilos más, hacía un show que se llamaba “Nadie me quiere”. Usaba el tema de mi gordura para hablar de mis problemas con las mujeres, que por supuesto no eran tantos, pero funcionaba. Después, además de adelgazar, empecé a tener un discurso para decir arriba del escenario y empecé a hablar de las cosas que me jodían, de las cosas que me pasaban a mí. Entonces soy yo pero en un estado de querer hablar y decir cosas, situación que en el día a día no es así. El tipo que hace humor en una reunión está callado y mirando y sacando cosas. La gente se imagina que vas a llegar y te vas a poner a contar chistes en los asados, todos somos tipos muy reservados.

Ernesto Muniz

Te doy mi palabra: Jueves 19 de noviembre 22 horas, Teatro Undermovie, Montevideo Shopping Center