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Autor de algunas de las novelas más difundidas de la Argentina en los últimos años, Aguinis es también conocido por su labor ensayística, que suele arrojarlo en lo más encendido del debate político y social. Liberal y enemigo del autoritarismo, ha sido una de las voces más críticas para con el oficialismo de su país, circunstancia que le ha granjeado enemigos. En lo internacional, su acérrima defensa del Estado de Israel le valió a lo largo de la historia el reconocimiento de algunos y la desaprobación de otros.

Resuelto a tomarse un "recreo activo", el escritor cordobés decidió abordar un ensayo acerca de un tema mas grato: el placer. Sobre eso y mucho más dialogó con Montevideo Portal.

En el principio fue la culpa

A principios de 1993, Marcos Aguinis publicó un exitoso "Elogio de la culpa", obra cuyo título parece contrastar con su actual "Elogio del placer". La simetría de títulos no es casual en absoluto, ya que el artífice de ambas obras entiende que "son dos elementos que tienen una fuerte influencia en el ser humano. Posiblemente también existan en el reino animal, aunque no sabemos hasta qué niveles". Para Aguinis, "el placer indudablemente existe con fuerte intensidad en el mundo biológico, tanto en el mundo animal y vegetal. En cuanto a la culpa, no lo sabemos del todo".

Opuestos en su sentido, ambos conceptos suelen ir de la mano, ya que "ambos son componentes imprescindibles de la condición humana, pero también se trata de temas acerca de los que he escrito en momentos distintos, porque los temas que se le ocurren a un autor, ya sea para escribir ensayo o narrativa, están indudablemente vinculados a su contexto interno y externo", explica.

"Escribí 'El elogio de la culpa' en el año 1992, cuando se producía una increíble resurrección del nazismo. Había genocidios y guerras en los Balcanes y en África, y parecía que el mundo necesitaba reforzar nuevamente el sentimiento de culpa para detener el fratricidio", recuerda Aguinis acerca de su antiguo libro, mostrando una legítima preocupación por el problema de la violencia. "Ese fratricidio señalado metafóricamente en la Biblia, existió en la historia de la humanidad en un comienzo. Y si no hubiera aparecido el sentimiento de culpa...probablemente nosotros no estaríamos vivos hoy", entiende, opinando también que "si bien es cierto que el mundo está mal, estaría todavía peor sin el sentimiento de culpa".

Pese al dolor que pueda causar, ya que "es un sentimiento que en ocasiones puede generar patologías", la culpa "no tenemos que borrarla del todo. Quien no tiene culpa es un psicópata, un ser que no conoce freno para sus maldades".

Y luego el placer

"Con el placer es distinto", afirma Aguinis acerca de la actitud con la que debió encarar la redacción de su último libro. "Es un tema que me empezó a acosar como consecuencia de los graves problemas que estamos viviendo en Argentina".

"Yo había escrito numerosos libros y artículos donde critico -con la mayor objetividad y serenidad de que soy capaz- lo que pasa en mi país. Pero luego sentí la necesidad de airear mi mente y la de mis lectores con un tema más grato".

Sin embargo, y pese a lo agradable del tema a abordar, las dificultades propias del oficio de las letras no tardaron en presentarse. "Cuando fui reuniendo y procesando los materiales, sentí algo de miedo, porque se trataba de un tema tan vasto que mi trabajo podría llegar a convertirse en una enciclopedia, obra que yo sería incapaz de finalizar", reconoce el narrador. "Además existían tantas complejidades y contradicciones, que corría el riesgo de terminar encarando el tema de una forma muy árida, y yo aspiro a que lo que escribo sea ameno e interesante para el lector" detalla.

La solución a ese inconveniente de abordaje surgió espontáneamente, con la invención de un interlocutor ficticio de catadura difícil de definir, "porque surgió, por suerte, la idea de comenzar con una confesión: explicarle al lector que no me animaba a escribir el libro, entonces apareció una suerte de duende, un ser, una voz, que me dice 'no tenés que achicarte, tenés que escribirlo y yo te voy a ayudar'. Con esa voz se produce un curioso diálogo, donde no está claro quiénes son los interlocutores, porque por momentos habla 'el otro'. Por otra parte, en ese intercambio yo vengo siendo quien se resiste, se niega y es criticado".

La relación con su "duende interior" no fue simple para el escritor, ya que más allá de constituir un estímulo y una voz de aliento, fue también un cicerone empecinado en llevarlo por caminos tortuosos y parajes temidos. "Ese otro no sólo me critica, se impone y exige que escriba lo que me dicta, sino que me provoca, intenta ofenderme, obligándome a avanzar en el tema", sostiene.
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Ese truco literario cumple un doble objetivo. "Por un lado, me permite referirme a un tema tan vasto en 250 páginas. Por otra parte, me da la opción de dejarlo inacabado en muchos puntos, abrir ciertas puertas y ventanas, y aunque intento responder a la mayoría de las preguntas posibles, no me obligo a responderlas todas. Entonces el tema queda abierto hacia un futuro libro, un futuro debate, porque, es un tema que no se puede cerrar completamente, permanece abierto aún a diferentes puntos de vista".

Nuestro amo juega al esclavo

En "El Elogio del Placer", se narra el modo en que dicho sentir fue perseguido y castigado a lo largo de la historia. Pero en ocasiones también se convierte en tirano, obligando a la supresión de la conciencia y la individualidad y arrojando a quien lo experimente al disfrute orgiástico. Acerca de este doble rol, Aguinis recuerda que "existen placeres que son indudablemente negativos, como aquellos que son tributarios del sadomasoquismo. Matar, torturar, perseguir, difamar, etc. Son placeres vinculados al sadomasoquismo y son obviamente malos, pero existen", sentencia el autor.

"Aquí es donde insisto en recuperar un consejo de Aristóteles: caminar por el justo medio. Sabemos que un medicamento puede curarnos en la dosis correcta, o matarnos si empleamos una cantidad excesiva."

Para el escritor cordobés, "con el placer ocurre lo mismo. Es muy grato, estimulante y beneficioso, pero también pude conducir por caminos letales. Esto es lo que genera la gran duda sobre sus cualidades y defectos".


Montevideo Portal

 

Posteriormente, llama la atención acerca de la contradictoria actitud de quienes condenan el placer, pero en su condición de seres humanos, también deben desearlo y aspirar a él. Ese "es un aspecto interesante y hasta curioso del tema, porque hasta no hace mucho -e incluso hoy en varias áreas de la sociedad- el placer era visto como algo pecaminoso, y si bien ya no se lo critica tanto, se lo ataca utilizando otra palabra: hedonismo. Decir hedonismo es prácticamente decir algo malo, y yo me pregunto ¿hay tanta diferencia entre el hedonismo y el placer?

Conflictivo y polémico, el placer -y en especial algunas de sus formas- ha sido condenado por las tres grandes religiones reveladas, cultos a los que es difícil hacer coincidir en otros aspectos "¿Por qué lo condenan, por qué está tan mal?", se pregunta el escritor. Ante esta situación "nos vemos en la obligación de corregir ese punto de vista equivocado, porque si el placer es el motor de la vida humana y de la vida en general, no tenemos por que condenarlo, sólo tenemos que condenar aquellos placeres que conducen a aspectos negativos de la vida".

Las condenas religiosas y sociales al placer, pueden surgir de su asociación "a las áreas donde su extralimitación, su desborde, llevó a resultados negativos. Por eso se ha cometido el error de condenarlo en su totalidad", reflexiona.

Un poco de historia

"En la antigüedad existían las fiestas dionisíacas, las bacanales, donde estaba permitido todo tipo de excesos, donde incluso amos y esclavos se disfrazaban para confundirse entre sí, disolver momentáneamente las diferencias sociales. Pero estas celebraciones tenían un tiempo limitado", explica.

"Esos rituales se trasladaron a occidente hacia el siglo XII, con el Carnaval. Pero al igual que aquellas bacanales, el Carnaval también dura un tiempo lprestablecido, lo que impide que uno se extralimite." Sin embargo, Aguinis entiende que "han existido muchos errores a la hora de juzgar al placer, por lo que este tiene muy mala prensa. Felizmente, con el paso del tiempo estos errores van subsanándose".

A modo de ejemplo, Aguinis plantea en su libro el problema de "la inequidad para con la mujer, a la que no se permite experimentar los mismo placeres que el hombre, porque durante mucho tiempo fue considerada como un objeto. Incluso las religiones que pretenden impartirnos lecciones de moral, han utilizado a la mujer como objeto, y le han prohibido el acceso a placeres como el del conocimiento".

En el libro "yo me refiero al ejemplo de Hipatia de Alejandría, una de las mujeres más sabias de la antigüedad. Pero aquí en América tenemos el caso de Sor Juana Inés de la Cruz, que fue condenada y mal vista por cultivar el conocimiento".

Andá a saber

El placer del conocimiento es un capítulo fundamental en el último libro de Aguinis. Para el escritor, no es válido el concepto de que "a veces es mejor no saber", incurriendo en una lucidez dolorosa. Por el contrario: conocimiento, placer y libertad están íntimamente ligados.


"Es un error provocado por miedo, la creencia de que el 'exceso' de conocimiento puede generarnos una visión negativa, que vamos a tener demasiada lucidez". Afirma, en la convicción de que "eso es un error, nunca el saber hace daño. Cuanto más uno sabe, mejor ve las cosas".

La evolución de las civilizaciones suele tener como consecuencia una cierta "pasteurización" de las pulsiones, suavizando la expresión de algunos placeres antaño explosivos. Acerca de lo positivo o negativo de este hecho, Aguinis sostiene que "todo lo que aumente la libertad del individuo asociado a su responsabilidad, me parece positivo. La libertad no puede funcionar sin responsabilidad, una responsabilidad que implica aceptar que los derechos individuales son sagrados, aceptando que el otro tiene esos mismos derechos, y no son solamente míos".


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"Cuando defendiendo mis propios derechos percibo que el otro posee esos mismos derechos, y soy mucho mas cuidados con mis límites. Por el contrario, cuando no tengo claro cuales son mis derechos, tampoco puedo percibir con claridad cuáles son los del prójimo", explica.

Reconocer esto "ayuda a que la sociedad pueda ordenarse, y facilita que entremos en el campo de la verdadera civilización. Todos tenemos que respetar nuestros propios límites".

 

Muchas gracias merecidas


Años atrás, el filósofo francés Gilles Lipovetski señaló que la cultura occidental vivía un "crepúsculo del deber", adoptando una ética que "desvaloriza el ideal de abnegación estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista". Acerca de la cultura de la gratificación inmediata, y la relación entre placer y méritos, Aguinis indica que "nos encontramos con un problema difícil de determinar ¿cuáles son los verdaderos merecimientos, los que merecen premios, y cuáles no?"

En ese terreno "podemos encontrar acciones pequeñas que merecen premio y que ayudan a que uno se sienta estimulado a seguir practicándolas, y otras que conducen a grandes errores. Equívocos que se producen cuando creemos que estamos haciendo las cosas bien a nuestra manera, y en realidad estamos esquivando la forma directa de que las cosas marchen bien".

Entre esas formas directas "está el aceptar que todos los seres humanos deseamos el placer. Procuremos que se cultive, que se desparrame, y ayudémonos a conseguirlo. No hay que esconderlo ni negarlo".

En la introducción a "El Elogio del placer" se informa que dicha obra puede entenderse como un reverso de "Ay patria mía", ensayo donde Aguinis disecciona dolorosamente la actualidad política y social de su país, procurando exorcizar -o al menos conocer mejor- sus males.

Aguinis explica ese contraste porque "Ay patria mía" "es un libro dedicado a un análisis muy crudo de la realidad argentina, y de la gran frustración que vivimos los argentinos, debido a al decadencia en la que está cayendo nuestro país. En cambio este aborda un tema universal como el del placer, un tema humano por excelencia, con un abordaje que pretende ayudar a que nos sintamos mejor".

"En el libro me refiero a diversos aspectos vinculados al placer, y le doy especial importancia al humor, destacando que el humor ayuda justamente a superar el dolor, a desdramatizar situaciones muy desagradable o dolorosas. Viene bien en estos momentos para refrescarnos un poco, tanto yo como mis lectores".

Fascismos de ayer y hoy

En repetidas ocasiones, Aguinis ha llamado la atención sobre la escalada autoritaria en Argentina, situación que dataría de principios de la década de 1940, cuando se habrían instalado en su país ideologías fascistas y comunistas. Con el paso del tiempo, esas tendencias no habrían desaparecido.

"Uno ve cómo en Argentina se practica el fascismo bajo el grotesco disfraz del progresismo". Asegura el escritor, quien ve con preocupación conductas como "perseguir a los periodistas como brujas a las que se debe dar caza, practicando autos de fe como el celebrado el otro día en la Plaza de Mayo", refiriéndose al "escrache" realizado a periodistas que presuntamente habrían colaborado con la última dictadura. "Es una acción profundamente fascista", lamenta, agregando que "tener grupos de choque que invaden nada menos que una Feria del Libro, que es un lugar sagrado de conocimiento, de cultura, de intercambio de opiniones y la tolerancia, también es absolutamente fascista".

Sin embargo, el término "fascista" está asociado a tendencias de lo que se denomina como "extrema derecha", mientras que el gobierno actual de argentina está en manos de una facción política izquierdista. Para Aguinis, no hay tal izquierda en el poder.

"Es un falso gobierno de izquierda, se autoproclamó así pero en realidad no representa al progresismo, a la izquierda que puede estar vinculada a la tolerancia y la libertad" niega el ensayista.

"Pero qué nos asombra, si también Chávez se llama progresista y de izquierda, cuando su gobierno es opresor y también se dedica a la caza de brujas, y si también Cuba está sometida a una dictadura que ha arruinado al país transformándolo en una tierra arrasada ¿ese es el progresismo al que aspiraba Marx, cuando soñaba con una sociedad en la que la abundancia fuera total?", se pregunta.


"Peronistas somos todos"

"El fenómeno peronista es uno de los más raros de la historia política en el mundo, porque dentro de ese fenómeno cabe todo", intenta explicar Aguinis ante un suceso político e histórico que produce perplejidad a cualquier extranjero que pretenda abordar la historia reciente de Argentina...y también dentro del país.

"Es un arco que va desde la ultraderecha fascista hasta la izquierda mas radical y hasta anarquista. Eso lleva a pensar que detrás del peronismo no hay una ideología, sino otra cosa", sugiere. Esa otra cosa podría ser "una voracidad por el poder a cualquier precio y bajo cualquier rótulo".

"Alguna vez el peronismo benefició a los pobres, otras veces benefició a los ricos. En ocasiones apoyó a los perseguidos y en otras circunstancias apoyó a los perseguidores", apunta el escritor, atribuyendo esta errática actitud al hecho de que "lo que se busca no es concretar una ideología, sino estar en el poder a cualquier precio y a como de lugar. Al constatar esto, uno empieza a entender algo más".

Para Aguinis, la exégesis del peronismo "está por hacer. Porque en la argentina hay una tendencia que hace que cualquier estudio objetivo u osado que se realice sobre el tema, recibe inmediatamente la etiqueta de 'gorila'. Un 'gorila' que se asemeja al 'gusano' empleado en Cuba para despreciar a los opositores al régimen castrista: descalifica sin refutar. Cuando se produce eso, entramos en una etapa irracional que no nos va a permitir alcanzar verdades ni resolver problemas. Se cierra el debate".

En cuanto al modo de modificar la coyuntura, Aguinis reconoce que "no lo sé, y eso me angustia. Argentina está frente a problemas muy serios, porque las personas que apoyamos la democracia y valoramos la importancia de la institucionalidad, no queremos de ninguna manera acortar el período presidencial de Cristina de Kirchner: queremos que llegue hasta el final, aunque es ella la que esta saboteando eso, generando mucha violencia, inestabilidad y confrontación en el país", critica.

Sin embargo, el escritor considera que el gobierno de Cristina Fernández logrará llegar a su plazo de término "porque la mayoría de la sociedad argentina desea que ocurra así, porque cuando un gobierno no llega a termino, los resultados son siempre peores. Todos los gobiernos que no han llegado a término, han dado lugar a algo peor", concluye.

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