Cordero de dios, film a estrenarse el 24 de abril, tiene a Mercedes Morán, Jorge Marrale, Malena Solda y María Izquierdo como parte del destacado elenco que conforma esta película sobre la memoria, el perdón y las segundas oportunidades. Sobre todo esto, Montevideo Portal habló con Lucía Cedrón.

Son las cuatro de la tarde de un día de semana y la escena que se observa no es común para nadie que haya ido al cine MovieCenter de Montevideo Shopping alguna vez: la calma abunda y no hay colas para entrar a ninguna película. Lucía Cedrón, la directora de Cordero de dios, está allí esperando y a punto de partir para Buenos Aires, su ciudad, así que sin más preámbulos se da inicio la entrevista.

Es una mujer dínamo, de esas que suman energía con sus palabras y se entusiasma como una persona recién enamorada. Contagia. Mueve con elocuencia sus manos y mira a los ojos con sus expresivos ojos verdes. Cedrón es hija de un director de cine que en 1980, en plena dictadura argentina, murió como tantos otros, en circunstancias aún no aclaradas. Vivió en el exilio y decidió volver en plena crisis de 2002. Sobre esos dos momentos históricos está construida su ópera prima. Sin guardarse nada pero a mil por hora, Lucía Cedrón respondió las preguntas de Montevideo Comm.

Leyendo un poco de tu biografía parece claro que esta película tiene cosas de tu vida. ¿Las películas sirven para hacer catarsis o las películas son hechas como arte y no tienen nada que ver con la vida?

Todas las películas son autobiográficas. Cuando mi vieja leyó una de las 33 versiones que tiene el guión de este filme me dijo “acá está la historia de fulanito, acá la de sultanito, voy a exigir regalías por esto”. Y yo le dije: ¿vos cómo te pensás que crean los demás escritores?, lo que pasa es que con otros directores no conocés las fuentes de su inspiración. Yo hice una especie de Frankenstein, que es agarrar un poquito de cada cosa, de historias que me tocaron de cerca, que me sirvieron para encauzar un montón de ideas que yo tenía ganas de compartir con el espectador y desde ahí construí una historia de ficción que yo llamo “una metáfora literal”, que es un contrasentido. ¿Sirve para hacer catarsis? No sé, yo creo que el camino es al revés: todo lo que llega a la pantalla es (por lo menos en mi caso) producto de haber sido masticado, y mucho, puertas adentro. No es que como lo plasmé en una pantalla entonces voy a estar más aliviada de mis “fantasmillas” nocturnos. Las llagas que uno tiene son las que te construyen y te hacen formular determinadas preguntas y no otras. Acá mi idea era acercar algunas cosas que me interesaba compartir con el espectador y desde ese lugar, dialogar.

Y vos, más allá de Cedrón la directora, ¿cómo ves al continente y a tu país con respecto a los temas que toca la película como el de la dictadura, las heridas y la memoria?

Después de las dictaduras que hubo en todo el continente, lo que me parece muy digno es que no hubo Ley del Talión, no hubo justicia por mano propia. Incluso en casos como los de mi país, en donde se hicieron juicios y se borró con el codo lo que se había escrito con la mano, que generó mucho resentimiento, dolor, ira, incluso en esos casos no hubo justicia por mano propia. Cuándo escucho “quiero que estén todos en cana”, yo no quiero eso, yo quiero que los juzguen. Si yo le enseño a mi nene de cinco años que en este mundo se puede matar y torturar a la gente y andar luego tranquilo por la calle, bueno eso es jodido y no se lo enseñar. Yo lo que quiero es que sean juzgados. Para eso es importante el tiempo que ha pasado, nosotros como generación posterior tenemos la responsabilidad, no de ver qué hicieron nuestros padres, sino de ver qué hacemos con el mundo que nos dejaron. Y son procesos que se dan en todo el continente y eso es muy saludable.

En ese sentido hay dos posiciones muy dicotómicas en el film que son la de la hija y la de la madre. ¿Vos dónde estás?, ¿en el medio?

Yo tuve que aprender a querer mucho a todos los personajes, salvo al militar y al cana, para poder escribirlos y atravesarlos porque una de las propuestas de la película es no juzgar al otro, sino ponerse en sus zapatos por un rato y tratar de ver en qué singularidad tomaron las decisiones que tuvieron que tomar. Me parece que se vive mejor sabiendo que no sabiendo. Yo estoy en los dos lados, cuando la hija pregunta “¿para qué sirve toda la ideología?” estoy plenamente de acuerdo con ella. Si sirve para construir un mundo mejor, fantástico. Pero si por una ideología sos capaz de dejar morir a una persona y más si es tu padre, ahí hay un problema. Pero por otro lado conociendo la vida de esa madre, cuando la veo teniendo que ir a pedirle a un milico y que todavía la psicopatea, me dan ganas de abrazarla. Es una mujer con sus principios, su ética y su criterio. Por eso también me gusta mucho el personaje de la chilena que le dice a ella -sobre la relación con su padre-: “aprovechá que está vivo, porque con los muertos es muy poco lo que se puede hacer”. Para mí es sobre eso la película, sobre las segundas oportunidades.

Hay una canción que marca la película, que incluso parece que fuera la desencadenante de la idea para la realización de Cordero de dios. ¿Cuándo surge la presencia de Malagueña en el filme? (NdP: se trata de la canción popular venezolana que supo interpretar Zitarrosa y que inicia diciendo: “Pusieron preso a tu marido Guillermina”)

Muy pronto, cuando estaba buscando un nombre para quien luego sería Guillermina – a mi me pusieron Lucía por un tango- y claro yo la cantaba con mi papá cuando era chiquita y tiene muchas ideas en común para ser reconstruidas y retrenzadas a través de la película con una multiplicidad de sentidos, con diferentes capas y a través de distintos momentos. Toda la película está construida así. Fue un elemento que me vino como anillo al dedo, pero son de esas cosas que no las ves porque están como la nariz en el medio de la cara. Si tenés bien armada la base, el puente se construye solo, pero primero tenés que tener claro hacia dónde vas y por qué y sobre qué pisar.

¿Es una película casi coral, identificás a alguno como protagonista excluyente?

Si, la dupla madre hija. Cinematográficamente la película tiene tres puntos de vistas que son estos personajes: madre, hija y abuelo. La del abuelo es quizás la más sutil y es casi en su ausencia que funciona

Hablemos del perdón en el filme

Es muy fuerte la palabra perdón. Hay un lema muy querido en nuestros países que es “Ni olvido ni perdón” yo no comparto este lema. Yo creo que es importante el “no olvido”, yo creo que es posible, no necesario, el perdón. Nos hace bien a todos. Me acuerdo lo que dice la chilena en la película: “Tú te mereces perdonarlo, date esa oportunidad” y ese es un aporte de la actriz y me parece super interesante. Vivir enojado es siempre mucho más difícil que vivir en paz, no me parece sano desde el punto de vista individual y de una sociedad. Yo hice esta película con mucha compasión y cariño para con mis personajes.

Al final vos decidís que el público sepa más que los protagonistas. ¿No pensaste en dejar la duda planteada para todos?

La construcción de la película es como en la vida, uno vive con un par de certezas y el resto son dudas e interrogantes. Por eso el filme está hecho como un rompecabezas que uno tiene que ir rellenando. Para mí estaba claro que debía ser una película de amor y de vaso medio lleno, porque yo soy una persona llena de vida, tengo fe, tengo esperanza. Lo otro, lo que sucede después que termina la película lo construye cada uno, esa es otra película.

Un par de preguntas técnicas. Se nota una búsqueda por remarcar la idea de continuidad, de que pasado y presente están unidos. ¿Cómo trabajaste el montaje? ¿Desde el guión?

Tuve el privilegio de trabajar con una gran montajista del cine argentino que es Rosario Suárez y ella me acompañó desde el inicio de la escritura de estas treinta y tres versiones que tuvo el guión. Y yo le agradecía por pasar por esa etapa engorrosa y ella me decía “vos no te das cuenta la posibilidad que me das, porque yo esto lo hago solo en la isla de edición cuando hay mucho menos para hacer. Ahora está todo por hacer”. O sea que para ella era una posibilidad de construir desde antes, pensando el montaje desde la escritura. Por supuesto que al final hubo variantes y ahí también está el tijeretazo de Rosario.

Hay una búsqueda de distancia muy sutil en toda la película, con planos generales, un acercamiento para pocos momentos, para pocos lugares. ¿Esa es tu visión de la historia, para marcar una objetividad?

Sí puede ser, no lo había observado. Puede ser también que como yo viví los hechos, a pesar de que hay muchos puntos de vista, yo no dejo de haber vivido la historia de esa pendeja de cinco años y medio que es otro punto de vista, otra mirada. Hay otro lema personal a la hora de filmar que es: “todo lo que no sea necesario, es inmoral”, incluso los pocos malabares técnicos que hay, cumplen una función narrativa. Cuando yo decido plantear el guión técnico, no me apetecía cortarles la inspiración a los actores, quería que desarrollaran el arco de la actuación.

Sí, está bien, pero hay pocos planos cortos, hay pocos ojos.

¿Hay una distancia?

Y bueno si... hablá con el doctor Freud, ahí no sé qué contestar.



Ernesto Muníz/Montevideo Portal

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Ficha:
Cordero de dios
Drama, 91 minutos
Dirección: Lucía Cedrón
Producción: Lita Stantic
Montaje: Rosario Suárez
Elenco: Jorge Marrale, Mercedes Morán, Malena Solda, María Izquierdo