Por Martín Otheguy
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En el kilómetro cero del río Uruguay, en la Punta Gorda de Colonia, hay una barranca de buena altura en la que se aprecia la "pirámide de Solís", un monumento dedicado en realidad a los tres "descubridores" del Río de la Plata, el Paraná y el río Uruguay. Es un pedacito de tierra encantador y lleno de historia, como demuestran también las escaleras que recuerdan el paso de Charles Darwin, a poca distancia de la pirámide. Todos aprendimos, desde chicos, que en las inmediaciones del lugar se produjo en 1516 un hecho que marcaría trágicamente el descubrimiento del Río de la Plata: el navegante español Juan Díaz de Solís desembarcó con algunos tripulantes en la costa y fue asesinado y devorado por los indios charrúas. Pero, ¿cuánto hay de cierto en este relato tantas veces repetido?
Al acercarse la fecha de los 500 años de aquellos acontecimientos, el escritor e investigador Juan Antonio Varese -un impecable cronista de los sucesos marítimos de nuestro país- decidió echar luz sobre algunas dudas que le surgían en torno a esta historia. Para descubrir el telón de este relato y de la propia figura de Solís, no sólo navegó en un mar de documentos y libros que cubren cinco siglos de historiografía: también se embarcó literalmente rumbo a España, haciendo el camino inverso que don Solís y tantos pioneros emprendieron hace 500 años.
Visitó Sevilla y el Archivo de Indias, recorrió la ciudad de Lebrija -de la que Solís se decía oriundo-, la de Lepe -donde el navegante vivió ocho años- y paseó entre las casitas blancas de Cádiz y Sanlúcar de Barrameda, visitando los bares portuarios en busca de nuevas historias. Esta aventura personal, sumada a su estudio metódico de las fuentes clásicas, terminó dando sus frutos en el libro Los viajes de Juan Díaz de Solís y el descubrimiento del Río de la Plata (Ediciones de la Banda Oriental), una pintura completísima de los hechos que llevaron al descubrimiento del Río de la Plata y del espíritu aventurero de una época efervescente.
Frente a las aguas agitadas del Río de la Plata, Varese conversó con Montevideo Portal sobre el largo y minucioso proceso de reconstrucción de los hechos históricos que rodearon su descubrimiento y del perfil de Juan Díaz de Solís que pudo ir delineando, que esconde aristas ocultas que no suelen surgir en los textos que llegaban a nuestras manos cuando éramos niños.
Tu libro pone en duda que los indígenas hayan devorado a Solís, como aprendimos todos desde chicos.
A todos los rioplatenses en las escuelas se les enseña que el descubridor del Río de la Plata fue Juan Díaz de Solís, que llegó en 1516 y que, tras haber descubierto el río, desembarcó en la costa y fue matado y devorado por los indígenas en un suculento banquete. Cuando se acercaban los 500 años de esta fecha se me ocurrió plantearme algunas dudas. Lo primero que me surgió fue: ¿por qué se lo comieron? Estudiando el tema no encontré muchos casos de canibalismo en la región y prácticamente ninguno en el Río de la Plata. ¿Por qué con Solís, entonces, que fue el primero en llegar?
Lo primero que hice al respecto fue recurrir a las fuentes. Leí los cronistas de la época (dos fueron contemporáneos de Solís) y noté que describen en términos terribles y apocalípticos el acto, con una gran exageración. Uno queda temblando. Pero con el tiempo esa opinión se va decantando y ya el naturalista Félix de Azara, que conoció profundamente la campaña y fue gran compañero de Artigas, niega el hecho, porque nunca había sentido ningún testimonio y "no hay nada más perdurable que las costumbres", como recordó. Hoy en día los antropólogos llegaron a la conclusión que los charrúas no eran antropófagos. Los guaraníes sí tenían rituales antropofágicos, pero no vivían en esta zona (aunque había algunos indios guaranizados en el delta del Paraná y algunas islas del río Uruguay).
¿Dónde se produce el desembarco?
Analizando todos los documentos yo llego a la conclusión de que el lugar del desembarco fue en las inmediaciones de Punta Gorda o el Arroyo de las Vacas y por lo tanto los indios que encontró eran charrúas, que no eran antropófagos.
Solís dejó dos carabelas en Maldonado y fue con la más pequeña a explorar el río, con 18 personas a bordo. En la costa de Colonia descienden nueve. Cuando son atacados por los indios, luego de internarse en el territorio, los que quedan a bordo no se animan a bajar, según mi interpretación. Les queda el sentimiento de culpa, más aún porque el cuñado de Solís era el segundo a bordo y había quedado en Maldonado. Y ahí surge la versión de la comilona, que es como el cuento del pescador: el tamaño del pescado crece con cada anécdota. Lo de la antropofagia es al menos muy dudoso, incluso si los indios hubieran sido los guaranizados.
Tampoco creo que Solís fuera tan inocente. Pienso que probablemente trataron de capturar algún indio joven para transformarlo en intérprete, y allí pudo haber surgido alguna confusión que provocara la ira de los indios. Es curiosa esa reacción de los indígenas en una primera visita.
Justamente tu libro respalda la teoría de que no era la primera visita, que Solís fue en realidad el tercero...
Efectivamente. Cuando empecé a investigar quedé atrapado y seducido por la época, lo que me llevó a ahondar sobre otros grandes marinos de la época. Américo Vespucio, por ejemplo, es una personalidad apasionante, que dio nombre al continente con un viaje que realizó en secreto, en nombre del rey de Portugal. Como no podía, bajo pena de castigo, comentar en forma pública estas expediciones, él -que tuvo la intuición de que se había llegado a un lugar distinto- le escribe a sus grandes amigos de la infancia varias cartas, las famosas Letteras. Allí cuenta sus viajes pero no detalla los datos de latitudes y longitudes para evitar que el rey de Portugal lo pudiera condenar.
Se supone que no sólo llegó al Río de la Plata en 1501-1502, sino que incluso alcanzó el paralelo 50, correspondiente a las Malvinas. Me adhiero a la tesis de que arriba en 1502 al Río de la Plata, pasa por el Cerro de Montevideo y llega hasta Colonia. Un mapa de 1506 lo muestra, ya que aparece un río similar al de la Plata como río Jordán y el cerro de Montevideo con el nombre Pináculo Detentio. El único que pudo haber llegado a dar esos nombres, porque figura en sus narraciones, es Américo Vespucio.
¿Por qué no se lo considera el descubridor del Río de la Plata?
Porque en realidad llegó, lo encontró pero no lo descubrió. El término descubrir supone dos cosas: encontrar y difundir el hallazgo. Lo de Vespucio fue un hallazgo. Y se ha demostrado también, aunque está un poco en discusión, que en 1511 partió otra expedición secreta portuguesa a cargo de Esteban Froes y Juan de Lisboa, famoso piloto portugués. Llegan al Río de la Plata, realizan una exploración, toman como prisioneros a algunos indígenas y regresan. En su retorno, se quedan cazando lobos en las inmediaciones de Maldonado y la expedición se separa en dos. Esteban Froes vuelve a las factorías portuguesas instaladas en la costa de Brasil y el barco es atacado por el teredo, el gusano que horada la cubierta de los barcos. Queda a la deriva y es arrastrado a las islas españolas.
Los tripulantes son tomados prisioneros allí y finalmente son canjeados años más tarde por otros, en este caso los integrantes sobrevivientes de la expedición de Solís que naufragaron en su regreso a España y que fueron detenidos por los portugueses. La otra nave, la de Juan de Lisboa, tiene un recorrido más afortunado y toca la isla de Madeira en regreso a Portugal; allí Juan de Lisboa se encuentra con un encargado de comercio de una de las empresas que financiaban viajes y, luego de trabar amistad, le cuenta la historia de cómo llegaron a esta zona y a un cabo que llamaron de Santa María, que es Punta del Este. Todo esto aparece recogido en una publicación en alemán de la época que pasó desapercibida hasta el siglo XIX, cuando la encontró un investigador brasileño.
En base a esto, y a que en 1513 se descubre la mar del sur (el Océano Pacífico), es que se organiza la expedición de Solís.
Otro aspecto interesante y poco conocido es el pasado de Solís y su verdadera nacionalidad. ¿Es un hecho que era portugués y no español?
Cuando investigaba la figura de Solís fueron apareciendo entrelazados algunos datos interesantes. Siempre se dijo que Solís había nacido en Lebrija, una pequeña ciudad de Andalucía. Recién a mediados del siglo XIX, con motivo del cuarto centenario, hubo un movimiento revisionista al respecto. El historiador chileno José Toribio Medina, que escribió algunos libros fundamentales (entre ellos uno sobre Solís) concluye algo que me llamó la atención: "Lamento profundamente pero no tengo más remedio que admitir que Solís nació en el Reino de Portugal". Le daba pena, pero el historiador, ante los hechos, estaba ante todo.
En contacto con investigadores del Archivo Torre do Tombo, de Portugal, accedí a una carta en la que se aclaraba la nacionalidad portuguesa de Solís. Sumándola a tres cartas y documentos que tenía de antes, llego a la conclusión de que Joao Días de Solís nació en el Reino de Portugal, probablemente en el Algarve, y que años después huyó a Castilla en dos oportunidades, una de ellas por motivos trágicos, pero no quiero revelar todo a los lectores...
Pero estas acusaciones hablan de un pasado oscuro...
Sí, una de las huidas es por algo sucedido con su esposa y la otra por su actividad como corsario. Esto segundo era más común en la época, porque la navegación era difícil y los marinos salían en lo que podían, a la caza y a la pesca de lo que pudieran encontrar. Y justo se les ocurre asaltar un barco del rey cargado de oro.
Hasta descubriste sus antecedentes como regenteador de un prostíbulo.
Sí, que en ese momento se llamaba Casa de Mancebía. A medida que fui investigando me sentí contento de encontrarle algunas aristas al personaje, aunque fueran medio negras. Al menos tenía algo de pimienta y sal.
Otro personaje intrigante que es mencionado en el libro es Francisco del Puerto, el único sobreviviente del ataque de los indígenas a la pequeña expedición de Solís que desembarcó en Colonia. ¿Qué sucede con él?
A Francisco del Puerto se le perdonó la vida y pasó diez años entre los indígenas. Era uno de ellos, ya que hablaba perfecto su idioma. Es interesantísimo el personaje. Se creía que habían muerto todos, pero este niño, de unos 14 años en el momento del ataque, había sobrevivido, como se comprueba en expediciones posteriores. Cuando del Puerto se encuentra con la expedición de Sebastián Gaboto en 1527, decide acompañarlos al interior del continente pero junto a su pareja india. Durante el viaje, el tesorero de la expedición se burla de él. Entonces, este hombre de dos civilizaciones distintas se siente herido por el comentario y les tiende una trampa a sus compañeros. Les cuenta que los indios los habían convidado a un banquete e invita especialmente a quien lo había ofendido. Durante el convite, sin embargo, fueron asaltados por los indios y mataron a todos menos, nuevamente, a Francisco del Puerto. Pero lo que sucedió con él es un misterio. ¿Volvió con el resto de los expedicionarios? ¿Siguió con los indígenas? Es un tema apasionante y que inspiró incluso novelas de tres escritores argentinos.
¿Solís muere sin saber que se había descubierto un nuevo continente, como Colón, o era consciente de que las tierras en las que desembarcó pertenecían a un nuevo mundo?
Era completamente consciente de que estaban en un continente llamado América, con una parte al norte que él había investigado en un primer viaje (estuvo en el golfo de México) y luego no sabía dónde empezaba o terminaba la costa, aunque buscaba un camino para pasar. En cambio Colón fallece convencido de que había llegado al sudeste asiático. Recordemos que en principio América no tenía valor para Europa, era un obstáculo. Recién Gaboto, al enterarse de los rumores de unas sierras inmensas llenas de plata que brillaban de noche, pone los ojos en el interior del continente.
En el libro se da a entender que Solís no es un personaje importante en la historia de los descubrimientos. ¿Creés que es injusto o que está valorado en su medida?
Creo que está valorado en su justa medida. España tiene cerca de 300 o 400 nombres de marinos y exploradores entre 1490 y 1550. En ese período hay una pléyade de marinos extraordinarios, y no es que la figura de Solís esté ninguneada o se la rebaje. Se lo tiene como uno de los tantos, que ni siquiera pudo concretar una obra exitosamente. Hay personajes que mueren trágicamente en el momento cumbre de su vida, pero la de Solís fue una muerte triste que pasó un poco inadvertida. Se menospreció un poco su muerte, porque se valoraba mucho la figura del capitán, y un capitán jamás hubiera bajado en las condiciones que lo hizo Solís. Se decía que era un buen marino pero mal capitán.
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