"Me molestan todos los clichés", dice Jaime Clara en medio de una extensa charla sobre el periodismo, los hobbies, la cultura, la intolerancia, la poesía. El periodista de 45 años lleva una decena de ellos trabajando en "Sábado Sarandí", producto que defiende a muerte como el reflejo de su mejor vocación.
Sobre el final de la conversación surge el tema de los inicios. Al preguntarle por la cantidad de años que lleva dedicándose al periodismo aparece la dificultad para responder una cifra exacta. "Yo entré a los ocho años en la radio y de ahí me echaron a los 15, por pasar música aberrante y tendenciosa", cuenta.
¿Aberrante y tendenciosa?
Así me dijeron.
Que era...
... canto popular. No podía pasar otra cosa que no fuera autorizada, yo pasaba a Rumbo a Fernando Cabrera, pero al director de la radio no le gustaba. Se llamaba "Panorama, el programa distinto de la radio de San José".
Y pensando en esos inicios que borran la marca cronológica "la vida profesional", hablamos del presente, la excusa de la entrevista: "Sábado Sarandí" cumple nueve años y diez temporadas ininterrumpidas al aire.
¿Sos de hacer balances en estos aniversarios?
A mí los números redondos me complican la vida. Por ejemplo, cuando pongo el despertador siempre es a las 4:18 de la mañana o 4:22, nada de y media o y cuarto. Los números redondos no me gustan nada. El balance trato de hacerlo permanente. Esto de las diez temporadas sirve para darte cuenta sobre todo lo que significa para los demás.
Los números redondos en general significan algo para las personas...
Sí, exacto. Sé que a veces voy contra la corriente, y además tengo la imagen de ser hiper cuadrado. Lo soy con muchas cosas, pero con esto no, trato de no darle bolilla, aunque reconozco que para todo el mundo sí es importante. Eso me llevó a darme cuenta que el programa ocupa un espacio por el cual muy poca gente daba crédito hace nueve años.
¿Cómo era la radio de hace nueve años?
Sarandí era una radio que tenía su espacio cultural con Enrique Mrak, y cuando él se fue pedí continuar con el espacio cultural que duraba una hora o una hora y media. Al principio no querían porque era mi día libre, pero yo lo quería hacer, porque como soy consumidor de radio, de radio AM además, sentía que los sábados eran días de radios grabadas. Las radios no te decían la hora, ni el estado del tiempo, por ejemplo. Entonces dije: "quiero hacer radio el sábado, quiero hacer un programa cultural".
¿Y por qué decís que nadie daba crédito por el programa?
Porque a priori cuando vos planteás algo "cultural" genera anticuerpos, aunque en realidad somos muy consumidores de cultura. Ahora estamos tomando un refresco y eso es un hecho cultural. El diseño de tus lentes es un hecho cultural, el libro que leíste... podemos encarar la vida cotidiana desde el punto de vista cultural. Después de que empezás a hacerlo todo el mundo lo entiende, pero al comienzo la palabra cultura tiene una etiqueta de cosa pesada, aburrida, que no rinde comercialmente, que es para pocos.
¿El que arrancara tan temprano en la mañana surgió después?
Sí, surgió con un cambio grande de programación que tuvo la radio. Al terminar "En vivo y en directo" la idea era pasar a emitir grabaciones y ahí propuse estirar el programa. "Empecemos a las siete de la mañana", dije. De seis a siete pasaban música y entonces un día, como yo iba antes para leer los diarios, escucho que estaban pasando a Julio Iglesias. Y ahí dije: "¿por favor qué es esto? Quiero empezar a las seis, pasando música yo, ¡pero Julio Iglesias antes no!". Y me dejaron, por eso empieza a las seis, ahí paso tres temas musicales al arranque, después empiezo con la parte informativa y luego la segunda parte que es la mía, de Sábado Sarandí.
¿Ese programa es "el sueño del pibe"?
Sí, sin duda. Hago el periodismo que me gusta. En realidad, hago el periodismo que yo escucharía, no hablo sólo de las cosas que me gustan porque si no sería muy aburrido. No hablaría con la mitad de la gente que hablo. No hablaría de la mitad de los libros que leo. Sin embargo, lo hago.
Hay temas de los que no me siento especialmente cercano, pero entiendo que en una propuesta de un programa tan largo, necesitás ser lo suficientemente abierto. Y con el tiempo me he dado cuenta que desde el programa, en cierto modo, pretendo que la gente entienda que se pueden plantear temas que a uno no le gustan, o con los que no está de acuerdo, y generar una discusión civilizada sobre esos temas.
¿Pero los planteás desde el "no me gusta"?
No, no. A la gente no le importa lo que opino. No doy opinión, porque si no muchas veces tendría que decir que no me gusta el libro que leí. Una vez al aire una actriz muy amiga me preguntó ¿qué pasa con las obras que no te gustan? Y le dije: no invito a que la gente vaya a verla. Pero no digo que no me gustó, que la gente escuche y si le interesa, que vaya.
¿Hay cosas que definitivamente no tienen lugar en tu programa?
Intento ser lo más abierto posible. Pero por ejemplo: no me interesa nada que tenga que ver con la cumbia villera. Sin embargo, con Hugo Achúgar hablamos de cumbia villera cuarenta minutos. Un tema que pensé que jamás iba a estar, estuvo. Entonces, la máxima del periodismo que dice que no hay temas buenos ni malos, sino que depende de cómo se traten, es así.
¿Y el tema mediático o cholulo-farandulesco?
De eso hay muy poco. Siempre digo que el programa más fácil de hacer es "peguémosle a Tinelli". En mi programa en general no enjuicio a la televisión, ni a Tinelli, jamás. Creo que hay una postura muy cómoda respecto de los programas farandulescos, una postura muy hipócrita en el ambiente cultural. Antes se decía que la gente iba con Marcha abajo del brazo para figurar que la leía, y eso sigue estando. Se dice "no miro tal cosa, no consumo tal cosa", pero las revistas que más se venden son Caras y Semanario. Y está bien, si a la gente le gusta está bien. Lo que también me niego a decir es que porque a la gente le gusta hay que hacerlo.
¿Sábado Sarandí es como "tu recreo" de la semana?
No, al revés, es un momento de mucho trabajo.
Pero en cuanto a cómo lo sentís, ¿es lo que más disfrutás de tus trabajos?
Definitivamente sí, pero es como la maratón para los que le gusta correr. Terminan muertos, pero lo disfrutan. Es lo que me gusta más sin duda, es el periodismo que elegí hacer. Es más, siempre digo "valórenme por lo que hago los sábados". Es lo mío, está hecho a mi medida. No sé si será bueno o malo, ocupa un espacio. Es un tema de identidad. Siento que estoy caminando a oscuras por una casa que conozco y me siento muy bien.
¿Seguís siendo consumidor de radio? Tenés pocos espacios libres...
Pero trato, trato.
¿Cómo ves a la radio?
Me asustan mucho los programas de tiradores de cartas. Cada vez más. Creo que es bueno que haya muchas propuestas periodísticas en la radio, me interesa y me seduce la apertura hacia la FM. Pero Uruguay sigue siendo un país de AM, sigue siendo un país de oyentes de radio muy fieles, que siguen a un periodista o a una radio siempre. Esa fidelidad por un lado está buena, pero por otro lado es complicada porque te impide ver otras cosas. Y siento, por parte de los oyentes, que hay cada vez más intolerancia. A medida que los oyentes van teniendo más participación, noto que la gente está muy hipersensible, tolera menos las cosas que no le gustan, te lo hace saber de mal modo, politiza exageradamente las cosas. Entonces vos no podés hablar con Samuel Blixen o Mauricio Rosencof en calidad de escritores, porque te llaman los oyentes para hablar de que los tipos tienen un pasado tupamaro.
¿Pero se puede prescindir de esa interacción?
Lo que pasa es que está bueno, porque es un buen termómetro. Tampoco te dice mucho, porque si hoy recibís cien mensajes y mañana mil, no quiere decir que el programa de los mil fue mejor, capaz que hasta fue al revés. Está buena la interacción, además es lo que a nivel de comunicación nos decían que era el ideal: la comunicación horizontal, de ida y vuelta. Pero por otro lado duele que la gente sea tan intolerante. Así como duele también que muchos colegas usen como argumento "si no le gusta, cambie el dial", que me parece tan intolerante como lo otro. Jamás dije eso y espero no decirlo, porque los tipos saben que tienen la opción pero eso no puede ser jamás un argumento.
¿Tenés una postura tomada sobre el tema de las regulaciones de los medios, de los contenidos? ¿Es un tema que te preocupa?
Me preocupa como a todos los que trabajamos en esto. No me gusta que me regulen nada. Confío en la libertad como bien supremo y absoluto. No me gusta ninguna cuota de nada, pero estoy en un medio en el que promuevo lo nacional, genero participación, confío en el gusto de la gente y en las propuestas más libres. Claro que me gustaría ver más cosas nacionales en la tele, pero hay que ver también si son cosas de calidad. A veces los canales locales son una especie de laboratorio de esos programas nacionales, y ves aberraciones. O sea, productos nacionales a cualquier precio no.
¿Tenés calculada la cantidad de horas que trabajás por día?
No. Es lo que pasa cuando trabajás en lo que te gusta. Si yo le dedico una hora al final del día a leer, por ejemplo, forma parte de mi trabajo, pero también lo disfruto.
¿Lo mismo te pasa cuando escribís, con los libros que publicaste, la poesía, el dibujo, esas cosas?
Las inquietudes por el dibujo y la poesía son más espasmódicas, me viene la locura y salen. Yo madrugo mucho, me gusta, disfruto de las madrugadas, mal que le pese a mi esposa. Con el libro "En Campaña" (*) fue diferente porque fue un encargo. Me gustó muchísimo hacerlo pero no es mi tema. Es lo que demuestra que el periodismo es uno solo, es esa parte de la profesión que siempre destaco, sobre todo en la docencia. Si vos vas a entrevistar a Forlán o a García Vigil, tenés que estar igual de preparado. El periodismo es uno solo.
Contame más de la caricatura y la poesía...
Soy un gran consumidor de caricaturas, desde muy chico. A mi papá le gustaba mucho dibujar, a mi me apareció tarde. Empecé a leer, otro día a copiar, otro día a inventar, y ahora cuando hablo con la gente por teléfono empiezo a hacer dibujitos en un papel. Un día alguien me dijo que lo canalizara en un taller y fui al de Guillermo Fernández, al que extraño horrores. De hecho, cuando se murió, estuve cuatro años sin poder dibujar. Cuando no estoy haciendo cosas vinculadas al periodismo, dibujo. Y ahora las empecé a publicar en un blog. Lo de la poesía también fue un poco así. Surgió en la década del noventa, publiqué el libro en Buenos Aires y me costó horrores seguir, me vino la viaraza.
Dijiste que si hicieras el programa sólo con aquello que te gusta sería muy aburrido. ¿Por qué? ¿Cuáles son los temas que te apasionan?
Hablaría mucho más de dibujo y caricatura, hablaría más con pintores. Lo que pasa es que los pintores pintan, no hablan en radio. Me gusta mucho el jazz, la música en francés. En mis gustos personales soy muy tradicional, no escucho murga o rock uruguayo, pero no por eso ignoro a toda esta generación de músicos murgueros. Sí los paso por la radio, sí los entrevisto, me parecen fenómenos culturales impresionantes, pero no los escucho.
¿Cómo te llevás con los relatos de la "cultura uruguaya", de la "uruguayez"?
Mal, me llevo muy mal. Me molestan todos los clichés, como el de la hora en punto, son todos clichés. Eso nos ha hecho mucho mal, porque todo lo que te encorsete te quita libertad. Si nosotros cargamos con el concepto de que somos terriblemente solidarios, y nos lo creemos, seguramente ese corset nos impida ser realmente solidarios. Si creemos que somos cultos, lo mismo. El famoso silogismo: "todos los uruguayos son cultos, yo soy uruguayo, yo soy culto", esas cosas nos hacen dejarnos estar.
¿Hay algo que no hayas experimentado todavía en lo profesional, o que te gustaría hacer en el periodismo?
Pasé por la televisión y es un medio en el cual no me siento cómodo. Estuve como productor en un informativo, pero no me interesa la pantalla. Tengo miedo de terminar haciendo radio por televisión; eso le ha hecho mucho mal a los programas culturales, porque siempre eran un sillón, una planta y hacer radio por televisión. De ahí surge el preconcepto de que todo lo cultural es aburrido. Sí quisiera desarrollar más el tema del dibujo. En lo periodístico, seguir haciendo radio, que es lo que me gusta. Creo que la radio uruguaya tiene mucho por crecer, no está en su techo. Se equivoca el camino cuando se piensa que la radio está siendo malherida por la televisión, o por internet; al revés, considero que todo se puede adaptar y que la radio tiene una potencialidad grande.
(*) "En campaña. Una mirada sobre propaganda y marketing político", Santillana. 2009.