Desde el viernes 16 de julio está en cartel un nuevo filme uruguayo que elige algunos caminos distintos a la hora de abordar la temática y su forma narrativa. "El cuarto de Leo" es el primer largo de Enrique Buchichio, creador de los cortometrajes "En la plaza" y "noche fría". También se desempeña como crítico cinematográfico, y desde hace diez años se encuentra al frente del sitio "Cartelera.com.uy". En diálogo con Montevideo Portal, el cineasta habló sobre su nueva obra.
Trabajás hace muchos años cómo crítico cinematográfico, ¿eso necesariamente condiciona tu forma de pensar el cine a la hora de ser director?
Un poco, no tanto. Evidentemente cuando concibo un filme no tengo en mente mi oficio de crítico, pero eso está implícito. Ser crítico es parte de mi formación, es parte de lo que me acercó al cine, me sirvió para darme herramientas, perspectivas diferentes, más allá de la apreciación de una película como espectador regular. No soy muy conciente de si eso influye en la forma en que encaro la realización de una película. Creo que lo que más influye a la hora de tomar decisiones en la construcción del guión o en la dirección son las referencias, es el cine que uno ha visto, el que le gusta. Estudié cine en la ECU y fue fundamental en varios sentidos, sobre todo técnicos.
En el arranque de la película ya se nota que vas directo al conflicto del personaje, ¿eso estaba en el guión inicial?
Sí, de hecho recibí varias opiniones y sugerencias para demorar un poco la entrada del conflicto, sobre todo pensando en cierta audiencia a la que le podría chocar sentir tan directo el drama del protagonista, pero la verdad es que yo quería que la gente de primera supiera qué es lo que le pasa a este pibe.
¿Cuántos guiones escribiste para llegar al definitivo?
Hice ocho versiones. La historia en sí nunca cambió, en el rodaje hay como una especie de reescritura, y el montaje, que es la reescritura definitiva.
La historia de la coprotagonista, Carolina, ¿estaba pensada con tanta preponderancia, con una historia paralela y de tanto peso?
Estaba previsto desde el principio pero lo que sucedió fue que en las primeras versiones del guión y en el material que filmamos el personaje de Caro estaba más presente, no te digo que era un coprotagónico con Leo pero casi, de hecho se la presentaba bastante antes en la película. En el montaje nos dimos cuenta que corríamos el riesgo de que se volviera muy monótono y que el espectador sintiera rechazo por los conflictos que ella tiene sin conocer las razones, entonces decidimos quitarle pantalla, descubrirla solo a través de Leo, casi al final. Siempre tuve claro que tenía que haber un conflicto adicional por dos razones: para no centrarme en el tema de la identidad sexual, que es el tema de Leo, y segundo, sentía que estaba bueno para el desarrollo de su personaje que tuviera incidencia en la problemática de esa otra persona, que la historia de ella no estuviera como simple accesorio al camino de Leo.
Hay un momento en que el filme se podría haber llamado El cuarto de Caro...
Los cuartos aparecen como miradas metafóricas de aquello que el protagonista tiene guardado, que esconde y adonde deja pasar a algunos y a otros no. El cuarto es un lugar de intimidad.
La música es muy importante en tu película, ¿es un musical sin gente cantando?
No tanto, pero sí la música está construyendo todo el tiempo. Mientras escribía el guión escuchaba música y naturalmente se fue colando en la elaboración. Lo que escuchamos en el filme es lo que oye Leo, salvo dos o tres momentos de música incidental. Después buscamos un tono coherente sobre la banda sonora, que hablara del estado en el que está el protagonista, de su sensibilidad y que apoyara dramática, emocional y sensorialmente.
Lo que se oye es música Indie rioplatense esencialmente, ¿es tu música también?
Está además la banda francesa Cocoon que aportó dos canciones. Es parte de lo que escucho, pero que estaba descubriendo en el proceso de la creación del filme, no era música que yo venía escuchando. Quería que se impregnara en la película la misma sensación de frescura que generó en mí. Me sentí muy cómodo con esa música y el personaje tiene mucho de mí, así que me parecía coherente, trasmitía cierta sensibilidad que yo quería mostrar.
¿Cuánto tiene de vos el personaje?
La historia de Leo nace de experiencias personales; si bien no la considero una autobiografía porque no fue mi intención contar mi historia, sí tiene connotaciones personales. Conozco el proceso de él y me parecía que transpolando eso, allí había algo interesante para contar, que había un territorio rico para explorar, ese momento bisagra de un ser humano que está dejando la adolescencia, que está entrando en la adultez, pero también hay cosas de los otros personajes con las que yo me identifico mucho. Algunos no tienen nada que ver conmigo pero dicen algo o hacen algo que a mí me hace sentir representado. Después, hay otros vínculos entre personajes, como la relación con la madre que se asemeja a la que yo viví, también está el tema de la terapia y sobre todo la relación con el terapeuta como algo más humano y no tan clínico. El psicólogo aquí es casi como un padre sustituto para Leo, que no tiene padre como yo tampoco lo tuve.
Poner un psicólogo en una película se ha vuelto casi un lugar común para que el personaje diga cosas de su mundo interior que de otra manera no puede decir, ¿te planteaste en algún momento esta situación?
En algún momento alguien me planteó que podíamos caer en el lugar común pero en realidad me convencí de la presencia del psicólogo porque me gustaba la idea de que Leo tuviera un proceso paralelo a todo lo que vive afuera de esa sala de consulta, que fuera el lugar en donde él llega a la autoaceptación. Más allá de ser un psicólogo no deja de ser un extraño en su vida. El conflicto de Leo es tan fuerte que ni siquiera está preparado para contarle a su analista el drama.
Hay también algunos componentes trágicos...
Me interesaba contar una historia con esos componentes, no para hacerla trágica, tremenda y triste, sino porque son cosas que pasan. El cine dramático, catártico, me gusta mucho, me gustan los filmes fuertes donde los personajes logran romper una especie de cascarón. Hay una película que es como de cabecera, que es Magnolia, de Paul Thomas Anderson. Hay un par de guiños allí, casi hicimos cantar a los personajes (risas).
¿Tenés otras referencias que sientas que están, conciente o inconscientemente?
Concientemente no, quizás para alguna toma puntual con el director de fotografía, Pedro Luque, poníamos algunas referencias técnicas de otras películas pero siempre como referencias.
En Magnolia está la historia de la redención como eje dramático, y en El cuarto de Leo también está presente ese tema y además aparece el de la culpa. La película de Anderson tiene una carga religiosa muy importante, ¿cuál es tu punto de contacto con la religión o lo espiritual?
Cero. Soy conciente que la culpa trasciende lo religioso, hay cosas que en la sociedad, por más laica que sea, hemos absorbido como religiosas. Ambos personajes cargan con cierta cruz por sus tragedias, y sienten que la confesión de esos pecados los va a llevar a la condena. Creo que eso es muy propio de una etapa de definición, me parece que hoy sucede más temprano y las culpas se viven menos.
Trabajaste con cámara en mano y hacia el final, cámara fija, ¿debe entenderse como un mensaje sobre la vida de los protagonistas?
Lo habíamos planificado de esa manera, que el comienzo y el desarrollo de Leo fueran con cámara en mano, no solo para transmitir la inestabilidad interior sino porque a mí me permitía mayor libertad y estar encima de los personajes, también nos daba mucha libertad en la puesta en escena. Durante la terapia la cámara es fija, ya buscando un espacio de tranquilidad y seguridad. Tratamos de mantener una coherencia de que la cámara fueran los ojos del espectador, que estuvieran allí mirando de cerca.
Hay tragedia en la película pero también humor, ¿cómo nace el personaje Felipe, el que le alquila el cuarto a Leo?
El humor se coló naturalmente en el guión, es parte de mi vida aunque no soy bufonesco, me gusta el humor que se cuela en los dramas, porque me sirve como válvula de escape, como contrapeso, y si están bien metidos es un hallazgo. Felipe aparece en una segunda versión del guión, es una especie de espectador pasivo que está ahí aparentemente ausente y que sirve de contrapunto con lo trágico. Además tiene su encuentro con Leo que le hace caer en la realidad de lo que le está pasando no es algo tan terrible. Corríamos el riesgo de hacer un personaje un poco cliché y con Rafael Soliwoda, el actor que lo encarna, le encontramos el punto justo y que no fuera una especie de sabio de entrecasa, sino un tipo corriente que tiene mucho misterio.
¿Cómo trabajaste con los actores de Uruguay y Argentina?
No tengo método. El 50% del éxito está en la elección del actor, soy un convencido de eso. Otro 25% está en el guión, las charlas con el actor, que entienda al personaje y el restante 25% es el instinto de ellos y ese es un territorio en el que no me meto y no lo puedo hacer.
¿La elección de tener a Martín Rodríguez, un protagónico argentino, fue por una decisión o como parte de la coproducción con Argentina?
La coproducción nos exigía que hubiera dos actores argentinos, pero no tenía por qué ser ninguno en particular. La verdad es que no encontré el actor ideal para Leo aquí en Uruguay. La participación de Arturo Goetz, el otro argentino, cumple con dos necesidades: completar la coproducción y al mismo tiempo me saqué las ganas de trabajar con él porque lo vi en Derecho de familia, donde hace de padre de Daniel Hendler, y en ese tipo de padre yo vi al psicólogo que quería para Juan.
Además de Uruguay y Argentina ¿dónde se va a ver la película?
Se ha vendido para Inglaterra, Italia, Alemania, Estados Unidos (va a estar en un circuito itinerante que recorre todo el país) y después en festivales; desde que arrancó en San Sebastián en setiembre del año pasado no paró.
¿Cómo titularías la crítica de El cuarto de Leo, o cuál sería la frase para definir esta película, cuántas estrellas le ponés?
No tengo ni idea, lo único que se nos ocurrió es lo que está en el afiche: "Abrí la puerta", no es una frase muy vendedora, pero sí resume el concepto del protagonista e invita al espectador a entrar en ese cuarto. No soy lo suficientemente objetivo para calificar mi película. Lo que creo y, objetivamente, es que aporta a diversificar el cine uruguayo, no solo por su tema, sino por su estética, por su aproximación, si se quiere, más emocional, de entrar en los conflictos de los personajes. Siento que el cine nacional es más frío, pero no porque no tengan sensibilidad hacia sus personajes, sino porque el tratamiento de los conflictos es más distante. Creo que son diferentes estilos y estéticas y para El cuarto de Leo este es el mejor tratamiento, sin dudas.
Ficha:
El cuarto de Leo
Origen: Uruguay-Argentina, 2009
Dirección y guión: Enrique Buchichio
Producción: Lavorágine Films
Duración: 95 minutos
Elenco: Martín Rodríguez, Cecilia Cósero, Gerardo Begérez, Arturo Goetz, Mirella Pascual, César Troncoso
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