En el principio fue la murga. Gerardo Dorado Dietrich, "el Alemancito", un gurí alto y rubio que jugaba de 5 llegó a la Peñarola, la primera de las murgas jóvenes cuando no existía la Murga Joven, cuando tenía 15 años y salir en Carnaval "no estaba de moda". "En esa época la murga no era lo que es hoy, y, para peor, tenía a toda mi familia en contra. En mi casa decían que era una cueva de borrachos. Había una movida muy interesante, Edén Iturrioz y Alejandro Balbis andaban mezclados ahí", cuenta.
A los 17 "el Alemancito" ya era El Alemán, y, de jugar en un cuadro que animaba el ascenso, le salió el pase a un grande. A instancias de Alejandro Balbis, de un día para otro, Dorado se vio metido en Falta y Resto. Por ese entonces comenzaron a cantar las sirenas, invitando al alemancito, al rubio que jugaba de 5 en el barrio, a probar suerte en una profesión las más de las veces ingrata. "Siempre me dijeron ‘mirá que esto puede ser un laburo', y en mi familia no querían que me dedicara solamente a la música, porque ya sospechaban que podía pasar lo que sucedió: me hice músico. Tenía encontronazos en mi casa, por querer hacer algo que en este país es muy complejo. Ahora, cuando me llaman para formar parte de Los Fatales me ofrecen una plata importante, yo tenía 19 años; al principio no me gustaba demasiado esa movida, pero ahí también me di cuenta de que podía vivir de eso, demostrarle a mi familia lo que podía hacer. En ese momento me di cuenta realmente de algo: más allá de que uno lo dice antes, como para discutir con otras personas, igual siempre tiene la duda sobre si va a seguir siendo su profesión, y en ese momento dije ‘ta, esto es lo que voy a hacer, sea lo que sea, dándome contra lo que sea', y en eso estoy hasta ahora".
Tropicalísimo
Los primeros años del siglo se escribieron al ritmo del pop latino, un engendro que recicló la música tropical y superó las barreras sociales. Los Fatales, a la vanguardia de un movimiento dinámico, se metieron en bailes de facultad, cumpleaños de famosos y casamientos de "gente biaan". "En ese momento la música tropical vivía un boom", recuerda el Alemán. "Había un 80% que le daba para adelante, y un 20% de detractores furiosos, entre los que estaba yo. Siempre fui ‘enemigo' de la música tropical uruguaya, más allá de que toda la vida escuché a Ruben Blades. Después me di cuenta que los prejuicios que uno se arma en la cabeza no tienen nada que ver con la realidad".
Foto: Patrcia Idiartegaray
Con Los Fatales aprendió "mil cosas", y descubrió a grandes intérpretes que vivían de eso, pero que, además, elegían el género como medio de expresión artística. "Les gustaba", dice. Era eso, y no otra cosa, y a él también le pasa: "hoy por hoy me gusta más la salsa que el rock and roll, pero no está muy de onda decir esto".
Pero no todo era "movida tropical". Seguía, por esos días, vinculado al Carnaval, y descubrió otra de sus vocaciones: la docencia. "Cuando salía en Los Fatales", cuenta, "me llamaron de la escuela de mi barrio, Peñarol, para hacer un taller de murga. Esas clases fueron mis primeras experiencias. Como en todo, siempre se empieza trabajando gratis, hasta que la docencia se convirtió en una cosa más seria para mí". Hoy, el Alemán da clases de música a niños de 4º, 5º y 6º de escuela, y dirige el coro, y trata de inculcarle a los niños la ida de que la música es cosa seria. "La música en este país está vista como algo ‘tonto'; la hora de la clase en la que no se hace nada, se jode, se le toma el pelo al profesor. Yo muchas veces me enojo con los chiquilines, porque esto es mi trabajo", dice.
Anarquía en R.O.U
Los Fatales eran un buen laburo. Pagaban bien, y El Alemán tenía tiempo para hacer otras cosas, pero un día lo dejó. "Lo hice por una cosa maravillosa, que fue dirigir Falta y Resto. Empecé a dirigir en invierno, para las actuaciones de Argentina, y después me tocó un carnaval increíble, el de 2007, que fue el de ‘Anarquía'", apunta, y recuerda "el nivel del plantel que había ese año, y que además estaba lleno de gente que había estado conmigo en el mismo nivel, cantando en la cuerda, y tuve que pasar para el otro lado del mostrador, e incluso pegar un par de gritos a tipos como el Zurdo Bessio, Javier Carvalho, al Negro Ricardo Viera, yo, con 26 años. Y se me respetó siempre".
Dirigir Falta y Resto, una de las murgas más populares y emblemáticas del Uruguay, fue, además de una enorme responsabilidad, una suerte de confirmación, un bautismo de fuego para largarse a hacer cosas más arriesgadas. Y, cuando tímidamente esbozaba sus canciones, vino la propuesta de convertirse en cantante solista.
Siempre, desde que compuso sus primeras canciones, apuntó a que las letras actuaran como revulsivo. "Sé que planteo temas para que se puedan discutir, y de repente le meto el peso a los vecinos. Si alguien está haciendo las cosas mal y hay que decírselo lo hago. Me gusta que la gente escuche las canciones y después opine, aunque diga ‘me parece una taradez, está mal o no estoy de acuerdo'; es lo que busco cuando escribo, y todos mis temas siempre tienen algún ‘palo' para algo, hasta las que compuse en Los Fatales. Ese tipo de canciones son las que me nacen, las que me erizan y las tengo que escribir, y espero que me siga pasando así con el correr de los años; si no, me voy a estar cacheteando a cada rato", confiesa.
Y acaba de editar "Sistema", un disco que define como "sepia", heterogéneo y a la vez uniforme. No le tiene miedo al desafío de pasar de tocar en pequeños escenarios a lugares gigantes, ni se inhibe ante la exposición, "que siempre hace bien; Tengo muchos amigos a los que les gustan bandas de rock muy under, y cuando a esos grupos les empieza a ir mejor, o salen a hacer prensa para vender su producto porque tienen que comer, ya les deja de gustar. No entiendo cuál es el verdadero concepto de eso, siento que sucede eso, pero no sé por qué".
Lo que el Alemán quiere, desde su oficio, es "generar cabeza desde la escuela, desde la educación para que los pibes aprendan a elegir, porque "si tenemos robotitos que les gusta todo lo que sale en la tele, el problema no es la tele, sino que tenemos robotitos", concluye.