El libro de César Bianchi, "Muertos acá nomás", se empieza y no se deja hasta llegar al final. Y en el final aparecen las ganas de seguir leyendo.

La combinación de periodismo, testimonios y hechos policiales es la fórmula que se logra en este producto, que por momentos puede resultar duro de digerir. Los casos policiales que conmovieron al país en los últimos años están en este libro, detallados, recordados y profundizados con el día después. Todo eso presentado de una manera coloquial y afable, que llega por momentos a distender la angustia que se siente ante una sumatoria de muertes tan imprevistas. Sobre cómo se hizo y cómo seguirá, hablamos con el autor.


Ya con el libro en la calle ¿cuáles fueron las primeras repercusiones?

Han sido muy buenas. Me di una vuelta por librerías y pregunté como un curioso interesado, y me han contado que se está vendiendo muy bien. El primer día que estuvo a la venta, la semana pasada, el vendedor de la librería me dijo que había terminado de leerlo y que le había gustado mucho, aunque debió saltearse algún párrafo porque, como padre, algunas cosas lo habían shockeado. Lo que le contesté es que no hay nada agregado por mí que no me lo hayan contado los protagonistas de los hechos. O sea que no hay "color" agregado por mí. Hay gente que se shockea con la realidad (una realidad fuerte, dura y dolorosa), y es válido.

¿Cómo hiciste la elección de los casos? ¿Te quedó alguno afuera?

Elegí los casos con dos criterios: que a mí me generaran dudas que quisiera satisfacer y develar, y que me dieran ganas de narrarlos. En definitiva, que fueran buenas historias para contar. Casualmente, todos ellos tuvieron repercusión mediática, pero eso no fue buscado. Me quedaron un par de casos afuera, pero no llegué a meterme en ellos, simplemente me quedé con las ganas. Me hubiera gustado contar la historia del futbolista Jorge García, que terminó internado en el Vilardebó, y la historia de una misteriosa bomba que fue enviada a una casa en Buceo y mató a una mujer...

¿Cuánto llevó la investigación periodística? ¿Cuáles fueron los mayores obstáculos?

El libro me demandó casi dos años... El principal obstáculo es acceder al testimonio de los victimarios. Me quedé con ganas de entrevistar a Pablo Borrás en la cárcel, o al acusado de matar a su esposa, su suegra y su hijo, en el capítulo dedicado al triple crimen en El Pinar. Ambos fueron consultados y prefirieron no hablar. Pero tampoco tuve facilidades del Ministerio del Interior para llegar a ellos... más bien todo lo contrario. En los casos en que estaban en celdas de máxima seguridad, recibí un no rotundo de entrada.

¿En algún momento pensaste en abandonarlo?

Nunca. Si bien, por un momento se me hizo pesado... por la temática, por las dificultades que te contaba para acceder a los testimonios de los sindicados como victimarios o responsables de los crímenes, y hasta por la aparición de otro libro de similares características, en enero pasado. Pero entendí que ambos libros se potenciaban y agregaban un nuevo material de lectura. Por suerte siempre tuve claro que quería ver mis textos materializados en un libro.

En el libro aparecen elementos nuevos, algunos que dejan mal parados a los involucrados, por ejemplo en el caso de las dos niñas que murieron en Durazno, ¿pasó algo después de la publicación?

Hasta ahora no he tenido noticias de que se reabra alguna investigación, a causa de revelaciones en el libro. Pero si sucede y pude aportar elementos novedosos, bienvenido sea. La historia que contás narra la indignación de unos cuantos vecinos en representación de un pueblo, a propósito de la conducta irresponsable de la madre de las niñas. No hay una acusación directa a ella como asesina o autora material de los hechos. Sí hay sospechas y la narración de un vidente (Marcelo Acquistapace) quien asegura haber visto manos de mujer sujetando las bolsas de nailon...

¿Qué puertas te parece que abriste en esta investigación, por ejemplo, en el caso de los asesinatos en El Pinar, el padre, esposo y abuelo de las víctimas se muestra perturbador? ¿Esperabas esas declaraciones?

El testimonio de Hugo Perrotta es perturbador, sí. Lo más difícil fue que hablara... y al lograrlo, era dable esperar un hombre dolido y resentido con el mundo. Imaginate que de un día para el otro se queda sin esposa, hija y nieto, porque su yerno reacciona como lo hizo... Y con el agregado de culpa de que fue él quien los presentó... En varios casos debí enfrentarme a testimonios desgarradores, donde los entrevistados se quebraron en algún momento. Me lo esperaba y simplemente me dediqué a escucharlos con respeto.

¿Te involucraste más con algún caso que con otro?

Pretendí no hacerlo... pero me encariñé mucho con algunos padres (por poner un ejemplo, con los padres de Sergio, el chico de Santa Catalina) o con Alejandro Gau, esposo de la asesina de Rivera. Intenté tener empatía con mis entrevistados y más de una vez me imaginé en lugar de las víctimas (el joven Sergio, las niñas de Villa del Carmen, la hija de Perrotta). Como nunca trabajé en más de un capítulo a la vez, me iba sintiendo siempre cercano al caso que estaba contando en cada momento.

¿Cuál era tu idea inicial al hacerlo?

Contar historias desde el periodismo narrativo, un género no tan visitado en Uruguay. Antes había contado historias de prostitutas ("Mujere$ Bonitatiny_mce_markerquot;) y de hinchas de Peñarol ("A lo Peñarol. La pasión nunca pierde"), por lo que ahora quise contar historias de nuestra crónica roja reciente. La idea fue visitar un periodismo bastardeado como el de policiales, desde otra mirada, desde la crónica.

¿Vas a seguir trabajando en esa línea?

Depende. Seguro seguiré ligado al periodismo narrativo, porque es un género que me fascina, y por el cual he procurado cultivarme, en la escritura, pero mucho más desde la lectura. Cuanto más leo, mejor escribo, creo yo. Con respecto a la crónica policial, no... seguramente no, por lo menos de momento. Como tampoco pienso volver a contar historias de prostitutas, o de hinchas aurinegros (risas). Seguro voy a encontrar nuevas excusas para escribir.

¿Sos feliz?

Esta pregunta me suena... ¡Sí, muy!