Mientras voy en camino a la casa de Alberto Wolf pienso en la cantidad de veces que lo entrevisté. Mejor ni mencionar el año de la primer charla. Por aquel entonces Los Terapeutas eran una banda relativamente nueva y habían editado su primer casete "Mestizo" en todos lados.
Con la fuerte influencia de El Kinto y de las continuaciones del candombe beat, pero con un toque más roquero y trazas de new wave, la banda de Alberto Wolf era una propuesta única y solitaria en la música uruguaya de los años 80 y 90's. El nuevo siglo trajo de a poco un reconocimiento que ha ido aumentando disco a disco. "Monstruo", el nuevo álbum de Alberto Wolf y los Terapeutas, confirma el gran momento de la banda, que tras llenar tres veces la Sala Zitarrosa en mayo ha tenido poca actividad en Montevideo. El próximo 16 de noviembre se presentan en Bluzz Live.
-Estás pasando por la etapa de mayor éxito y reconocimiento a tu música, ¿no?
-Yo preferiría decir que nos está yendo bien. Si esta es la mejor etapa, me angustio, porque yo pretendo que me vaya mejor todavía. Para mí hay un momento clave, cuando sacamos el disco "Amor en lo alto", en 2002, ese fue el momento en que nos empezó ir bien. A partir de ahí siempre fuimos creciendo un poquito más, año a año. Digamos que antes de eso siempre nos fue mal.
-¿Y pensás que esta es tu mejor etapa creativa?
-No sé. Estoy más maduro y, a esta altura, ya sé una cantidad de cosas. No sé si encontré un estilo, pero sí una forma de ser más certero. Ya sea en la letras o en las músicas estoy encontrando la manera de expresar lo que quiero decir. Este es el momento en que me estoy acercando más a lo que quiero expresar.
Cuando te viene una melodía, vos no sabés lo que es eso, por qué es que tiene cierta tristeza o cierta dulzura, por qué trasmite odio. Y de repente te surge una palabra -lo que yo llamo "el fantasma"- que a veces es peor, porque te nubla y no te deja avanzar.
Me doy cuenta cada vez más de lo difícil que es expresar algo. Ponele, hablar del amor. El mundo está inundado de canciones de amor, pero como dice Raymond Carver, "¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?". Es un sentimiento muy extraño para escribirlo en una canción. Hay tantos matices. Lo peor que tiene el ser humano es que tiene tantas cosas para elegir. Por eso aparecen los problemas mentales, hay tantas opciones.
Y es muy difícil hablar de sentimientos. Para mí las canciones que mejor expresan los sentimientos son las de blues. Ahí está la esencia de todo, la rebeldía, el sexo, está todo y de repente descrito con una palabra o una frase. Me acuerdo ahora de una canción que adoro que es "Spoonful" de Willie Dixon. Escuchar a Howlin Wolf cantando esa canción es algo casi animal.
-Tus canciones se han vuelto más oscuras con el tiempo, ya "De" era un disco bastante más dark que los otros, y "Monstruo", tu último álbum, lo es más aun. ¿Lo ves así?
-Me imagino que debe ser la vejez. Enfrentarte a enfermedades. Ver morir amigos. Vivís cosas en carne propia que hace veinte o treinta años ni soñabas. Yo siempre digo que cada disco es como un álbum de fotos de una época determinada. Es como cuando mirás fotos tuyas de hace tiempo. Te ves con otro corte de pelo, con ropa de otra época. Con las canciones de los discos pasa eso. Por eso para mí es tan importante el soporte del disco. Más allá que las canciones son independientes, hablan de un momento tuyo, y los discos reúnen esos momentos.
"Monstruo" es un disco oscuro, pero tiene el grado justo de horror, tristeza, humor y amor. Para mi es como un amigo, ese que de repente, cuando vos está mal, te tira un swing, te dice algo que te hace reír, te aporta alguna observación y hay amor en todo eso.
Es un disco corto también, no más de 31 minutos, algo que está hecho adrede. Tanto Daniel Jacques, como Guillermo Berta me insistieron para poner un tema más, porque en principio iban a ser solo 9 canciones.
La industria discográfica fue muy inteligente en muchas cosas. Por ejemplo en el formato del disco de vinilo. A nivel duración es perfecto, e incluso el hecho de tener dos lados, te da el tiempo para asimilar lo que escuchaste.
Yo veo que ahora los guachos escuchan música de una manera completamente distinta. Es como una ruleta rusa musical, donde salta cualquier cosa. Yo escucho discos, sigo escuchando discos enteros. Y estoy en una etapa donde no me interesa estar actualizado cien por ciento. Capaz que sueno muy agrandado, pero siento que tengo mi propio camino, no preciso sonar moderno. En "Monstruo" no me importó sonar actual, pero si tener un sonido propio y que el disco fuera una unidad.
-Cuando empezaste con los Terapeutas tu música se asoció enseguida con el candombe. Es una asociación que se da cada vez menos. ¿Buscaste apartarte conscientemente de ese lugar donde los habían puesto?
-Ese es nuestro origen y yo creo que seguimos manteniendo eso. Hay gente que me dice "¿por qué dejaste el candombe?" No me voy a poner a decir qué cosa es candombe y qué no, pero "Monstruo" está lleno de candombe. El tema "Miente" es un candombe. Si lo toco solo en la guitara te das cuenta enseguida. Hay otro tema "Rojo", que está en 6/8 , que es una macumba, un ritmo afro-latino. Pero, para nosotros está bueno buscar otras opciones para tocar ese tipo de música. Yo me sigo emparentando con esa familia, lo que pasa que hice mi camino. Yo siempre te voy a hablar de Mateo, de Jaime Roos, de Rada, son mis héroes, pero no creo que mi sonido tenga mucho que ver con lo que hacen ellos.
-Tu primer disco compartido con el Cuarteto de Nos es de 1984. Si bien empezaste al mismo tiempo que la movida roquera pos dictadura, nunca se te asoció con esa camada de músicos donde estaban Los Estómagos Los Tontos o Los Traidores. Sin embargo los que te sintieron cerca fueron las banda que surgieron en los 2000...
-Es una linda observación. Cuando se dio todo ese movimiento de rock en los 80's, yo también estaba escuchando esa música. A mi la new wave me partió el cerebro y escuchaba Talking Heads, The Cure, y también The Clash. ¡Hasta me corté el pelo onda new wave!
Tenía un grupo con Leonardo Baroncini que se llamaba Los Cortapalos, que después derivó en Los Tontos. De ahí viene la canción de "quiero puré" ("El himno de los conductores imprudentes")
Y entendí los enunciados del punk. Yo escuchaba Emerson , Like and Palmer y aunque habían cosas que me encantaban, había algo que me molestaba. Y cuando vi a los punks hablar mal de esa música, me dije, "tienen razón, estos pelotudos haciendo estos temas que duran media hora, las canciones tiene que durar tres minutos" . Lo mismo con Pink Floyd, a mí me gusta la primera época de syd Barret y David Gilmour me encanta, pero Roger Waters no me gusta nada. Todos esos conciertos estrambóticos. Y entendí que los punks se burlaban de Led Zeppelin no por la música, sino por esos conciertos donde empezaban a joder con el violincito. Mucha gente de mi generación no me perdonaba eso, pero es verdad, es un embole todo eso, tocá "Rock and roll", "The Ocean", esos temas que son una bomba.
Lo que pasa es que al mismo tiempo que pensaba eso, seguía creyendo que Mateo era un revolucionario y no me interesaba matar su música, ni la de Rada, ni a Jaime Roos, ni a Los Beatles, Los Rolling Stones, Jimi Hendrix o los Who. A mí no me interesaba esa ruptura, yo no quería tirar todo lo de antes y empezar de nuevo. Y eso me dejó medio en el ostracismo, quedé girando en orbita como Michael Collins, el tercer astronauta, el que no pisó la luna.
Y cuando vino esa generación, la de la Vela Puerca, No Te Va Gustar, Bufón, Buenos Muchachos, que también pensaban que no había porque romper con todo lo anterior; de repente se dieron cuenta de que andaba yo por ahí y dijeron "y este estaba haciendo lo mismo desde hace rato" y me sacaron de la órbita, y ahí bajé a tierra o a la luna, no sé.
-Estás tocando muchísimo como solista en boliches chicos de Montevideo y en el interior, pero muy poco con Los Terapeutas, ¿por qué se da eso?
-Y tiene que ver con cómo está Uruguay hoy. Hay muy pocos lugares para tocar con las bandas y hacer un recital tiene mucho riesgo económico. Y en el interior hay un circuito para tocar en la previa de los bailes, shows chicos, donde se puede ir con una guitarra y poca cosa más. Por un lado estoy contentísimo porque estoy tocando en todo el interior todo el tiempo, algo que para mí era impensable unos años atrás. Por otro lado mi viejo sueño es tocar con mi banda en un baile, pero claro lo que para mí es un repertorio bailable para los guachos debe ser cualquiera. Y me da pena también no poder tocar en esos teatros preciosos que hay en todo Uruguay con los Terapeutas, pero los costos de mover una banda se han hecho cada vez más altos. Y bueno, la realidad es que toco más solo que con la banda. Una de cal y una de arena.
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