Por The New York Times | Paulette Perhach
Pese a que estaba de vacaciones para pasarla bien, Teodora Pirciu no ordenó el vino que quería para cenar, sino que pidió agua. Mientras masticaba sus alimentos, pensaba en su cuenta bancaria y esto le carcomía la mente. Pirciu sabía que insistiría en pagarle la cuenta a su nuevo novio y a su hijo, pero no sabía si su tarjeta de crédito sería rechazada.
En ese momento, hace casi una década, Pirciu era una madre soltera de 27 años que apenas cubría sus necesidades con su empleo en la política y algún trabajo esporádico como DJ. Ya se había apresurado a pagar el hotel antes de que lo hiciera el novio que tenía a larga distancia (una persona con altos ingresos que no tenía idea de que ella tuviera problemas económicos). Él había pagado su vuelo y todo lo demás, excepto esa última cena.
Si su novio hubiera pagado todo el viaje, “me habría sentido inferior”, comentó Pirciu. “Durante mucho tiempo, tuve esa mentalidad y no me sentía valiosa porque, bueno, no puedo costear esta cosita… un fin de semana largo”.
Por muchas razones, puede ser demasiado sencillo dejarse llevar por un plan de vacaciones que después —ya que estás en la playa intentando relajarte— te das cuenta de que no puede costear. Pero con algunas estrategias, en la planeación y durante el viaje, podemos evitar gastar más de lo que nos permiten nuestras finanzas.
Pirciu, quien ahora tiene 36 años, en ese entonces no se atrevía a enfrentar la realidad de su situación económica. Como resultado, esas vacaciones entorpecieron su economía durante algunos meses. Al final, tuvo que pedirle dinero prestado a su novio para pagar la renta.
“Solo quería probarme a mí misma, a él y a mi hijo que podía pagar un viaje de tres días”, afirmó Pirciu. “Y ahora que lo pienso, es tonto, es algo muy tonto. Pero la verdad es que en ese entonces eso significaba mucho para mí”.
Antes de ir: ve todo lo que te va a costar
Los especialistas en finanzas recomiendan no aceptar hacer ningún viaje hasta que no seamos honestos con nosotros mismos acerca de lo que sí y lo que no podemos costear.
“No deja de sorprender lo mucho que participa nuestro ego y nuestro orgullo en las decisiones relacionadas con el dinero”, señaló Chris Browning, presentador del pódcast “Popcorn Finance”. Browning cree que es parte de la presión que comenzamos a sentir a una corta edad para salir bien en la escuela, obtener un buen título y conseguir un empleo bien pagado.
“Para muchas personas, decir que no puedes pagar algo es como decir ‘soy un fracaso’”, explicó. Algunos viajeros, estratégicamente, dejan fuera de sus cálculos los gastos habituales de las vacaciones —como el transporte aéreo, los peajes y las tarifas de estacionamiento— porque quieren creer que el viaje saldrá bien.
Browning sugiere que repasemos algunas vacaciones que hicimos y analicemos los estados de cuenta bancarios para ver cuánto en realidad gastamos y en qué, y que después hagamos un presupuesto serio para las siguientes vacaciones antes de salir.
Cuando ya sepamos lo que podemos gastar, debemos ser sinceros con nuestros compañeros de viaje. Browning comentó que la gente casi siempre da malas excusas para dejar de ir a un viaje que no pueden pagar en vez de decir la verdad. Uno de los problemas con eso es que las excusas se podrían tratar de rebatir. Oneika Raymond, una presentadora de televisión y escritora, sugirió que, en vez de decir mentiritas blancas, tratemos de proponer opciones más económicas. Si tus amigos quieren ir de fin de semana a Las Vegas y no puedes pagar una estancia en el MGM Grand, sugiere rentar un Airbnb. El truco es hallar opciones que cuesten menos sin que la experiencia se vea muy afectada y luego plantearlas al grupo.
“Creo que gran parte del estrés proviene de lo desconocido”, afirmó Raymond.
Durante el viaje: cuando te das cuenta de que estás en problemas
Cuando Browning se fue de vacaciones a Hawái en 2012 y fue sorprendido por los elevados precios de los alimentos, para compensar el costo de las comidas sugirió algunas actividades menos costosas para los días venideros. Por lo general, viajar tiene algunos elementos sorpresa (entre ellos los costos sorpresa), pero casi siempre es posible ajustar los gastos, incluso cuando ya estás en medio del viaje.
Una aplicación como Splitwise puede ayudar a mantener bajos los costos en un viaje grupal. Si tú solo tomas agua y no comes bocadillos mientras que el resto del grupo consume bebidas y ordena filete miñón, no te preocupes. La aplicación realiza la tarea de localizar la parte que le corresponde a cada quién (y te ahorra la angustia de dividir en partes iguales una cuenta desmedida).
Durante el viaje, registra lo que estás gastando a diario. Es posible que tengas que excluir algunas actividades concretas: en vez de comer en algún restaurante, puedes comprar un almuerzo para llevar.
Otra estrategia es pensar sobre lo que puedes añadirle al viaje en vez de lo que puedes quitarle para ahorrar dinero. Hace poco, Raymond salió de vacaciones con un grupo de amistades, una de las cuales era niñera profesional. Al saber que el hospedaje estaba un poco fuera de su alcance, su amiga le ofreció cuidar a sus hijos una noche para que los padres del grupo pudieran salir y, a cambio, ellos pagaron el costo de su hospedaje.
“Fue una situación en la que todos ganaron porque los padres pudieron salir y pasarla de maravilla sabiendo que sus hijos estaban con alguien de confianza y a quien conocían muy bien”, señaló Raymond.
Considera ofrecerte para ser el cocinero del viaje o el conductor designado del fin de semana. Tal vez no necesites gastar tanto dinero si puedes ser creativo y aprovechar tus aptitudes.
Último recurso: considera echarte para atrás
En ocasiones, vale la pena analizar si es mejor que no hagas ese viaje.
Comienza por evaluar la importancia que tienen las vacaciones en tu vida frente al daño que causarían a tus finanzas. Pico Iyer, quien escribe sobre viajes y es autor del libro “The Half Known Life”, hizo esa evaluación cinco días antes de un viaje de trabajo a Irán en 2013 cuando despidieron a todo el personal de la publicación que lo había contratado, lo cual ponía en riesgo su misión y el apoyo financiero. Iyer comentó que, en ese momento, los ciudadanos estadounidenses que iban a Irán tenían que pagar un guía y hospedajes de lujo. Además de eso, parecía inminente una guerra entre ese país y Estados Unidos.
“Estaba en una disyuntiva”, comentó Iyer. “Pero al final decidí que tal vez nunca sería fácil ir a Irán y que una guerra lo dificultaría más. Además, había estado deseando este viaje durante 30 años. Tenía que dar ese gran paso y estar preparado para, de ser necesario, cubrir yo mismo los 8000 dólares”.
¿Cómo aplicamos el resto de nosotros esta reflexión a nuestras propias disyuntivas de viaje, las cuales con más frecuencia implican no poder asistir a la despedida de soltero de un amigo o al crucero para celebrar el cumpleaños número 50 de alguna tía?
Lauren Bowling, una especialista en finanzas, explicó que establecer metas financieras especificas puede ayudarnos a evaluar si un viaje cabe en tu situación financiera general. “Si tenemos en mente alguna meta inmediata, creo que eso ayuda a tomar una decisión”, puntualizó, y puso como ejemplo el plan de comprar una casa en el primer trimestre del siguiente año.
Bowling también recomienda preguntarnos si el hecho de quedarnos en casa en verdad implicará una gran diferencia para lograr nuestras metas. Según ella, si no hay nada específico por lo que estés cambiando el viaje, tal vez te arrepientas de haber decidido no hacerlo. Sin embargo, Bowling sugiere que, si decides no ir, envíes un pequeño obsequio, como flores, que cueste mucho menos que todo el viaje. Los especialistas en finanzas recomiendan no aceptar hacer ningún viaje hasta que no seamos honestos con nosotros mismos acerca de lo que sí y lo que no podemos costear. (George Wylesol/The New York Times)