Ni bien apareció en escena, la inmensa platea del anfiteatro Río Uruguay (se calcula que esa noche había más de 10 mil personas en las gradas) se puso de pie ovacionando al cantante argentino que tiene miles de seguidores en nuestro país.
Es que Emanuel Noir comparte con el público su difícil experiencia de vida y pareciera que, en cada palabra, tocara una fibra en cada espectador. Aplausos, risas, lágrimas y emociones que van saliendo en cada gesto, en cada entonación, al punto de que sus letras son vividas en el escenario por un público que se mantuvo de pie durante todo el recital.
Emanuel canto sin fallar una sola nota, sin leer ninguna partitura, sin ayuda de la canción escrita, porque este artista transita el escenario como un videoclip. El tifón entrerriano se puso en el bolsillo a toda la platea, y hasta los más parcos terminamos imantados por esta fuerza inmensa que nace desde el dolor y desde la sanación.
A ritmo de cumbia interpretó temas propios y versionó clásicos románticos con su particular forma de disfrutar el escenario. El ritmo estuvo muy arriba desde el comienzo hasta los dos bises que tuvo que realizar para complacer a una tribuna explosiva, que estuvo desde temprano esperando a un artista único, que canta con el corazón.
Por Gustavo Descalzi