El padre del niño, Robert, era un médico grandote de 1.80 m de estatura y 140 kg de peso. ¿Con qué cara habrá mirado al hijo cuando nació? Seguramente ni se le pasó por la cabeza que sería uno de los científicos más importantes de la humanidad.
La infancia de Darwin transcurría sin muchos sobresaltos, pero a los ocho años falleció su madre. A partir de ese momento sus hermanas mayores lo cuidaron y colaboraron en su educación.
Darwin iba a la escuela y, como les ocurre a algunos niños, se aburría y le costaba concentrarse. Le encantaba recorrer el campo, juntar bichos, observarlos y coleccionarlos; pero estar encerrado en un salón no lo divertía tanto. También le gustaba hacer experimentos de química en un laboratorio improvisado por él y sus hermanos mayores.
¿Qué hacer con la vida?
Los años pasaron y Darwin dejó de ser niño. Su papá lo observaba con preocupación porque parecía no tener rumbo. ¿Qué le gustaba a este muchachito, además de cazar? ¿Podrás creer que Darwin era aficionado a cazar pájaros y excelente tirador? En aquella época, los jóvenes de clase media-alta se dedicaban a cazar como forma de entretenimiento.
A los 16 años su papá le sugirió que estudiara medicina, ¡como él! en la Universidad de Edimburgo. Eso ocurrió en 1825, justo cuando nuestro país surgía como nación independiente. La Universidad de Edimburgo tenía un gran prestigio, había otros científicos estudiando e investigando en un ambiente que desafiaba a pensar y debatir, así que Darwin participó en esa vida intelectual universitaria. Aunque no todo era tan ameno, porque según narra en su autobiografía, las clases de geología y zoología lo aburrían muchísimo.
En esa época se hizo amigo de John Edmonston, un ex esclavo que le enseñó a disecar animales. Esa habilidad sería fundamental para el rumbo que más tarde tomaría como científico. Edmonston venía de la Guyana y había sido guía de ingleses exploradores en la selva. Los relatos de Edmonston lo cautivaron. Además, la amistad con una persona que había sufrido en carne propia la esclavitud, le sirvió para confirmar su posición contraria a la esclavitud.
Como estudiante de medicina, presenció operaciones hechas sin anestesia ¡a dos niños! Por esa época no se conocían los anestésicos que usamos hoy. Quedó impresionado por el sufrimiento y de alguna manera el hecho acabó con su vocación por la medicina. Su papá estaba cada vez más preocupado...
El padre no quería ver a su hijo convertido en un "señorito ocioso", un muchachito que no hacía nada. Entonces, a Robert Darwin se le ocurrió una idea, ¡que su hijo se dedicara al sacerdocio! La perspectiva de convertirse en un sacerdote anglicano rural y llevar una vida tranquila no le disgustó del todo y aunque no le apasionaba, aceptó.
Llega una carta especial
En 1828 Darwin comenzó los cursos para ser sacerdote. Estuvo tres años estudiando en Cambridge sin pena ni gloria. Lo que seguía en pie era su entusiasmo por coleccionar escarabajos, guardarlos y clasificarlos.
Al regreso de una de sus salidas de campo, en agosto de 1831, encontró una carta que había enviado el profesor Henslow, en la que le informaba acerca de un viaje a América del Sur, que luego completaría la vuelta al mundo. Henslow lo instaba a participar porque había un cargo libre para un científico dispuesto a compartir camarote con el capitán del pequeño barco. ¡Esa propuesta sí que le interesó! Darwin había leído los diarios de otros viajeros y la sola idea de conocer el mundo como naturalista lo volvió loco de alegría. Sin embargo, no sería tan fácil subirse al barco. Te imaginarás que a su padre le pareció una locura. Por suerte, un tío lo ayudó a convencerlo y finalmente Darwin aceptó el puesto y en el barco, a su vez, aceptaron que un joven de 23 años emprendiera esta aventura.
No tiene precio
El barco al que se subió se llamaba Beagle. Darwin no tenía demasiada experiencia cuando inició el viaje y es raro que lo hayan aceptado. ¿Sabés por qué lo tomaron? En primer lugar porque necesitaban un naturalista y el hábito de coleccionar bichos, más sus estudios de ciencia, lo ayudaron a responder a esta exigencia. También tuvieron en cuenta que sabía manejar armas (¡lo había aprendido con la diversión de la caza!) porque venir a América era una aventura considerada peligrosa para un inglés. Por último, contemplaron que Darwin aceptaba trabajar cinco años sin recibir pago alguno, una condición que tres naturalistas más experimentados habían rechazado. ¡Darwin quería hacer ese viaje como fuera!
El barco se mueve
Subirse al barco y empezar a vomitar fue todo uno. A punto estuvo de bajarse porque las tormentas de fines de diciembre, pleno invierno inglés, impedían que la expedición zarpara. La Navidad a bordo, en un lugar donde no conocía a nadie, lo deprimía.
No obstante, las ansias por viajar y recorrer el mundo ganaron la partida. Por fortuna, las estadías en tierra le permitían conocer lugares y culturas, y le compensaban el malestar de la navegación.
Al llegar al puerto de Río de Janeiro quedó impresionado. La naturaleza exuberante, el sol, las playas y la selva le parecieron una maravilla. Lástima que también allí se veía la crueldad. Por ejemplo, vio una multitud de hormigas que agarraban a un escarabajo y lo devoraban. También había crueldad en la sociedad esclavista de Brasil y eso lo indignaba.
Por fin, en el Río de la Plata
A comienzos de julio de 1832 llegó a Montevideo por primera vez. Era invierno y el contraste con Río de Janeiro lo llevó a decepcionarse de los paisajes uruguayos. ¡Qué sitio! El viento gélido, las nubes grises, el agua barrosa y revuelta del Río de la Plata no le gustaron.
Pero el joven Darwin no podía con su insaciable curiosidad. Así que comenzó a hacerse preguntas y observar. Poco a poco, y más aún en una segunda visita que hizo al país, se interesó por lo que veía en estas tierras.
Podría decirse que su valentía y capacidad de observación lo llevaron a crear teorías que cambiarían a la humanidad para siempre.
Cronología
1809 Nacimiento de Charles Darwin.
1817 Fallece su madre.
1819 Primeras colecciones de insectos.
1825 Estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo.
1828 Ingresa al Christ's College, donde estudia para sacerdote.
1831 Parte el Beagle desde Plymouth.
1832 Llega por primera vez al Río de la Plata.
1833 Llega por segunda vez al Río de la Plata.
1835 Visita las islas Galápagos.
1836 Regresa a Inglaterra y finaliza el viaje.
1839 Escribe el diario de su viaje y contrae matrimonio. Nace su primer hijo.
1859 Publica El origen de las especies, libro en el que plantea la teoría de la evolución por selección natural.
1871 Publica El origen del hombre y la selección en relación al sexo, libro en el que plantea su teoría de la evolución de rasgos por selección sexual.
1882 Fallece.
Adaptación del primer capítulo del libro El viaje que cambió la ciencia. Las aventuras de Darwin en el Río de la Plata, de Anita Aisenberg y Silvia Soler, fotografía de Marcelo Casacuberta, diseño e ilustraciones de Sebastián Santana, ilustración del Beagle de Renzo Vayra.