Después de vender más de 3.000.000 de ejemplares de sus novelas, Elísabet Benavent vuelve con El arte de engañar al karma, una novela donde despliega su virtuosismo narrativo, la magia para crear historias, con un estilo lleno de risas y lágrimas, en una novela sorprendente, llena de belleza y arte en la que las mujeres dejan de ser musas para ser creadoras. Y volar alto. Por encima de cualquier expectativa.

La escritora valenciana Elísabet Benavent regresa a las librerías con "El arte de engañar al karma" (Suma de letras), un juego de palabras sobre el pensamiento de muchos milenial de que su esfuerzo tiene que ser en algún momento recompensado y cuya protagonista es el personaje con el que más se siente identificada en su aprendizaje para ser libre.

"Los milennial tenemos un pensamiento un poco recurrente de que el mundo se ha portado muy mal con nosotros", señala Benavent (Gandia, 1984) en una conversación con Efe, aunque en su caso asegura que no cree en el destino, en las fuerzas externas, o en tomar decisiones para que el karma "nos premie o nos castigue", sino para "dormir tranquilos".

Con "El arte de engañar karma" la escritora suma ya 21 novelas, con las que ha vendido unos tres millones de ejemplares. La saga Valeria la catapultó al éxito en 2013 y Netflix adaptó una serie que fue una de las más vistas durante el confinamiento y se está rodando ya la segunda temporada, con la escritora como productora ejecutiva.

Además, Netflix ya ha finalizado el rodaje de la película "Fuimos canciones", basada en su bilogía "Canciones y recuerdos", dirigida por Juana Macías y protagonizada por María Valverde y Álex González, de la que la escritora ya ha visto el montaje y asegura estar entusiasmada tanto por la química de sus protagonistas como por haber sido capaz de aunar en 90 minutos dos libros de más de 500 páginas.

Benavent señala que la gestación de "El arte de engañar al karma" le pilló en pleno confinamiento, 82 días sin salir de casa que contó "como una penitencia", sin la posibilidad de socializar con sus amistades, uno de sus principales fuentes de inspiración. "Era como que no tenía nada que contar", recuerda, pero aprovechó este periodo para leer y para tomar contacto con una de las aficiones que tenía pendiente que era la de pintar. El grueso del libro, apunta, lo escribió en dos meses, en los que se aliviaron las restricciones.

Precisamente de arte habla su nueva novela, en la que los protagonistas son Catalina, una actriz frustrada que odia su trabajo de teleoperadora y cuando decide rendirse y renunciar a su sueño descubre unos cuadros pintados por su tía Isabela, ya fallecida, en su casa del pueblo y decide venderlos en el rastro de Madrid. Catalina conocerá a Mikel, un artista consagrado, tosco y huraño, que se encuentra en un momento de bloqueo creativo.

Benavent asegura que Catalina es quizá el personaje de su mundo femenino con el que más se identifica, y que con ella ha hecho, sin pretenderlo, un ejercicio retrospectivo. "Las mujeres de mis libros han aprendido a ser libres conforme yo aprendía también a serlo" y aunque en un principio se encuentran algo perdidas, sin saber muy bien hacia dónde caminar, al final "encuentran sus pasos solas", señala.

Del personaje masculino, Mikel, explica que en realidad no es un hombre atormentado sino que "está tan obsesionado por ser tan excelente en su trabajo, por ser una leyenda por dejar marca, que se ha olvidado de un montón de cosas por el camino", como la necesidad de reír que le devuelve Catalina. "Me dio mucha ternura y me enamoré de la pareja que forman y salió todo muy fluido", recuerda.

La escritora asegura que no ha querido lanzar ningún mensaje con esta novela ya que su prioridad siempre es la de "entretener" y de que los lectores (principalmente mujeres) se zambullan en la historia y olviden un poco lo que hay alrededor, "más ahora con la que está cayendo".

"Pero también me gustaría poder dejar a una lectora muy joven unas migas de pan hacia lo sano, que le aleje de lo tóxico, algún mensaje potente de que una debe cuidarse a sí misma, de que no necesitamos que nadie nos guie los pasos, que tenemos nuestras propias alas, para ahorrar algún tropiezo que yo he tenido", reflexiona.

Relata que el libro le sirvió para "evadirse" ante la situación que estamos viviendo por la covid. "Un mundo paralelo, feliz, en el que ya no se lleve mascarilla, con una vida normal, en el que se puede viajar, porque estamos todos con bastante fatiga pandémica y me apetecía viajar a un momento en el que todo esto esté ya superado", añade.

Duda que de esta situación vayamos a salir "mejores" porque a los seres humanos -afirma- los buenos propósitos "se nos olvidan pronto, aunque quiere pensar que "al menos vamos a ganar en afectividad ya que hemos puesto en valor los abrazos, a nuestra gente, pasar el tiempo con ellos y esto ha venido para quedarse".

EFE

Editorial: SUMA