En su nueva columna, el entrenador canino Andrés Peirano -cuya cautivante historia podés conocer aquí- aclara el significado de algunos términos técnicos relacionados al adiestramiento canino.
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Hoy en día nos encontramos con una muy amplia gama de términos a la hora de hablar de educación o adiestramiento. Esto genera una gran confusión general y debido a ello vamos a explicar cada uno de estos términos.
El trabajo en positivo se denomina de esta manera no porque sea bueno, sino porque la palabra positivo hace referencia a la suma de un refuerzo, este sería un refuerzo positivo.
Podemos definir al refuerzo positivo como el premio o gratificación que ofrecemos al perro para favorecer la repetición de una conducta deseada.
De esta manera, reforzamos la conducta de forma positiva al agregar un premio que el perro disfrute. Puede ser comida, mimos, juego, etc. El hecho de que el perro la disfrute es lo que hace que sea un refuerzo.
Como contrapunto de esto nos encontramos con el castigo negativo, que suena horrible pero es la más leve forma de punición. Siguiendo con la misma línea con la que describimos el refuerzo positivo, cuando hablamos de negativo no nos referimos a que es malo, sino a que se resta, se retira ese refuerzo.
Esto significa que cuando el perro no adopta la conducta deseada se le niega el acceso al refuerzo positivo aplicando, de esta manera, un castigo negativo. Es por esto que decir que se trabaja en positivo y no se aplica ningún tipo de castigo es un error de concepto, ya que si se premia la conducta deseada y no se premia la conducta que no lo es, se está aplicando castigo negativo en el perro.
Lo que no se aplica en ese caso es el castigo positivo, que es lo contrario al castigo negativo ya que en ese caso se añade algo para castigar, como decirle NO al perro, aplicar un correctivo a través de la correa o usar un aspersor de agua para corregir una conducta no deseada.
Hay que tener en cuenta que a la hora de aplicar castigo positivo debemos saber lo que estamos haciendo. Necesitamos de una preparación para saber en qué momento y con qué intensidad aplicar el castigo positivo, ya que puede generar problemas como el deterioro del vínculo con el perro, dificultar su aprendizaje y generar altos niveles de estrés y ansiedad. Por eso, no recomiendo que se aplique el castigo positivo sin la guía de un profesional que se asegure de que no se genera un daño emocional en el animal.
El último de los términos a analizar es el refuerzo negativo, que lo podemos definir como el retiro de un estímulo molesto o desagradable para el perro, cuando este da la conducta deseada.
Un ejemplo de esto sería la alarma que suena en el auto si no nos colocamos el cinturón de seguridad y que solo desaparece o se apaga si lo colocamos. El refuerzo negativo también puede generar un daño emocional en el perro si no se aplica correctamente, por lo cual tampoco es recomendable hacerlo sin la guía de un profesional.
Hay que entender que es antinatural pensar en que el perro nunca va a tener una mala experiencia. La vida tiene preparada una gama de experiencias tanto para nuestros amigos de cuatro patas como para nosotros, donde no todo va a ser color de rosa. Debemos prepararnos emocionalmente para afrontar las malas experiencias de la vida.
Pero bajo ningún concepto debemos utilizar el dolor. Podemos castigar de forma positiva sin llegar a provocar dolor en el can, y es el punto más importante a la hora de elegir que técnica se va a aplicar en nuestro perro y quién lo hará, ya que, seguramente, si trabajamos por dolor, el perro se expone a un alto riesgo de sufrir un daño emocional, y también físico.