Contenido creado por Manuel Serra
Cultura

La revolución y las estrellas

Eduardo Carrasco: "Se nos extravió la brújula y cada cual tira para su lado"

Los Quilapayún festejan 50 años de carrera y antes hablamos con su fundador, que nos contó que la revolución es más necesaria que nunca.

02.11.2017 15:50

Lectura: 8'

2017-11-02T15:50:00-03:00
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Pocos conjuntos folklóricos latinoamericanos, por no decir ninguno, tienen la trayectoria internacional de los Quilapayún. Nacidos en Chile, allá por el año 1965, desde ese momento no cesaron de rodar, no solo por los caminos transandinos, sino que por los de todo el mundo. Y apadrinados por el mítico Víctor Jara, hicieron de su música y sonido también una bandera de lucha, que fue -y es- enarbolada en los países latinoamericanos, y en lugares tan disimiles como España, en lo que fue un grito contra el Franquismo, en Portugal, en la mentada Revolución de los Claveles, en Irán, cuando se rebelaron contra el Sah, o, más cercano en el tiempo, en la Primavera Árabe. Y también en casi cada una de las expresiones de la lucha popular de raíces de izquierda. Es que sus canciones vienen con el puño levantado.

Desde ese primer momento, cuando nacieron, estuvo Eduardo Carrasco, que recorrió todos esos caminos a donde los llevó su música. El músico, poeta y compositor fue invitado por su hermano, Julio Carrasco, y por otro amigo, Julio Numhauser, a formar el grupo, y aunque estos lo dejaron en los años siguientes, él siguió hasta el presente y hoy es el director artístico. Además, es un reconocido filósofo, habiéndose desempeñado largos años como profesor de la materia, y especializado en autores como Friedich Nietszche y Martin Heidegger.

Este 13 de noviembre, los Quilapayún llegan al Auditorio del SODRE (Andes 1455) para festejar sus "50 Años" de carrera en nuestro país. Pero antes, Montevideo Portal accedió a dialogar con Carrasco sobre lo que se viene.

En la entrevista nos contó del paso del tiempo, de la realidad política de Chile y el continente, no dudó en citar a personajes del calibre de Silvio Rodríguez, habló de cuáles son los desafíos actuales del grupo, de para qué sirven las canciones y de por qué la revolución en los sesenta estaba mal planteada y por qué hacerla hoy es más necesario que nunca.

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¿Cómo es cantar hoy canciones que compusieron hace cincuenta años?

Dejando de lado el hecho de que la reiteración puede parecer aburrida, no deja de haber algo agradable en ello, pues significa que para ciertas cosas el tiempo no pasa. En realidad, para ser francos, las canciones nunca son las mismas, porque la historia va modificando su sentido. La historia cambia los motivos y en nuevas circunstancias las palabras significan otras cosas.

Nos pasa con "El pueblo unido", que tal vez es la canción nuestra que más hemos cantado. Nació en medio de las grandes manifestaciones de la Unidad Popular y entonces su mensaje era muy circunscrito a esas luchas, depués vino el golpe y la canción se transformó en una expresión de nuestra voluntad de derrocar a la dictadura, después vino la democracia -o lo que sea que tenemos hoy día en Chile- y nuevamente las palabras adquirieron otro sentido. Además de esto, la canción fue tomada por los españoles como un himno contra el franquismo, por los portugueses cuando vino la revolución de los claveles, por los iraníes cuando derrocaron el Sah, por los árabes durante la primavera árabe. Hoy día los españoles de Podemos la cantan en sus manifestaciones. Es la misma canción que atraviesa muchas situaciones históricas diferentes y adquiere diferentes connotaciones, y la mayoría de ellas poco tienen que ver con lo que fue el impulso original.

Así que te diría que en realidad nunca cantamos lo mismo. Las canciones que no responden a estas transformaciones, han desaparecido. Pero muchas canciones siguen vivas.

¿Esperaba llegar a este momento, allá a mediados de 1960, cuando empezó?

Para nada. El Quilapayún se ha ido haciendo con el tiempo. Al principio éramos un grupo estudiantil sin grandes ambiciones. Fue Víctor Jara el que nos enrieló por un camino más serio y profesional y desde entonces hemos ido paso a paso descubriendo qué significa la palabra "Quilapayún". Lo entretenido de esto está en que la significación de esta palabra es esquiva, a veces se pierde y hay que buscarla de nuevo, a veces casi parece que la tenemos, pero de nuevo se nos escapa y a veces pareciera que siempre la hemos tenido bien asida en nuestra mano. Esto último ocurre especialmente cuando miramos hacia atrás, pero no lo hacemos muy a menudo.

Tienen más de 25 discos de estudios, giras por todo el mundo y un reconocimiento internacional como pocos conjuntos de estas latitudes. Pero, si tuviera que elegir un momento de la carrera de los Quilapayún, ¿cuál sería?

Hay muchos momentos claves y no es posible elegir uno solo. Esto es una historia contínua donde los momentos están todos entreverados unos con otros. Nuestro encuentro con Víctor es muy decisivo, la cantata Santa María es otro, el exilio en Francia, las giras a la Argentina y el Uruguay, la vuelta a Chile el 88, las actuaciones en España en las postrimerías del franquismo, la celebración de los 50 años en el palacio de la Moneda, y muchas otras cosas más. Lo que vale es la historia de toda esta trayectoria.

¿Qué considera que es hoy el mayor desafío que tienen ustedes como músicos?

Sin soberbia, creemos que ya no tenemos que dar pruebas. Tenemos un prestigio asentado y adquirido con mucha legitimidad. Eso nos da una gran tranquilidad en nuestro presente. Hacemos lo que nos gusta hacer y cuando lo queremos hacer. No respondemos a todas las solicitaciones y tenemos tranquilidad cómo para hacer cosas nuevas que en otros momentos habrían sido arriesgadas. Acabamos de hacer un trabajo con el grupo de música electrocústca de Córdova ABC trío y con el violinista venezolano David Núñez, una obra sobre las estrellas, con fotografías de la galaxia. Por otro lado, hacemos cosas simples y hermosas que subimos a Internet. Todo esto lo hacemos porque nos gusta hacerlo, con serenidad y amor por la poesía y por la música.

Con tantos años de música comprometida, ¿cómo ve la actualidad política de Chile?

Una situación bastante confusa, en la que al parecer, si se confirman las encuestas de opinión, de nuevo se le abrirán las puertas a un gobierno de derecha. Es lamentable, porque las fuerzas de la centro izquierda son mayoritarias en el país. Lo que ocurre es que no han sabido o no pueden unirse. Vivimos una época sin grandes relatos históricos, con ideas algo mezquinas que nunca van muy lejos. Es por esta razón que nuestra idea de la revolución y las estrellas, que ya era utópica, se ha hecho aún más utópica. Pero no hay nada que hacer. Nuestro propósito ya no puede consistir en hacerlo todo de nuevo y mejor. Eso quedó descartado. Ahora tiene mas sentido que nunca cantar lo que siempre hemos cantado para que las esperanzas de nuestra generación sigan vivas. "Eso no está muerto, no me lo mataron" como dice una canción de Silvio Rodríguez. O, si nos ponemos más radicales, "¡No arrojes al héroe de tu alma!", como dice Nietzsche.

¿Y la de Latinoamérica?

Las cosas en cada país se han vuelto diferentes. Lo lamentable es que se haya diluido el ideal latinoamericanista que fue la matriz principal de nuestras canciones. Durante algunos años parecía que nos acercábamos por fin a ser una gran nación. La cultura y al arte se hicieron continentales. Lamentablemente nuestros países se han vuelto a encerrar dentro de sus fronteras y estamos viviendo nuevamente un auge de los nacionalismos. Se nos extravió la brújula y cada cual tira para su lado.

Después de tanto tiempo, ¿considera que la revolución sigue siendo posible?

No solo posible, sino indispensable. ¿Si descartamos la revolución, qué nos queda? Lo que ocurre es que la revolución por la que luchábamos en los sesenta estaba mal planteada. Era una revolución economicista, en la que se suponía que si cambiábamos las relaciones de producción, todo se iba a arreglar posteriormente. Como si el hombre viviera solo de pan, y no es así. Por eso desde hace ya bastante tiempo nosotros hablamos de la revolución y las estrellas. Una revolución que incluya todos los aspectos de nuestra vida y que tenga como finalidad el arte y la cultura. La finalidad no es comer más y mejor, sino ser mas creativos, mas inteligentes, mas solidarios, más cercanos a lo que se supone que debe ser un ser humano. ¿De que sirve cambiar la economía si seguimos siendo unos brutos?

Por último, ¿para qué cree que sirven las canciones?

Las canciones no sirven para nada, porque los artistas no somos servidores de nada ni de nadie. Las canciones tienen que ver más bien con la finalidad, no con los medios. ¿Te imaginas cómo sería nuestra vida sin las canciones? El silencio nos mataría o nos transformaría en bestias. La vida del hombre es para cantar. Cantar es el ejercicio de nuestra humanidad. Nosotros cantamos como los pájaros, porque sí, y porque no. Cuando se plantean las cosas en términos de utilidad, se corre el riesgo de equivocar el juicio. Lo más revolucionario es aprender a valorar como indispensables las cosas que no sirven para nada.

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El show es el 13 de noviembre a las 21:00HS en el Auditorio Nacional del SODRE (Andes 1455). Por entradas en Tickantel.

Por Manuel Serra | @serra_sur