Cuando comenzaste en televisión, rompiste el estereotipo de la sonrisa perpetua, de sonreír todo el tiempo y a como de lugar ¿es una actitud deliberada?

 

Sí, (ríe), en primer lugar no me salía ese papel, y yo entendía que estaba ahí para otra cosa, para mostrarte como se cocinaba algo, no como animadora. Además, ya había de eso, cocineros más convencionales. No digo que eso esté mal... pero a mí no me sale.

 

Sin embargo, acabás de hablar más de dos horas con la mejor onda…

 

Bueno, a veces tenía mal humor, mala onda, porque quería matar a alguien (ríe), pero también me voy aflojando. Ya hace como ocho años que estoy en este trabajo. Cada vez me voy sintiendo más segura, sé más, aprendí más.

 

Fuiste de los primeros cocineros televisivos que comían lo que preparaban ¿cuándo decidiste eso?

 

Es que lo hacía para comer, elegía algo que tuviera ganas de comer en verdad. Decía "hoy tengo ganas de comer tal cosa" y hacía eso. Por supuesto que en la televisión por lo general tenés algo a medio hacer, porque si no los tiempos no te dan. Pero lo que yo cocino, se come todo, no queda nada después del programa. Se sale del aire, y los camarógrafos, los técnicos, arrasan con todo.

 

Hablando de cámaras, en tus viajes las tomas son muy movedizas, incluso dan una apariencia de informalidad ¿cómo trabajás con tus camarógrafos cuando andás por el mundo?

 

En general tengo una buena relación con el cámara, que me asegura que sabe lo que quiero, que está tomando bien, que logra captar el clima que yo rato de crear con la gente que entrevisto y hablo. Además, cuando yo estoy en los viajes, nadie me conoce, soy una chica que va a preguntarles cosas, pero ellos ven la cámara, eso les importa. Eso hace que yo a veces tenga que se más extrovertida, más ruidosa, para que se olviden de la cámara y se relacionen más con la persona, porque a veces la presencia de la cámara genera timideces, vergüenza, y hay gente que no se suelta. Por eso nunca empezamos a grabar de un modo "artificial". Apenas llegamos ya le ponemos el micrófono adelante a la persona, y mientras se arma todo, ya empezamos a filmar y a hablar con la gente. Entonces, al momento de hacer la presentación, yo encaro la cámara y digo "bueno, acá estamos con Dimitiri ", y todo, pero ya a esa altura generamos un clima.

 

¿Crees que eso integra más al televidente con lo que está viendo?

 

Sí, y a veces las mejores notas son las menos preparadas, las que uno va y listo. El otro día me metí en un bar con unos viejos que estaban todos en pedo, era un griterío, pero la nota estuvo buena, y es el tipo de cosa que la gente más recuerda

 

¿Cómo ves el futuro de la alimentación e un tiempo de crisis, con precios en alza y la problemática del biodiesel?

 

Es complicado. Si no nos ocupamos del tema, vamos terminar comiendo todos los mismos, si no trabajamos desde la compra, desde el consumo, que es la única forma de cambiar la situación. Pero es difícil lograr que todo el mundo se ponga de acuerdo, por eso yo apuesto a la parte más egoísta que tenemos. Se trata de decir: si seguís consumiendo de esta manera, en poco tiempo no vas a tener ni esto, ni aquello, ni lo otro. Sólo vas a poder comer cinco cosas, no vas a encontrar más quesos buenos, ni carne rica. Vas a comer lo que hay.

 

En la actualidad la gastronomía ocupa un papel cada vez más importante. Así como algunos lo elevan a la calidad de arte, hay quienes no están de acuerdo en esa asimilación de gastronomía y cultura. Particularmente, el escritor español Arturo Pérez Reverte dijo una vez que "hay gente que cree que comer una comida típica y beber un buen vino de crianza, equivale a leerse el Lazarillo de Tormes". ¿Cuál es tu opinión al respecto?

 

Para mí la gastronomía no es un arte, lo contrario sería ponerla en un lugar que no le corresponde. Pero hay gente que hace cosas que se pueden calificar de arte. Por ejemplo, vos vas a comer al restaurante de Adrià, y encontrás un happening cultural, una experimentación con formas, texturas y colores que es mucho más que sentarse a comer. Es una forma distinta de expresar la comida. Pero después, la gente quiere comer, servirse un plato y llenarse la panza.

 

¿Algo que te haya maravillado de tus viajes?

 

¡Uh! De todo. Por ejemplo, un restaurante budista zen en Tokio. Como cocinera, aprendí mucho de la cocina japonesa, así como también del aprovechamiento del agua en Marruecos, o la sencillez de la comida griega, cuya premisa es "el mejor producto posible y no le hagas casi nada".

 

En el libro hay una serie de temas musicales que fueron la "banda sonora" de tu cocina. ¿Cómo se relaciona la música con la comida?

 

Es lo que escuchamos, la música que estaba en mi computadora y fue la escuchada mientras hicimos el libro. Como siempre está presente, en vez de decirte "con este plato poné tal cosa", que me parece una boludez, elegimos poner lo que de verdad escuchábamos. Si hay una relación anímica, no es consciente. Además, yo pongo random, así que puede salir cualquier cosa.

 

¿Volvés a Uruguay en breve?

 

Ojalá. Me gusta mucho viajar, así que es posible.

 

La música de "Comer y pasarla bien"

NEIL YOUNG/ Comes a Time || NEW ORDER/ Singles || PEARL JAM || PIXIES || PRIMAL SCREAM
RICHARD HAWLEY / Coles Corner || SONDRE LERCHE/ Duper Sessions
THE BEES/ Sunshine Hit Me/ Free the Bees || THE BETA BAND
THE FLAMING LIPS/ At the War with the Mystics/ Yoshimi Battles the Pink Robots
THE GOOD, THE BAD & THE QUEEN
THE MAGIC NUMBERS/ The Magic Numbers/ Those the Brokes
YEAH YEAH YEAH/ Show Your Bones || BLUR || BRENDAN BENSON
CAT POWER/ The Gratest || KINGS OF CONVENIENCE/ Riot on an Empty Street
KINGS OF LEON/ Because of the Time || THE RACONTEURS/ Broken Boy Soldiers
FEIST | WHITE STRIPES/ Get Behind me Satan
ARCHITECTURE IN HELSINSKY/ In Case We Die
PHOENIX/ It's Never Been Like That/ Alphabetical | JACK JOHNSON/ Varios

Leé la crónica de la conferencia de Narda Lepes

Gerardo Carrasco/ Montevideo Portal