Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Hoy, Trasnoche

ENTREVISTA A MANUEL MARTÍNEZ CARRIL

Manuel Martínez Carril, Director Ejecutivo de Cinemateca Uruguaya, conversó con Montevideo Portal sobre la crisis de la institución, el problema del archivo fílmico, el patrimonio cultural y el presente y el futuro del cine y la crítica de nuestro país.

03.06.2008

Lectura: 12'

2008-06-03T16:01:00-03:00
Compartir en

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
[email protected]

Está oscuro. La frialdad de los tubos fluorescentes le da al hall un aire de intimidad lóbrega, inédita para el visitante. Ese hall desprovisto de marquesinas y fastos que anuncien los grandes nombres, guarda tantas historias como las defenestradas butacas de la sala.

Tiempo atrás, la Cinemateca daba un aire de status, intelectual y de izquierda. Ser de Cinemateca era a la vez una actitud militante, una oportunidad, casi siempre desperdiciada, de conocer personas interesantes y levantarse minitas, y la puerta de entrada a un cine distinto, del que sólo había mención en revistas importadas, o disimuladas en las páginas culturales de diarios y semanarios. Otros tiempos, no de esplendor pero sí de más holgura.

Cinemateca, con sus 56 años encima, no escapa a la crisis de lo cultural, no esta vez por escasez de valores, sino de recursos.

Manuel Martínez Carril, luchador y sobreviviente de la Cinemateca, echa un poco de luz sobre un panorama sombrío y dice que “Cinemateca va bien, preparando el Festival de Invierno, donde hay cosas que realmente valen la pena, que no habría forma de conocerlas si no fuera de esta forma. Cine de calidad, de autor, que ha conseguido premios internacionales, y que, si no es a través de la Cinemateca, es imposible de conocer".

En un año, Cinemateca debió cerrar la emblemática sala "La Linterna Mágica", enfrentó problemas económicos y un conflicto con el personal. Sin embargo, para Martínez Carril ese no es el mayor de los problemas, y explica que "esta es la época del año en la que se produce un aumento de socios, hay una cifra bastante creciente", y por otro lado, la sala de Pocitos reabrió y "está siendo programada y operada por la Escuela de Cine del Uruguay".

Ese año, también, varias voces se enfrentaron a raíz de un subsidio que entregaría el Estado, sobre la pertinencia o no del mismo. “No creo que ese subsidio sea decisorio", explica Martínez Carril. "Se habló al principio de que sería para conservar el Archivo. Si eso fuera así, estaría bien, pero sucede que no lo es. El dinero está dirigido a determinadas áreas, y donde hay problemas reales es en el Archivo, pero el criterio con el que esa asignación se produce no es con el de esas necesidades".

Según Martínez Carril, "el Archivo está en muy malas condiciones de mantenimiento, no sólo por razones económicas sino por razones de tiempo, un largo período en el que no se hizo nada para conservarlo. El archivo es un punto clave de todo esto, es donde se conservan las películas uruguayas e internacionales. Si eso, que es la base de todo, no tiene las mejores condiciones de funcionamiento, o lo más parecido a mejor, ahí hay un problema. ¿Cómo se hace para mantener ese archivo? No lo sé; lo que se gasta en el archivo siempre es a pérdida, porque no hay recuperación posible". "Con un criterio comercial, industrial, o de "industria cultural", si se quiere, el archivo es secundario", continúa. "Pero el archivo es la clave de todo, es el único que hay de esa magnitud en nuestro país, y tal vez el más importante en varios kilómetros a la redonda. Lamentablemente eso no se percibe así, probablemente por un problema de política cultural, y desde Cinemateca pensamos que hay cosas que son inevitablemente prioritarias. Ese es el criterio de la institución, y es el criterio que ha hecho que la institución exista. Es un archivo de hace más de medio siglo, con películas que tienen casi 100 años. Allí están las primeras películas uruguayas… Uno puede pensar que no se le da importancia al archivo fílmico. Si fuera papel tal vez sí, pero no lo puedo asegurar, porque si vamos al caso de la Biblioteca Nacional también vemos que no tiene el funcionamiento ideal".

Hoy por hoy, entonces, la prioridad es el Archivo, que está en peligro. "Hay otra área, que es la de la comunicación con la gente, para la cual se necesitan salas y otra infraestructura, pero que está funcionando con lo que se tiene, y no hay dificultades serias, y se mantiene el mismo tipo de oferta que cuando nos vimos obligados a cerrar las salas. Las que están chirriando son otras estructuras, que no son las que se perciben. Ahora, si no se tiene la infraestructura como para lavar las películas afectadas en emulsión en el soporte, ese archivo no va a tener una larga duración. Tampoco estamos en condiciones de hacer copias de circulación, por lo cual se mantienen los originales. Ese es un gran problema".

Como se ve, es un problema económico, y "las autoridades han dicho que el dinero es para mantener ese archivo, pero en los hechos no lo es, es para otros fines que vienen predeterminados, y el archivo sigue en la misma", explica Martínez Carril, y agrega que "los otros fines son para ver cuáles son los sistemas de cobranza, optimizar los programas, contratar una agencia de publicidad… se contrató y la publicidad que hizo no sirvió de nada."

Podría pensarse que un apoyo del Estado en las desbalanceadas cuentas de Cinemateca traería aparejado un nuevo planteo en los contenidos de la programación, sujetos a los vaivenes de la política. Sin embargo, Martínez Carril tiene una visión más optimista. "No creo que se vea el cine que el gobierno quiera", dice. "No tiene ninguna prioridad estética o crítica, pero la concepción que uno percibe en otras cosas es el riesgo de que aquello que no es redituable no sirve, y se debe prescindir. Entonces hay una visión de las cosas que no es coincidente con la de Cinemateca, y no es que nuestra vocación sea perder plata, pero no lo encaramos como un negocio. Aunque las películas y la programación, fueran más comerciales, el archivo va a ser siempre deficitario, todo archivo fílmico lo es, esa es la misma experiencia en todos lados. En nuestro caso el archivo se ha mantenido con lo que se desvía por ingresos de exhibición, recuperando los costos, pero tampoco es la solución ideal. ¿Cuál sería esta solución? Que el Estado, como otros países, se involucre. En Brasil, por citar un ejemplo cercano, el Estado toma conciencia y responsabilidad sobre la conservación del archivo fílmico de Cinemateca Brasileira, y dota a Cinemateca de recursos para el mantenimiento y el trabajo de ese archivo. Independientemente, la Cinemateca Brasileira hace sus ciclos de difusión, de divulgación, publicaciones y demás. Eso está respaldado por una contribución que proviene del Estado Federal y de Fundaciones del Estado de Sao Paulo. De esa forma Cinemateca Brasileira tiene asegurada la salvaguardia de su archivo fílmico, porque esos costos están siendo cubiertos por el Estado".

La gran pregunta es, entonces, cuál es el costo que debería asumir el Estado para amortizar las "pérdidas" del archivo. Martínez Carril señala que "una cosa es lo que el costo es, y otra lo que debiera ser. El que es, es lo que tenemos ahora, una carencia casi absoluta de recursos destinados al mantenimiento del archivo, que es insuficiente. En un presupuesto tentativo que habíamos hecho, es un millón de dólares al año, que, al nivel de las cifras y los volúmenes que se manejan en el Estado, no es tanto. La pregunta que sigue a continuación es qué posibilidad de recuperación tiene ese dinero, y la respuesta es ninguna, pero no se pierde patrimonio. Hay muchas visiones sobre el tema, pero impera una lógica economicista, ¿pero a qué conduce?. Porque el patrimonio es una especie de fiesta colectiva, que se celebra todos los años, pero mientras tanto hay un enorme patrimonio que se está perdiendo, y no es sólo el cinematográfico. Mientras se festeja eso, ¿qué pasa con la partitura del Himno Nacional Uruguayo? ¿Qué es lo que pasa con los fonogramas de los comienzos del Canto Popular uruguayo? Bueno, lo correcto es preguntar qué es lo que pasó, porque ya no están más. El Estado puede y debe intervenir en esos casos. El Estado no puede enajenarse el patrimonio cultural, tiene que preservarlo. Eso se da con los cuadros, pero lo que pasa en la plástica no pasa en otras ramas de las artes. Se enajenan predios históricos y se los desafecta del patrimonio, por ejemplo el desembarcadero de los españoles en la época de la colonia, repostaba en un lugar que era monumento histórico, y ya no es más, se lo dieron al Banco República para que hiciera una ampliación".

La discusión se traslada a la arena pública. Desde la cultura y los actores sociales, los puntos de vista son desparejos. Martínez Carril agrega que "hay un eco en la clase política, hay personas interesadas en el tema, pero se vuelve al punto de partida, si produce o no beneficios, porque no hay un camino intermedio, no se pueden generar beneficios para recuperar inversiones. Pero no tiene por qué producirlas. Y si no, se llega a situaciones como que se venda el archivo de Lauro Ayestarán, o el original de la partitura del Himno Nacional, de Acuña de Figueroa… se venden al mejor postor, y ahí sí producen, porque el Estado se lava las manos. Es muy desgastante, muy desanimante, una suerte de diálogo de sordos. Por un lado se manejan conceptos que son muy respetables pero no tienen aplicación dentro de la cultura artística. No hay forma de conciliar una cosa con la otra, es como pretender que el negocio de las multinacionales que explotan el cine en el Uruguay sea el modelo que nosotros tengamos que seguir. Lo que se da es la degradación de la cultura artística, creo que es un dato bastante objetivo de la realidad, donde hay un descaecimiento de todo lo que ha sido una tradición, un hecho muy uruguayo, muy montevideano, que durante mucho tiempo fueron referentes culturales en el continente, en literatura, en plástica, en un cultura cinematográfica. Lo que queda es la caída de referentes, y el reemplazo de esas visiones por otras que son muy cuestionables. Cuando los institutos de Cinematografía de varios países, menos de Uruguay, que nunca tuvo uno, premiaban las películas de mayor recaudación, para incentivar la industria o el sector cinematográfico, según entendían, porque esa película, que está siendo premiada, está siendo pagada por el mercado. ¿Para qué subvencionarla? En lugar de apostar a otro tipo de películas, de autor, de nuevos realizadores, porque eso no tiene público, no tiene recaudación, no tiene retorno. En Argentina, en México, tienen esa visión. Cuando uno habla en términos de formación de públicos, la visión está encontrada".

En ese aspecto, la opinión de Martínez Carril es discrepante: "no hay una industria cinematográfica uruguaya, como se dice. Hay sí producción de películas uruguayas, pero no existen estructuras de producción, no existen estructuras comerciales, no existe diversificación de lo que se ofrece, y todo depende, y pende de un hilo, de que la gente apoye o no, perciba o no. Y las que se hacen como para tener 'éxito' no lo están teniendo; la de Esteban Schroeder ('Matar a todos') y de Beatriz Flores ('Polvo nuestro…') tuvieron muy poco público. Son películas que tendrían que haber tenido más espectadores, hechas sobre el esquema de cuáles son las cosas que funcionan bien en el mercado. Incluso películas mucho más creativas, más baratas desde el punto de vista de los costos de producción, tienen un público que no es mucho menor que éste, y esas preguntas son las que quedan como 'de segunda'. Pero no hay una continuidad de producción, y por otro lado, no se sabe cómo van a salir todas las películas que se están haciendo. Porque, mal que bien, hay una cantidad de películas en proceso, algunas de las cuales son buenas, pero no necesariamente van a ser esas las que tengan cabida en la exhibición, ni van a tener recuperación. El cine uruguayo tuvo la extraña ventaja de no tener dinero, y así se hacía '25 Watts', por ejemplo. Ahí lo que importaba era lo autoral, pero se descubrió que había que conseguir mercados y toda esa historia, entonces vamos a producciones o coproducciones internacionales que buscan llegar a esos mercados, y tampoco las ve la gente. El público está desinteresándose de la aventura que era 'ver cine'".

Y cuando se inicia ese proceso, "no es reversible. Podemos mirarnos en el espejo de Chile. Allí, hace 3 ó 4 años, se empezaron a crear estructuras de producción, y aquí se está intentando hacer eso, a través del INA y la Ley de Cine que está por salir, y se comenzaron a hacer muchas películas, pero las películas buenas desaparecieron. No hay más películas buenas en Chile, hacen películas como si fabricaran un producto para otros mercados, se va hacia una "fábrica de películas".

Martínez Carril agrega que "con la crítica pasa lo mismo, desaparece el espíritu crítico que tenían generaciones anteriores. Recuerdo en la década del 40, del 50, el diario se enviaba al interior a las 3 de la mañana, cuando se 'cerraba' la edición se dejaba el espacio para el crítico, que iba a ver el estreno de la obra del teatro, escribía de apuro un adelanto y lo publicaba en esa misma edición. Había una avidez y una credibilidad hacia la crítica. Todos nos matábamos en esa época, y había gente que 'seguía' a determinados críticos. Hoy no pasa, porque el mismo que habla de una película 'de autor' en el informativo, después opina con el mismo criterio de una mega producción de Hollywood, o de un concurso de baile por televisión. De todas maneras, quedan algunos que pelean contra eso, pero son los menos".

 

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
[email protected]