Por Paulina Molaguero
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“Territorialidades”, es el resultado final, pero en constante construcción de una trilogía denominada “trilogía de la existencia”, que encuentra a Pedro, Bruno y Martín, tres amigos que vienen de distintas disciplinas del arte y que se unen a través del juego y la creación en una obra compuesta por tres partes: “Volumen I: Abrirse al universo de los otros”, “Volumen II: Habitar la tensión vital”, y un tercer volumen que está en pleno desarrollo, porque lo que presentan estos artistas vive en continuo cambio, en continua transformación.
Un espectáculo que utiliza lenguajes artísticos como herramientas para transmitir emociones y pensamientos, al tiempo que sigue historias de vida de humanos y de otros seres no humanos en relación con la naturaleza y las usa para vehiculizar temáticas que se buscan retratar.
El nombre que da título a la obra, viene de “investigaciones científicas en torno a los modos de habitar” realizadas en el Laboratorio Transdiciplinario de Etnografía Experimental, liderado por el profesor Eduardo Álvarez Pedrosián.
Sentado en una silla dentro del estudio que utiliza como espacio lúdico y también para crear, ensayar y grabar, Pedro Cayota, músico y director, dialoga con Montevideo Portal y cuenta que “hay mucha carga emocional y del día a día” en lo que hacen. “Como que se difuminan los límites entre la vida y la creación artística”, explica y agrega que es una “construcción colectiva” entre el cine, la música y las artes escénicas “en la que compartimos maneras en que observamos la realidad”.
“Desde ahí, continúa, creamos esta obra que es una obra de cine expandido: hay una película y un ensamble de cámara en el escenario”. Pepo, como le dicen sus amigos, es el encargado de “arrojar” el contenido audiovisual y narrar una historia a través de la filmación: plasmar aquello que lo atraviesa.
Esta pieza en la que “todo” dialoga con la iluminación, con la puesta en escena, con algunos efectos sensoriales y también con una intervención teatral, busca entender la realidad por medio de la subjetividad de las personas.
“Es ahí que empecé a filmar historias de vida, tratando de entrar en los lentes de esa persona que me cruzaba. Y mediante esas filmaciones luego Martín fue poniendo música como un modo de explicar y contar esta territorialidad de una manera experimental y artística, y luego ponerlo en escena también a través de la mirada de Bruno”, expresa y apunta: “Lo que se vivencia en el teatro es una manera de compartir esas territorialidades que fuimos viendo y componiendo en conjunto”.
A la izquierda de Pedro está Martín Ibarra, su compañero y colega -también es músico-, quien, en esta misma línea, dice que para él en el “cine expandido” hay un “código que sigue la imagen, sigue el cine, y sigue la música paralelamente”.
“La dirección la lleva la pantalla y los músicos van tocando algo que ya está re ensayado. También la experiencia la hacés vos cuando llegás al teatro, capaz que en un momento te colgás con la música y capaz que en otro te ponés a ver la historia que te están contando desde la pantalla”, sostiene. Martín compone las canciones y “los toques” que hacen de esta obra un “concierto cinematográfico".
Bruno Pesce, sentado en un sillón frente a sus compañeros, tiene uno de los roles fundamentales en este espectáculo: ordenar las piezas y armar la instalación artística. Desde su perspectiva, “Territorialidades” es “la fusión de diferentes artes que confluyen en un idioma propio”.
“Nos basamos en que es una película -todos tenemos conocimiento de cómo son las películas-, y lo que sucede desde hace mucho tiempo es que se graba el sonido al momento de la producción de la peli y vemos todo junto. Acá estamos yendo un poco hacia atrás, hacia los comienzos del cine donde había una orquesta que musicalizaba en vivo lo que sucedía en la pantalla porque era mudo”, ilustra e indica que la coordinación que tiene el espectáculo es “altísima”.
“Nosotros tres generamos un complemento peli, música y lo mío sería puesta en escena que es cómo se ve la obra, cómo es la iluminación…”, comenta. “Bruno tiene un ojo de afuera que nos ayuda a complementar”, acota Martín, al tiempo que su amigo agrega: “Lo mío es más como una visión general del espectáculo, soy uno de los que está afuera de la obra mirando qué sucede”.
Una experiencia sensorial
A esta “experiencia”, sus autores le sumaron detalles como “conceptos de 4D” y otras interacciones “que suceden más allá de la banda y la peli, pero que tienen que ver con lo que estás viendo, más a nivel tangible u olfativo o como cuando jugamos con nuestros sentidos”, relata Bruno.
M: Tiene algo bueno que no se logre explicar tanto, porque vas ahí y lo terminás de definir, con suerte, porque te pasan muchas cosas y simplemente fuiste y no sabías exactamente con qué te ibas a encontrar, pero eso capaz que te favoreció.
B: Es un punto a favor. Durante mucho tiempo era nuestra forma de comunicarnos: no queríamos spoilear mucho. Vos no esperás lo que sucede, no esperás esa información, no esperás que de la pantalla empiece a pasar alrededor tuyo. Esas pequeñas cositas generan un gran impacto y no estamos hablando de lo que sucede en la peli, que ya de por sí es re poderoso a nivel de la narrativa que cuenta y nos moviliza un montón por la temática toda. Mucha gente va confiando en nosotros, no tienen muy claro con qué se van a encontrar, hay como un acto de confianza a la hora de ir a ver la obra.
-¿De dónde surge esta idea de innovar con algo que no fue contado antes?
P: Nunca nada es único de una persona sola, siempre hay diálogo. A mí Bajtín, ese intelectual ruso que lo deja muy claro, me atravesó mucho con su pensamiento dialógico: todo es un diálogo, la palabra nunca es propia, sino que es semiajena y semipropia (…) Tenemos antecesores, gente que hizo instalaciones artísticas. Creo que la esencia empieza en la caverna, en las pinturas rupestres con el fuego y la música. Ahí ya estaban haciendo un poco lo que nosotros hacemos.
Para nosotros empezó a ser novedoso porque fue una manera de relacionarnos artísticamente. Creo que estas búsquedas han estado desde siempre, nosotros encontramos un lenguaje propio nuestro entre el encuentro de estas amistades que nos ponemos a jugar y a crear y sale esto.
Crónica de ciudades y personas
Para el volumen II de la trilogía, Pedro estuvo filmando un poco en Montevideo y otro poco en Barcelona, donde persiguió historias durante dos años y puso el foco -con mucho enojo- en las “problemáticas que allá veía”. Según palabras del artista, filma el “día a día” de acuerdo con su estado de ánimo. “En el volumen I me daba por seguir historias de vida en profundidad y en este otro hay historias de vida que vehiculizan temas que me interesaba retratar”, explica.
En ambas ciudades exploró dicotomías y desigualdades socioeconómicas y culturales, pero “siempre buscando los puntos en común”. “Desde un barrio autosegregado hasta un barrio marginalizado”, recuerda y habla de Roma, uno de los cuatro personajes humanos presentados en el audiovisual. Cuando Pedro conoció a Roma, quien padece de agorafobia -miedo intenso a salir y estar en lugares con multitudes-, ella vivía en La Tahona, barrio privado, ubicado en Canelones. “Entré con muchos prejuicios a filmarla y empecé a empatizar con ella, porque también estaba con otros temas y no está todo resuelto tampoco ahí en ese pueblo”, relata.
“Esta cuestión de que por vivir en un barrio privado tiene muchas posibilidades, pero con esta enfermedad no podía salir de su cuarto, entonces realmente ¿dónde están los bienes ahí?”, reflexiona a su vez Bruno.
Otro de los protagonistas de la película, quien fue partícipe en el volumen I y lo vuelve a ser en el volumen II, es Walter Gianotti o Super Walter, un “superhéroe revolucionario” que está en el kilómetro 21 de la Avenida Giannattasio, en Montevideo, “concientizando a los terrícolas de que hay que cuidar a la Madre Tierra”.
“Él se construyó un personaje que, al primer contacto, pensás que es un loco, y de hecho en la obra un poco generamos esa línea narrativa en el montaje, y que luego te das cuenta que es uno de nuestros más importantes filósofos”, sugiere Pedro y agrega: “Sócrates iba por la calle hablando con la gente y generando desde la dialéctica conciencias y líneas de pensamiento. Él (Walter) lo tiene clarísimo. Traemos un poco de su filosofía a la obra, porque coincidimos”.
En Barcelona, por su parte, posó el lente en yates “súper” lujosos “que no navegan”. “Empecé a encontrar que tampoco ahí está todo resuelto a nivel de la existencia humana en ese lugar de privilegio”, repara y vuelve a destacar su interés por filmar “contrastes” exponencialmente visualizados en Barcelona entre “la Europa más rica y el África senegalés que arriesgó su vida por llegar a estar ahí en Europa”.
“Luego empecé a encontrar que mis prejuicios se caían ante eso, encontraba oscuridad y luminosidad en ambos polos”, manifiesta.
Asimismo, Pedro cuenta que su vuelta fue como un “encuentro en la caverna” con sus dos hermanos, Bruno y Martín, a quienes les mostró su película y contó su viaje a través de las imágenes. “Eso inspira música y ahí armamos todo esto como un relato que ya deja de ser solo mis vivencias porque él -y mira a Martín- lo complementa con sus vivencias también de estos años y de cómo interpreta la película, y Bruno también desde el montaje”, explica.
-Son amigos, se conocen hace muchos años, vienen de distintas disciplinas del arte, ¿en qué momento se juntan y dicen “vamos a armar algo con esto que tenemos”?
B: Nos conocemos hace mucho, y cocreamos a full desde que nos hicimos amigos, ni siquiera tuvimos que hablarlo, creo que el espacio artístico nos unió.
P: Si empiezo a rastrear cuándo surge para llegar a ese momento, creo que, desde los inicios de la amistad, cuando nos juntábamos a hacer cosas espontáneamente lúdicas como por encuentro y tuvimos la experiencia de armar fogones, incluso campamentos. Luego armamos una ONG, un grupo en el que brindábamos talleres, pero siempre embarcados en un eje fantasioso, y ahí hicimos un campamento en Piedra Sola y caímos como si fuera un espectáculo y había música, había cine…
En cuanto al “génesis” de “Territorialidades”, Pepo comenta que hubo un momento en el que se presentaron en una sala de cine: “Yo tenía unas cosas filmadas y algunas ideas musicales. Ahí se sumó Martín, él agarró toda la parte musical, la llevó hacia su terreno y luego de esa presentación hicimos otra en el Planetario vinculándolo con las constelaciones y toda la mitología. Ahí se sumó Bruno y también se sumó el Juanchi, Juan Andrés, y antes ya estaba Juan Manuel, mi primo, un músico, y de a poquito se fueron sumando personas a esta experiencia, a esta manera de componer que hoy en día llamamos "Territorialidades, volumen II: habitar tensión vital”.
El ying y el yang
-¿A qué se refieren con lo de "tensión vital"?
P: El estar vivo implica una tensión, la vida implica tensión porque para poder vivir tenemos que enfrentarnos a ciertos grados de violencia, por más mínimo que sean o mayores. Asumir eso, habitar la tensión; el estar vivo significa eso y fue un poco como la bajada de este segundo volumen en que exploramos lugares un poco más oscuros del humano y de la naturaleza y en la relación con ella. Exploramos un poco más el lado difícil, oscuro del humano y de la naturaleza y también la poesía y la belleza.
B: Yo creo que hay algo de bello en la oscuridad. Creo que esta obra lo que hace es poner en primer plano grandes contrastes que existen y con los cuales convivimos y el denominador común es la atracción porque estamos en constante tensión. Llamale estrés por ir a laburar o llamale…
M: Ruido de la calle…
B: (…) no es una obra (de la) que uno salga súper relajado o salga contento de la vida, sino que moviliza. La gente sale movilizada. La primera obra que hicimos tenía como un mensaje mucho más esperanzador, que esta lo tiene, pero es como que está más maduro. Y dentro de ese lugar no tan feliz o incómodo, hay una gran belleza, como esto del ying y el yang, hay un poquito de oscuridad en la luz y un poquito de luz en la oscuridad.
M: La obra te propone otra forma de mirar el entorno.
El hilo conductor entre las narrativas de los tres volúmenes, es una frase utilizada por Álvarez Pedrosián: “Todos somos gracias a que existimos en ciertos tipos de territorios y los habitamos de cierta manera según ciertas territorialidades con humanos (volumen I), con otros seres que no son humanos (volumen II), con cosas (volumen III). Estamos entretejidos y en esa malla es que se da nuestra existencia”.
P: Hay un componente existencialista en todo esto que hacemos porque reflexionamos mucho sobre qué es el estar vivo, lo que hacemos en el durante en ese proceso que es el vivir y nos dimos cuenta luego de finalizado el volumen II de que un poco esta frase que nos dijo Eduardo, la hemos usado como guion.
Acerca de la tercera parte o tercer volumen de esta trilogía, los amigos adelantaron que, aunque no lo tienen totalmente definido, es probable que trate sobre "la existencia de las cosas" y que tenga como protagonistas a las piedras interestelares.
“En lo personal me interesa mucho ir a filmar las pinturas rupestres de Chamangá (Flores) e ir hacia los orígenes. Creo que ahí hay mucha data; observar las cosas, cómo es la existencia de las cosas”, comenta Pedro. “Ir a algo tal vez más abstracto, tal vez más esencial como un brillo, la luz, las piedras, los minerales, los elementos”, complementa Bruno.
El volumen II de "Territorialidades: Habitar la tensión vital" se presenta este domingo a las 20.00 en la Sala Nelly Goitiño del Auditorio Nacional del Sodre.
Dirección general, realización cinematográfica, composición musical, producción, guitarra y voz: Pedro Cayota / Dirección musical, composición musical, arreglos, piano, guitarra eléctrica y voz: Martín Ibarra / Diseño de experiencia, puesta en escena, comunicación, diseño gráfico y tienda: Bruno Pesce / Batería y efectos acústicos: Juan Manuel Cayota / Clarinete y flauta traversa: Karen Martínez / Flauta traversa y flauta Piccolo: Daniely Benitez / Viola: Leticia Gambaro / Percusión: Manuel Villagrán / Bajo eléctrico: Juan Pablo Szilagyi / Voz: Papina de Palma / Actuación: Analía Gavilán y Agustín Pérez / Dramaturgia: Leonardo Martínez / Ingeniero de sonido: Martín Brizolara / Diseño de sonido: Juan Andrés Lepore / Efectos foley: Felipe Molina / Proyección audiovisual: Francesca Crossa / Mediación, comunicación y producción: Valentina Piquerez / Comunicación: Lucía de la Fuente / Asesora de montaje: Lucía Gil / Diseño de luces: Ana Paula Segundo / Diseño de escenografía: Gastón Moyano / Vestuario: Tamara Vila / Fotografías: Andrea Álvarez, Martín Tierno, Marcelo Aguilar.
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