Uruguay se presentó a la edición 45 de la Olimpiada Mundial de Ajedrez en Budapest, que se realizó del 10 al 23 de setiembre. Con la participación de 189 países y la posición 59 del ranking mundial, el equipo nacional demostró una actuación que lo llevó a ascender 12 puestos.

La competencia

Las olimpiadas mundiales de ajedrez se juegan desde 1927. Uruguay participó por vez primera en la octava edición, que se celebró en Buenos Aires. 

En esta olimpíada, se jugaron 11 rondas por sistema suizo, es decir, donde equipos del mismo puntaje se enfrentaron entre sí.

Tanto en la rama Absoluta (o categoría open) como en la femenina, el título de campeón se lo llevó India. En la rama absoluta, fue vicecampeón Estados Unidos y tercero Uzbekistán (el campeón anterior). En la rama femenina, salió segunda Kazajistán y tercero Estado Unidos. 

El plantel

El equipo uruguayo estuvo conformado por 15 personas en total: cinco jugadores en la rama absoluta, cinco jugadoras en la femenina, tres árbitros designados por la Federación internacional de ajedrez (FIDE) y dos capitanes. 

En la categoría absoluta compitieron (en orden de rango descendente): los Gran Maestro (GM) Jorge Meier y Andrés Rodríguez, el Maestro Fide (FM) Facundo Vázquez y los Maestros Internacionales (MI) Bernardo Roselli y Claudio Coppola. 

GM Jorge Meier. Foto: José Riverol

En la rama femenina jugaron la Maestra Fide Femenina (WFM) Andreina Quevedo, Nahiara Fabra, la Candidata a Maestra (CM) Natalia Silva, Camila Cardozo y Caterina Altesor.

Equipo Femenino ante Paraguay. Foto: José Riverol

En cuanto a capitanato, el MI Daniel Rivera y Eduardo Moccero lideraron la estrategia en las dos categorías.

El arbitraje lo ejercieron Sabrina de San Vicente, Edgardo Cámpora y Eduardo Muzzi. 

En el caso de San Vicente, según informó La diaria, recibió un galardón particular al obtener el título de mejor árbitra de América por la FIDE y colaboró con traducciones y sugerencias del reglamento internacional que fueron implementados en las competencias de más alto nivel.

Sabrina San Vicente y Bernardo Roselli. Foto: José Riverol

El rendimiento de Uruguay

En conversación con Montevideo Portal, el Maestro Internacional (MI) Bernardo Roselli comentó sobre las pruebas y desafíos que atravesó la selección con “el compromiso de hacer las cosas lo mejor posible y dejar en alto los colores de Uruguay”.

Desde 1986, Roselli participó en 15 olimpiadas mundiales de ajedrez. La de Budapest fue su última. Si bien no volverá a concurrir a este evento, describió que fue una instancia de la que se fue feliz “con la intensidad, esfuerzo y el sacrificio” que el equipo demostró en los tableros de ajedrez.

La categoría open vio un salto exponencial de parte de Uruguay, que pasó de estar 59 a 47 en la clasificación mundial. 

Roselli destacó mucho la actuación de uno de los jugadores, Facundo Vázquez, quien logró su segunda norma de Maestro internacional de las tres que se necesitan para ascender a ese título. “Es notable y satisfactorio cuando, luego de un trabajo planificado y realizado, se logran resultados positivos que sabemos que nunca están garantizados”, valoró Roselli.

FM Facundo Vázquez. Foto: José Riverol

La categoría femenina, en tanto, pasó del puesto 94 al 96. Según explicó Roselli, se trata de un equipo “muy joven, pero con un futuro prometedor”, y destacó además la actuación de Caterina Altesor y Andreina Quevedo. Altesor, de Durazno, obtuvo la puntuación necesaria para ser titulada como Candidata a Maestra Femenina.

“Espíritu de superación”

Sobre el nivel de los ajedrecistas uruguayos, Roselli expresó que es “aceptable”, dada la cantidad de eventos de importancia y competencia interna. “Si un jugador uruguayo desea progresar, debe salir a competir al exterior para conseguir una mayor exigencia”, añadió.

Según describió el ajedrecista, el competidor uruguayo tiene que ser “muy especial para no conformarse con ser el campeón de una competencia local, departamental o nacional”. “Debe tener un espíritu de superación que lo lleve a competir consigo mismo”, sostuvo. 

“Es muy fácil caer en la tentación de decir ‘ya llegué a campeón de mi país, ya soy bueno en tal o cual disciplina deportiva’, lo que normalmente lleva a un estancamiento y a una conformidad que no permite el progreso”, comentó Roselli.

Con vistas al futuro, el ajedrecista valoró que hay una “camada interesante de jugadores jóvenes” que, si se les da los estímulos necesarios, “tal vez puedan motivarse para lograr el ansiado camino de la superación de uno mismo”.

Roselli concluyó que, a grupos como este, “hay que brindarles oportunidades para competir”. “Si no se van a desperdiciar los talentos”, señaló.