Por The New York Times | Gina Cherelus y Katherine Rosman
T. J. Holmes y Amy Robach, presentadores de “GMA3”, el programa vespertino derivado de “Good Morning America”, no le contaron a su jefa que su amistad frente a las cámaras se había convertido en una relación romántica.
“Ambos esperaban a finalizar sus procesos de divorcio”, comentó Matthew Hiltzik, portavoz para Holmes y Robach, la semana pasada.
“Habían sido amigos durante muchos años, pero esta relación empezó en los últimos meses”, explicó. “No le habían contado a nadie, ni siquiera en ABC”.
La revelación de su relación a finales del mes pasado, cuando The Daily Mail publicó fotografías tomadas en secreto de Robach y Holmes, desató un frenesí sensacionalista, con un aluvión de reacciones mordaces y memes que inundaron el internet.
El lunes pasado, la presidenta de ABC News Kim Godwin les dijo a sus empleados que por ahora había decidido retirar a Robach y Holmes de sus puestos de presentadores debido a su relación, ya que, si bien no contravenía ninguna política de la empresa, se había convertido en una distracción. Ambos han sido el rostro del programa desde septiembre de 2020.
El martes pasado, un representante de ABC News se negó a comentar las políticas de fraternización y relaciones románticas de la empresa.
Muchas compañías tienen lineamientos generales en torno a las relaciones en el lugar de trabajo, ya sea en un manual para empleados, en las políticas de la empresa o en contratos individuales. Hay compañías que imponen políticas de fraternización para lidiar con las posibles relaciones en las que una figura directiva tenga una conexión romántica con una figura subordinada, lo cual podría crear una responsabilidad para el empleador, según Kevin Moore, abogado de Reading, Pensilvania.
Las relaciones dentro de la oficina desde hace mucho han sido un aspecto básico de la dinámica en el lugar de trabajo, pero la manera en que los empleadores reaccionan ante ellas ha cambiado y se ha vuelto más complicado en años recientes. En particular, el movimiento #MeToo hizo que muchas empresas erradicaran las dinámicas de poder desequilibradas que podían provocar que una persona se sintiera presionada a aceptar los avances de otra, y que hicieran frente a los sistemas que permiten que esto ocurra.
Hay muchos ejemplos de figuras públicas que conocieron a sus parejas en el trabajo. Antes de convertirse en presidente, Barack Obama conoció a su esposa, Michelle, en 1989, cuando ambos trabajaban en un despacho de abogados en Chicago, donde ella fue designada como su asesora. Los coanfitriones de “Morning Joe”, de MSNBC, Joe Scarborough y Mika Brzezinski, estaban casados con otras personas cuando el programa entró al aire en 2007. Unos años después, en 2017, tras divorciarse de sus parejas previas, revelaron que estaban comprometidos.
Los romances en lugares de trabajo poco convencionales también pueden crear tumulto. Cuando Olivia Wilde, la directora de “No te preocupes querida”, inició una relación con Harry Styles, que era parte del elenco de la película, creó un maremoto de cobertura mediática negativa y la atención de las redes sociales se enfocó en las reacciones de Florence Pugh, la protagonista de la cinta, así como de Jason Sudeikis, el exprometido de Wilde.
Cuando se habla de romances en el lugar de trabajo, estos podrían ser aceptables bajo las políticas de una empresa dada si no hay ninguna dinámica de poder presente, la relación es consensuada y no afecta el trabajo que ambas personas realizan. Pero estas políticas dependen de la honestidad de los empleados y de su disposición a dar a conocer su relación, lo cual no sucede muy a menudo. Según una encuesta realizada en enero por el grupo Society for Human Resource Management a cientos de empleados estadounidenses, los romances de oficina aumentaron un poco durante la pandemia.
El trabajo a distancia de los últimos años ha facilitado que las relaciones románticas se mantengan en secreto, y ahora menos personas las consideran algo de “mucha importancia”, según Johnny Taylor, director ejecutivo del grupo.
“Antes de la pandemia, cuando todos trabajaban en la oficina, si querías hacerlo, debías ser bastante procaz —habitaciones de hotel, agacharse y escabullirse, viajes de negocios— cuando se presentaba la oportunidad”, explicó Taylor. “Siempre ocurría antes, pero con todas las oportunidades que proporcionó la pandemia, realmente se aceleró la capacidad de hacerlo”.
La asociación de recursos humanos ha descubierto que, si no hay un desequilibrio de poder, los empleadores se sienten cada vez más cómodos con estas relaciones, pero solicitan algún tipo de informe sobre la relación y que los empleados respeten los límites ya establecidos.
Aun así, Taylor recomienda la cautela. “No hemos llegado al punto de promoverlo”, aclaró. “Si revisas la mayoría de los manuales de empleados, dicen que ya no es una transgresión terminal o disciplinaria, pero si lo haces, es bajo tu propio riesgo”.
“Yo les digo esto a mis empleados: cuando sepan que hay ‘algo’ ahí, como un indicio de que va en serio, y no me refiero a que vayan a casarse, sino que es una relación seria, deben hacérnosla saber solo para proteger a la empresa”, señaló.
En los casos en los que un romance de oficina se vuelve público y los empleados en cuestión no informaron a la compañía con antelación, puede haber consecuencias.
“Si una empresa tiene una política o práctica que requiere que los empleados informen o reporten esto y ellos no cumplen con ese deber, se pueden tomar medidas, ya que es una violación de las políticas de la compañía”, afirmó Moore. “Las consecuencias de una divulgación posterior podrían perjudicar a la empresa, la marca, su imagen, y la percepción pública que se tenga de esto”.
Todavía hay muchos empleadores que no cuentan con normas claras al respecto. Y si una relación se revela al público o en internet, eso no significa en automático que lo que hicieron estuvo mal. En esos casos, la empresa tendría que decidir si va a tomar medidas o no.
En lo que respecta a los periodistas de radio y televisión de alto perfil, Moore indicó que podrían estar sujetos a criterios más estrictos debido a sus posiciones públicas.
“¿Cuánta credibilidad tiene ese periodista ahora que su conducta personal ha sido revelada como cuestionable, aunque no tenga nada que ver con su desempeño laboral?”, cuestionó. “Para las empresas que tienen empleados que dan la cara al público en representación de su marca, este tipo de políticas son mucho más importantes”. Joe Scarborough y Mika Brzezinski llegan a una cena de Estado con Francia, en la Casa Blanca en Washington, el jueves 1.° de diciembre de 2022. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times).