En 1917, lejos de los centros de producción tradicionales, Quirino Cristiani creó en Argentina el primer largometraje de animación de la historia. Una sátira política sobre el entonces presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen, al que en 1931 también convertiría en protagonista del primer filme de caricaturas sonorizado.
Aunque poco registro fílmico queda de su obra, y ninguna copia de estas dos películas —ambas destruidas en incendios—, el reciente hallazgo de Entre pitos y flautas (1941), un corto animado que se creía también perdido, renueva las esperanzas.
Este descubrimiento se suma a otros fragmentos de Cristiani encontrados en el Museo del fin del Mundo (Ushuaia) algunos años atrás y restaurados por el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken de Buenos Aires.
“Ha aparecido algo, esa es una buena noticia y es la mejor manera de honrar a Quirino, que es el gran pionero de la historia del cine argentino y del dibujo animado mundial, con toda su obra realizada acá”, expresa Raúl Manrupe, investigador e historiador del cine argentino y del dibujo animado en el Museo del Cine de la capital argentina.
Dibujo y animación
Cristiani nació en Italia en 1896 y llegó a la Argentina junto a su familia a los cuatro años. Amante del dibujo, ya en su juventud comenzó a trabajar como caricaturista de sátira política en diarios y revistas.
Su labor atrajo en 1916 la atención de Federico Valle, un importante productor de noticieros cinematográficos, quien lo convocó para ilustrar el epílogo de sus cortos de actualidad semanales.
Así recordaba Quirino aquello, durante una entrevista concedida al realizador Jorge Surraco en 1983: “Se veía mi mano, dibujando rápidamente la caricatura de Yrigoyen y después el consabido globo que salía de la boca con algún chiste. Cuando Valle vio eso me dijo: ‘Cristiani, el dibujo está muy bien y va a tener éxito, pero el cine es movimiento, y no admite un dibujo fijo, hay que darle movimiento”.
El artista comenzó entonces a experimentar, a dibujar personajes sobre cartón, recortarlos, separar sus articulaciones y luego coserlos configurando una especie de marioneta: “De esa forma logré que el personaje pudiera moverse. Podía caminar y hasta mover las piernas”, comentaba Quirino en el mismo documento.
El apóstol
Los cortos animados tuvieron tanto éxito que Valle y Cristiani se propusieron realizar una película de mayor duración, y así surgió El apóstol: un largometraje de dibujos animados que llegó a los cines veinte años antes que Blancanieves y los siete enanitos, de Walt Disney, considerada por muchos años como la primera.
El apóstol tenía como protagonista al presidente Yrigoyen (1916-1922/1928-1930): “Se presentaba como un apóstol que el pueblo no quería, entonces él subía al Olimpo y a Júpiter le pedía los rayos de la destrucción para castigar a Buenos Aires. Tuvo un éxito extraordinario”, comentaba Quirino en esa entrevista del 83, que dio un año antes de su muerte.
Para este filme de 50 minutos, no solo se utilizaron 58.000 dibujos, sino también maquetas tridimensionales de los edificios más emblemáticos de la capital, que luego serían destruidas por el fuego como parte del argumento.
Cuando en 1941 Disney visitó Argentina y conoció a Quirino, además de ofrecerle un trabajo que el argentino rechazó, quedó asombrado al saber que Cristiani había realizado solo toda la labor de animación, moviendo y filmando cada figura cuadro por cuadro en El apóstol.
Peludópolis
En los años posteriores, Cristiani realizó cortos satíricos y publicitarios y fundó su laboratorio de procesado cinematográfico, hasta que en 1929 comenzó la producción de su segundo largometraje animado y el primero sonorizado de la historia. La técnica para ello consistía en la sincronía de la proyección del filme con los discos.
Peludópolis tenía también como protagonista al presidente Yrigoyen, a quien apodaban “Peludo” (especie de armadillo). Pero en 1930, cuando la película estaba casi finalizada, un golpe de Estado derrocó al gobierno y la realidad obligó a Cristiani a modificar el argumento, lo que le hizo perder más tiempo y dinero.
El mono relojero
El mono relojero es el único largometraje de Cristiani cuyo registro fílmico sobrevive. En 1938, Constancio Vigil, dueño de una editorial y escritor de cuentos infantiles, convocó a Quirino para que dirigiera la película.
No es el filme más representativo del estilo de Cristiani, ya que se aleja de la sátira política, y en lugar de la figura recortada, empleada en sus obras anteriores, utiliza el acetato, técnica estandarizada por los estudios Disney.
Reconocimiento
Este jueves, el corto Entre pitos y flautas, restaurado por la Fundación Cineteca Vida, será proyectado al público junto con el documental Sin dejar rastros, una obra de Diego Kartaszewicz sobre la vida y obra de Cristiani.
“Es interesante rescatar a estos pioneros para las nuevas generaciones. Hoy se hace mucha animación en Argentina. En los últimos 20 años creció muchísimo, sobre todo en cortometrajes. Ese es el mejor legado de aquellos locos soñadores, muy creativos y muy inventivos, con muchas ganas y fuerza por crear algo diferente a todo lo que puede existir en el mundo”, concluye Manrupe.
Julieta Barrera - EFE
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