Tal como lo relatara en diálogo con Montevideo Portal, el contacto con la violencia y la indefensión de los más débiles le llevó a concebir un proyecto único: entrenar perros callejeros como sistema de alerta temprana y protección de mujeres y niños. Estos animales podrían prestar un valioso servicio en lugares -como el mencionado país africano- donde la población civil está a menudo indefensa ante el accionar de grupos armados.
En la actualidad, Peirano ejerce como entrenador y da cursos de capacitación en la materia. También realiza tareas de apoyo emocional mediante perros entrenados, dirigidos a confortar a personas que han pasado por experiencias traumáticas, como el caso de quienes se ven afectados por inundaciones, algo tristemente frecuente en nuestro país.
En su nuevo artículo, Peirano enumera los múltiples beneficios de la castración canina.
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En mi día a día trato con muchos perros y humanos y me sorprende encontrarme continuamente con personas que todavía desconocen la importancia de castrar a sus perros. En lo personal esto me llama sobremanera la atención, teniendo en cuenta el acceso a la información con el que se cuenta hoy en día.
Debido a eso, comenzaremos hablando sobre los problemas conductuales asociados a la falta de castración. Es lógico pensar que la frustración sexual del animal derive en problemas de comportamiento. Esta frustración sexual puede conducir a problemas de ansiedad, los que a su vez se manifiestan en diversos comportamientos, como problemas de relacionamiento o marcajes de orina dentro del hogar. Además, en perros dominantes puede aumentar esa dominancia, acarreando problemas de agresividad e hiperactividad. Estas deberían ser suficientes razones para castrar a nuestros amigos de cuatro patas, pero además de los problemas conductuales existen otros de carácter físico, y que la castración previene.
En el caso de las hembras, con la castración eliminamos el riesgo de cáncer de útero, algo que también aplica a los machos respecto a los carcinomas en testículos. Mediante la castración no sólo suprimimos dichos órganos: también reducimos los niveles hormonales en sangre. Hay que tener en cuenta que por la selección genética a la que han sido sometidos, muchas veces primando patrones estéticos o funcionales por delante de los de salud, los perros son más proclives que los humanos a padecer todo tipo de tumores. Por lo tanto, todo lo que signifique rebajar dicho riesgo es recomendable.
Las vaginitis que sobrevienen tras las secreciones de sangre y flujo del celo, son muy comunes en las perras no esterilizadas, y suelen ser fuente de problemas infecciosos e irritaciones si no extremamos la higiene. Eliminando el celo, este tipo de problemas se vuelven muy raros.
Al carecer de testículos, los machos adultos ven muy reducida su exposición a tumores prostáticos.
La menor exposición a las hormonas sexuales debido a la esterilización, hace que el riesgo de cáncer de mama disminuya sensiblemente en las perras.
Un porcentaje importante de perros machos se extravía al seguir el olor del celo de alguna hembra, bien que esté presente o que haya dejado su rastro en la zona. La esterilización le hace poco o nada receptivo a las hormonas del celo.
Más allá de los problemas que evitamos al castrar a nuestro perro, al hacerlo ayudamos a evitar preñeces indeseadas y de esta manera ayudamos a controlar el problema de sobrepoblación canina que padece nuestro país.