María Mendive tiene múltiples facetas. Ganadora del premio Florencio como actriz de reparto, es también la fundadora, directora y docente del Instituto de Actuación de Montevideo (IAM). Ha actuado en más de 30 obras de teatro y es conocida por sus apariciones en televisión, participando en programas icónicos como Decalegrón.

Ahora se prepara para estrenar El bebé, obra de Christopher Durang, el próximo 11 de marzo en el Teatro Alianza, y para dar un taller de Expresión en movimiento en el recientemente inaugurado centro Panyaro.

Has trabajado como actriz, locutora, directora y docente, ¿hay alguno de esos roles en los que te sientas más cómoda?


Tengo la vocación de actriz, tengo la vocación docente y me gusta mucho dirigir. El teatro me ha enseñado mucho, por no decir casi todo. Sé que el teatro es el lugar del actor y es donde se forma, por lo menos en mi caso personal. Es una formación integral y a la vez muy exigente. Yo soy actriz de teatro, pero me he desarrollado en varias áreas y eso lo he aprendido en la marcha.

De todos los personajes que has hecho, ¿hay uno que te haya marcado particularmente?


Tengo recuerdos fantásticos de una madre que hice de Acassuso, obra que yo también dirigí. Me han quedado todos dentro siempre, permanecen, quedan como acostados en algún sitio. Y después esos personajes te dan herramientas para los que vienen. Por ejemplo, ahora estoy por estrenar y este personaje es nuevo, pero de alguna manera también es nutrido por otros recursos que ya tengo conocidos.

¿De qué trata esta nueva obra?


Estrenamos el 11 de marzo. Es una obra de Cristopher Durang, de teatro del absurdo. Tiene un humor muy fuerte con el sinsentido, con el disparate, pero en realidad el autor habla de una crisis humana y de los vínculos; que no sabemos ni quiénes somos. Me la pasó Álvaro Armand Ugón cuando estábamos haciendo Escenas de la vida conyugal, yo se la mostré a mis compañeras y Marisa Bentancur la quiso dirigir. Es una obra que tiene un texto genial.

¿Cómo definirías a tu personaje?


Se llama Flora y es la mamá de un bebé. Es un personaje que plantea una coreografía constante de estados anímicos. Tiene un comportamiento que, visto en el teatro, parece del absurdo, pero es alguien que podríamos ver en la vida real. Cuando vemos a los personajes que circulan en la calle, muchos parece que están sobreactuados. Es una madre que dice cosas geniales y cosas terribles, como las que decimos las madres, los padres y los hijos. Cosas que a veces se tornan miradas muy agresivas sobre los otros, porque tiene que ver con la crisis humana. Es una obra que me fascinó porque tiene todo: humor, profundidad, calidad. Y es de un autor que conocía, ya había actuado en otra obra suya que también dirigió Marisa. Es de esas obras que te llevan.

¿Cómo viviste el pasaje de las obras al cine?


La interpretación es siempre la misma o muy parecida, lo que cambia es el lenguaje, la adaptación a los diferentes medios. Tenés que conocer bien qué te exige ese medio para poder amoldarte y tener la posibilidad de ser flexible a eso. La cámara es algo que viene hacia tí y te lee, decodifica mucho lo que sucede; diferente es en el teatro que, aunque tengas que hacer ese trabajo, lo mandás con una energía diferente. 

¿Por qué tomaste la decisión de empezar también a dirigir?


Comencé a dar clases un poco antes de abrir el Instituto de Actuación de Montevideo, que tiene 15 años. El hecho de dar clases me ha hecho dirigir todo el tiempo, buscar los caminos para que los estudiantes puedan aprender. Así generé metodologías de trabajo propias, donde escribo con los alumnos en escena. Cuando empecé a trabajar con actores me di cuenta de que tenía muchas herramientas como directora. Igual, me tomé mi tiempo para dirigir, porque conozco mucho al actor, sé lo que le pasa, estoy de su lado. El teatro es del actor. Y es una artesanía saber dirigir actores y hacer una puesta en escena, porque es qué es lo que le viene mejor a cada uno, cuál es el mejor camino para cada actor. Yo le debo mucho a la IAM porque he trabajado mucho y he aprendido todos los días.

¿Qué tipo de actores buscan formar en el IAM?


Apuntamos a una formación profesional completa, buscando la interpretación de cada uno, no queremos que se parezcan a modelos. Trabajamos sobre el actor, no buscamos actores con una voz parecida a la de, con un cuerpo de, sino el artista que trae cada uno de ellos. Por supuesto, pasando por los autores, las metodologías y los grandes teóricos del teatro. La escuela tiene tres núcleos fundamentales que son desde la interpretación, desde la improvisación y desde el arte escénico. Tenemos también una formación esencial, porque creemos que es esencial en la vida de los seres humanos pasar por una formación artística y teatral, para el desarrollo de los sentidos, la comunicación y las inteligencias humanas.

¿Cómo es que se procude eso en la formación esencial?


Porque las dinámicas que se generan en una clase o en un escenario tiene que ver con la escucha, con el desarrollo de la sensibilidad, de la percepción, de los sentidos, con el ejercicio de estar todos juntos frente a la misma tarea. Porque hay toda una comunión sensible, creadora, creativa, donde empatizamos con el otro sin saber de él. Donde nos habilitamos, porque muchas veces en la educación formal o en las facultades todo lo que es el comportamiento debe ser de una manera, todo eso nos hace a una estructura que es necesaria, pero hay toda otra parte que también tiene otra estructura que nos libera y nos habilita a comunicarnos de otra manera. Donde la expresión, el lenguaje corporal y el lenguaje sensible, donde el juego tienen un lugar. El hombre a lo largo de la vida va dejando de jugar y eso es muy opresor, porque está en la naturaleza humana. Y te pone en contacto con cosas que no conocés de vos mismo, una parte que no está estimulada y está dormida. Uno puede creer que es inhibido o tímido, pero en realidad son prácticas y adaptaciones.