Lucía Severino golpea puertas que, sabe, difícilmente se abran, pero que con seguridad no se pueden derribar por la fuerza. Entre todos los caminos elige, casi siempre a sabiendas, el más difícil, y su militancia, si se puede hablar de tal cosa, pasa por cuestionar axiomas que, creíamos, estaban desde el principio de los tiempos.
Así, es una mujer al frente de un grupo de hombres que hacen música entre mutante y travesti, una piedra brillante y filosa que lastima al descuido. Así, también, pone voz de periferia a cuestiones universales y encuentra a Lou Reed en las ranas de las cunetas.
Los días (Ayuí, 2014), su primer trabajo discográfico junto a Tránsito, su banda, puso el listón bastante alto, pero ahora confía en pasarlo por arriba. "Fue un documento", dice, y apunta a un disco aún más elaborado. Desde hace unos meses viene tocando algunas de las canciones que formarán parte del nuevo material, que saldrá el año que viene, y que ya está grabando.
Antes de eso despedirá el 2016, con menos vocación de balances que ganas de mostrarse, el 27 de noviembre en la Sala Hugo Balzo del Sodre.
Ya en 2015 habías hecho un show importante a fin de año. ¿Te sirve para testear, con una cabeza occidental y estructurada, cómo fue el año que se termina? ¿Cómo le ha ido a Los días en los últimos meses?
Me parece que, con el disco, las cosas pasan por tiempos más particulares e irregulares. Ya cuando pasa la novedad es una especie de documento de lo nuevo que estamos haciendo. Estamos copados con el material nuevo, estamos ensayando, y ahora, si pienso en la música que hago, pienso más en lo que estamos haciendo ahora que en Los días. Pero lo escucho. En estos últimos tiempos lo estoy escuchando mucho más que antes, como para aprender de eso, también. Qué nos gusta de esto, qué no nos gusta. Tomándolo como lo que es, nuestro primer disco, un documento.
¿Y por dónde viene lo nuevo de Lucía Severino y Tránsito? Ya Los días no parecía un disco propio de la época...
Sí, es como atemporal. Y este viene medio parecido. Capaz que lo que lo diferencia del anterior es que el sonido de la banda está más empastado, el cuarteto básico de la banda, que somos Gastón; el guitarrista, Joaquín; el bajista, Fernando y yo, que somos como el dúo fundador, siento que hay como una intervención más regular de la banda, y hay un trabajo como grupo. En el disco anterior yo decidí más cosas, como más de dictadora. Ahora hay como una cuestión grupal en el sonido, la base está más fuerte ahí.
Hace unos días respondías en una nota que un disco que te había marcado era el New York de Lou Reed, y esa influencia para mí había pasado inadvertida, pero es cierta...
Sí. Yo me di cuenta de eso. Viste que Lou Reed tiene una forma de cantar medio hablada bien particular. No lo podés clasificar. También tiene una cuestión performática notable.
Claro, pero si a lo que hacés le metés dos violas rockeras y una base 4x4, como que por ahí te das cuenta, pero así, siendo mujer, con una orquestación distinta, es más difícil. ¿Esa originalidad es buscada o sale sola?
Es natural. De hecho, este disco en algún momento dije "bueno, vamos a ver si lo hacemos un poco más, no sé...", y en realidad, la realidad es la que manda. Las canciones son las que mandan. Yo me preguntaba por qué de repente se hacen presentes unas canciones y otras no. No es que todas sean composiciones nuevas, algunas no quedaron en Los días porque no entraron. "Alas", una canción que estamos tocando ahora, no fue al disco anterior, pero fue de los primeros que hicimos. Ahora sí, ahora va de cajón. No hay ninguna duda de que va a ir. Y es algo que me pregunto, por qué esa elección arbitraria. Hay temas que venimos tocando, que no estaban en Los días, y aparecieron de la nada para ese disco. ¡Yo qué sé! Es algo que no se puede cuestionar. Aparecen y son así. Me parece que es inclasificable, y no es muy buscado por nosotros, intelectualmente. Decir "voy a poner un tema así", no, para nada.
¿Qué es lo que buscás a la hora de componer, y qué respuesta esperás que te den las canciones? ¿Y para quién componés? ¿Para vos, para tu entorno íntimo, para un público imaginario?
Una vez que la canción entra al terreno de la banda es como el primer filtro. Hay canciones que ensayamos, dos, tres veces, y después no pasan ese filtro. Se tocaron alguna vez en vivo, y de repente no era el momento. Quedan ahí, como en stand by. Me pasó con otras que ahora estamos haciendo de nuevo. Creo que tiene que ver con lo que vivís en el momento, primero, personal. Teniendo en cuenta que vos no sos en el mundo un hecho aislado. Todo lo que pasa por vos tiene que ver con algo más global, a nivel político, social. Tus sentimientos personales están siempre teñidos de cosas así. En nuestro caso, lo que nos pasa, lo que pasa a nuestro alrededor, nos va moldeando. Primero componés para vos, en el sentido de que lo que sale, sale. Pero creo que también hay un trabajo de pensamiento en el otro. Porque si no, hacés demos, grabás, y te quedás ahí...
¿Y qué esperás del otro? ¿Que le guste, que se mueva, que te odie?
¡Qué sé yo! Que trascienda el mero sentimiento personal. Ser voz de otros. Que sirva de medio para expresar otras emociones. En Los días nos pasó con "Área metropolitana". Yo no dije "ay, voy a hacer una canción que retrate mi barrio". Salió, apareció. Y después pila de gente se sintió identificada. ¡Qué bárbaro!
Es que hay una realidad ahí que para los que vivimos en Montevideo, encerrados, por ahí es desconocida...
Sí, es parte de una identidad. Gente que después me dijo "ah, yo me di cuenta de que no eras de Montevideo porque hablaste de las ranas". Mirá, claro, un detalle que a esa persona, que escuchó la palabra "rana", le pareció maravilloso que estuviera en una canción. Tampoco es el medio del campo, ¿no? Es la Ciudad de la Costa, a 20 kilómetros. Pero tiene sus características. Cosas que te hacen, siendo de ahí, hablar de eso. No te das cuenta, pero decís "Barro de ciudad", y al que es de allá le remite a un montón de cosas. Evidentemente, también en mí salió por ese lado. Después, si la canción tiene que ver con eso, si las metáforas ilustran esa realidad, no sé. Creo que la música tiene que trascender lo personal cuando es comunicada. Hay muchas maneras. La poesía, por la belleza de determinadas frases, o por describir una situación. Me parece que tenés que lograr cosas que se salgan de la media en ese sentido.
Foto: Prensa Lucía Severino
Esa visión que planteás, como periférica, ¿te favorece como artista, no solo para componer, transmitir tu mensaje, sino para enfrentar la realidad al momento de tocar, de conseguir un escenario para mostrarte?
Hay como una discriminación del montevideano, me parece. O que, tal vez por no estar permanentemente en la ciudad, hay cosas que se te pasan, por no estar en tu día a día. Y lamentablemente cuesta generar focos culturales con la misma intensidad en otros sitios. Me encantaría que el foco cultural de Ciudad de la Costa fuera más fuerte, e irradie más posibilidades de desarrollo. Que no hubiera esa necesidad permanente de que Montevideo nos dé respuestas. Por una lado existe, y por el otro no, porque yo también me siento una montevideana más. Con el interior más profundo hay cortes más radicales. Nosotros somos una especie de "agregado cultural", y eso nos convierte en una especie de híbridos. Es difícil situarnos desde una identidad. Es otra cosa, otra vida, otro ritmo.
¿Está bueno?
No sé. Me parece que lo que faltan son políticas culturales que vayan a las manifestaciones de los lugares así.
¿Políticas "políticas" o políticas "desde abajo"?
Creo que entre la gente hay un poco más, lo que pasa es que faltan cosas, faltan acciones. No hay salas. Por más que quieras, por más que le pongas voluntad, no tenés dónde. Yo armé un proyecto para Fondos Concursables, y no puedo poner mi zona como lugar para actuar, porque no hay dónde, no existen lugares. Lo armé para ir al Politeama de Canelones, como para cambiar el foco de Montevideo, pero tampoco somos de ahí, estamos mucho más lejos de Canelones que de Montevideo. Somos mucho más ajenos a la movida de esa ciudad que la de la capital, es más manejable para nosotros pensar en una acción en una sala céntrica, donde entendemos más lo que pasa. Pero está el desafío de abrir un poco otros lugares.
Eso de andar golpeando puertas, buscar rutas alternativas para mostrar lo que hacés, también se refleja en la música, o al revés, porque las canciones también van por un lado menos obvio, por donde, a priori, no deberían ir... Y de ahí también su encanto, ¿no?
Sí, me terminan atrapando canciones que no deberían atraparme.
¿Qué te está atrapando ahora? ¿Qué es diferente a lo que te atrapaba en Los días?
Capaz que este sonido es más crudo, un poco más extremo. Hay sonidos más rockeros, más fuertes...
Hay una etiqueta que te pusieron, que es la de pop experimental... A mí no me parece que haya demasiado experimento. Son canciones, ¿no?
No sé qué es pop experimental. Yo me lo pregunté pila también...
De repente experimental es componer una canción en décimas sobre una base de trip hop...
Sí. Por ahí experimentar es animarse a salir de la fórmula que uno sabe exitosa. Ese es un camino andado. Hay cosas de la música que sabés que van a funcionar, y otras que no van a funcionar. Y nosotros siempre terminamos yendo por ese camino. Este disco nuevo capaz que ya está un poco más andado, más tocado, hay como una vuelta del público antes de grabar las canciones, que nos da cierta seguridad.
¿Y cómo es ese público? ¿Se identifica, además de con las letras, con la forma en que están vestidas?
Sí, claro. Si hiciera folklore llegaría a otro público. Que la presentación de la banda sea en un formato más de rock también acota su alcance, si bien adentro de ese formato hay mil variantes y posibilidades. La gente en algún casillero te va poniendo.
¿Te gusta estar en un casillero o te molesta?
Yo prefiero estar por fuera, con lo que eso implica. Cuesta mucho que los demás te ubiquen. "Ah, esta banda que hace... esta banda que es tipo...". Mismo cuando te preguntan: "¿Che, qué hacen?", es un momento medio incómodo. ¡Yo qué sé! Son canciones... Si digo canción de autor vos te imaginás una cosa más tranqui, más indie, y nada que ver. Es una mezcla complicada. Mi teoría es que, mientras las cosas avancen, están yendo hacia algún lugar. Si el reconocimiento llega cuándo y de qué manera es algo que no me estoy preguntando.
¿Hay una relación entre las canciones nuevas, un hilo conductor, o es más variado?
Me parece que están pasando cosas, a nivel social, que son muy fuertes, y hay una permeabilidad muy grande con eso. Con hablar de cosas que pasan, del estado general de la gente.
¿Te dejás influir por eso que pasa o te cerrás para no hablar de lo obvio?
Nunca hablo muy directo. Hay un tema que es como una cumbia. Podés pensar "ah, la cumbia está de moda", y capaz que sí, más allá de que es un género que, en su raíz, me gusta desde siempre, pero esta canción habla desde una visión femenina de ciertas cosas. Yo no me considero feminista extrema, pero creo que hay que hacer mucho por el tema de la igualdad. Mucho. Y en la música más.
¿Te cuesta, como artista mujer, acceder a ciertos escenarios?
Sí, creo que es más difícil. Hay como un juicio más exigente, de "a ver qué hace ella", como que la música entre hombres es más común. Una banda de cuatro pibes no te llama la atención. Ya si es una mujer que toca es más raro. Igual, siempre traté de no preocuparme por eso. A veces me encuentro en situaciones medio sospechosas, "che, ¿No se estará complicando por una cuestión de género?", pero después sigo. Creo que hay que seguir haciéndose lugar. Además, en mi banda son todos hombres. No busqué que fueran varones, ni me interesaría que fueran mujeres. Se dio así. Pero creo que está cambiando. Entre mis alumnos hay pila de niñas. Ya hay generaciones en las que se terminó esa cuestión de discriminación. Donde yo doy clases hay cinco chicas bateristas de 17 años, y tocan bárbaro. Está bueno que vean que en el grupo de docentes haya una mujer. Capaz que hoy, entre cuatro docentes, soy yo la única mujer, pero quizás mañana haya más. Creo que nuestra generación todavía arrastra un poco ese prejuicio. Mi militancia por ahí viene por ese camino. No sólo en una cuestión de género, sino de estilos, de búsquedas. Es difícil, porque es más fácil afiliarse a cosas que existen. Cuando sos medio independiente las cosas cuestan un poco más, pero como por plata no es... Lo que te queda es ser digno con vos mismo, hacer lo que se te antoja, y punto.
**
Lucía Severino y Tránsito Banda se presentan este domingo 27 de noviembre, desde las 20:30, en la Sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre. Las localidades anticipadas con bonificación están a la venta a través de Tickantel y en los locales de Redpagos, Abitab y Tienda Inglesa y en la boletería de la sala.
Con la entrada, el día del espectáculo, se entregará a los participantes un código de descarga para un adelanto del próximo álbum de la banda.
Tránsito banda es:
Lucía Severino: voz, teclados, programación y samples
Gastón Figueredo: guitarras
Fernando Servián: batería y voz
Joaquín Pena: bajo
Nicolás Soto: electrónica
Ana Oliver: coros