Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Diego Azar nació en Uruguay, pero se crió en Suecia. Hijo de padres profesionales, bolches y exiliados, en su casa no faltaban los discos de los Beatles, y cada tanto por ahí caía Daniel Viglietti. "Esa era la parte buena del Partido Comunista", dirá Azar, "que todos tenían cultura general. De lo que quisieras". De chiquito fue devoto de los primeros discos de Kiss y de los Clash, y, de vuelta al terruño, se hizo extranjero cuando no reconoció como propias las señales del rock nacional.
Guitarrista, cantante y compositor, ya de bien pibe acompañó a Chichito Cabral, Popo Romano y José Luis Pérez, entre otros, y desde 2008 lleva publicados, con su más reciente Tropicalgia (Ayuí, 2014), tres discos. El primero fue Almohadones (Ayuí, 2008), un trabajo recibido con regocijo y exaltación por buena parte de la crítica, y luego vino No (Ayuí, 2011), de Santo Azar, una suerte de agrupación deforme junto Santiago ‘Santo' Lorenzo, que además lo acompaña en esta nueva encarnación: la Orquesta Subtropical. Todo suma.
Tropicalgia es un disco de música tropical pero uruguaya. Cumbia, plena y candombe, clásico y moderno, con una lealtad desusada en un género que conoce de maquillajes, afeites y traiciones.
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Foto: Montevideo Portal l Gerardo Carrasco
De aquella infancia sueca, caracterizada por la ‘buena música', llegás a este presente de hacer una música considerada por la intelectualidad como menor, o ‘terraja'... ¿Cómo llegás a eso?
Bueno, pero la gente que escuchó el Almohadones, o el Santo Azar, que son los discos que hice antes, también cree que son una terrajada. Para mí no. Siempre me interesaron las cosas auténticas. Si querés, mi folklore es el punk. Cuando vine a Uruguay, escuchar rock en español me parecía muy raro. Eso a mí me sonaba terraja, algo rarísimo. Yo llegué a los 8 años, pero habiendo escuchado todo lo de los Beatles, y ya empezaba a tocar. La música era, es mi vida. Y bueno, la plena...
En los 90 fui al Euskaro con unos amigos de Pocitos, y vi a una banda, no recuerdo cuál. Sería el 91, ponele. Una salida pava, de adolescente, de ir a ver cuál era, y encontrar esa gente que tocaba ‘en serio', cosas que no estaban nada mal. Cosas muy complejas, y toques, además, que no eran los de Puerto Rico, que yo ya conocía. No era plena en sí misma, ni los diferentes ritmos cubanos. Era otra cosa, mucho más lenta, unos golpes que para mí son de candombe. Y bueno, me podía quedar en mi capricho europeo o ver la realidad, que era otras músicas, que no eran de las que yo venía. Sé tocar punk, pero no se me ocurre tocarlo, sería un estúpido. Para mí eso es de los 70. Después de los Clash, los Damned y esas bandas, ¿qué vas a hacer?
¿Por qué? ¿Por agotamiento musical?
Y puede ser. La música, para mí, tiene que ser fresca. A mí lo que me gusta es la música. No me interesa ni la antropología ni la sociología. Me interesa la música, y cuando está fresca, cuando se está inventando, cuando tiene esa adrenalina, tiene una sal, una cosa que, cuando se reinventa, o se copia, la pierde. Este disco que hicimos es plena, pero estéticamente viene de 2004, de la ‘Cumbia mambera', que es un tema de mi primer disco. Que aparte, para mí es una cumbia siendo un candombe, porque el bajo, en vez de hacer el tambor, hace el paso del tamborilero 'pum, pum, pum'. Por eso tiene ese tiempo a tierra, pero la melodía y la viola, ¡es Mateo! Es otro género, pero parece una cumbia. Pero siempre estuve en eso, incluso antes.
Bueno, no podés tocar punk porque es ‘viejo', pero esta música también es vieja y si se quiere hasta conservadora...
Sí. Lo que pasa acá con la plena danza es que es otro ritmo, y componiendo me doy cuenta que hay cosas que tienen una importancia contextual, que importan en el disco en que están, y que fuera de eso no tienen sentido. El punk, filosóficamente, está en todo lo que hago. Y estéticamente, en los toques que tengo, también aparece. Es lo primero que toqué. Y la Orquesta Subtropical no es una repetición de la plena danza uruguaya. Creo que es otra cosa. No hay copia. Todo tiene sentido conceptual. Hay dos temas, el ‘Gato decimal' y el ‘Gato triste', que hicimos con el Santo, que están en los discos anteriores, y que son pequeñas piecitas unidas en forma de collage, y el verdadero disfrute musical de eso es el cambio, más que la célula. Imaginate eso, que ahora se hizo en banda. Ese Santo Azar más la banda derivó en la Orquesta Subtropical, y la suma genera ese cambio de perspectiva. No tiene nada que ver la comprensión de un tipo que escucha solo este disco que el que escuchó el Almohadones, No, y ahora este. Nada que ver. Van a escuchar cosas completamente diferentes.
¿Hay una coherencia entre los discos?
No es que haya una coherencia. Justamente esa sorpresa es la gracia. Estamos en 2014... ¿qué vas a hacer? Es eso. La Subtropical se materializó en 2009, y tocaba solo en whiskerías, esa era la idea. Incluso hubo toques de Santo Azar en los que se trataba de que después la gente fuera a ver a la Subtropical.
¿Y funcionó?
No (risas).
El público de whiskería debe ser bastante interesante...
Es que es el público correcto. Si vas a tocar plena, ¿vas a tocar para un guacho que escucha solo rock and roll? No entiende nada. Ahí no. Lo que escuchan esos tipos es en serio. Si vos no tocás bien, no existís.
Foto: Prensa Orquesta Subtropical
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El inevitable hombre blanco
Ese punk primigenio que Azar reconoce en su obra implica también un enfrentamiento con fenómenos culturales de esta época, que se erigen como fundacionales, despreciando o ignorando, en el mejor de los casos, el 'tam tam' de sus antecesores. "A mis discos los entienden los tipos que viven en esta época", dice.
¿Qué quiere decir esto? Que debería tener gustos acordes a su época, quiere decir que tu historia es innegable. Lo de tu país y lo del mundo. Ignorarlo es de ególatra, y yo no soy egocéntrico en ese aspecto. Siempre estuve curioseando. Tuve la misma actitud que tuvo cualquier músico en la historia. Los Beatles tenían esa actitud. La forma que tiene la revista Rolling Stone de divulgar a los Beatles no tiene nada que ver con lo que los tipos eran, que incluso eran amantes de la música contemporánea, por ejemplo. No era solo Frank Zappa el que escuchaba música contemporánea. Se llegó a decir que lo que yo hacía era una música contestataria, y en realidad estaba haciendo lo que tenía ganas de hacer y de escuchar. Hice una cosa natural que se hizo en el Uruguay toda la vida: editar algo que no se hubiese hecho.
Bueno, pero hace tiempo que no se hace ‘eso' en el Uruguay, sino más bien, en general, lo contrario: la repetición, o la reformulación.
Yo me crié con los veteranos, con la generación de los 60. Empecé a tocar de muy chico, y tuve la gran suerte de tocar con grandes músicos. Filosóficamente no tiene sentido hacer otra cosa, me aburriría. Pero tiene que ver con lo que es el arte en el 2014, en la era de la información. Creo que Almohadones es reflejo de esta época, igual que la Subtropical, pero escuchada en esa seguidilla. Si lo escuchás así, sí me parece que es arte del 2014. Si no, capaz que es un disco más. No entiendo a la gente que hace cosas que ya se hicieron 78.000 millones de veces, no entiendo por qué las hacen. Yo no lo entiendo, no digo que esté mal hacerlo. De hecho, todo el mundo hoy hace eso, por algo será. Tal vez esté equivocado, pero mi espíritu pide otra cosa. Pide lo que toda la historia de la música le pidió a la música: adrenalina. No quiere decir no pensar, no intelectualizar, pero primero es lo otro, tener el espíritu afinado para que, cuando hay algo ahí, vos lo percibas.
El periodista argentino Enrique Symns dice que el artista debe ser chamán, hacerte reír o llorar sin que puedas evitarlo, y, si no lo logra, fracasó...
Hay algo de eso. Pero las Ciencias de la Comunicación te muestran las herramientas ‘científicas' para obtener esos resultados, y eso tampoco es arte. Hay que estar muy atento. La nuestra es una generación criada para percibir las formas de creación de la publicidad. Y la publicidad no es arte. En el momento en que eso esté completamente mezclado, perdiste. Hay tipos que son muy astutos y saben hacer eso. Mateo no hacía eso. Los Clash no hacían eso.
¿Y cómo hacés para separar las cosas, para evitar hacer esa trampa?
No la hago. No tengo tele desde el 99...
Pero está en el aire...
Sí, pero me encerré. Años. Antes de internet, de todo esto. Me pasé muchos años encerrado. Nunca me vi a mí en la tele, y eso que en esa época salía todos los días, porque tocaba con Popo Romano y aparecía en tres videos que pasaban a cada rato. Y cuando empecé a ir a los canales me di cuenta de que no me interesaba participar de todo eso. Por desconfianza. Por no creerme un súper hombre. Yo sabía que ahí había un montón de golpes bajos que iban a intervenir en mi forma de crear, y que yo no dominaba. Yo era consciente de que no los dominaba, no me creía capaz de hacerlo. Nunca me creí un crá. Supe ser humilde ante un inmenso monstruo que, en el fondo, es el capitalismo.
Foto: Montevideo Portal l Gerardo Carrasco
Bueno, viste que, al final, es una música contestataria. Al menos se opone al capitalismo...
Es entender la música del tiempo que vivís, más allá del capitalismo. El arte en sí mismo siempre se ha enfrentado al poder. Mozart se enfrentó al poder. ¿Por qué lo tiraron en una fosa común? Por ser amigo de los cortesanos seguramente que no.
Y esta Orquesta, que tiene un público potencial más amplio que tus proyectos anteriores... ¿funciona bien en términos económicos y capitalistas?
No, no, no, no. Sigue siendo tan under como todo lo demás. Y ojo, que en ese disco tocan todos ‘nenes'. Carlitos Fortes canta de verdad y no se queda en ningún lado, y está con nosotros. Y esos nenes no tocan con nadie, y acá sí. En el Barrio Sur hemos tocado bastante, nos conoce mucha gente. Hicimos cumpleaños de negros, fiestas, todo ese tipo de cosas, y nosotros estamos ahí. Sin cobrar un mango, como debe ser. La música es de los negros. Nosotros le debemos todo a los negros. Todo. El que no entienda eso, no entiende nada. No entiende de qué se trata el arte popular. Es lo mismo que en ese video de Lennon, que toca con Chuck Berry y se le pone a hacer una segunda guitarra atrás, onda ‘mi maestro'. Hay que entender de dónde vienen las cosas. Todo se lo robamos a ellos. El blanco roba. La mayoría roba. Hay que tener mucho ojo ahí. En el disco hay una llamada, que hice yo, con todo el amor y la humildad del mundo, hacia todo lo que aprendí ahí. Y que a los tipos que tocaron les encantara para mí es el máximo halago artístico que tuve en mi vida. Te regalo todo lo demás.
La Orquesta Subtropical presenta su disco "Tropicalgia", en sus Noches de Tropicalgias
Viernes 8, 15 y 22 de agosto a las 22 horas, en Periscopio Casa de experiencias artísticas
(Jackson 1083 esquina Durazno).
Entradas a 150 pesos en puerta los días de presentación y se pueden reservar por el correo [email protected] o por el 099255760. La capacidad es limitada.
Escuchá "Negra Sofía"
Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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