Una tarde de abril, José Gómez pinta en su casa, en España. Le gusta la pintura, y es una actividad que, dice, ha aprendido a realizar con cierta decencia. Suena el teléfono. Llaman desde Uruguay, y es entonces Dyango el que contesta, y no Carlos, aunque hace años que el hombre y el personaje se fundieron en una misma persona.

En pocos días, Dyango hará los trámites de embarque para una nueva gira, la enésima, que lo traerá de vuelta a Latinoamérica, donde es ídolo desde hace varias generaciones.

Dueño de una voz sino excepcional al menos efectiva, de un histrionismo singular y un carisma a prueba de obuses, este músico formado en la Academia y de inclinación jazzera, que cambió su nombre de bautismo por el de Dyango en homenaje a Django Reinhardt, edificó su carrera a fuerza de canciones de amor.

Desde hace más de cinco décadas cultiva la canción de cuño romántico que conocemos con la etiqueta de amplio espectro de melódico internacional, incursionó en el bolero y se atrevió al tango, donde encontró amistades insospechadas.

La voz de Dyango está en el inconsciente de la mayoría de los rioplatenses, aun de quienes juran no saber de quién se trata. Sus canciones fueron y siguen siendo números puestos en programas de fin de semana, Navidad y Año Nuevo, y sus penas y alegrías en piezas de tres minutos se desperdigaron sin intermitencia en miles de hogares en vinilos, cassettes y compactos a lo largo de diez lustros. Y si no me cree, sintonice Aquí está su disco cualquier tarde de estas.

El próximo 10 de mayo este catalán de 76 años, de principios firmes y pagado de sí mismo, que abomina del reguetón, se deleita pero también sufre con el Barça, extraña la voz de Goyeneche y el saxo de Brecker, volverá a presentarse en Montevideo, dos años después de la que anunció como su última gira, y en el marco de un nuevo tour que no puede asegurar que sea el definitivo.

*

Vuelves a Latinoamérica, ¿Recuerdas qué número de visita es?

No, hace muchos años que perdí la cuenta. Hace 50 años que vengo para América, he hecho muchos viajes. Es imposible recordar cuántos.

¿Eso es bueno o malo?

Hombre, creo que eso es bueno en la medida que he viajado mucho, y si he viajado es señal de que me han querido mucho.

Hace un par de años amenazaste con que era tu última gira y ahora, con Si tú me dices ven... reincides en un nuevo tour...

Yo tenía en el pensamiento de terminar con esa gira. Por mi edad. No dejar la música, que es toda mi vida, pero en cambio terminar las eternas giras que he hecho en mi vida. Pero no he podido. Primero porque la canción me sigue volviendo loco, y porque la gente me lo pide. Hoy en día, a través de los medios de comunicación tremendos que hay, es un constante pedir "Dyango, por favor, no nos olvides, regresa". Y bueno, como me gusta mucho cantar y pienso que se lo debo, termino volviendo.

¿Quién pesa más en esa decisión? ¿Dyango el cantante o José Gómez, que quiere quedarse pintando en la casa?

Ya hace mucho que no hay diferencia entre ambos. Ahora mismo estoy pintando. He pintado durante más de un año seguido, en ese año sabático que me tomé. Quiero volver a cantar, a subir a un escenario y estar con mi gente.

El año pasado sufriste un accidente de tránsito; ¿Cómo quedaste tras ese episodio?

Fue en Los Angeles, dos días antes de una actuación. Me arrolló un coche y me dejó con seis costillas rotas, hecho una mierda. Y las costillas se tienen que soldar solas, no hay medicina para ello. Pero ya estoy recuperado, gracias a Dios. El problema es que con las costillas rotas no podía cantar.

Y antes tuviste un infarto... ¿En esas ocasiones tuviste miedo de morir?

No, no, no. No lo vi tan grave. Desde mi punto de vista no. Los médicos decían que sí, que era grave, pero yo no. Fue rápido, no tuve que hacer mucho tiempo de cama, ni nada, y hace años que no me lo recuerdo.

Llevas más de cinco décadas de vigencia, pero parecería que no hay demasiados sucesores de la canción romántica, y hoy los artistas van tras otros estilos...

Para mí, el reguetón y todo eso es un desastre. No hay una palabra de amor, no hay una melodía que tú puedas decir "¿Cómo se ha parido esto tan bonito?". Es así, una de las cosas más feas que he escuchado en mi vida. Y con permiso de la gente que hace ese tipo de música, creo que es un desastre.

¿Se puede seguir cantando canciones de amor como está el patio, no solo por cómo está el mundo hoy día sino por el desarrollo que ha tenido la música en las últimas décadas?

Cualquier tipo de música, desde Beethoven, pasando por Bach y todos los clásicos, siempre es romántica, siempre te hace sentir cosas en el corazón. Y en el corazón hay romanticismo. Entonces, haya o no una letra de por medio, hay romanticismo. Cuando escuchas una sinfonía de Bach se te llena el corazón lo mismo que Michael Brecker, que en paz descanse, tocando una melodía en su saxofón.

¿Y el tango?

El tango es la expresión máxima de toda Latinoamérica. Para decirte algo: el tango es la expresión de la gente que sabe de música junto con los poetas. Ningún chaval de hoy en día puede hacer canciones que tengan la fuerza tremenda del tango. El tango es lo más grande.

Es un poco desalentador que ya no haya compositores como aquellos...

Es que, quizás por hacerse la moderna, mucha gente pasa del tango. Pero hay un momento en la vida de todas las personas que gustan de la música, que caen en el vicio del tango. Porque el tango es un vicio. Caen y dicen "¡Qué bonito es esto!". Es primordial el tango. Gracias a Dios he conocido grandes autores, grandes compositores, grandes poetas, haciendo letras que ya no se hacen. El Polaco Goyenenche, amigo del alma, enseñó la forma en que se puede interpretar el tango. Porque aparte de la poesía y la gran música, el tango es interpretación. Nadie puede cantar tango si no ha nacido en el Río de la Plata. ¡Fuera de Dyango, claro!(risas).

¿Cómo explicas que la gente que quizás no te escucha habitualmente sí conozca tus canciones?

La cosa es muy sencilla. La familia, los papás, la tía, la abuela, quien sea, siempre pusieron la música que les gustaba, y la música romántica siempre tuvo buena aceptación. Y los hijos aprendieron de todo eso. Por eso hay canciones que no pasarán nunca. Habrá otros cantantes que las volverán a cantar, y siempre habrá alguien al que le gustarán. A mí me sorprende ir a un programa de televisión y ver cómo niños de 5, 6 años me cantaban el "Corazón mágico". Seguramente cuando sean mayores, se la enseñarán a sus hijos.

¿Abandonaste el jazz?

No, qué va. Es mi vida. Yo soy músico de profesión. Estudié en el conservatorio, toco la trompeta y el violín, y he sido fanático del jazz, junto con el tango y el bolero toda mi vida. No ha habido cosa más hermosa para mí que un saxofón bien tocado, un trompetista afinado y con gusto. Sobre todo, el gusto. Es primordial.

¿Te gusta el jazz que se hace ahora?

Me sigue gustando. Hay nuevas maneras de decir la música, y que también tienen su importancia. Imagínate lo que todavía saldrá de la música jazzística.

¿Qué futuro tendrá la música romántica cuando ya no estén los grandes intérpretes de tu generación?

Siempre habrá música romántica, porque la música es romanticismo, la cante Dyango o Peteco de los Palotes. Las cosas que te hacen saltar una lágrima son puro romanticismo.

¡Y tú sí que has hecho llorar a la gente!

Bueno, mejor para mí. Se ve que lo he sabido hacer. No me da vergüenza decir que escuchando una balada de Michael Brecker se me han saltado las lágrimas de emoción. De ver cómo se puede, sin una letra, decir tantas cosas.

¿Y qué es más difícil, decir cantando o con un instrumento?

Hombre, la letra es una ventaja. Lo bueno es llegar al punto en que, sin haber una letra, puedas decir esos sentimientos.

¿Pero prendes la radio y escuchas habitualmente algo que te conmueva?

Tiene que ser algo muy importante para que realmente me haga tilín. Algo que digas "¡Hostia!, ¿Cómo se puede hacer algo tan bonito?". Por lo general lo encuentro en la música clásica, el tango, el jazz. De ahí no me aparta nadie.

Como catalán e independentista que eres, ¿Cómo ves el panorama hoy?

Siento, como muchos millones de catalanes, el deseo de poder lograr algún día lo que se ha luchado a lo largo de la historia. La historia dice que Cataluña es un país diferente, con su idiosincrasia y sobre todo, con su manera de hacer y de pensar y de ser del catalán con respecto del resto de la gente de España. ¡Cuidado! Sin menospreciar a nadie.

Y no puedo dejar de preguntarte por el Barça...

Hoy estoy cagado [la entrevista se realizó horas antes del partido entre Atlético de Madrid y Barcelona por los cuartos de final de la Champions League, que terminó con victoria para los de la capital por 2 a 0]. Estoy muy cagado porque el Aleti es un gran equipo, es muy fuerte y está dirigido por el Cholo Simeone, que sabe lo que hace. Pero pienso que Barcelona tiene al mejor jugador de la historia, que es Lionel Messi.

¿Mejor que Maradona?

Sí. Yo soy amigo de Maradona, y nos hemos querido y nos queremos aún, pero como Messi no ha habido ninguno. Y él también lo sabe. Los únicos que no lo saben bien son los argentinos, que se meten en contra de Messi cuando es Dios en el fútbol.

¿Y cómo estás viendo a Luis Suárez?

Es una locura también. Cuando menos te lo piensas, lo mejor puede estar. No te exagero. Puede estar una hora sin tocar pelota, pero cuando la toca, la emboca adentro. Es decisivo.

*

Dyango se presentará el 10 de mayo, desde las 21:00, en el Palacio Peñarol, en el marco de la gira Si tú me dices ven... Las localidades están a la venta en Tienda Inglesa y Redpagos.