Uno
Eran los 80. En Argentina, los militares resolvían dejar el gobierno; Raúl Alfonsín, de tupidos bigote y promesas, decía que con la democracia se comía, se curaba y se educaba, y era el reinado indiscutido de la bambula, el jean nevado, el punto inglés y algún que otro acuartelamiento de Semana Santa. Días de raros peinados nuevos.
Charly García grababa por entonces sus mejores trabajos, artistas como Alejandro Lerner y Raúl Porchetto empezaban a irse al descenso, y en el sótano carajeban Los Violadores, Sumo, V8 y los Redonditos de Ricota. Así las cosas, en el living de la clase media argentina (del medio pelo, en términos jauretchianos), todo era fiesta y se vivía en presente continuo y a todo color. Musicalizaban la fiesta Los Twist y Viuda e Hijas de Roque Enroll. Los primeros, varones (casi todos), tan procaces, ramplones, escatológicos e iluminados como lo permitía la época. Las segundas, mujeres (casi todas), una postal camp y chillona que, detrás de su apariencia naif y frívola, se traía un arsenal de humor e ironía sobre cuestiones femeninas y no tanto como el noviazgo, la depilación, la familia, el estatus quo y la modernidad. Allá ellas.
Dos
De aquel cuarteto inicial con Mavi Díaz en voces, Claudia Sinesi en bajo y voz, Claudia Ruffinatti en teclados y voz y María Gabriela Epumer en guitarra y voz solo falta la última, que murió en 2003. Así que estas son las Viudas de hoy, tocadas otra vez por la varita del hada, a tres décadas de su debut, con una telenovela que las homenajea desde el título, una vuelta al ruedo por todo lo alto, y un disco nuevo (Perlas y diamantes, Sony), que es un grandes éxitos pero grabado ayer y con tres canciones nuevas tan de antes, tan de ahora.
No es la primera vez que vuelven. Ya entre el 94 y el 95 metieron varios Prix D'Ami y Roxys, y en 2004 se juntaron para recordar a Epumer, a un año de su muerte. “Nos reunimos porque nos lo pidió la hermana de María Gabriela”, dice Claudia Sinesi. “Pensábamos que no íbamos a poder volver a tocar sin ella, pero descubrimos que no solo podíamos, sino que no debíamos frenar nada, porque ese era un pensamiento muy de María Gabriela, de ir para adelante. Es fuertísimo, pero lo estamos pudiendo hacer, muy contentas, muy felices”.
Foto: Prensa Viuda e Hijas/Sony
Tres
Era la época en que alguien bajaba la púa sobre el vinilo y no la levantaba más que para dar vuelta el disco. Era aquello de “lollipop lollipop pambáp parábará lollipop lollipop, turuntuntun tun tun, tun”, y los asaltos de aquel lado y los bailes lluvia de acá las tenían como animadoras full time. “Lollipop”, sí, pero también la versión de “Bikini a lunares amarillo”, “Tras la medianera”, “Hawaiian Twist” y “La familia argentina”. Canciones en las que, tras una lectura aggiornada de géneros como el twist y el calipso reprocesados en plan new wave, las Viudas podían mostrarse cachondas, irónicas o desencantadas. Solo ellas podían cantar “vení Rogelio, vení mi amado, vení apurate, revolveme el estofado” y que la platea de matiné de Badía & Compañía no incendiara el canal horrorizada.
“Mucha gente se quedaba con la primera parte”, dice Claudia Sinesi. “Hay muchos, nos lo están confesando ahora, que eran niños en aquella época, cantaban las letras pero no sabían qué querían decir. Con el tiempo se fueron dando cuenta de lo que cantaban”.
Cuatro
La memoria me puede traicionar, pero es casi seguro que haya sido en 2002. María Gabriela Epumer, ex Viuda e Hijas... y por entonces guitarrista de Charly García, había publicado Pocketpop, un simple de deliciosas canciones y envase warholiano, y cayó a presentarlo en Montevideo. “Para la época nos tenían así, medio menospreciadas. Que éramos mujeres, que vendíamos discos, que tocábamos en lugares multitudinarios, que nos pintábamos, que nos poníamos trajes raros... ¡qué sé yo!, ¡éramos un plomo para la gente estática y rígida! Era muy difícil adaptarse a esa nueva forma, pero de pronto muchos músicos se empezaron a batir el pelo, a pintar los pómulos, no sé por qué razón, éramos un poco ‘de avanzada’ para la época”, me dijo María Gabriela Epumer, en una nota que se publicó en una revista que ya no existe*.
Ahora, un millón de años más acá, Claudia Sinesi dice que no se dieron cuenta en el momento de lo que estaba ocurriendo. “Estábamos todo el tiempo trabajando. Eso que nos pasó al principio, que conocimos al productor y nos dijo: ‘Chicas, tienen un mes para grabar un disco’, y nosotras teníamos un tema. Y lo hicimos. Fue mucho, mucho, mucho trabajo. Tanto que cuando salíamos del estudio, el mundo exterior ya sabía de las Viudas, pero no sabían que éramos nosotras”.
Y les arrancaron los pelos, las persiguieron, les arrebataron autógrafos y las convirtieron en las primeras pop stars de la Argentina y alrededores, antes de que a los genios de la industria se les ocurriera sacar bandas de reality shows. “No tocábamos el piso con los pies. Todo era muy vertiginoso”, dice Claudia Ruffinatti.
Todo eso se derrumbó por el 86, o un poco más, cuando se vio que con la democracia se comía salteado, no se curaba nada y se educaba mal, y fue un chau a la banda. Terminó el conjuro, y otra vez, el zapallo y los ratones. “Simplemente nos separamos”, cuentan.
Claudia Ruffinatti cuenta que en ese momento se dio “una situación acompañada por el entorno socioeconómico del país. Todos los grupos estaban emigrando a países de habla hispana, y nuestra compañía discográfica quebró. Hubo también algún contratiempo e infelicidad con los representantes artísticos, y quedamos medio huérfanas. El grupo se disolvió, pero no nos peleamos ni nada”.
Foto: Prensa Viuda e Hijas/Sony
Cinco
Hoy, las Viudas están de regreso. El rock mutó, cambió de piel, se reencarnó y se travistió en cientos de muecas distintas, pero la propuesta del viejo grupo sigue siendo la misma, tan vigente como tres décadas atrás.
“Todas las canciones están basadas en alguna cosa que nos pasó a nosotras, de alguna frase inspiradora que surge cuando estamos conversando. Sigue existiendo esa magia. Lo que ocurre con nuestros temas, nuestras canciones, es que nos divierten a nosotras. Si pasa eso, sabemos que a los demás también les va a gustar”, cree Claudia Ruffinatti. Intuición femenina le llaman.
Seis
Era, otra vez, 2002, y María Gabriela Epumer decía que no tenía nostalgia de los años de Viudas. “Fue una época de adolescentes, que nos divertíamos con cualquier cosa, de ingenuidad. Fue ese momento. Y esas personas. Con las chicas estamos siempre en contacto, vía e-mail, somos muy amigas, pero estamos cada una en cosas distintas, y no me veo otra vez en eso. De repente si volviéramos sería otra cosa, y no sé si va a estar bueno; no me gustan las vueltas que no son apasionadas”.
De vuelta al más acá, Claudia Ruffinatti tampoco siente nostalgia de aquellos años locos. “Tal vez hace unos años, si escuchábamos algún tema nos podía dar sí cierta nostalgia, pero estamos juntas de nuevo para tocar. Más que nostalgia, emociona que en una fiesta pongan un tema nuestro. Es una alegría”.
Alegría parece ser, entonces, la palabra. “Cada vez que nos juntamos se repite esa química de siempre”, dice Claudia Sinesi. “Por eso podemos decir que la magia existe, y en esa magia está incluida María Gabriela. Ella era una parte muy graciosa de todo esto, muy divertida. Siempre es inspirador recordarla, no es un bajón. Creo que cada una tenía que crecer, como en una familia. Llega un momento en que los chicos se van de la casa, y acá las chicas se tuvieron que ir de la casa para crecer un poco y ahora volvemos con todo. ‘Ludovica’ dice que se alinearon los planetas, y creo que pasó eso. Que los planetas se volvieron a alinear y sucedieron muchas cosas para que nosotras volviéramos. No es fácil que esto te pase en la vida. Imaginate si te pasa dos veces...”, concluye.
* La entrevista completa puede leerse en este enlace
Viuda e Hijas de Roque Enroll presenta Perlas y diamantes el 26 de noviembre en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, y vendrá en el verano por Punta del Este y quizás Montevideo. Perlas y diamantes (Sony) está a la venta en todas las disquerías.