Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Y ahora qué pasa

Conversamos con Julio Breshnev, de Vetamadre

La banda argentina Vetamadre se presentó en Montevideo conversamos con Julio Breshnev, su cantante y guitarrista.

03.06.2015 16:41

Lectura: 7'

2015-06-03T16:41:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Vetamadre se formó hace casi dos décadas en Buenos Aires, y ha logrado transitar con salud un periplo que arrancó con el dólar a un peso y pasó por el helicóptero de la vergüenza, los cinco presidentes en una semana, el desastre de Cromañón, la muerte de Omar Chabán y la pérdida de la inocencia.

Pero hay que ir más atrás para encontrar la raíz de todo esto, y trasladarse a los dorados 80, cuando Julio Breshnev, cantante y guitarrista de Vetamadre, militaba en Cosméticos, una formación de raros peinados nuevos en plan casi new romantic, y que duró lo que duraban las bandas en esa época: lo mismo que algunos australes en el bolsillo.

Vetamadre lleva 19 años de carrera y ocho discos, y en pocos días estará en Montevideo, para presentar Ahora (Sony Music, 2015), su trabajo más reciente, que marca, además de una consolidación estética, el paso que muchos grupos desean dar y otros tantos temen: pasar a trabajar en un sello multinacional, cerca de las grandes figuras, pero alejados de los mimos de la producción casi artesanal.

Vos comenzaste a tocar en bandas en la segunda mitad de los 80, por lo que transitaste casi 30 años del rock argentino. ¿Qué creés que se perdió desde aquella época y rescatarías para el presente?


Creo que solo fuimos creciendo y profesionalizándonos en cuanto a los lugares para tocar, mejores sistemas para que tanto el público como los músicos puedan disfrutar más de la experiencia en vivo. El respeto hacia el público en general por parte de organizadores y propietarios de boliches ha crecido, en muchos casos, y sobre todo teniendo en cuenta la tragedia de Cromañón; ha sido a la fuerza, pero en definitiva creo que estamos tanto mejor hoy como músicos y como público para ver rock en vivo. Y el público en general también ha crecido y madurado en cuanto a la tolerancia por otros géneros y estilos, la convivencia gracias a los festivales. Incluso los arreglos económicos con la industria también son más justos hoy en día como consecuencia de la evolución tecnológica, las redes y la caída en ventas discográficas. Podría ponerme romántico y nostálgico y decirte que se perdió la manera de hacer las cosas desde abajo y por cuenta propia, pero creo que hasta eso se ha facilitado, y existen tantas maneras nuevas de mostrar tu música, acceder a información, llegar a tener equipamiento digno… Y hay algo más que ha cambiado: en la Argentina, la mayoría de la gente que llegaba a cualquier bar, y veía que estaba tocando, o por tocar, una banda, decidía irse, y hoy los argentinos están más abiertos a escuchar nuevas propuestas. Lo único que pasa, incluso como consecuencia de todo lo anterior, es que hay muchas más bandas, muchísima más música al alcance de todos, que se complica mucho para el que recién empieza. Pero hasta eso es relativo con la cantidad de herramientas que surgen todos los días para hacer llegar tu música a quien quiera escuchar. En definitiva, no rescataría nada, estoy feliz viviendo este presente, este "ahora".

 

Hablando de presente, justamente, en un disco que se llama Ahora. ¿Por qué bautizar así a un trabajo "de la madurez", por decirlo de alguna manera, con un título tan "urgente"?

¡Jajaja! ¡Madurez y rock no parecen llevarse bien! Yo nunca, en toda mi adultez, me sentí tan presente, tan viviendo el momento, tan afuera de los laberintos de mi mente como ahora. Fernando Ruiz Diaz, de Catupecu [Machu], me decía el otro día, acerca del nuevo trabajo: "no me malinterpretes, pero este es su disco más maduro, todas las canciones dan en el clavo", y nos reíamos, porque no está bien visto madurar en el rock, y a la vez es raro tener finalmente un disco tan inmediato, tan urgente, tan "liviano", y que encima se llame Ahora y sea la consecuencia de una maduración.


Queríamos un disco como este desde hace varios años, los últimos dos fueron una búsqueda para llegar a esto que recién logramos ahora. Terminaban siendo discos de transición... Queríamos volver a la inocencia de Ruido del mundo, nuestro primer trabajo, del 98, pero con toda la experiencia que nos dieron estos 17 años de componer, tocar, grabar y girar. Nuestros siguientes trabajos después de Ruido... fueron complicados, rebuscados, teníamos tanto para decir, y estábamos tan angustiados por el despertar místico, por la opresión de estas ciudades tan grandes y despersonalizadas... Pero una vez que dijimos todo eso fuimos sintiéndonos más livianos, y con ganas de meternos en otros terrenos, sin abandonar nuestro estilo. Pero lo que ya hicimos, ya lo hicimos, no somos una banda que quiera repetirse. Y como siempre digo, el rock es un trayecto, no se llega a ningún lado nunca. Lo que pasa es que a mayor trayecto recorrido, mas trayectoria tenés, más experiencia fuiste ganando, y si sabés capitalizar esas cosas al fin te resulta más fácil lograr lo que querés, más seguro estás de lo que querés. Nos pasamos muchos años sin querer romper el cascarón, sin salir del circuito, en la sala de ensayo, en los mismos miedos. Nos convertimos en los hombres que soñábamos ser cuando éramos chicos. Y nunca quisimos volvernos unos viejos de mierda, acomodados, quejosos y jubilados, sino todo lo contrario: viejos sabios reaprendiendo a jugar.

Tienen casi 20 años de carrera independiente, y para este último disco firmaron con una compañía grande. ¿Por qué ahora sí y antes no? ¿Hay o hubo temores o prejuicios en ese sentido?

Lo que más hubo fue la necesidad de decir las cosas a nuestro modo, sin presiones, sin nadie que nos diga cómo hacer las cosas. Entonces, cuando apenas empezamos y nos cruzamos con un director artístico de una compañía que nos pidió más canciones iguales a la única que le gustó, le dimos la espalda a la industria y decidimos hacer nuestro propio camino solitario, sin pertenecer a ninguna tribu, sin ser parte de la moda. Y fue difícil pero muy gratificante en cuanto a lograr que nuestra música se describiera con una sola palabra, y que esa palabra fuera Vetamadre.

Ahora ya tenemos una trayectoria, una identidad, nos ganamos el respeto de nuestros colegas, de cierta prensa especializada, e, increíblemente, de la industria. Nadie va a venir a decirnos como peinarnos, o como vestirnos, y mucho menos qué música hacer. Es el momento justo para encontrar un aliado dispuesto a ayudarnos a que nuestra música llegue a más gente. Y todo esto que te digo incluye obviamente miedos y prejuicios. Pero sabemos que es el camino inverso al que han hecho muchas bandas que manejan géneros o estilos más populares, más digeribles.

Luego de tantos años de estar en carrera, ¿hay oídos para cosas nuevas o se aferran a las influencias más clásicas? ¿Qué han escuchado en los últimos tiempos que les resulte inspirador?

De alguna manera eso es parte de nuestro problema, siempre fuimos para adelante, siempre estamos ávidos por encontrar algo nuevo que nos emocione o nos inspire, y lo vamos incorporando a lo que somos. Y digo que es un problema porque habría sido más sencillo aferrarnos a nuestras primeras influencias y emularlas, así todos ya sabrían de qué va Vetamadre. Hay oídos para cosas nuevas, pero es cada vez más difícil que algo te sorprenda. Incluso, todo va tan rápido que cuando mencionamos cosas "nuevas" que nos influyeron como los Arctic Monkeys o The Strokes, estamos hablando de bandas con 10 o 15 años de antigüedad.

 

Vetamadre se presenta este jueves 4 de junio en Hendrix Music Bar (Lavalleja 1018, Barra de Carrasco, desde las 22.30), y el viernes 5 en Bluzz Live (Daniel Muñoz y Defensa, junto a Snake y Cielo Razzo, desde las 23.00).

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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