Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Hubo un tiempo que fue hermoso. No, mentira. Eso no es cierto. Sí es verdad que, tres lustros atrás, en medio de la explosión de popularidad de bandas que acumulaban hits a puro estribillo de estadio, una camada de nuevos rockeros abrevaba en aguas más tóxicas. Un poco porque internet se encargó de terminar el trabajo que había iniciado la TV para abonados con sus canales musicales, otro poco porque los 90 dejaron un pequeño pero saludable precedente, algunos abominaron de Mano Negra y se enrolaron bajo una bandera diferente.
Así, cerca del garage y la psicodelia, unos con los oídos en Londres o Manchester, otros en Nueva York o Detroit, germinó un borbollón del que aparecieron Los Oxford, un combo que pasa del malditismo y reivindica sus 14 años con alegría y huesos rotos.
Joselo de Olarte, vocalista de Los Oxford, cree que la banda no ha crecido en popularidad, entre otras cosas, porque "no les gusta llenar formularios", pero la verdad es que no les importa. Lo que sí los desvela es sonar iguales a sí mismos, ser fieles a su invención. Y eso, digo yo, por ahí es más valioso que un disco de oro.
Conspiraciones, el último álbum de Los Oxford, es un manual de sonidos siniestros, rocks como cuchillos, canciones oscuras, tramposos y perdedores y, en vivo, la banda procura tomar La Bastilla en cada show. "Creo que una de las cosas que tenemos bien claro todos los que formamos parte de Los Oxford es que no podemos tocar a media máquina", dice, y no deja mucho margen para la duda.
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Los Oxford pertenece a una generación de bandas en las que podemos poner a Mersey, Sinatras, Astroboy y Boomerang, que por el 2002, 2003, parecía que iban a disputarle la hegemonía al "rock trompetero". Sin embargo, no tuvieron esa explosión que uno hubiera esperado. ¿Qué pasó en el caso de ustedes? ¿Son una banda "maldita"?
Me parece que nunca tuvimos una corriente muy marcada. Teníamos la influencia del rock inglés y todo eso, pero quizá no estaba tan presente como en el resto de las bandas que nombraste. Tal vez teníamos más influencia punk, pero a la vez no estábamos ni de un lado ni del otro. Más bien solos. Nunca pertenecimos a ningún colectivo. El otro día hablaba con Tussi [Dematteis, de La Hermana Menor], y decía que éramos una banda maldita, no sé por qué.
¿Por qué tomaron ese camino de independencia y más bien solitario?
No sé. Los que seguimos de Los Oxford originales hasta la formación actual somos Rodrigo Antelo, el guitarrista, y yo, y después hemos cambiado bastante de integrantes. De hecho, Menta, nuestro primer disco, es más popero que lo que hicimos últimamente. No sé, nunca buscamos el camino de editar con un sello. Al principio tuvimos algún acercamiento, pero después dejamos de hacerlo. Nuestro primer disco lo distribuyó Contrapedal, pero era nuestro. Y después ya hicimos todo nosotros: Peleador, Abierto y Conspiraciones. Para este último nos dio una mano Triple RRR, que es un sello de Argentina. Pero quizás eso solo nos sirva para lo que es la distribución digital en otros países. No invierten en que grabemos un disco, ni nada.
¿No les pesa eso del disco objeto como fetiche?
Hemos hecho algunas pocas copias, más que nada para vender en los shows, o cuando vamos a Argentina, pero no. Quizás el próximo sí. Es como que, de a poco, va quedando obsoleto el disco. Entiendo sí que a los melómanos les interese el objeto. Prefiero editarlo en vinilo. Eso es algo que venimos hablando con los gurises, tenemos ganas. El Conspiraciones, sobre todo.
Acá no han salido del under, pero tienen más viajes a Argentina que varias bandas con mayor reconocimiento...
Ahora hace como un año que no vamos a Argentina, y tenemos ganas de volver a presentar el disco allá. Lo mejor de todo eso, para mí, lo que más disfruto de tener una banda de rock, son las personas que voy conociendo en el camino. Tengo muchos amigos. Las personas que uno va conociendo en el camino, haciendo música, sin pedir nada a cambio, solo por el hecho de compartir. Llamale camaradería. Está muy bueno eso. Me acuerdo de la primera vez que fuimos a Argentina, que dormimos todos en un cuarto. Soy muy amigo de Juana Chang, la cantante de las Kumbia Queers. Ese tipo de personas que podés encontrar afuera está buenísimo.
¿Eso lo sabés ahora o era algo que tenías presente a los 20 años, cuando armaste una banda?
Yo quería tener una banda de rock para viajar y conocer gente. Ya lo sabía eso. Me crie en un círculo en el que la mayoría de mis amigos tenía bandas. Nosotros teníamos 15 años e íbamos a ver bandas de gente que tenía, 20, veintipico, y ya conocíamos lo que es el intercambio. Me tenía fe para eso. Ahora no tengo muy claro a dónde estamos yendo, pero sé que es a algún lugar.
Cuando tenías 15 años ibas a ver bandas de gente un poco mayor que vos, y me parece que ahora no se da tanto eso, ahora las bandas más convocantes son de cuarentones. Es cierto que el rock no es más lo que era para generaciones anteriores, pero ¿para quién tocás?
No lo tengo claro. Todo aquel al que le guste nuestra música, bienvenido. Yo siempre le digo a la gente que no conoce a la banda que nos vaya a ver por lo menos una vez. Si no le gusta, que no venga nunca más. Es así. Sí he visto, con el correr de los años, cómo ha cambiado un poco el público. Hay gente que nos sigue desde el principio, pero todavía queda gente joven, de 18, 20 años, que se sigue interesando en el rock. Y están haciendo bandas. No son tantas como antes, pero hay. También es cierto que, cuando yo arranqué, a los 21, 22 años, no me importaba nada. Me gustaba el quilombo mucho más que ahora. Ahora me tranquilicé un poco. Pero al principio iba más al choque en lo que decía, lo que hacía. No me importaba caerle bien a nadie. Ahora tampoco, pero trato de ser un poco más políticamente correcto.
Decías que al principio, Los Oxford tenía una cosa más punk, y creo que Conspiraciones, incluso, tiene un componente punk mayor al que por ahí tienen bandas dedicadas al género...
Sí. No me refería estrictamente al género, sino más bien una cuestión de cómo sentir la música, de la actitud, de cómo tocar en vivo. Creo que una de las cosas que tenemos bien clara todos los que formamos parte de Los Oxford es que no podemos tocar a media máquina. Si no estamos conectados entre todos se nota mucho, y ahora lo tenemos casi logrado. Podemos transmitir que salga todo de una, como el tubo de pasta de dientes: sale todo junto, una cosa así. Un embutido sonoro.
¿Es mejor Los Oxford de hoy que el de antes?
Creo que sí. Además de que somos muy amigos todos. En los primeros dos discos fuimos cinco en la banda: batería, bajo, dos guitarras y yo cantaba. Ya en el Abierto metimos un teclado, y ahora en Conspiraciones somos siete. Tres guitarras eléctricas. Es más difícil, pero hemos logrado un sonido que, consideramos, es nuestro. Eso nos costó muchos años, pero ahora nos define.
¿La música les devuelve lo invertido?
Eso creo que es más una pregunta personal para cada integrante de la banda. A mí, a veces sí, y a veces no. Por momentos tengo ganas de romper todo, de mandar todo a la mierda, y por momentos me siento muy feliz con las cosas que hemos logrado. Creo que, desde hace unos años, cuando paramos un año, porque me distancié de Rodrigo, ahí pensé que se iba todo al carajo. Eso fue por el 2008. Ahora tenemos 14 años, el año que viene cumplimos 15, y seguro que saquemos otro disco de estudio. Ya tenemos el nombre, pero por ahora no lo vamos a decir. Cuando nos separamos con Rodri fue en un momento en que yo estaba muy mal, personalmente, en un momento de mi vida muy complicado. Ahí pensé que se iba todo al carajo, pero después nos volvimos a juntar, y nos dimos cuenta de que no hay marcha atrás. Sería como mucho tiempo perdido. Ahora vamos a seguir mucho tiempo más, a menos que pase algo extremadamente trágico, vamos a seguir. De hecho, en todos estos años pasaron trabajos, parejas, nacimientos, muertes. Pasó de todo, y aprendimos a acompañarnos en ese tipo de cosas.
¿Y cuáles son las circunstancias en las que pensás tirar la toalla?
¡Yo qué sé! Cuando uno empieza a llegar a tratar de ser un poco profesional hay ciertas exigencias que cumplir, y nosotros, en realidad, nunca fuimos muy buenos para llenar formularios y ese tipo de cosas. Eso nos tranca un poco. Queremos hacer música, divertirnos, y que la gente escuche lo que tenemos para dar.
¿Tienen manager?
No tenemos manager, aunque sí gente que nos da una mano. Nunca tuvimos.
Sería una buena forma de que alguien se encargue de llenar los formularios...
Sí. Si alguno se quiere ofrecer a llenar formularios, bienvenido sea. Eso siempre fue algo que nos frenó un poco. Ahora estamos tratando de cambiar, de llenar los formularios y cosas así, pero no nos gusta.
¿Cómo viene lo nuevo de Los Oxford?
No sabemos bien por dónde va a ir, pero creo que va a tener una cara más positiva que Conspiraciones, que ya desde el nombre te da una cosa medio oscura. Pasaron muchas cosas en la grabación de ese disco, muchas cosas...
¿Conspiraciones es el mejor disco de Los Oxford?
Sí. Creo que sí. De hecho, los otros discos casi no los puedo escuchar. Pero en Conspiraciones logramos acercarnos a lo que realmente queremos hacer.
¿Pero rescatás canciones anteriores?
Sí, claro. Eso incluso hablamos con los gurises, de volver a grabar algunas canciones con otro sonido. Cuando grabamos el primer disco teníamos 20, 21 años, y no teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo adentro del estudio. Ahora nos invitaron de una radio argentina a grabar para un compilado tributo a Los Redonditos de Ricota, y participan bandas que no tienen nada que ver con lo que sería el "sonido ricotero". Bandas como Atrás hay Truenos, Los Reyes del Falsete... Y vamos a estar nosotros con "Ella debe estar tan linda", que era como la más adaptable a lo que hacemos. Hubo gente que nos dijo, "Eh, ustedes haciendo un tema de los Redondos, nada que ver". No tenemos influencia ricotera, y me puse a investigar. La consigna era una canción de los tres primeros discos, y me di cuenta de que era el momento de mayor creatividad de Solari.
¿Te molesta que les digan que tal cosa no tiene que ver con los que hacen ustedes, que se esté juzgando siempre sobre lo que debiera ser, lo que la gente espera de la banda?
Antes sí me rompía un poco los huevos. Me calentaba. Ahora no importa. Uruguay es un país muy raro en ese sentido. Y el ambiente artístico, de la música, donde nos conocemos todos, hay una cosa medio rara. ¿Viste cuando viene el bondi medio lleno, y no hay lugar para todos? Cada uno trata de cuidar su rancho y eso se nota. Si todos nos relajáramos un poco más sería más fácil.
¿Sos de poner freno como creador a la hora de dejar pasar esas influencias? ¿Bajás la persiana para no se "ensucie" tu sonido?
Es que no lo sabés. Con el correr de los años nos han dicho de influencias de cosas que no tienen que ver con la banda, y está bueno eso. Ahora, como somos tantos en la banda, y componemos de una manera muy rara, porque todos tenemos influencias distintas, sale lo que está saliendo ahora. Y estoy totalmente tranquilo, confío mucho en mis compañeros, en su criterio.
¿Reconocés un "sonido Oxford"?
Sí. El sonido y ciertos arreglos en los que siempre caemos, y los hacemos a propósito, porque nos gusta, nos sentimos cómodos, y creo que la gente se da cuenta de que es algo que no es forzado. No nos pasa eso.
Igual sigue siendo difícil, para ustedes y para el resto de las bandas "nuevas", acceder a un disco en buenas condiciones, a un reconocimiento...
Depende del género. Capaz que suena feo, pero por ahí si tenés una banda de ska es más fácil. Sabemos que es jodido, y por eso tratamos de ir a Argentina, nos gustaría ir a México algún día. Sabemos que acá hay un techo. Lo otro es como más agradable al oído. El radioescucha está más acostumbrado a escuchar una cosa más amable. Si le pongo un disco de una banda de ska uruguaya a mi vieja, capaz que le gusta. Y si le pongo un disco mío no le gusta.
¿Son rockeros tus viejos?
No, son más del palo del canto popular, aunque cuando era chico había algún disco de Los Beatles en casa.
¿Mamaste esa influencia?
Sí, claro. Zitarrosa me encanta. De hecho, como cantante, siempre digo que mis tres mayores influencias son Zitarrosa, Jim Morrison y Frank Sinatra. Me gustan los tipos que cantan así.
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