Por María Noel Domínguez
manoeldominguez
¿Por qué nos interesan tanto los asesinos seriales? ¿Qué hicieron y cómo fueron diagnosticados alguno de los más conocidos? Son solo algunos de los temas que aborda Jorge Bafico en esta nueva edición de El origen de la monstruosidad.
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Más allá de la ampliación, El origen de la Monstruosidad en esta nueva edición parece que estamos ante otro libro.
Bueno, mejor. Esa es un poco la idea, que la gente se pueda sorprender. La verdad esta fue una idea de Julián Ubiría, de editorial Random que me planteó editarlo. Le agregamos cuatro casos nuevos, algunos de ellos ya no tienen que ver específicamente con asesinos en serie, sino que están más del lado la monstruosidad.
¿Cómo surgió El origen de la Monstruosidad?
Este libro tiene como como dos vertientes. Una es mi tesis de doctorado, donde justamente el trabajo es sobre si podemos hablar de una patología llamada "asesinos en serie". Yo planteo que no. Que se trata de un fenómeno transclínico que puede aparecer en determinados sujetos con determinadas estructuras tanto como una psicosis o como una perversión y lo fundamento. Después tiene toda una línea vinculada a la radio, con el programa de Gustavo Rey Abrepalabra donde trabajé con un caso muy famoso, el de El caníbal de Rotemburgo. Es de alguien que pide por Internet voluntarios para ser comidos y matados e Increíblemente se ofrecen muchos candidatos a tal punto que la persona termina eligiendo las víctimas. ¿Por qué me interesó? Seguramente tiene que ver con mis comienzos como psicólogo trabajando en la cárcel.
Yo trabajé como psicólogo clínico, haciendo diagnóstico en el Penal de Libertad, también en Comcar. Y fue una experiencia bastante compleja, donde se escuchan historias y personas que es muy difícil ver en un consultorio. Son sujetos que por lo general no consultan. Tuve la posibilidad de ver muchos casos de perversión. Estuve en un tiempo en el módulo donde eran todos homicidas. Estuve en el módulo donde estaban los violadores. Tuve una experiencia clínica que indudablemente me dejó revuelto a tal punto que empecé a escribir.
A la gente de alguna manera le fascinan estas historias por algo. Por algo las series de asesinos, las series de narcos son tan vistas. Hay algo ahí que nosotros lo vemos de lejos, pero nos genera fascinación.
Es más, muchos de los casos que trabajás son películas.
Casi todos los asesinos en serie tienen su película y su libro, Generan eso. No es casual que un asesino en serie reciba cientos de cartas por día. No es casual que existan clubes de fans de asesinos en serie, que sean seguidos como una especie de gurú. Estamos en un mundo muy extraño, donde estos personajes que antes eran juzgados moralmente de una forma muy severa hoy son admirados. Hoy uno ve camisetas de Pablo Escobar en la calle.
Eso es algo de lo que pasó con el Guasón que también está en el libro y sobre el que diste varias charlas mientras se exhibió la película.
Lo del Guasón me sorprendió muchísimo. Hicimos una conferencia en la facultad y fue muchísima gente. A mí me dejó pensando. ¿Es una película para que la gente se pueda involucrar tanto? ¿Hace diez años atrás hubiera tenido el mismo éxito? Yo creo que no, porque de alguna forma la película el Guasón y el personaje tocna algo de la indignación del otro. Lo pone en un lugar.
Por lo menos en gran parte de la película lo muestran como un objeto de desecho. Un sujeto atormentado, devastado por la realidad, marginado socialmente, sumiso a lo terrorífico del otro. La gente no se da cuenta que algunas psicosis pueden terminar descompensando de una manera muy terrible.
Y parte de esa bronca a e indignación hace que algunas personas se terminen identificando con el Guasón. Y el Guasón no deja de tener una psicosis... es un sujeto totalmente atormentado que puede llegar a ser absolutamente terrorífico. y la gente como que no ve eso. Lo mismo que podríamos plantear, porque ahora se identifican con los narcos.
Hay algo hoy en esta sociedad donde todo es mucho más débil que antes. No hay modelos identificatorios. Y entonces estos modelos tan fuertes generan un efecto de identificación.
Con el "caso Galarza" también planteás cómo todo quedó justamente vinculado a ella que es la victimaria y que casi no reparamos en la víctima.
Me parece que con Nahir Galarza pasó algo que es bastante interesante y que pasa comúnmente en la Argentina. Ese es un país que tiene características muy particulares, creo que es un un país bastante especial dentro del planeta, donde, por ejemplo, lo íntimo se convierte en público rápidamente. Donde la intimidad pasa a ser compartida mediáticamente. Este es el caso de una persona joven, una mujer que le dispara a su novio por la espalda y lo mata. No hay escenas de canibalismo, no hay mutilación, no hay nada extraño. Es un caso espantoso, pero es un caso más. Pero por determinadas características, la Argentina lo convirtió en un caso mediático de los más importantes de la historia. A tal punto que lo que yo me pregunto es ¿dónde está el sujeto? ¿dónde está Nahir Galarza en todo esto? Que mató no hay duda. O sea, en ese punto yo no me detengo. Pero el porqué es lo que me intento interrogar en el trabajo.
¿Cuánto influye el diagnóstico que hacen los profesionales con las sentencias?
En general hay que tener mucho cuidado con los diagnósticos. Sobre todo, en esta época de diagnóstico fácil. Estamos en un tiempo donde rápidamente se saca un arma y se diagnostica, y se dice "es bipolar", "es depresivo", "es ansioso", "es fóbico", "es esquizofrénico". Y los sujetos empiezan a cargar con ese diagnóstico como parte de su personalidad. Es parte de su nombre y eso genera muchas cosas. Debemos tener cuidado con los diagnósticos. Creo que estamos en un tiempo, sobre todo con el advenimiento de un Manual de Psiquiatría Americano, que ha influido dramáticamente en la forma de mirar la clínica, de interrogar a los pacientes con una base farmacológica muy fuerte como referencia. Eso nos está llevado, entre otras cosas, a ser una sociedad medicada. Hay un gran porcentaje de medicación, de gente que consume psicofármacos en Uruguay tanto adultos, adolescentes y niños. Eso también tiene que ver porque estamos como esperando una "palabrita" que nos nombre.
En uno de los casos, el detenido maniobra un poco los profesionales y logra salir antes de su condena. Evidentemente no estaba recuperado. ¿Hay algunos casos que no se recuperan jamás, es decir que deberían permanecer siempre presos?
Bueno, yo no podría opinar si alguien tiene que permanecer preso toda la vida o no, porque no es algo que me corresponda. No tendría el conocimiento como para poder decir eso. Pero sí podría decir, desde mi punto de vista, si una persona es recuperable o no. Hay sujetos que no son recuperables. Sin dudas. Hay asesinos que nunca van a cambiar y también hay diferentes tipos de asesinos. En el caso del libro, planteo como dos posibilidades dentro de todos los asesinos en serie que trabajo. Uno es el de la psicosis, que uno piensa que están atravesados por cuestiones alucinatorias por delirios, por una disrupción con la realidad. Son sujetos que eventualmente, con una medicación, con un tratamiento, podrían hacer algún un movimiento y no ser sujetos peligrosos. Pero hay otros que están más cerca la perversión donde hay un goce en juego que tiene que ver con el sufrimiento del otro y esos sujetos no tienen recuperación.
Algunos no quieren recuperarse. Pueden manipular la situación, pero en realidad hay algo que es más fuerte, que los empuja una y otra vez a cometer determinados actos. En ese punto yo puedo asegurar, desde mi experiencia clínica, que hay sujetos que no solamente que no son recuperables, no les interesa lo más mínimo la recuperación, porque están en una posición de goce sobre el otro. Por eso es muy difícil que un perverso, una estructura perversa, venga a la consulta y plantee que algo en él no está bien. Yo he visto perversos hasta en la clínica misma, pero que vienen por otras cosas y muchas veces vienen a angustiar.
Recuerdo un caso que siempre cuento de cuando yo era joven y trabajaba en la cárcel vi un torturador que estaba preso por otra cosa, pero había sido un torturador del Fusna y él me contaba sus torturas, a mí me genera mucha angustia y él percibía claramente eso. Cuando yo trataba de salir de ese lugar y que me contara otra cosa, decía "Bafico, usted me tiene que escuchar. Está acá para eso, ¿no?".
Esos sujetos no tienen ninguna chance de cambio, es perder el tiempo. Pero bueno, siempre hay que hacer algo.
Hay en el libro un caso que refleja lo que decís cuando el asesino ya detenido y con sentencia de muerte pide hablar con un cura, simplemente para seguir mortificando.
Hay dos casos particulares que me parece que son muy interesantes en este punto. Uno es el de Hannibal Lecter. Es una película que está asesorada por Robert Ressler nada menos, que es el que acuñó el término "asesinos en serie" y está escrita por Tomas Harris que investigó muchísimo el tema. Aquí hay una permanente pulseada entre Hannibal Lecter y Clarice, los dos personajes principales donde en realidad lo que quiere Hannibal en el fondo es angustiar a esta muchacha.
En el caso de Ted Buny que es condenado y llevado a una ejecución pide su último deseo y lo que plantea es ver a un referente religioso de Estados Unidos muy importante, que era el reverendo Dobson y se despacha con un diálogo donde le plantea que él va a morir, pero que hay otros que van a estar ahí esperando sus hijas. Se lo dice de otra manera. En realidad, su única función no es ni confesar sus pecados, ni pedir perdón ni esperar una palabra de aliento del otro, sino que es torturar al otro afectivamente.
Perversos hay en todos lados, no solamente en los libros de asesinos en serie, o en las películas. Perverso es una forma de moverse en el mundo. Eso que dicen "relaciones tóxicas" que son palabras que no dicen nada, que me parecen absolutamente pueriles.
En algunas de esas llamadas relaciones tóxicas nos podemos encontrar con un perverso y siempre lo mejor es dar un paso al costado. A veces no se puede. Pero lo ideal es eso.
¿Tuviste que cambiar muchas cosas para esta edición?
Lo primero que pensé cuando revisé el libro, que sale por primera vez en el 2009, es: "cómo pasa el tiempo". Pero desde el punto de vista de la escritura no tiene muchas correcciones. Sí tiene casos nuevos. Pero es un libro que en su esencia es el mismo y sigue siendo para mí absolutamente actual.
Y diría que es más actual que en el momento que lo escribí. Porque la violencia y la locura, sumadas a la virtualidad y a que uno puede ver todo en tiempo real en todo el mundo, lo ha hecho como bastante más presente.
En el momento en que lo escribí la cuestión del asesino en serie era un poco lejana para nosotros. Después empezaron a pasar acontecimiento cerca como los asesinatos en masa que se han dado en Argentina, en Brasil, en Chile entonces el término "asesino en serie" y el personaje asesino en serie son hoy los monstruos modernos. Se convirtió en parte de la cultura. En ese punto lo hace un libro más cercano, aunque sea tan lejano.
*Sinopsis
La monstruosidad está entre nosotros. Todos los días leemos o escuchamos historias de personas capaces de cometer las más grandes atrocidades sin sentir remordimientos. A menudo se trata de personas consideradas socialmente como #normales#, adaptadas, incluso anodinas.
¿Qué los impulsa en la búsqueda hacia el dolor? ¿Dónde está la línea que separa la cordura de la locura? ¿Todos somos potencialmente seres monstruosos? A través del vértigo de una lectura adictiva, este libro inquietante nos precipita por los oscuros pasadizos de la psique humana.
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