A los pibes de La Mala Lengua les fueron cayendo las fichas sin darse cuenta. Primero quisieron grabar unos temas para un concurso, pero el productor los obligó a hacer algo "en serio". El resultado fue un EP que, de atrevidos, llevaron a una discográfica. Ahí les dijeron: "Macanudo, vuelvan con un disco entero". Los gurises hicieron los deberes y al año estaban golpeando de nuevo, esta vez con las canciones de La Mala Lengua, el álbum debut de la banda, que Bizarro publicó a fines del año pasado.
Con ese material bajo el brazo se dieron cuenta de que tenían que hacer las cosas un poco más profesionalmente, porque zapatero a tus zapatos, y se buscaron un manager. Etzequiel Urman se entusiasmó y agarró viaje. "Me sedujo ver que había un proyecto a futuro. Más allá de las ganas hay un proyecto, más allá de que costó un cacho encaminarse, lograr la sinergia, encarar todos para lo mismo. Son pibes de 20 años y piensan eso", dice, como excusándose de intervenir.
Los integrantes de La Mala Lengua no tienen más de 30 años. El tridente fundador anda por los 20. Si la primera generación del rock post dictadura era huérfana por elección, y la segunda (y la tercera) fue heredera, en parte, de Los Estómagos y Los Traidores, y se forjó en la humedad de los antros que abrían y cerraban en los 90, La Mala Lengua es hija del rock del nuevo milenio. Sus primeras influencias, ayer nomás, estaban en La Vela Puerca, No Te Va Gustar, Once Tiros y Chala Madre, artistas de hoy que ellos escuchaban de niños. El tiempo es veloz.
Guillermo Álvarez, guitarrista, cantante, principal compositor y almacenero part time dice que, desde que recuerda, tiene el berretín de la banda de rock, lo más rioplatense como sea posible. La Mala Lengua, por eso, es una síntesis de poesía barrial, ska, reggae y rock atorrante, que huele a espíritu adolescente.
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La Mala Lengua es una banda medianamente nueva, y sus integrantes son muy jóvenes. Es medio raro que hayan accedido a publicar un disco "tan pronto" en un medio que, por lo general, premia la persistencia...
Sí, ahora pasa eso. Bandas grandes acá han sacado discos a dos años de haber arrancado. A nosotros nos llevó cuatro. Se dio. La banda fue creciendo de a poquito, y en un momento se nos ocurrió grabar un EP, porque queríamos meternos en un concurso. Teníamos cierta amistad con Sebastián Peralta, nuestro productor ahora. Fuimos y le preguntamos qué nos recomendaba para grabar algo. Nos dijo: "Déjense de concursos. Graben algo y salgan a la cancha". Estábamos tocando, pero más o menos. Metíamos siete, ocho toques por año. No es nada.
¿No es nada?
No. En el momento nos parecía un montón, pero ahora, desde que arrancó el año, tocamos unas 15 veces. Entonces grabamos ese EP, y cuando lo terminamos nos quedamos engranados con hacer un disco. Al año siguiente entramos a grabar. Cuando salió el EP se lo llevé a Bizarro y nos dijeron: "Vengan con un disco". Y así fue: hicimos un disco, conversamos y salió.
Son todos chicos...
Yo tengo 20 años. La generación que armó la banda tiene 20 años. Somos tres de esa edad. Los otros cinco tienen entre 23 y 30.
¿Qué pasaba por la mente de unos pibes de 15 años para formar una banda de rock? ¿Por qué querer eso en el Montevideo del siglo XXI? ¿Qué motivación tienen?
Primero que nada, volvió la cumbia después de los festivales masivos de rock. Creo que, subconscientemente, está la rebeldía de decir: "Yo escucho rock and roll", aunque no esté a flor de piel. Fue más que nada un grupo de amigos que tenía interés por la música. Éramos amigos de antes, y se dio que teníamos un par de banditas que se desarmaron, nos juntamos con Pablo, el guitarrista, llamamos a otros amigos, y se fue dando de a poquito. En cada ensayo llegaba uno más, y al año de estar curtiendo esa salió el primer toque. Pablo en ese momento iba al Liceo 15, en Carrasco, y había un cartelito que decía "Si tenés tu banda y querés tocar" y había numeritos de teléfono, agarró uno y fuimos a tocar. Nos tocó en la Rambla, ahí, por los 100 años de Carrasco, una cosa así. Nadie sabía nada, fuimos y tocamos. Antes había salido un cumpleaños de vieja, así, una cosa de esas. Y de ahí pa'delante.
¿No había una intención original de ser una banda que hiciera determinado género?
Un poquito sí. Teníamos influencias del rock nacional a flor de piel. Vela Puerca, No Te Va Gustar, Chala Madre, Once Tiros. Cuando teníamos 15 años íbamos por ese carril, porque era lo que estaba sonando, y nos gustaba. Ahora ya cada uno escucha otras cosas, fuimos abriendo el espectro, y con eso fue cambiando el estilo de la banda. En un principio era "chiqui, chiqui, chiqui" todo. No había una cosa de pensar en el futuro. Era todo de a poquito, despacito, como quien no quiere la cosa, jodiendo.
¿Cómo se definió el sonido?
Y... Nos pasó lo mismo que a otras bandas, fuimos cambiando. No somos una banda de vientos, y tenemos vientos. Al principio los necesitábamos, y después fuimos mutando y los vientos quedaron. Eso genera una extrañeza ahí. Sigue siendo rock nacional, no somos los Beatles.
Es interesante eso de poner la etiqueta de "rock nacional". ¿Es lo mismo La Vela Puerca que Buenos Muchachos?
Para mí es algo de esencia. De pisar las mismas calles, de andar por los mismos bares. Eso emparenta a La Vela y los Buenos Muchachos. Nosotros no tenemos nada que ver con los Buenos Muchachos, pero yo me curtí todos sus discos. Lo mismo todos los integrantes de la banda; es algo que, si está acá, lo escuchaste. Si es de este lugar lo escuchaste. Después, capaz que te gustan cosas inglesas, americanas. Tampoco le decimos "rock nacional" a La Mala Lengua, sino "rock rioplatense". Es como más de todo un poco. Tenemos un montón de influencias argentinas, y hasta brasileñas. Está todo ahí, es como un tuco.
Son de la primera generación que surgió tras la gran explosión del rock en Uruguay, con bandas como La Vela Puerca o no Te Va Gustar. ¿Sienten que tienen que continuar esa línea de quienes los influyeron?
Hay una responsabilidad. Fuimos a Argentina el mes pasado y, al ser uruguayos, se sentía eso: "Ah, sos uruguayo", y te meten en una bolsa donde son pocos los que llegaron. Sentís más la presión.
¿Y eso se refleja en la banda, ahora que "sacaron la libreta"?
Sí, sentimos una responsabilidad al sacar un disco. Al estar grabando y ver que hay gente laburando para vos. Es un ida y vuelta. Cuando alguien se interesa en tu trabajo es porque algo hay.
¿Qué es lo que hay?
Vos podés tener una banda que no diga nada. Tu mamá te va a decir "Qué lindo" y te va a ir a ver, pero cuando alguien está metido en la rosca, y viene un mánager, que no tiene 20 años, parás la oreja. ¡Epa! Hay alguien trabajando para nosotros, están saliendo giras, están saliendo cosas...
¿Pero qué es lo que tiene la banda para que alguien decida trabajar con ella y no con otra?
Antes que suerte, antes que tocar bien, antes que todo eso, tiene ganas de hacerlo. Porque hay un montón de bandas, pero no creo que todas la luchen, que golpeen todas las puertas que hay y que todos le digan que no. En todos los ambientes. También es cierto que es un país que no te dice: "Tené una banda, metele que te va a ir bien". Todo el tiempo te están diciendo: "Para que te vaya bien tenés que pagar derecho de piso, hacerte de abajo", y hay como un miedito. A nosotros también nos da miedo. Pero si uno confía en lo que hace, algo va a pasar.
Foto: Montevideo Portal | Carmela Marichal
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar?
Quiero creer que es un proyecto a futuro.
¿Por qué están empecinados en eso?
Porque es un sueño. Siento que primero fue un sueño mío, y cada uno tenía el suyo, y este proyecto engloba los sueños de todos. Creo que se llegó a que tiremos para el mismo lado porque creemos que va a salir bien. A unos les cuesta convencerse más que a otros. Yo creo que a los 14 años dije que quería tener una banda y vivir de la música.
¿Qué dijeron en tu casa?
Todo mal. Pero rompí tanto los huevos que me fueron entendiendo, me fueron aceptando.
¿Y ahora?
Ahora está todo bien. Yo entiendo a mi vieja y a mi viejo. No es fácil que venga tu hijo y te diga que no quiere estudiar más.
¿Te pesa ser el compositor?
Sí. En realidad, me pesa cuando me lo dicen. Después me olvido. Es como que la esencia viene de la criolla, de la guitarrita, y es lo que hago yo. Entonces me pesa un poquito, pero me encanta. Es por eso que estoy ahí. Yo no soy cantante ni guitarrista, yo agarro la guitarra y hago un tema. No sé escalas ni nada. Tengo oído. Fui un año a clase de guitarra, a los 12.
¿Tenían idea de música cuando empezaron?
Sí. Obviamente éramos mucho peores de lo que somos ahora. Yo siempre toqué medio fogonero. Después, más de grande, quise aprender un poco, y estoy en eso, pero siempre fui de oído, fogón y sacar temas, de querer saber.
Te preguntaba si te pesaba la composición porque cuando tenés una banda también tenés que hablar por los demás...
Muchas canciones se eliminan por lo que dicen. Ahora no se están eliminando, al revés, están llegando, porque estamos aburridos del disco, pero en el momento de elegir las canciones para grabar hubo algunas que me pareció que no quería que se escucharan. Preferí guardármelas para mí. Es como que yo estoy cantando y me estoy divirtiendo, pero también le está llegando a los oídos del otro, y del otro y del otro, y es una remera que se tienen que poner los ocho. Es una presión, pero es una presión linda. Es como todo lo que uno arriesga.
Son muy jóvenes... ¿Creés que las canciones de la banda ya maduraron? ¿Y hasta dónde pueden madurar?
Hasta donde se pueda. Me han dicho que, para la edad que tengo, escribo cosas que otro no hubiera escrito. Yo escucho el EP, que no recuerdo cuántos años tenía cuando compuse las canciones, y me parece un poco infantil. He tenido una maduración, y supongo que seguiré mejorando.
¿Por dónde pasa la madurez en el rock?
De mí, pienso que la madurez está en lo que escribo. Me parece una estupidez pensar que uno que hace música tipo Spinetta es más maduro que otro que hace un rock de tres acordes. Me parece una taradez. Luca Prodan, con un acorde, te hacía "Mañana en el Abasto", y te vuela la peluca. Me parece que va por el lado de cómo me siento yo al escribir la canción y bajar lo que estaba pensando a un papel, sin mentirme, sin cagarme en nadie.
Al ser tan jóvenes tienen un público de su misma edad. ¿Se sienten representados por artistas que podrían ser sus padres?
Me parece que es un poco más difícil creerle a alguien de 20 años. Es más fácil que el público le crea a un tipo de 40 años que a mí. Supongo. El rock los mantiene en forma, porque su público es gente joven. No veo tipos de 45, 50 años en un pogo de La Vela Puerca. Desde mi lugar siento que soy joven para cantarle algo a alguien, y que me crea. De repente un tipo más grande tiene más cancha, no sé. A mí me pasa eso. A Tabaré [Rivero] le creo. Al Enano [Sebastián Teysera] siempre le creí. Cuando tenía 10 años y escuché el De bichos y flores, si no hubiera sabido qué edad tenía, hubiera pensado que era un pibe. Si yo hubiera tenido la misma edad que él, de repente no le creía tanto. No sé.
¿Qué es el rock?
Es una manifestación. Es un mensaje, algo que uno saca de adentro de sí para afuera, y lo pone en un lugar. Rock, folklore, tango, cumbia, lo que sea. Respeto a todos los que se animan a sacar para afuera. A los poetas, a los de la cumbia cheta, a todos. Están sacando sus sentimientos para afuera.
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La Mala Lengua presenta las canciones de su álbum debut el 10 de junio, desde las 22:00, en Bluzz Live (Defensa y Daniel Muñoz). Entradas a la venta a través de Tickantel y Redpagos.