Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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A mediados del año pasado, Franny Glass, elástico concepto que envuelve los proyectos solista y colectivo de Gonzalo Deniz, -que también integra El Astillero, una de las últimas reservas morales del rock vernáculo-, lanzó la canción "Mientras el viento sopla afuera". Ese corte era un adelanto de un disco que se grabaría semanas después, pero que aún no estaba terminado. Había un puñado de temas a redondear, y una ida general. "Hasta ahí había tratado de llegar a una canción perfecta, entre comillas, y sentir que no podía, en ese momento, seguir por ese rumbo", dice Deniz.
El camino que se trazó, entonces, fue el de deconstruir la canción convencional y explorar otras formas. Repeticiones, travestimos de géneros, sonidos deliberadamente electrónicos. En el medio, las canciones se rebelaron, y se revelaron otras. Y cuando el diablo mete la cola, todo el mundo sabe lo que pasa.
En el medio, pues, vinieron las ganas de meter esos temas que a Gonzalo le salen tan bien, y por qué no, y apareció el actor brasileño Wagner Moura con intenciones de participar, y por qué no, y el recuerdo de que Franny Glass era un proyecto destinado a una voz femenina, y por qué no.
Así que la idea mutó y Desastres Naturales [Bizarro, 2017], es el hijo de los planes y esa cosa que unos llaman caos y otros azar. Lo que quedó es un disco con ansias de clásico, de bordes filosos, donde las melodías pop-rock de Denis se sobresaltan, a veces, con guiños inesperados, pero donde prevalece el sello del artista. Un tipo que esconde, tras una inocencia superficial y engañosa, cuestiones -y cuestionamientos- más profundas que la Fosa de las Marianas. Y un talento enorme.
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Decías antes de entrar a grabar el disco que estabas, en ese momento, más pendiente de las melodías que de lo que querían decir las canciones. Sin embargo, es un disco bastante redondo, conceptualmente hablando...
Cuando charlamos, la otra vez, me vi en una situación en la que no me había visto antes, que era hablar del disco, tratar de articular lo que quería hacer con él durante el proceso, cuando todavía no estaba terminado. Incluso después de esa instancia sucedieron cosas que afectaron el disco y que no tuvieron tanto que ver con mi voluntad. En ese sentido, es un disco que, en cierta medida, se hizo un poco a sí mismo. Por diferentes circunstancias. Tuvo mucho de pienso previo, mucho tiempo para pensarlo, y tuvo que resolverse en pocas semanas. A veces, cuando leía las cosas que decía sobre el disco, me ponía a pensar sobre cuánto estaba reflejado en el resultado final, y cuánto había quedado en el camino. Las intenciones de lo que yo quería hacer, con las canciones, con la producción... Con Planes había tratado de hacer canciones redondas, con estribillos... Hasta ahí había tratado de llegar a una canción perfecta, entre comillas, y sentir que no podía, en ese momento, seguir por ese rumbo. Entonces empecé a deconstruir un poco las canciones. De eso hay un poco. Quizá el disco empieza con eso, con melodías más monótonas, canciones que van como rengueando. Es como el ala más extrema del proceso. Quise hacer canciones que parecieran loops, sin estribillos, que no tuvieran una melodía muy elaborada, o que se pudiera asociar a lo bello, y, pese a que a mí me gusta buscar melodías más evocadoras, buscaba una cosa más adusta. En el medio aparecieron canciones con estructuras un poquito más convencionales, en respuesta, quizá, a ese primer impulso. El disco es como una pintura de todo el proceso.
¿Te peleaste con vos mismo ahí, en el medio?
Sí. Tiene como preguntas y respuestas. En un momento me cuestioné si iba a hacer un disco todo así, en cuanto al contenido y la forma. Y empezaron a aparecer canciones con estructuras un poco más convencionales, y letras menos desencantadas. Creo que el disco empieza de una manera y termina de otra. De la misma manera que con las canciones donde cantan invitados, como que no decidí lograr un equilibrio, me pareció que estaba bueno que fuera un disco como particionado. Fue un proceso de grabación algo desordenado, y me pareció que en el disco tenía que verse así, como una forma geométrica irregular.
Foto: Montevideo Portal | Julia Peraza
Igual me parece que es un trabajo redondo, que no es una colección de canciones, aunque sea puntiagudo...
Sí. está bien.
No hay un solo Franny Glass, así como no hay un Bob Dylan, o un Tom Waits... Cada canción, por más que sea diferente, es parte de la misma obra.
Sí. Yo me preocupo mucho por eso. De alguna manera, en los discos busco una cosa más homogénea. Si bien pienso el disco como una unidad, las canciones también tienen su unidad. Creo que en Desastres Naturales, que es más puntiagudo, está bien así decirlo, hay asociaciones entre canciones que se dan más entreveradas. No lo veo como nueve unidades que hacen una unidad más grande, sino como pequeños grupos, asociaciones de canciones que no necesariamente están juntas. Por eso digo que lo veo de una forma más caótica. Incluso estuvo terminado tan sobre la fecha de publicación que, ya siendo público, tuve cierto período de escucharlo y reconocer cosas. No fue un disco que estuvo parado seis meses...
¿Y con qué te encontraste ahí? ¿Estuvo todo bien?
Sí, estuvo todo bien. Creo que, si bien no hay que dejarse llevar siempre por cómo fluyen las cosas, sino que a veces hay que tomar decisiones y frenar y tomar otros caminos, hay una sensación de bienestar en que las cosas se hayan dado de determinada manera, más allá de uno. Y en este disco me parce que pasó más que nunca. Sacamos una canción antes ["Mientras el viento sopla afuera"], Wagner Moura dijo que le interesaba cantar y yo estaba por dejar afuera un tema, y me cerró, al final, que si lo cantaba él podía estar. Eso hizo que yo pensara que cantara alguien más. Un mes antes de que se masterizara el disco no tenía pensado tener invitados. Eso llevó a encontrarme con un disco diferente al que me imaginaba, y en el que convivían posibles discos, y le agregó una capa más. Yo siento que hay como una unidad en el todo, y creo que todavía no lo puedo ver totalmente de lejos. A veces me pasa eso, no puedo, todavía, tomar distancia. Estoy con un pie adentro y otro afuera.
De alguna manera, cada una de las canciones tiene como su rol dentro del disco, con sus deformidades, a veces, y muchas surgen en respuesta a otras. Si digo que voy a tocar repeticiones y cantar estrofas sobre eso, y dejar que las canciones tengan más aire, porque va a haber otros músicos interactuando, haciendo el contrapunto de la voz, entonces no necesito ocupar todo con letra. Dejar que la canción crezca más allá del texto y de mi voz. Y después hay canciones en las que me propongo que vayan cambiando siempre, de que nunca vuelvan al principio. A veces me pongo premisas, y en el medio la canción me pide otras cosas. Pero ese fue el motor sobre el cual me senté a escribir. Y después están las canciones que están en un punto intermedio, más convencionales. Quizá sea el disco donde hay más variedad de intenciones con la canción.
¿Por qué hacés eso de desarmar las canciones? Vos ya conocés el oficio, sos un tipo que hace muy buenas canciones... ¿Por qué salir a explorar por otro camino que no es en el que ya te probaste y sos bueno?
Es que los discos van siendo como respuestas a los anteriores. Siento eso, que domino la canción y, en algún punto, me aburría. Claro, después escucho una canción de fórmula y me encanta, y digo "ah, tengo que hacer eso, que es lo que me sale mejor". Lo bueno es reconocer cuando una canción pide ser canción, a secas. Ahora estoy saliendo de este disco, presentándolo, empezando a alejarme de a poco, y pienso en eso. Que quizá no podría redireccionar ahora a una canción más convencional, en respuesta a este disco, ahora que ya probé esas otras posibilidades. Quería mantener fresca la composición, y sentía que no alcanza, a veces, con que una canción esté buena. Como se consume hoy en día la música, que todo pasa muy rápido. Necesito salirme un poco de la estructura para ver si, entre tanta oferta y tanta música que hay para escuchar, puedo hacer algo que sea más propio, diferente, aunque corra el riesgo de hacer algo ajeno. Tratando de hacer algo que no vaya por el camino convencional que me aparte de mí mismo. Ahora pienso en eso. Me parece que este era un disco necesario en mi cronología, para ver qué voy a hacer ahora. Como que siempre estaba en el horizonte usar cosas de la música electrónica, que nunca había usado. De citar elementos, como también puedo citar cosas del candombe. Trabajar más explícitamente con eso. Al fin y al cabo, de alguna manera todos trabajamos con elementos de la música electrónica, y los disfrazamos de música acústica. Era un lugar por el que tenía que pasar, venía con esa idea difusa desde discos atrás, y ya lo hice.
¿Cuál es la pulsión tuya para hacer canciones? Lo hablábamos la otra vez, empezaste siendo un niño, y te hiciste hombre componiendo.
Cuando estoy componiendo canciones me doy cuenta de que estoy como en un estado de gracia respecto del resto de las cosas de la vida. Me siento más feliz, más cercano a mis afectos, y soy consciente cuando sucede. Es algo que necesito hacer. Después del período intenso de Desastres Naturales, veníamos trabajando con El Astillero a un ritmo un poco espaciado, por diferentes cosas que cada uno tenía por su lado, y recién ahora, a fines de enero, empezó a aparecer el disco. Empezó a verse. Antes solo teníamos canciones. Y las cosas que estaban sin resolver se resolvieron en una noche, empezó a aparecer esa magia. Es diferente a la que puede aparecer en un disco en el que yo soy el único compositor, porque en El Astillero la composición es compartida. Y luego de un período de mucha dificultad, sin escribir, empecé a componer, a trabajar sobre cosas que nos estábamos intercambiando, y yo venía medio vacío en ese sentido. Empezó a fluir, y me cambió el humor. Es como una sensación poco comparable. Siento que, de alguna manera, es algo que necesito. Tengo períodos en los que estoy componiendo mucho, y otros en los que no compongo nada, que empiezan con un hambre de leer, de informarme, de ocupar ese espacio, y después viene cierta irritación. Necesito que eso vuelva. Y compongo canciones desde los 12 años. Es difícil separarlo de mi vida. Es algo que siempre está ahí, y que sé que funciona cuando no lo voy a buscar expresamente. Y cuando aparece me pongo a trabajar de manera muy intensa, pero sé cuándo no está ahí.
No te ponés el despertador a las 6 de la mañana para componer un tema...
Lo hago cuando estoy en un período en que sé que puedo hacerlo. Es verdad que, para lograr cosas, hay que sentarse a trabajar, aunque no tengas las ideas, pero sé en qué períodos los puedo hacer y en qué períodos no. Sé que a veces no va a aparecer nada, y cuando sé que anda la chispa ahí me pongo, sí, el despertador a las 6 de la mañana.
¿Y sos el mismo Gonzalo que escribe para Franny Glass que para El Astillero?
Siento que, cuando compongo en colaboración, hago canciones mejores, o más aceptables. Aunque cuando escribo canciones que voy a cantar yo solo las siento más auténticas, más cercanas a mí. Hay varios terrenos ahí, no quiero ser malinterpretado. Cuando escribo letras para El Astillero lo hago pensando en una entidad que es el grupo, nosotros tres, que tiene cosas de mí, pero que tiene que identificarnos a todos. Tiene algo mío, y algo de lo que yo pienso que es algo de Diego [Presa] y tiene algo de lo que yo pienso que es algo de Garo [Arakelian]. Y hay cosas mías que no voy a poner ahí, y que sí pondría en una canción mía. Es como si te dijera que estoy haciendo una canción mía y le fuera a poner una frase que sé a mí me encanta, pero que hay gente a la que no le va a gustar. Ese soy yo. Capaz que si estoy haciendo una canción en colaboración no le voy a cagar la vida al otro compositor poniendo esta cosa que es mía, y que sé que hay gente a la que no le va a gustar. Cuando uno empieza a componer tiene claro eso de cómo debe ser una canción. El lenguaje que está aceptado, que es algo común a la mayoría de las canciones que se escuchan. Después, de a poco, empezás a ponerle cosas que las sacan un poco de ese lugar y las traen un poco hacia vos. Empezás a utilizar más tu manera de hablar... Yo soy muy de poner comentarios sobre la canción, dentro de ella. O un chiste. Cuando siento que me estoy volviendo muy solemne, o muy formal, cuando veo que la canción se me está yendo con el viento para otro lado, entra Gonzalo y hace un comentario.
¿Te das cuenta, conscientemente, cuando está pasando eso?
Sí. Y ahí siento que las traigo un poco más hacia mí. Y quizás, si estoy componiendo con otro, reprimo un poco a ese que está ahí, que viene a hacerse el gracioso. Ahí hay una diferencia. Creo que en colaboración puedo hacer canciones pensando más en esa entidad, sea El Astillero, una música de Luciano Supervielle, una letra que tenga cosas mías pero que esté más allá de mí. Y eso hace que, en mi repertorio, tal vez haya elementos con los cuales el público en general capaz que no se puede identificar tan directamente.
¿Es más fácil o más difícil hacer esa separación del yo que interviene y hace chistes?
No sé. En ambos casos lo hago de manera muy cuidadosa. No es que importe menos en ninguno de los dos casos. Quizá lo que involucra a otras personas tiene mayor responsabilidad, y en lo que tiene que ver con lo mío me hago cargo y listo. Pero también todo es más entreverado de lo que suena.
Claro, pero en el caso de componer para vos sabés que los tomates van a ir todos para el mismo lado, y en el otro caso estarían más repartidos...
Sí. Igual es como que cada vez me animo más y pienso menos en lo que pueda generar en otras personas.
Ya que los mencionaste, ¿Cómo llegaste a los invitados y cómo cambiaste el maquillaje del disco con la decisión de incorporar esas dos colaboraciones? Porque es claro que, si no estuvieran, sería un álbum distinto...
A mí nunca me gustó tener muchos invitados en los discos, salvo que fueran sumamente funcionales para lo que necesita la canción. Me parecía como raro decir "bueno, tenemos a alguien que cante una parte". Me saca.
Foto: Montevideo Portal | Julia Peraza
Eso de que viene una Valeria Lynch y la ponés a cantar una estrofa...
Exacto. Pero Carlos Tarán, un amigo que trabaja en Brasil, que fue manager de los ex integrantes de Legiao Urbana, y conoce a Wagner Moura, me dijo un día, mientras estábamos en el medio de la grabación, que Wagner había escuchado "Mientras el viento sopla afuera", y le había gustado mucho. Y nos propuso que, si a nosotros, de alguna manera, nos cuadraba, le gustaría participar en el disco. A mí me encanta Wagner Moura, vi Narcos, Tropa de Elite, y fue como "bueno, voy a ver qué puedo hacer" [Risas]. Ahí me puse a pensar, él tiene un acento específico, es una persona muy conocida, es difícil hacerlo entrar en mi humilde disco sin que llame mucho la atención, ¿Qué propósito tendría que apareciera? Quería evitar eso, de cantar yo una estrofa, él la otra, y terminar cantando juntos. No me cerraba. Estaba esta canción, "Tanta mala suerte", que veníamos ensayando, y yo había decidido sacarla del disco. A la banda le gustaba, pero a mí me parecía que, así como estaba, no aportaba. Era una canción más bien convencional, muy cantada desde un personaje, entonces no se sabía bien qué lugar estaba ocupando yo en ese universo, si se entendía el guiño, utilizaba términos que yo a veces no utilizo para hablar... No me convencía. Ahí fue Guillermo Berta [productor del disco] que me sugirió que la cantara él.
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Y me pareció perfecto, porque, además, la compuse como muy uruguaya, pero de la forma en que la estábamos haciendo la llevaba para un lugar medio brasilero. Yo la quería arreglar como una canción de pop italiano de los 70, y con la voz de él, grave, quedaba una cosa más crooner, y a la vez, con su acento, para nada uruguayo, diciendo "una mina, jeta", y no sé qué, le daba una cosa medio exótica que la hacía interesante, y reforzaba el chiste. Si la cantaba yo no sé si aparecía eso. Veías más al personaje de la canción si él tomaba la posta de la voz. Y por ese lado me cerró.
Entonces pensé que, para lograr mayor equilibrio y tuviera más que ver, estaría bueno que cantara otra canción una cantante. Yo conocía a la banda argentina Nubes en mi Casa, y Josefina [Mac Loughlin] tiene la voz que yo me imaginaba cuando empecé Franny Glass. Cuando arranqué el proyecto quería que cantara una mujer, yo quería ser solo el compositor, y tocar la guitarra. Y no encontré a alguien que tuviese el registro, el tono que buscaba para mis canciones. Entonces, de alguna manera, sentí que la manera de cantar de Josefina, la intención que le pone a las palabras cuando canta, era lo que yo había estado buscando. Así que le ofrecí una canción a la que no le encontrábamos la vuelta. Yo la tocaba en la guitarra como una especie de chamarrita, y cuando la queríamos llevar a la banda no sabíamos para dónde, quedaba como un reguetón medio country, una cosa muy rara. La música nunca terminaba acompañando lo que estaba pasando con la canción. Y a través de escuchar Nubes en mi Casa y cosas que tenían que ver con ese universo chamber pop, bandas con instrumentos más clásicos del pop arreglados con orquesta, que me llevó hacia el electropop. Por ahí, a través de la participación de Josefina, terminamos encontrándole la vuelta a esa canción, que me gustaba mucho pero dudada de si la podríamos llegar a grabar. Estuvo bueno, porque tanto la participación de Wagner como la de Josefina le dieron vida a canciones que estaban ahí, que no podíamos cerrar. Fue mayor aún la satisfacción de que no metimos dos invitados porque sí. Si ellos no hubieran participado, no estarían. Por eso digo que el disco, de alguna manera, se hizo a sí mismo, por cosas ajenas a mi propia voluntad. Me gusta esa cosa algo caótica, que se me fue un poco de las manos, pero que estuvo bien.
¿Y cuando pasaste la raya quedaste conforme con todo lo que pasó y que escapó a tu voluntad?
No seguí a fondo ninguna de las posibilidades que se plantearon en el proceso de composición y de producción. Quedó un poco de cada cosa, y me parece que está bien que haya sido así. Estaría un poco decepcionado si no hubiera respondido al impulso original de hacer algo un poco más extremo, y hubiese terminado haciendo canciones más tradicionales. Y me sentiría incompleto si no estuviesen las canciones que me gusta tocar solo con la guitarra, que es lo que siento más cercano a mí. Es como que a este disco lo veo como una etapa dentro de la historia del proyecto, que no sé cuánto tiempo se va a extender, pero el hecho de que esté ahí me parece bien. Me gusta ver los discos, y cómo va cambiando la paleta a través de las etapas, y pensarlos, musicalmente, como en qué territorios me fui metiendo. Esta es una estación por la que quería pasar.
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Franny Glass presenta Desastres Naturales el 9 de marzo, en La Trastienda Samsung (Fernández Crespo y Paysandú, desde las 21:00). Localidades a la venta en los locales de Red UTS, Redpagos y Tienda Inglesa. Artista invitado: Monkelis.
Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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