A fines de los 80, Federico Deutsch se estrenaba como tecladista, primero en los ya míticos RRRRR, y luego en una de las tantas transformaciones de La Hermana Menor. Paralelamente, fue edificando una carrera como artista de música electrónica. Al principio integró el fermental colectivo Innova, y luego se tiró con lista propia. Su primer trabajo en solitario fue Interferencia_#1, un álbum independiente publicado en 1998, pero pasó del under a las radios y a alguna sala importante (la fama es puro cuento) en 2003, cuando apareció Astromelia [Bizarro, 2003], un álbum de pop fresco y original a tono con el espíritu de la época. Unos años después daría vida a Federico Deutsch & Maverick [Mi amor yo voy al bar solo a verte, Bizarro, 2007], un proyecto electrónico pero con una sólida base rockera, en la que prestan cuerdas, gargantas y cables viejos amigos de Buenos Muchachos, La Hermana Menor y Adrián "Garza" Biniez. Ahí, como botón de muestra, aparece "Cuando el amor ama", canción incluida en la banda de sonido de Gigante (dirigida por Biniez) en la que la voz de Pedro Dalton alcanza las profundidades del más abisal Tom Waits.

Además, alternó sus clases de yoga con la composición de música para teatro y cine, y pequeñas presentaciones donde fue amasando los temas de Terrorista Emocional, su nuevo trabajo. Es, al igual que Astromelia, un hijo de su tiempo. Si aquel resplandecía, este se edifica sobre claroscuros, se para en las sombras y transcurre entre momentos introspectivos y calmos y otros de tensión subyugante. Por ahí está la poesía y la voz de Pedro Dalton, que aportan inquietante tensión, y las subyugantes melodías de los argentinos Estupendo, que alternan con las piezas instrumentales de Deutsch, deambulantes entre la placidez y la paranoia.

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¿Es tu primer disco en diez años?

Sí. Después del de Maverick, sí. Había hecho discos de música para obras de teatro, pero este es el siguiente de música "mía", digamos.

 

Acá explorás nuevamente tu veta más "cancionera"...

Sí, la veta de canción y también una cosa como más ambient, saliendo un poco de lo que puede ser componer para teatro o cine. La música para una obra la hacés con el director, en los ensayos... Ahí capaz que te limita un poco. Es la música en función del espectáculo. Capaz que tenés que hacer algo en diez segundos, y por ahí, esa idea, si tuvieras más tiempo, la podrías desarrollar mucho más. Por ahí está la cosa de hacer temas instrumentales, bastante viajados, si se quiere, o paisajísticos. Hay algunos, los que canta Pedro [Dalton], y el de Estupendo, que tienen un formato más de canción.

 

¿Las letras son tuyas?

No. Son de Pedro. ¡Yo no le puedo escribir una letra a él!

 

¿Cómo renunciás al ego cuando entregás una música para que otro le escriba una letra? Supongo que, cuando componés, pensás en algo, que por ahí no es lo que interpreta el autor del texto.

Mirá, los temas de Pedro los hicimos medio zapando en casa, entonces se fueron armando. Yo tocaba alguna cosa, Pedro cantaba arriba, sin letra. Después escribió. En ese sentido no me choca el ego. Es un placer que él se encargue de eso, así como el resto se encarga de lo que toca.


Terrorista emocional tiene su punto de contacto con Maverick, que era como una gran banda de rock and roll con cosas de electrónica.

Sí, con cosas que salían del instrumento tradicional. Samples y eso. Quizás Maverick mantiene algo más cancionero, aunque hay un montón de temas instrumentales, y esto es al revés. Hay pila de temas que se los doy al Garza [Adrián Biniez], o a otro, y le van a hacer algo copado. Pero tenía ganas de un disco bastante instrumental, con los temas que yo venía tocando en formato solista, desde hace unos dos, tres años. Los fui desarrollando a medida que los tocaba. Llega un momento en que maduran para grabarse, y ahí surge la idea, con Nandy, de invitar gente. Me gusta eso, siempre. Por un lado porque enriquece que venga gente de afuera, esa cosa de amigos que comparten música. Y porque el otro hace cosas que a vos no se te ocurrirían. Eso es lo bueno de tocar con otros. Y los temas eran poco cancioneros, cuando los tocaba en vivo me gustaba irlos desarrollando. Eran parecidos, pero nunca el mismo tema tocado de la misma forma. Cuando los grabamos con otra gente hubo que bajarlos un poco a tierra, darles una estructura, y ahora estamos haciendo una versión para el en vivo, que tampoco es igual a lo que grabamos.

Foto: Montevideo Portal | Julia Peraza

¿Te cuesta esa transformación?

Me pasa por un lado que, con casi todos los que participan, que son un montón, he tocado en diferentes proyectos, y confío a full. Siempre pasa que, cuando hacés cosas con otra gente, tenés una idea inicial de cómo querés que sea un tema, y después va yendo para otro lado. Capaz que algo, en algún momento, no te convence tanto, hasta que te acostumbrás a la nueva forma, y termina siendo así. Y la verdad, en otro momento, me hubiera quemado diciendo "tenía ganas de tocar estos temas solo, y ahora los hago con esta gente. ¿Cómo hago después para hacer un toque chico donde no voy a llamar a todos ellos?" Ahora no, fue así. El disco es lo que es, y cómo se toque se verá. Cuando hice ese clic empecé a ver para dónde llevamos lo que hay, y cómo rinde más en vivo. A veces, los temas que tienen mucho arreglo en el estudio, tocados en vivo, a mí no me gustan. Apretar play y tocar arriba de una base no me gusta mucho. Estamos buscando una vuelta que, quizás, tiene menos detalle fino, de arreglos, de edición, pero gana en toque. Y está funcionando bárbaro. No me costó la decisión, tuve que darme cuenta. En un momento venía con eso trancado, pero no porque me costara soltarlo. Era porque no me daba cuenta. Capaz que crecí un poco. En ese sentido estoy alivianado.

 

Sos un bicho medio extraño, porque hacés una música que por ahí no tiene nada que ver con lo que hace la gente que te rodea.

Sí, pero somos todos amigos. Y está comprobado, por nuestra trayectoria, que funciona. Como Maverick... ¿Qué hacen los Buenos tocando ahí? Para ellos no es tan difícil, y todos quedamos contentos con el crossover.

 

¿Cuestionaste eso alguna vez?

La verdad, me suena que, para los rockeros no soy rockero, y para los de la electrónica no soy de la electrónica. No me gusta caer en la de todos los músicos, pero lo cierto es que no me gusta encasillarme. Me parece que está buenísimo trabajar con gente de palos distintos, y la interacción es mucho más sencilla de lo que uno cree de antemano.

 

Hay una creencia extendida, al menos entre los que escribimos de música, y que para mí es errónea, que la electrónica no es música popular, como sí lo es el folklore, el rock, la cumbia, incluso el hip hop...

Sí, el hip hop sí, y es como raro porque está dentro de la música electrónica, aunque es más tocado.


Claro, pero tal vez, en términos de público, es menos popular que la electrónica.

Sí, porque está la música de pista, de fiesta, que tiene otro perfil. Y hay una electrónica más académica, para un público más reducido. O la música de teatro, que por ahí la escuchás fuera de la obra y por ahí no tiene tanto sentido. A veces es un pasaje musical relacionado con lo que está pasando en escena. Entiendo eso del bicho raro, pero a veces creo que estoy haciendo cosas más raras de lo que son, y que en realidad son accesibles para cualquiera.

 

Decías que la música de teatro la escuchás afuera y no te dice nada. Ese aprendizaje de componer para teatro, ¿Te dio alguna herramienta para tu trabajo más personal?

Sí. Lo fui aprendiendo a través del ensayo y error, que para mí está bueno. No tengo ningún tipo de formación académica, pero hay gente haciendo cosas súper interesantes que no tiene formación. Me parece mucho más lúdico. En general, la electrónica, o la música instrumental, tienen un viaje en ese sentido. La podés delirar donde quieras. Es como un costado de la música que me parece interesante ese de componer para cine y teatro. Y eso que aprendí lo llevo a la música más personal, digamos, pero no de una manera consciente. Hay mucho de eso. Inconscientemente vas metiendo eso, lo aplicás sin pensarlo. En este disco, por ejemplo, hay un par de temas que comenzaron siendo una ambientación muy corta para una obra de teatro, y los seguí desarrollando.


Foto: Montevideo Portal | Julia Peraza

Este es un disco menos pop que Astromelia... Es más oscuro...

Sí, sí. Es como más "crecido". Astromelia me encanta, pero le encuentro esa inocencia de los primeros discos. Desde ahí hasta ahora pasaron un montón de cosas. He adquirido diferentes instrumentos de electrónica para componer, va creciendo el kiosco, y crecen las composiciones.


¿Tu cabeza creativa creció, más allá de que haya crecido "el kiosco"?

Si, siento que sí.


Porque me parece que ambos discos son hijos de su tiempo. Astromelia es contemporáneo de 2003, y tiene la frescura y la inocencia de esa época. Terrorista emocional también, es oscuro, fragmentado, bien 2018...

Astromelia es más inmaduro en el sentido de inocente. Ahora, a nivel de arreglos, climas, desarrollo, siento que este tiene más elaboración. Por lo que he adquirido como músico, componiendo y tocando todos estos años. Vas creciendo aunque no quieras, y cuando te das cuenta estás componiendo cosas más elaboradas. Laburar con otra gente te da otras perspectivas. Vos tenés la idea de que algo vaya para allá y viene alguien y lo cambia de rumbo. En general, la música instrumental tiene una cosa mucho más atemporal. No sé si lo concibo como un disco de ahora por la época que estamos viviendo, pero sí por mi proceso en estos últimos tres años, de gestación del disco. En eso lo siento, sí, súper representativo de esta época. El nombre es un poco en joda y en serio, y lo siento relacionado con mis procesos. Significa todo el cambio de ese terrorismo emocional. Lo vivo en ese sentido. La música que estuve componiendo en un momento de elegir cambios, para bien. Crecimiento...

Foto: Montevideo Portal | Julia Peraza

¿Qué te pasó? Porque crecer crecemos todos...

Elegí hacerme caso de cosas que capaz antes no. Voy a cumplir 50 años. Siento que, capaz, me estoy parando más en la edad que tengo. Antes me parecía que estaba atrasado. Que la edad que tenía no correspondía a la forma en que yo resolvía determinadas situaciones. Una cosa así. Había cosas que había que laburarlas para trascenderlas, y en estos años lo hice. Cambios de hábitos, cosas que hice toda la vida que encaré de forma diferente. Ese tipo de cosas.

 

¿Seguís con el yoga?

Sí, sí, sí.


¿Cuánto permea el yoga esas decisiones que tomás, y cuánto se mete en tu música?

Permea todo, porque más allá de las clases que doy, es como estoy eligiendo vivir la vida. No quiero decir que soy un yogui, porque es un término medio grande, pero estoy yendo hacia ahí. Como el yoga sirve para cualquier cosa, para componer también. Es como un plus para la creatividad. No es que me permee o no me permee. Está ahí siempre. En la vida.

 

También hay una imagen del rock que está en las antípodas. Eso de que cuanto más reventado mejor. El reviente también sirve para componer, al menos durante un tiempo breve...

El tema con el reviente es que mientras uno es joven se lleva, pero cuando llegás a cierta edad y no estás pudiendo parar se empieza a complicar. A los 20 años está divino. Si a los 20 años no te reventaste un par de veces es raro, al menos en esta sociedad. Pero después llega un momento en que cosas que antes te encantaban y ahora no. Ponele, seis años atrás, tres veces por semana salía con mis amigos, a tomar una. Llegó un momento en que empecé a salir un poco menos, a cosas más puntuales. En ese sentido, todos esos cambios que te decía vienen un poco por ahí.


También es cierto que el reviente, a nuestra generación, le salió carísimo...

Sí. El drama es ese. Hay gente que está en el personaje, quiere parar, achicar, y le cuesta. O lo hace, pero no se siente a gusto en el nuevo personaje. Ahí es complicado. Todo lo que hagas te va a dar culpa. Salgo, chupo, coso, pero no sé si estoy muy convencido de eso... Hay gente que queda, de repente, en un personaje toda su vida. Otros, por suerte, se acomodan a los tiempos y zafan. Así como hay pila de conocidos nuestros que están medio en el horno, por suerte hay muchos otros que, más brusco, menos brusco, hicieron un cambio. Se enderezaron un poco, ¡yo qué sé!

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Federico Deutsch presenta Terrorista emocional el 15 de junio, desde las 21:00 h, en la Sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre, junto a Pedro Dalton, José Nozar, Marcelo Fernández, Nacho Durán, Nico Barcia, J. Yabar, Diego Macadar, Franco Di Gregorio, Javier Vaz Martins, Estupendo y Nandy Cabrera.