Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

La vía de los hechos

Conversamos con Fabián Furtado y Federico Sanguinetti, de Chopper

Conversamos con Fabián Furtado y Federico Sanguinetti, de Chopper, a propósito de “Hechos Consumados”, el álbum que se acaba de publicar y marca su regreso.

Lectura: 12'

2014-10-29T15:14:00-03:00
Compartir en

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
[email protected]

Esta historia empieza con un final. Fue a comienzos de los 2000, sin estridencias. Apenas una grieta por la que se fue metiendo el agua. Un exilio, una deserción, una pelea. Una ruptura, y Chopper, simplemente, dejó de ser. La banda, que poco más de una década atrás había tomado el relevo de Alvacast en la escena metalera, no existía más. No con una explosión, sino con un gemido, como sugirió Elliot.

Pero esta historia empieza, también, con un aniversario. En 2013 se cumplieron veinte años (sí, veinte) de la salida de Chopper, el álbum debut de la banda homónima que, pese a las condiciones técnicas en que fue grabado, o quizás gracias a ellas, se convirtió en uno de los discos más importantes de la historia del rock postdictadura (y de antes también), y cancionero indispensable de cientos de heavies (y no tanto) que hallaron en él un buen repertorio de himnos de guerra.

Y esta historia empieza, por qué no, con una negación. Porque Chopper siempre evitó decir que sí a lo que se presumía como fácil. Cuando el camino parecía ser cantar en inglés, la banda se empecinó en la lengua de Cervantes y en el ejemplo de maestros como Barón Rojo y V8, y cuando la costumbre aconsejaba líricas de satanases, dragones, cuerpos diseccionados o indios muertos, Chopper apeló a la vereda, y encontró poesía en la barra de la esquina, cervecera y cansada de que le tocaran el culo.

Esta historia, decía, empieza también con una reunión. La reedición de Chopper (Bizarro, 2013) fue la excusa para juntarse, enchufar todos juntos y ver qué había, y descubrir que, con más canas y menos pelo, eran los mismos tipos de siempre. Y entonces dos shows fueron poco... Y por qué no grabamos estas canciones, total ya las tenemos. Dale. Y por qué no metemos unos covers, de esas canciones que nos dejan la piel de gallina. Sí, buenísimo. El resultado es Hechos Consumados, un disco que acaba de salir a la venta, y que es Chopper en estado puro. Cinco temas nuevos y cinco versiones de canciones de Barón Rojo, Sumo, Psiglo, Zero y Sádika, que ponen las cosas en su lugar. Segundos afuera. Volvió el campeón.

*


Foto: Montevideo Portal l Marcos Sánchez

Postales de Chopper (I)


Una noche en el Parque Bellán. Debe haber sido por el 90. Todavía cantaba Robert Pereyra. Chopper toca ‘Sabiendo que vas a morir’. Algunos heavies old school, remeras de Maiden, Metallica (de los días del Master of Puppets) y algunos más conservadores con camisetas de Purple o Zeppelin asienten con satisfacción. Abajo del escenario, un grupito de punkies y desharrapados ensaya uno de los primeros pogos. Todos empiezan a darse cuenta de qué viene la cosa.


¿Por qué volver justo ahora?

“La escena había tenido una oleada, un pico de creatividad y de bandas, con los conciertos masivos de Durazno, donde estuvo Rey Toro, y luego quedó una cancha propicia para ver qué pasaba con lo que Chopper había dejado”.

El que habla es Federico Sanguinetti, guitarrista de la banda, que grabó Chopper y ahora regresa en esta nueva encarnación. Y agrega:

“Empezamos por internet, mail para acá, mail para allá. Fabián y yo somos amigos, nos vemos sin necesidad de ensayar, lo mismo con Leo (Rodríguez), y empezamos a manejar la idea de a poquito, como una cosa descabellada, una locura. Juntar el grupo para tocar... ¿Cuántos irán? ¿100 personas? ¿200? ¿20?”.

“Hasta que yo di la mala noticia: ‘Si volvemos, vamos a reventar’”, dice Fabián Furtado, vocalista del grupo. “‘¿Te parece?’, me decían. Y tuvo mucho que ver internet, y el acercamiento que ahora hay en cuanto a los medios. Si bien uno está en España (Daniel Renna), el otro en Perú (Luis D'Angelo), otro en Brasil, como estaba Ernesto (Ferraro, guitarrista), Fede estaba en Punta del Este, yo en Salinas, todos bien desperdigados, los medios hicieron que nos acercáramos de un modo recontra tangible, y nos dimos cuenta de que no habían pasado los años, y de que habíamos dejado material que se podía retomar y plasmar en algo. De ahí a soñar con grabar ya era algo más lejano. Nuestra primera prueba fue tocar en vivo. Después de que nos dimos cuenta en el ensayo que andábamos requetebién, dijimos: ‘Vo, vamos a grabar algo más’”.

Claro, pero una cosa es juntarse a tocar covers de Chopper, por decirlo de alguna manera, y otra es ser Chopper de nuevo.

FS: Sí. Tuvimos un trabajito a la hora de tocar los ‘covers’ de Chopper, hacer los temas que hacíamos antes. Algunos salían así nomás, y con otros, en mi caso, me tuve que sentar a estudiar qué es lo que había hecho en ese momento. No me acordaba mucho, pero cuando agarrás rodaje sale todo como por un tubo. Pasó que estábamos todos, faltaba Ernesto, que vive en Salvador de Bahía. Y cuando él llegó a la sala y enchufó la viola, se cerró el círculo. No sé cómo explicarlo.

FF: Acá no hay plazos, ni fechas, ni nada. Todos tenemos nuestra vida. Fede tiene su banda, Tensión, yo estoy en Rey Toro, Ernesto da clases de guitarra, el Peruano (Luis D'Angelo) sigue en Perú con sus cosas, Leo estaba con Radical, aunque ahora ya no. Todos estábamos medio ocupados, y decidimos sentarnos a cranear esto para hacerlo en un lapso que congeniara todo. Y se dio bárbaro. Eso es lo que te da la tranquilidad de que lo que estás haciendo está bueno, o está bien, avalado por nosotros. No lo hacemos para vender discos. Dijimos: ‘Vamos a echarnos un polvo, y de la mejor manera posible’. Hacer algo entre amigos, y que entre en la familia quien tiene que entrar y quien calce.

En el toque en vivo se vieron los pingos. Estábamos los que teníamos que estar, y con todo lo que nos debemos. Yo le debo a él (Federico) estar en esta banda; si se quiere, le debo estar en el circuito de rock: fue él quien me eligió para entrar en Chopper. Y así con todos. También ver los tiempos, cómo íbamos madurando musicalmente cada uno, que podía no ser al mismo tiempo para todos. Y sin embargo todos siguieron creciendo. Fue muy loco. Al principio pensé que algún punto flojo iba a haber en la banda, que alguno hubiera quedado un poco rezagado por no tocar, y me encontré con que no. Mejor aún: la amistad todavía podía dar para más. En ese plan vamos: amigos que se juntan a hacer música, y si pueden grabar discos los graban, y si pueden tocar, cuando sea, tocaremos. Chopper no pisa ningún proyecto personal, fluye, y nos hace bien a nosotros.

Foto: Montevideo Portal l Marcos Sánchez

*
Postales de Chopper (II)
Festival en una madrugada helada en Pando, en un galpón de AFE. Entre una docena de grupos recuerdo el debut de los locales Intifada, encapuchados como terroristas. Cerraba La Tabaré. Antes, Chopper se encargó de no dejar piedra sobre piedra. Una especie de maremoto de cabezas se veía desde el escenario y hacia el fondo del local, y la pequeña multitud coreaba rabiosa cada verso, dejando cachos de garganta y litros de saliva en todas las palabras. “Está bravo tocar después de ustedes”, dicen que dijo Tabaré Rivero, un piropo del tamaño de un elefante.


Chopper, de 1993, era un disco más bien clásico, y Sangrando fue, en comparación, rupturista. En Hechos Consumados hay como una síntesis, ¿no? Si bien tiene un sonido ‘moderno’, hay un cuidado especial por la canción y sus aspectos melódicos. Además, los tópicos siguen siendo los mismos, la protesta, la rabia, pero hay un perfeccionamiento de las letras, que no salen tan ‘crudas’ como antes...

FS: El Sangrando, comparado con el primer disco, en materia técnica fue una revolución. El primer disco lo grabamos en cinta magnetofónica marrón de una pulgada en 16 canales, de los cuales 8 eran para la batería. Ahí plasmamos las ideas, pero Sangrando (Ayuí, 1997) pateó el tablero en el metal nacional. Fue una cosa revolucionaria. Ahora decidimos hacer este disco con instrumentos tradicionales, con amplificadores de válvula, para sonar medio crudo, porque hoy en día innovar no es sonar ‘técnico’. Preferimos innovar metiéndonos dentro nuestro, abrir el baúl de los recuerdos, como le decimos nosotros en broma a los temas que teníamos sin terminar, covers que siempre quisimos tocar...

FF: Hacer lo que queríamos hacer, porque nadie laburó obligado sobre ningún tema. Hubo un tema, incluso, en el que no podía encontrar la lírica, era muy guitarrero, y en cinco minutos decidimos dejarlo instrumental. No era cuestión de devanarse un poco más y sacar una letra. Era lo que pedía el tema y lo que pedían los instrumentistas. La tarea de ellos en las dos violas fue tremenda. Estos dos congeniaron a la perfección y se complementan, pero a la vez sabés muy bien quién es quién ahí. Sin egocentrismo, sin drama. No hay precio para eso.

FS: Éramos los mismos que nos juntábamos a ensayar en un sótano de Sayago, con las mismas estupideces y las mismas cosas buenas. Y la misma motivación, que no es agradar a los medios, ni vender discos, ni salir en el diario, ni meter un tema ganchero que suene de ringtone en los celulares. Esas son cosas que están muy bien, pero la música que hacemos y lo que nosotros decimos no cuadra con eso. Y esto fue una prueba: ver qué tenía para mostrar Chopper hoy.

Foto: Montevideo Portal l Marcos Sánchez 

Pero dónde se para Chopper hoy, en una escena que no es la misma de antes, en la que, si bien el rock ha crecido, algunos referentes han pasado a jugar roles que antes no jugaban, desde ser jurados en la TV a tocar en el Palacio Legislativo...

FS: Sí, pasaron 20 años, pero escuchás “Salgan de mi vida” y es un déjà vu. Se para en un espacio donde no hay nada. Hay una plaza vacante, un montón de gente ávida de escuchar algo como Chopper, de protesta, entre comillas.

FF: Y somos tipos que han marcado la adolescencia de varios. Mismo. Me di cuenta en el recital en vivo (en abril de 2013). Padres con sus hijos, hermanos con hermanos menores. Hablé con guachos de 15 años que nos habían visto con 6, 7 años, de colado, con su hermano mayor o su padre. Les quedó grabado en la retina, y me lo vinieron a contar. Y era mucha gente. Creo que este es un disco que va a andar bien. Resume un poco lo que los padres de esos niños que hablábamos escucharon. Es la banda sonora de su vida. Estamos tranquilos, y volvemos a eso de que antes de que le guste a la gente nos tiene que gustar a nosotros, nos conforme, nos mueva, porque lo hacemos por nosotros.

*


Postales de Chopper (III)
La Factoría es un hormiguero. Camperas de cuero, tachas y parafernalia metalera, pero también piercings, tatuajes y hasta dreadlocks. Había guachos de liceo, veteranos criados a Pilán y discos de vinilo, y hasta gurisitos de tres, cuatro años, a caballito de los padres. Tiempos de Sangrando, de banderas negras en el medio del pogo, toda la cerveza del mundo y nunca una palabra, una mano fuera de lugar. Disco es cultura. Chopper también.

 


Foto: Montevideo Portal l Marcos Sánchez

Chopper fue una de las grandes bandas en un momento en el que eran impensables cosas que cualquiera hace hoy, como grabar un disco profesional en un estudio casero, y que, además, se separó antes de la era de los grandes festivales, que por otra parte ya pasó. ¿Cuál es el desafío que se plantean ahora?

FS: El tiempo dirá. Soñar es muy lindo. Estamos concentrados en ver cómo hacemos para juntarnos para presentar este disco. Todos, como creadores, tenemos nuestra libretita de apuntes, o algo para grabar, registrar alguna maqueta, alguna idea. Creo que Hechos consumados tuvo su partida hace muchos años cuando desempolvé algunos casetes que tenía y lo empecé a digitalizar, y se los mandé por correo a cada uno de ellos. Guardando, haciendo alguna maqueta, pero sin la proyección de grabar un disco en tal fecha.

FF: Nosotros elegimos la puerta en la que estaba el chancho, no elegimos otra. Él (Federico) no estaba para el Sangrando, y sí estaba para esto. Eso quiere decir algo. Somos amigos que aprendimos a entendernos, a querernos, a laburar y a cuidar nuestra chacrita. Y la puerta que nos tocó la abrimos, y le dimos para delante. Nunca hubo una recriminación, nada. Ya maduros, ya cuarentones, nos damos cuenta de que no hay apuro. Que podemos hacer las cosas tranquilos, y viendo el paso a paso. Ese es el desafío.

*

Esta historia termina con un principio, porque Chopper está de vuelta y promete quedarse. Fuerte como un tren, pero tranquilo. Cólera buey. Sí: hay futuro.


Escuchá "Más maquiavélico", primer corte de Hechos Consumados

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
[email protected]