Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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Estela Magnone sabe que nunca se convertirá en un fenómeno de masas, y no le importa. A cambio, se exige, se fuerza a que cada vez que publica un disco nuevo (que no sucede muy a menudo), las canciones la satisfagan. "Son para siempre", dice. Son perfectas, escribo yo.
Telón (Bizarro, 2016), el nuevo álbum de Estela Magnone es, por primera vez, de puño y letra, de autor e intérprete. La excepción es "Lago", una pieza de la extraña lírica de Eduardo Mateo, el resto del disco lleva la firma de Magnone. Y está buenísimo.
Estela Magnone, cantante, música, compositora, arreglista, exhibe en Telón todas sus galas y hace que el álbum sea, a su imagen y semejanza, elegante y seductor.
Magnone sabe, también, que el tiempo le ha dado cierto oficio a la hora de componer, pero que también la volvió implacable en su autocrítica. "Soy medio terrible", dice. Pero sabe, también, que la esencia de la artista que, desde fines de los 70 viene siendo la menos popular de los músicos populares, sigue siendo la misma. Y eso también está buenísimo.
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¿Por qué Telón?
Hay dos canciones en el disco que tienen la palabra "telón". No fue intencional. En una abre el telón, y en la otra cierra. Me pareció que era una buena palabra para reflejar un poco eso: que las cosas pueden empezar o terminar, según el lado por donde las mires.
Las canciones del disco tienen un aire crepuscular, no de desencanto, pero tampoco optimista, ¿No?
No lo había visto por ese lado, al contrario. El disco abre con una canción que es como de agradecimiento a la vida. La compuse en un momento en que me di cuenta de que uno no tiene que estar lamentándose por las cosas que no pasan, sino agradeciendo las que pasan. Yo estoy un poco en esa onda en mi vida.
¿Tuviste una época de "quejona"?
No de quejona, pero sí de resignada. Y a todo el mundo le pasan cosas que no quiere que le pasen. Pero también depende mucho de cómo encare las cosas. Desde hace un tiempo estoy encarando las cosas desde el lado positivo. Yo lo veía más por ese lado.
¿Hiciste un clic o fue un proceso que te llevó a pensar así?
Puede ser que haya hecho un clic. Hubo un proceso, pero en un momento hice clic. Yo veía el disco más así. Incluso algunas canciones que pueden ser melancólicas, o que recuerden cosas del pasado, no están con una carga negativa.
¿Te sentaste a componerlo o tomaste canciones que ya tenías?
No. Nunca me siento a componer un disco. Primero están las canciones y después viene el disco. Demoro. Las canciones se van armando, y de repente tardo años. En Telón hay canciones que empecé a hacer hace muchos años, y no había encontrado que estuvieran prontas hasta ahora, que decidí ponerlas en un disco. Podés abandonarlas, darte por vencido, y las encontrás a los cinco años y ves cosas que estaban buenas. A mí me pasa mucho eso. Las dejo ahí y van madurando, adquiriendo su propia vida.
¿Maduran contigo? ¿Una canción de hace cinco años sigue diciendo lo que querés decir?
Sí. Creo que siguen diciendo. Uno no cambia la forma de componer. De repente, a medida que vas creciendo, hay cosas que no habías vivido. Hay temas de las canciones que me tocaron ahora. Este disco tiene la particularidad de que, salvo la última canción, que es como un bonus track, y tiene letra de Eduardo Mateo, las demás son con letra y música mía. No había tenido, antes, un disco así. y tenía ganas de hacerlo, que todo fuera responsabilidad mía. Y salió esto. Yo siento que es más personal, más allá de que, cuando hacés una canción con letra de otro, te termina perteneciendo. De hecho, una canción, hasta que no es interpretada, no se termina. O un arreglo, a veces, termina de componer una canción.
Foto: Ignacio García Da Rosa | Prensa Bizarro
Hay quienes te definen como una artista de culto. ¿Te molesta esa etiqueta, el ser una artista "para pocos"?
Yo no soy una artista popular, ya lo sé. Ni me molesta ni me deja de molestar. Es una realidad. Creo que la música que hago es medio elaborada, no sé por dónde va, pero no es para cantar en un estadio. Nunca voy a tener un público más allá de un teatro, de esa dimensión. Es así.
No te quita el sueño...
No. no voy a cambiar mi forma de componer, o de interpretar, para llegar a otro lado. Uno hace las cosas porque las siente así. Después, tengo la experiencia de que algunas de mis canciones, hechas por otros artistas, adquieren una dimensión diferente, para un público más masivo. Y no es el público que tengo yo. Pero es así y me gusta. Me encantaría llegar a miles de personas, pero no me quita el sueño.
Nunca compusiste en función de la masividad...
Jamás. Ni lo haría. Capaz que no podría.
Podrías hacer el ejercicio de escribir con ese fin, con seudónimo, para ver si funciona...
En una época componía para un grupo tipo Back Street Boys uruguayos. Hace años. Era como una obra por encargo, algo que yo sabía cómo había que hacer y lo hacía y funcionaba, pero no es lo que yo quiero para la música.
¿Te aportaba algo, además de dinero?
Como experiencia fue interesante. Era otro mundo. Duró poco, no trascendió demasiado. Pero no es lo que yo busco, fue como una prueba. Me ofrecieron ese trabajo, y lo hice.
¿No abominás de esa experiencia?
No. pero firmé con seudónimo.
Y no me vas a decir qué grupo era...
No (risas). Es oficio eso. Otra experiencia de ese estilo es hacer música para teatro. Es un poco distinto: te metés más en la obra, vas a los ensayos, te vas empapando. Siempre trabajé con Omar Varela. Y él tiene mucha participación, "Me gustaría que fuera así, que tuviera esto".
Ahí entra la opinión del otro. ¿Cuánto podés dejar entrar en tu música a alguien que viene de afuera?
En las canciones, a nadie. En la música de teatro sí porque tiene un cometido, que es el de acompañar la obra en la forma que el director quiere que sea.
¿Y cuánto dejaste meter la cuchara en este disco a la gente que tocó contigo?
En las canciones, nada. La producción del disco la hicimos con Fabián Marquisio. Hace muchos años que toco con él. Empezamos de cero, trabajamos en el estudio de él, en Punta Ballena, yo llevaba la canción hecha en el piano, y de ahí empezábamos a armar el arreglo. Fue muy compartido.
Foto: Ignacio García Da Rosa | Prensa Bizarro
¿Y tienen identidad tus canciones antes de existir?
Capaz que sí. Habría que ver.
¿Hacés la música primero?
Depende. He compuesto de muchas maneras. Las menos de las veces hice letra y música al mismo tiempo. Las canciones con letra de otro, obviamente, tienen la letra primero. Se van armando, de a pedacitos de letra y música. No tengo un sistema. Sí me tomo mucho tiempo para componer, y a veces no sale nada. Yo, para componer, necesito escuchar mucha música. Es algo muy inspirador. Y los conciertos. Me gusta cuando salgo de los conciertos con ganas de componer.
Viste que hay artistas que, cuando están trabajando en algún material nuevo, no escuchan música, o leen a otros autores, en el caso de los escritores, para "no contaminarse"...
Yo no puedo. Además, no compongo para un álbum nuevo. El disco viene cuando tengo las canciones. No es que me ponga a hacer canciones para un disco. La única vez que hice eso fue para Villazul, porque era una cosa muy concreta.
No sos una artista muy prolífica. ¿No te llama la atención grabar discos?
No... no se da. Soy muy autocrítica. Me parece que las canciones que grabo me tienen que gustar mucho. Creo que tener esa presión de grabar un disco cada dos años termina, salvo algún caso, por bajar la calidad de los discos. De repente tienen tremendo tema, uno o dos, y el resto es de relleno. De hecho, pasa que de los discos no sobreviven muchas canciones. Me parece que es porque no se tiene esa autocrítica de decir "no, voy a esperar". Creo que va en desmedro de la creatividad.
¿Te reconocés en tus composiciones más antiguas?
Sí. Tengo unos años más, pero tengo la suerte de no renegar, ni de las canciones que hice, ni de los discos. Capaz que tiene que ver con eso de que grabo poco, de que estoy mucho tiempo para que me conforme una canción.
Seguís con las mismas ganas de decir las mismas cosas....
Sí. Claro, ahora hoy cosas que son distintas. Este disco tiene, por ejemplo, una canción que es para mis nietas. No hubiera podido componerla hace 20 años. Tiene una canción que compuse para mi padre, cuando murió, aunque recién la terminé ahora. Son cosas que, en la medida que vas creciendo, envejeciendo, vas viviendo otras experiencias.
¿Para qué sirven las canciones?
Creo que sirven para experimentar una emoción. Para transmitir al otro algo similar a la que te pasa a vos. Cuando el otro reconoce, o siente algo similar a lo que vos sentiste al hacer una canción, me parece que está el resultado. Me parece que por ahí va que una canción esté buena o no, que produzca algo en quien la escucha.
¿No te pasa que te digan "esta canción me gusta por esto", y eso no tiene nada que ver con lo que pensaste a componerla?
Sí, puede ser. Con alguna canción sí. Pero está bueno eso. Que de repente interpretan una cosa que no tiene que ver con lo que vos pensaste. Esa conexión va más allá, por el lado afectivo.
¿Para quién componés?
Para mí.
¿Y sos muy dura?
Sí. Soy terrible. Soy medio pesada conmigo.
No te volviste indulgente con el tiempo...
No, al contrario. Vas aprendiendo a ser cada vez más exigente. Y aprendiendo a componer. Hay cosas que me salen más fácil ahora que antes. Pero en esencia es igual.
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Estela Magnone presenta Telón este sábado 3 de setiembre en la Sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre, acompañada por Fabián Marquisio en guitarra, Moyi Figueira en bajo, Mauro Clavijo en percusión, el cuarteto de cuerdas Aramis, Jimena Irastorza y Julio Cobelli. Localidades a la venta en Tienda Inglesa, boletería del teatro y a través de la red Tickantel.
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