Tengo para mí que, si una conversación empieza con una discusión y termina con un abrazo, es una buena charla.
Busco eso, entonces. Le digo que, en los 80, los preadolescentes del Río de la Plata nos dividíamos en team Parchis y team Menudo, y yo tomaba partido por los primeros. Él sonríe, dice que no conocía la disputa, y sonríe aún más grande, una boca llena de dientes enmarcada por una barba pintada de canas, ojos resguardados por lentes oscuros que nunca se quitará, una cabeza llovida de largos pelos negramente americanos, coronada por un sombrero de campesino en domingo.
Vuelvo a la chicana, pero otra vez sonríe y otra vez no sabe, no contesta.
Draco Rosa, Robi Draco Rosa, dice que es el mismo que hace casi 40 años vestía un overol brillante y acompañaba las coreografías de Menudo, el grupo teen que hacía las delicias de las chiquilinas -y algún que otro chiquilín- en todo el orbe hispanoparlante. Es el mismo que se hizo amigo de su compañero de formación, un tal Ricky Martin, y a quien le compuso algunos de sus éxitos más ecuménicos. Ya no, aclara, aunque la amistad siga, porque esos nudos no se desatan así nomás.
Draco Rosa, el de "Cruzando puertas", canción que advertí en algún momento, Draco Rosa, el que un día Fede Lima, fan confeso, me sugirió con ahínco que escuchara con atención.
El que tuvo cáncer y se recuperó, el que se alivia con marihuana y planta café de manera sustentable para financiar una fundación benéfica. El que compuso (y puede componer, eso es seguro) canciones destinadas a los charts, pero también el autor de temas profundos, oscuros, luminosos, o ambas cosas. El tipo que, con la oreja puesta en el hard rock de los 70, se despachó el año pasado con Monte Sagrado, un disco que pasa por Zeppelin y Soundgarden, y termina hoy. Y empieza de nuevo.
Cuando la charla termine, casi no habrá habido discusión. Seguiremos conversando de cosas que no son registradas por el grabador, y que por lo tanto no deben ser reveladas, y terminará con un abrazo. Esto, también, es una gran conversación.
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En "Yo mismo" decís "Una veces soy yo solo, yo y otras yo mismo", y pedís que no te pregunten quién sos. Está bien, no te lo voy a preguntar, pero ¿Cómo están todos esos Draco Rosa que sos en distintos momentos?
Estamos todos bien. Hago un poco de todo. Trato de disfrutar la vida. No sé darte una respuesta. Es el mismo Draco siempre. Al principio, para entrar en el tema de las composiciones, fui Mr. Blake, Dolores del Infante, seudónimos así. Era una cosa personal, tratando de encajarme en lo que estaba llegando. La oportunidad de hacer el papel de productor y compositor, y entré a ese mundo fresco y nuevo del que traté de esconder el Draco. Por miedo a fracasar. Y al final, pasaron los años y ya, aquí estoy. Sigo siendo la misma persona. Muchas cosas que se han dado, como el café, una cosa de la familia. Adquirí una finca, y mi papá, que sabe mucho pues se crio en el campo me ayudó a establecer la siembra. Limones, aguacate, papaya. Y tocamos el tema del café, porque en esa finca estuvo una familia durante muchos años. Nosotros fuimos los primeros "nuevos" en entrar. Y encontramos un café precioso. Y seguimos. Café de origen. No en plan de hacer dinero, sino "¡Qué bueno! Tenemos café". Y se dio bien, entró en los negocios gourmet, con cosechas muy pequeñas. Y cada año íbamos creciendo. Entonces me enfermo, comienzo a mejorar y cuando el segundo trasplante de médula estoy en la finca, conozco mucha gente, pensando en la fundación, y digo "¿Cómo hago? Puedo pedir dinero, puedo crear pequeños negocios que contribuyan a la fundación". Y así me junté con varios caficultores, cuya economía estaba floja, y ahora están trabajando y son proveedores de este café, que se llama Draco Rosa, 100% café de Puerto Rico. Y es lindo porque un porcentaje muy, muy decente, va directamente a la fundación, apoyamos a los agricultores de Puerto Rico. Es un proyecto muy bonito, y entró bien a las tiendas grandes. Hasta a las tiendas que a veces vemos como enemigos, los wallmarts. Varios de mis amigos, familiares, me dicen "¿Por qué lo hiciste?" "Bueno, piensa en la fundación. Big picture". Se dio ese negocio, el negocio del cannabis. Llevo cinco años con eso. Para el tema de la ansiedad, dormir, mil cosas. Soy un producto del desarreglo del sistema, y aun me tomo mis medicamentos, me alivio con un poco de cannabis y aquí estoy. Esta invitación fue muy mágica. El otro día en los Grammys, y siempre decimos "uh, los Grammy, que mierda, hay que ir", pero esta vez fui bonito. Estábamos con Bunbury, ganó su Grammy, y luego llegó esta sorpresa, la invitación de No Te Va Gustar. ¿En serio? ¡Vamos! Y aquí estoy [Draco Rosa participó de la grabación de Otras canciones. 25 años, próximo DVD de No Te Va Gustar].
Monte Sagrado, tu último trabajo, es un disco de guitarras fuertes, pesado, grunge, y creo que tiene dos caras, que va de lo oscuro a lo claro. En "Dentro de ti" decís "Dios está pensando cómo va a ser el fin del mundo". ¿Cómo va a ser? ¿Lo imaginás?
No, hermano. No lo sé. Ahí en el campo es lo que se dice. Es un dicho. Lo vas a escuchar de alguien de 70 años para arriba. "Dios está ocupado, ¿Qué necesitas?" No hay que profundizar mucho, y a la vez sí. El disco en sí viene de un momento bonito, porque yo realmente preparé unas maquetas, fui a Miami, presenté una selección al Jefe Grande, y me dijo "OK, me encanta, pa'lante". Y dije "bien, vamos a grabar. Pasaron unos meses y me preguntaba "Ey, ¿Cómo va todo?", y yo no había comenzado. La cosa es que entré al estudio en abril de 2018 a grabar. Me sentía tan bien, con mucha energía. Me levanté con una alegría que hacía años que no tenía. Sucedió que me fueron cortando los medicamentos, disminuyendo dosis, y al principio pensé que me pasaba algo. Me sentía eléctrico. Pensaba que eran los esteroides, cualquier cosa. "No, Draco, es que te estamos cortando los medicamentos y entendemos que estás mejor". Y me hacen las pruebas y todo bien. Entonces todo vuelve a ser como antes. Vuelvo a ser juguetón en el estudio. Tocar la batería, hacer escándalo, porquerías, ridiculeces, y de repente, eh, hay algo.
"333" tiene un riff demoledor...
Estábamos de gira. Estuvimos por Argentina, y había un concierto. Estaba Aerosmith, Whitesnake, bandas raras para el momento. Estaba en el hotel, leyendo a Cortázar, y me llama Tom, el tour manager. Y leo "tengo las manos negras y el corazón sudado" [fragmento del poema "Nocturno"]. Waw. "Mira, Tom". Y vamos caminando por ahí, y veo a todos estos personajes, cosiendo bufandas para Steven Tyler, el otro juntando maquillaje. Esto es un festival. Y nos toca tocar a nosotros, y entonces comienzo con ese riff, muy básico, tres, tres, tres. Y es "Aquí estoy, tengo las manos negras y el corazón sudado", improvisando con "Te busco". Y nada. Ese jam duró, no sé, ocho, nueve minutos. Al principio del show, antes de la primera pieza. Y se quedó ahí. Lo tiré a un lado, para otro momento. La cosa es que, ya en abril, estoy grabando. Llevaba varias canciones con este feeling, pero claro, estaba cruzado porque le había dicho al Boss que le iba a entregar un disco de tal manera. Ese verano hicimos muchas cosas y yo estaba desconectado. No quería trabajar en el disco. Pasa el huracán María [segunda quincena de setiembre de 2017, que dejó más de 6.000 muertos a su paso por el Caribe], cuando me estaba preparando para entrar a grabar. Llegaba de una gira muy light, romántica, espiritual, muy minimalista. Llego y Puerto Rico era tierra de zombies. Trauma, tristeza, la gente bañándose en las calles. Comencé a trabajar ese disco destrozado. Me voy a casa, monto un estudio allí y me doy cuenta de que me siguen faltando piezas. Y tenía un disco de rock. Y vamos, cortamos "333" en L.A, y corté también "Yo mismo". Con eso se fue formando Monte Sagrado.
Son las canciones más fuertes del disco.
Sí. Y le mando una carta al Boss. "Ey, te estoy mandando el disco". Y no me responde. Un mes pasa. Mandé el disco en enero y no me contestaba. Pensaba que me iban a echar. Alguien estaba molesto. Pero no fue así. Me escribe una carta muy linda. "Draco, estoy sorprendido. Escuché esto, es un disco de rock, está maravilloso". Y le prometo entregarle el disco entero en unos meses. Y nos la jugamos, y nos quedó bonito.
Leí que era tu retorno al rock, pero nunca te fuiste del género, por más que hayas hecho otras cosas...
No, nunca. Nosotros, y digo nosotros porque ya tengo una banda hace años, aunque sea solista, y cuento con esos monstruos, y tratamos de manejarlo así, y es difícil. Es un proceso, pero seguimos en el rock. Te puedo contar mil historias que van definiendo dónde estamos, dónde vamos.
¿Es Monte Sagrado una respuesta a lo que estaba pasando, al caos, al huracán?
No, es una respuesta de salud, de vitalidad. Nada de huracán. Sé que para ti es difícil de comprender, y le vas a buscar la otra vuelta, pero la única vuelta es la que te cuento. Vitalidad.
Estoy entendiendo todo mal.
Totalmente. Las percepciones a veces dominan, pero en este caso no. Cuando me dio el cáncer tomé como decisión no hacer quimioterapia, una decisión buena o mala, como tú quieras. En 2010 me diagnosticaron fiebre reumática. Y se equivocaron. Entonces me enfermo, me sentía débil, me apagaba. Y la música me acercaba más al piano. Esa energía de las guitarras había desaparecido. Había hecho conciertos de rock sentado. Estaba agotado. La última vez que estuve en el Vive Latino, en México, estaba ya ingresado a una clínica especial, alternativa, en Houston. Y fui a hacer este concierto, y me quedaba uno más, que tuve que cancelar. Y en el último estaba descalzo, quería estar con la tierra. Y entonces ahora te digo: Vitalidad, brother. En algún momento sientes que hay algo diferente. Cuando te levantas una de esas mañanas inesperadas, y todo lo que va sucediendo ahí es de una energía, de una cierta felicidad que se te había ido, hermano, ¡Eso es!
¿Tuviste o tenés miedo?
Tengo algo. Desde siempre. Me preocupo por los hijos, por la gente que conozco, por los amigos. Me gusta darme abrazos y besos con el que me encuentro, porque vaya a saber cuántas horas pasen después en esta película de la vida, que es tan breve. De repente tenemos dos, tres horas juntos hasta el gran final. Un familiar, un gran amigo que no lo ves, lo ves una vez al año, y no piensas que tienes, quizá, tres visitas más, que te quedan dos veces para verlo. Obviamente, para mí, las prioridades han cambiado. Tengo una gratitud inmensa, y el miedo es en realidad un respeto inmenso hacia las cosas. Ando en moto casi todos los días, y voy rápido. Tengo una Ducatti, y me la gozo, fue parte de mi salvación. Me preocupa el tema de mis hijos, el mundo, mil cosas que están mal, pero a la vez estoy tratando de celebrar la vida. Lo bello de la vida.