Darío Sztajnszrajber es un filósofo y ensayista nacido en Argentina. Además de desarrollar su vocación docente, también se ha dedicado a difundir la filosofía en diferentes medios: conduce el programa Mentira la verdad en Canal Encuentro y tiene columnas en radio y televisión. En 2012 creó el espectáculo Desencajados, con el que ha recorrido el territorio argentino con muy buena repercusión. Según detalló a Montevideo Portal, el espectáculo "prioriza lo que consideramos la faceta artística de la filosofía, que se potencia con la música".
El autor contó que para poner en escena Desencajados eligieron un repertorio asociado a las temáticas que usualmente trabajan: "Se produjo a través de una instancia creativa entre la filosofía que yo represento y la música, con un equipo de músicos coordinado por Lucrecia Pinto, que también canta las canciones en vivo". La banda se completa con Martín "Chino" Capici en guitarra, Lucas Wilders en percusión y Juan Finger en bajo.
Esa reflexión filosófica que plantean sobre el escenario, ¿ya estaba presente en las canciones?
Nosotros creemos que hay una etapa de la música, sobre todo rioplatense, que está atravesada por una búsqueda existencial, pero no pensamos que sean canciones que estén estructuradas desde el lenguaje filosófico. Desencajados lo que busca es poner frente a frente dos géneros muy distintos y, sin embargo, tratar de ver cómo esa diversidad dialoga. Porque al encontrar que tienen algo en común, esa especie de pregunta por el sentido, lo que nos permite es después poder trabajar a partir de sus diferencias. No es que yo explico las letras de las canciones. Cada uno de los ejes temáticos que van definiendo el espectáculo nos habilita a que, al mismo tiempo, yo esté haciéndome preguntas, leyendo textos o actuando situaciones filosóficas y mientras me vaya invadiendo la canción, no solo con su letra sino con el clima que provoca. Entonces se genera este efecto de desencaje. Parecería que no tienen nada que ver entre sí, y sin embargo terminan componiendo esa escena.
¿Pensás que ese cuestionamiento se reduce a determinada época o es algo propio de la música de esta región?
Me parece que es de una época, porque hoy no lo encontramos tanto. Por lo menos a nosotros no nos moviliza. Elegimos un repertorio más de autores de los 80 y los 90. Los ejes temáticos que trabajamos son muy concretos: el amor, el tiempo, el poder, Dios. Temas filosóficos bien específicos, frente a los cuales fuimos a este repertorio de canciones para ver cuál de ellas amalgamaba de la mejor manera la forma en que trabajamos los temas. Cuando hablamos del amor o el tiempo no solemos ser condescendientes con el sentido común imperante acerca de esos temas. Hacemos una radicalización en el tratamiento de estas cuestiones bastante provocativa, irreverente, muy crítica en el modo en que se establecen las formas cotidianas de vivir estas cuestiones. Entonces deconstruimos al amor y al tiempo. Mostramos cómo el poder se halla emparentado con los discursos hegemónicos. Cuando hablamos de Dios no caemos en el lugar binario más tradicional de decir existe o no existe, sino que denunciamos el usufructo que ha hecho la religión institucional sobre la creencia. Si a todo esto le agregás que cada uno de esos temas viene con una o dos canciones tocadas en vivo, el espectáculo adquiere una sensibilidad y una potencia que lo pone más cerca del arte que de una clase.
¿Por qué eligieron temas más próximos al género del rock?
Nos moviliza ese género. Hicimos una elección que tiene que ver con el tipo de público que nos viene a ver. Entendemos que se identifica con este tipo de música. Podríamos hacer otro espectáculo y tocar tango o folclore más tradicional, en la medida en que son géneros que de algún modo expresan también nuestro estado de ánimo. Todos los que participamos de Desencajados somos hijos del rock rioplatense, por eso le dimos este lugar.
Siempre apostás por llevar la filosofía a lo cotidiano, ¿por qué creés que es importante?
Creo que es una herramienta de transformación y emancipación que de alguna manera ha sido domesticada y desterrada por parte del sentido común cotidiano, sobre todo por la molestia que genera y la interrupción que provoca en las principales prácticas de nuestra vida diaria. Es una herramienta liberadora, y por eso me parece fundamental bajarla del pedestal, desacralizarla, popularizarla y desenclaustrarla. Hay que quitarle esa especie de coraza académica que tiene y la aleja de su posibilidad de apropiación por una ciudadanía que a través de ella puede crecer en su capacidad emancipatoria.
En una entrevista reciente decís que ahora la filosofía debe dedicarse a transformar la realidad. ¿Cómo pensás que se podría dar eso?
Yo creo que hay diferentes maneras, a mí lo que me gusta es la realidad más inmediata que tiene que ver con los aparatos de normalización, los dispositivos de serialización que van construyendo nuestra subjetividad a partir de esas acciones bien íntimas que estructuran lo que uno no puede dejar de hacer. En realidad, lo que la filosofía muestra es que todo puede ser de otro modo, que podés dejar de hacer cualquier cosa y no hay nada previo, preestablecido, que uno tiene que reproducir y si no se pierde. La filosofía lo que propone es ese ejercicio de perdición, de pelearse contra todos esos lugares obvios que se imponen como definitivos. Por eso, una de las formas que a mí me gusta es trabajar la filosofía es en ese lugar, en el extrañamiento que puede producir en nuestros actos más cotidianos.
¿Por qué creés que tantos jóvenes y adolescentes se interesan por lo que hacés?
Es algo que yo lo viví durante toda mi carrera en el aula, cuando vos podés trabajar formatos filosóficos que no sean aburridos o solemnes. Si hay una edad en la que impacta fuertemente y genera mucho erotismo la filosofía es la adolescencia. Es el primer momento donde tenés la capacidad de cuestionar todas esas limitaciones que te fueron condicionando desde niño. Como la primera manifestación del uso de la conciencia. Entonces, me parece que tanto la adolescencia como la última etapa de la vida, la vejez más profunda, son edades donde es muy hermoso hacer filosofía. Lo que nosotros proponemos es recuperar esa pasión que encontramos en el aula. Tanto Desencajados como los distintos proyectos en lo que estoy tratan de ser la continuación del aula, entendiendo que también la idea de aula fue cambiando con el tiempo y que hoy puede ser un escenario, un programa de televisión o una columna en la radio.
¿Hay algunos autores específicos que trabajen en el espectáculo?
Toda la obra es muy nietzscheana. Si hay un autor que sobrevuela todo el espectáculo es Nietzsche; y desde ahí nos vamos conectando con otros autores, tanto del corpus filosófico como literario porque, así como puede aparecer un Platón o un Derrida, también surge un Fernando Pessoa o un Bertolt Brecht. Y a nivel musical también es bastante amplio el esquema: hacemos temas de los Redonditos de Ricota y también uno de Jorge Fandermole, hacemos un tema de Fito (Páez), pero también uno de Fernando Cabrera.
Desencajados tendrá lugar los próximos 26 y 27 de mayo, desde las 21:00 horas, en la Sala Zitarrosa. Entradas a la venta por TickAntel.
Julia Peraza/Montevideo Portal