Fan. Fan de la música pop. Así se define Bob Stanley, este inglés de 52 años, músico, DJ, periodista. No, periodista no, fan.
Stanley, ocasional pinchadiscos, ex productor y dueño de una disquera y tecladista estable de los elegantemente británicos Saint Ettiene es, también, aunque lo niegue, crítico y periodista musical desde hace largos años en publicaciones como Mojo, NME, The Guardian y The Times.
Y como escritor y periodista, pero más que nada como fan, publicó en 2013 Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno (cuya traducción al español circula en Montevideo desde abril a través de Turner Noema-Océano), un ameno y monolítico ensayo en el que intenta explicar el devenir de la música pop, a la que define como "toda la que entra en las listas de éxitos, así se trate de Buddy Holly, Black Sabbath o Buck Fizz".
¿Qué tuvieron en común la huelga que inició en 1941 la Asociación de Autores y Compositores estadounidense (ASCAP) con el éxito y la consagración de Beyoncé? A través de 59 capítulos, tan profundos como entretenidos, Stanley recorre seis largas décadas de música popular angloparlante con rigor y humor. Basado especialmente en las listas de éxitos, pero sin descuidar el mundo indie, traza perfiles de artistas, productores, géneros y subgéneros y, con afán de arqueólogo, resucita decenas de nombres ya olvidados.
Y, además, Stanley toma partido y no teme ser sarcástico con lo que no le gusta, vacas sagradas incluidas. Así, prefiere a los Beatles por sobre los Stones, rescata la nobleza de los Sex Pistols frente a los Clash -de los primeros recuerda, por ejemplo, un concierto a beneficio de los bomberos en huelga, en la Navidad de 1976, "parias actuando para otros parias, el poder indiscutible de la música", al tiempo que acusa a los de Strummer de "dar vergüenza ajena" con sus "brotes fundamentalistas"- y carga las tintas sobre Bono, Sting, Bob Geldof y el elenco de Band Aid, entre otros. En cambio, reserva deliciosos capítulos para Abba y los Bee Gees.
Yeah! Yeah! Yeah! puede leerse como un ensayo, un compendio de artículos periodísticos, más de 700 páginas de historia y reflexión, como cualquier cosa, menos como un manual. Es, en todo caso, un punto de partida para conocer, asentir, discrepar, putear y seguir construyendo opinión. Ese es, al fin y al cabo, el mejor regalo que un fan, periodista o no, puede hacerle a la música que ama.
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Cuando comenzaste a escribir este libro, ¿Tenías idea de la magnitud que finalmente tuvo?
Yo sabía que era un montón de historia para exprimir en un solo libro. Tenía que confiar en mis instintos y apegarme a la estructura que me había impuesto. Pero también pensé que había una increíble historia que contar, que en realidad no había sido dicha más que en fragmentos, o en libros aparecidos antes de los fenómenos disco, hip hop, punk. También sabía que tenía que ser un poco terco, o mi libro se habría leído como un libro escolar.
¿Descubriste nuevos puntos de vista o cambiaste tu opinión acerca de algún aspecto de la música pop a lo largo de tu investigación?
Tuve una nueva comprensión de los días previos al rock and roll, esa década de la posguerra en la que la gente necesitaba amabilidad y seguridad. Eso puede ser interpretado como una frazada gigante de sofocante suavidad, pero había muchas sutiles puntas señalando hacia el futuro. Frankie Laine, por ejemplo, se ha convertido en una especie de héroe para mí.
¿Influye en tu música tu trabajo como periodista?
Siempre pienso en mí como un fan y un escritor, no como un periodista. Me encanta la música pop y por eso escribo sobre ella. Es un salto lógico hacer música por ti mismo influido por la música que amas. Soy extremadamente afortunado de que Saint Ettiene haya durado más de seis meses. Nos llevamos muy bien los tres, y tenemos la voz de Sarah [Cracknell], que es nuestra marca registrada.
¿Las canciones siguen siendo tan importantes como antes, en tiempos en que la industria musical tiene mecanismos de marketing tan efectivos?
La industria musical armaba sus charts de manera que, en la época digital, es imposible. Las canciones siguen siendo lo importante, por supuesto. Y hay también lugar para los bichos raros, o las estrellas pop altamente individuales. Mira, si no, los ejemplos de Drake y Kanye, pero la era en que accedían hits novedosos o outsiders independientes como Lieutenant Pigeon o So Solid Crew parece haber terminado.
¿Esperás un cambio en la música pop, o creés que todo será, de aquí en más, una reinterpretación de lo ya hecho?
Hay mucho por hacer en la reinterpretación del pasado, y están las nuevas tecnologías para ayudarnos. Los Rolling Stones lo hicieron en 1965, y así seguirá siendo en el futuro. Nuevos géneros suben y bajan todo el tiempo, pero nadie sabe qué dirección tomarán y cómo tomarán en el futuro.