La música tropical es el género más popular en todo el país. El más escuchado. Y, sin embargo, no vende cervezas, ni teléfonos celulares, ni calzado deportivo. No tiene grandes sponsors, y tampoco frecuenta los espacios donde, se supone, se legitima la cultura popular. La música tropical, en general, no está en la agenda cultural, en la preocupación del periodista, en el interés del público. Pero está ahí. Sin hacer caso del mote de terraja, alegrando públicamente al pueblo llano -y esto no es demagogia, es lo que es- e, incluso, a veces disfrazada de "consumo irónico", en los oídos de los no tan grasas, no tan ignorantes, no tan cumbieros.

Aldo Garay lleva poco más de dos décadas dedicado a contar historias que están ahí pero no vemos. Le gusta eso de asomarse al precipicio para escuchar el ruido que hace la piedra cuando cae. En cine fue director de, entre otros, los documentales Yo, la más tremendo, Cerca de las nubes y El casamiento y la ficción La espera; y, para televisión, acaba de firmar Memoria tropical, un intento de acercamiento a la banda sonora de la ciudad, para la que, a menudo, tenemos oídos sordos.


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¿Cómo surge la idea de hacer una serie sobre la música tropical, y cómo se da? Porque es, probablemente, la expresión musical nacional que tiene la peor prensa...

O no tiene prensa. O lo que tiene no entra en el estatus de prensa, son más bien difusores, y eso puede ser una discusión aparte. Esto de hacer "algo" sobre la música tropical me viene rondando hace tiempo. Es un interés que tengo de andar por la calle. Yo vivo en Palermo, un barrio muy popular, donde la banda sonora es la plena. No es algo que sea ajeno a lo que es mi conformación como individuo. Por más que no lo escuche en mi casa, es lo que está, y perfectamente sé quiénes son Cumanacao, Karibe, los tengo muy presentes. De ahí a tenerlos presentes, o saber quiénes son, o hasta reconocer qué sonora toca de tal manera, a hacer algo, hay un paso grande. Y me pareció que un canal como TV Ciudad, un canal público, que tiene que representar todo, incluso expresiones que puedan generar mucho disenso, como puede ser la música tropical, era una buena plataforma para plantearlo. Después el asunto fue pensar cómo hacerlo. Es una movida muy grande, que tiene muchísimos años, ¿Cómo representar todo esto? Se me ocurrió seriarlo por los referentes de las grandes orquestas que permanecen, como Casino y Borinquen, más de 50 años, Cotopaxi, 50 años, y después por figuras individuales. A través de cada uno, de su épica, se va construyendo algo de lo que es la historia de la música tropical uruguaya. Algo. Porque es muy difícil tenerlo todo, por varias cosas. Es difícil reunirse con la documentación, por ejemplo. Yo busqué cosas, y no hay nada. Hay solo un libro de Diego Recoba sobre Borinquen [¡Hasta Borinquen!, Estuario, 2015], y es reciente. Vos buscás algo sobre el Chato Arismendi, y no encontrás nada, más allá de las canciones subidas a YouTube. Nada. Me pareció que era un gran movimiento musical, independientemente que te guste o no, que mueve muchísima gente, han participado muchísimos músicos, está repleto de curiosidades. Y no hay nada. El Príncipe [Gustavo Pena], por ejemplo, fue el guitarrista en una etapa de Los Herederos. ¡El Príncipe! Y hay muchos mitos. Este movimiento sufrió muchas divisiones, entrás a analizar, y muchos músicos participaron de la movida tropical. ¿Alguien se podría imaginar que El Príncipe hubiera tocado en un conjunto tropical?



Además hay músicos muy buenos, tipos que tocan de verdad...


Tocan. Y no solo eso: tocan mucho. Muchas veces los artistas, los performáticos, los que tienen la puesta en escena, gran parte del oficio es la parada. Estos tipos tienen, y el que es muy malo aprende. Hay músicos muy formados que participaron como forma de trabajo.


¿Descubriste esto trabajando o lo sabías de antemano?

Tenía alguna referencia, pero con esto vas aprendiendo mucho más. Siempre lo aclaro: el documental, o en este caso el reportaje, no son clases de historia. Vos tenés que llegar ahí sabiendo algo, pero no todo, porque se puede tornar algo muy aburrido. Cuando hacés cine documental, si respetás la esencia de ese género, tenés una premisa, una historia, pero lo importante es que en el proceso, el rodaje, el montaje, que devele algo que jamás imaginaste. Nunca se te ocurrió, nunca lo pusiste en un papel. En el caso del reportaje sucede algo parecido. No tenés el tiempo para hacer el proceso, porque todo es mucho más rápido, pero la diferencia está en que el cine es emoción, y el reportaje es información. Evidentemente, cuando termina un proceso de 13 capítulos de 50 minutos, sabés mucho más que cuando iniciaste, y eso está bien. Si solamente te vas a limitar a buscar en cada una de las entrevistas o encuentros cotejar lo que leíste, se torna muy aburrido, y hasta pobre. De ahí tienen que surgir cosas que no sabías. Yo sabía algo, pero no lo sabía todo. En la experiencia del rodaje cotejás eso, y esta división de los músicos, que en general no son los músicos los que la generan, sino lo satelital a los músicos, a veces es la prensa la que separa, la crítica dice "estos son músicos y estos no". Hoy el Chato Arismendi tiene un grupo de tango, ¿y Los Milonguitas no son músicos? ¿De qué estamos hablando?


Pasa que con el tiempo se va revalorizando lo anterior. Recuerdo que cuando apareció Karibe con K se decía "orquestas eran las de antes", y ahora se valora a Karibe en desmedro del pop latino...


Eso es un proceso para todo, es histórico, y creo que pasa en todos los géneros.



¿Te sorprendió algo de lo que no tenías idea?


El Chato Arismendi. Su calidad artística. El Chato canta, canta y canta. Y toca la guitarra. Ese fue para mí el gran descubrimiento. Yo sabía quién era, pero lo ubicaba más como un gran cantante de la música tropical. Con esta gama de registros no lo tenía. Y los tangos que canta, porque eso también tiene que ver.



La música tropical siempre fue considerada, por lo menos, pasatista, cuando no fue tildada de aliada del poder de turno, al menos por omisión. ¿Creés que los artistas sienten eso?


Sí. Ellos se sienten no reconocidos, ninguneados.


Porque TV Ciudad ha apostado por cierto rescate de la memoria, del pasado reciente, pero desde la épica de la izquierda, de la resistencia...


Tuvo períodos donde esa épica era muy fuerte. No debería ser así, porque es un canal público. Eso depende de algunas decisiones que son claramente políticas, pero en TV Ciudad la música tropical estaba totalmente ausente. Hubo algunas pequeñas cosas, y en este caso decidimos rescatar qué es lo que piensan, sienten, y cómo procesan la creación estos artistas. A mí me interesa saber cómo es tener una orquesta durante 53 años. Cómo pudo sostenerlo, cómo pudo instalarse, qué pasó en los 80, en los 90. Es una curiosidad básica. Es indudable que esta movida, lo que se entiende como música tropical, fue desconocida por la crítica especializada, por los estudios académicos. Fue totalmente invisibilizada, pero, contradictoriamente, es sumamente popular. Creo que esta discriminación viene de muchísimos años atrás, pero cuando el aparato cultural de la izquierda toma el poder hay como un recelo, porque se entiende que alguna parte de esta movida tropical fue la banda sonora de la dictadura. Eso es relativo, porque algunos tuvieron problemas.



¿Como El Cubano, no?


Sí. Pero por cosas muy absurdas. A Cienfuegos le preguntaban si se llamaban así por Camilo Cienfuegos. Ese tipo de cosas. Cotopaxi se saca una foto para un disco, y el fotógrafo no se dio cuenta de que, detrás de los músicos, en la pared, había una hoz y un martillo pintados. Eso lo tuvieron que tapar con el logo del sello Macondo. Había censura en las letras que, generalmente, tomaban de otras orquestas portorriqueñas, centroamericanas, pero que, en ese momento histórico, podían tener una doble lectura. ¿Por qué sucede eso? Porque no hubo una instancia de diálogo, de conocerlos más de cerca.



¿Notaste recelos dentro de la música tropical? Ernesto Negrín, por ejemplo, dice que el pop latino le hizo daño a la movida...


¡Por supuesto! Como en toda movida, hay muchos intereses, hay una pulsión comercial muy fuerte. Todos pelean por el "gol", por el espacio en la radio, por el baile del fin de semana. Eso es natural, y hace que se castiguen. Eso que dice Negrín es cierto, el pop latino generó un golpe muy grande para las orquestas clásicas, que el que mejor lo sobrellevó fue Borinquen porque, en lugar de virar para ese lado juvenil, y cambiar la plena danza por la fusión con el candombe o la murga, decidieron bancar en la de ellos. Y fue una buena estrategia. Pero creo que la movida tropical es cíclica. Cada siete, ocho años, hay un cambio. Sonora Palacio y Karibe con K, en su momento, también representaron un golpe muy grande a las orquestas clásicas. Después el pop latino fue un golpe para Karibe con K, y hoy puede decirse que, hasta la cumbia cheta, que si bien no comparte el público, también juega algo. Hace que, hasta algunos empresarios prueben de generar muchos grupos como Márama y Rombai. En ese sentido es un espacio donde hay mucha movilidad de estilos, de búsquedas. Esta serie trata de rescatar a los clásicos, que se han mantenido y sostienen hoy su banda, su actividad como solistas. Surgen cosas, pero los tipos siguen.



Recuerdo el slogan de Cotopaxi, "la charanga que más viaja"...


Sí, ellos han hecho todo el país. Es impresionante. Es un caso bien particular, porque es un conjunto de charanga, una expresión básicamente del interior, pero ellos son de Montevideo. Tocan muy poco en la capital, y son el referente charanguero del Uruguay.


¿Qué desafíos te planteás como realizador? Nunca agarrás nada que sea pan comido... ¿Qué te tiene que gustar para que te pongas a laburar?

Eso: me tiene que gustar. Es muy difícil de explicar. Acá me pareció que había historias. Y a veces, por los tiempos y la forma que tiene la televisión, no puedo hacer lo que quisiera hacer. El medio es así. De todas formas, me parece relevante esto de ordenar un cierto desorden, o vacío, que hay sobre este género. El hecho ya de catalogar y ordenar los archivos personales de las bandas y las personas, ya es un trabajo muy importante, y que va a quedar. Siempre pensando de acá a 30 años. Viene un investigador, un cineasta, un escritor, y quiere hacer algo con esto, va a encontrar algo. No solo están las bandas que titulan los capítulos: dentro de cada uno se mueve para muchos lados. Pero volviendo a por qué lo hago, me pueden mover muchas cosas. A veces es saber más, a veces hay cosas que me emocionan, me conmueven, me parece que es interesante meterse a contar una historia. Es muy extraño. Quizá también el desconocimiento, querer saber más y no tener con qué. Y vos decís "son temas difíciles"... ¿Viste cuando le decís a un niño "no vayas allá que te vas a caer"? Bueno, eso también me alerta. "Che, ¿Esto es difícil? Bueno, vamos a ver qué pasa". Después el resultado será bueno o malo.


Foto: Montevideo Portal | Carmela Marichal


Pero comercialmente no es rentable.


Sí. Esta serie está en el marco de la televisión pública, que creo que debería ofrecer estos productos, que no necesitan un sponsor. Es como una obligación, en una ciudad donde se escucha por todos lados plena, que el canal de la ciudad haga algo sobre eso. La inmensa mayoría de la ciudad escucha plena. Por otro lado, creo que podría ser comercial, también. Quizás el planteamiento de la memoria sea menos atractivo, quizás gusten más los toques, pero alimentar eso con historias, para conocer qué es lo que hay detrás de esos artistas. ¿Por qué llegaron a eso? ¿Por qué llegaron a la plena? ¿Por qué se desarrollan? ¿Cuál es la lógica de crear una banda, elegir los temas? ¿Por qué los que escriben, escriben eso? Recordando un poco, otro tipo que me sorprende es Rolando Paz, una especie de retratista barrial, que canta las cosas que pasan en el barrio.



Como un Dino de la cumbia...


Claro. La chiquilina que se prostituye para salir del cantegril y comprarse una casa. Chucky, el malandrín del barrio. Hay cosas. No es todo lo mismo. Cada artista tiene un proyecto. Hay melódicos, hay pleneros, hay retratistas sociales que tienen esa intención. Si no la escriben, cantan "Simón, el gran varón", sobre la homosexualidad en el barrio y los prejuicios de los vecinos...



Una canción que en su momento era fuerte...


Hoy es hasta infantil, pero a fines de los 80 era una cosa muy removedora. No son todo lo mismo, incluso rítmicamente. Se dice "la cumbia". Bueno, la cumbia es un género dentro del macro género tropical. Está la cumbia, la charanga, la plena, el merengue, la guaracha, la salsa. Y hay muchos que hacen música tropical y no todos pueden hacer lo mismo. Técnicamente hablando. Hay algunos que son melódicos, con clara influencia del melódico internacional, como Sergio Dalma, Roberto Carlos, Camilo Sesto, José Vélez...



¿Te quedaste con ganas de hacerlo de otra manera?


Me hubiera gustado tener más tiempo. Me parece que es un escenario muy rico desde el punto de vista musical, vivencial, sociológico. Hubiera querido más tiempo para buscar archivos, para retratar mejor a las personas, volver una y otra vez. Ahí surgen cosas que trascienden la historia y empieza a salir la esencia de ellos. Es como el ABC del documentar. Es insistir, volver, tomar insumos de los encuentros. Es como un trabajo de pesca. Hay un devenir estético dentro de la música tropical que es fascinante. Cuando Eduardo Ribero y "Lolo" Viña hacen Sonora Palacio comienza una nueva puesta en escena, un nuevo concepto de la parada de la música tropical. La delantera, con cantantes jóvenes, facheros, en lo posible de pelo largo... Y rompen la forma de vestir. Sacan la corbata o el smoking y empiezan a jugar con hombreras, colores, satinados. Palacio, y Karibe, que es lo que viene después, con Eduardo Ribero, que compra el nombre de una sonora que estaba totalmente sumergida, y le pone Karibe con K, y sostiene todo ese planteamiento estético, y el concepto de construcción de estrella. Los cantantes eran estrellas. Contrataba limusinas para que fueran a firmar autógrafos, y les prohibía andar en ómnibus.



Eran los Beatles...


Eso fue impresionante. Y si bien se sabe que se vestían como parodistas, lo interesante es saber qué pensaba el tipo que ideó todo eso. Evidentemente existía una estrategia detrás. Y esos tipos cantaban muy bien. Cantan muy bien hasta el día de hoy. Esos pequeños recovecos de la historia son interesantes para comprender un todo. Hay una lógica detrás de todo eso.



Más allá de esta serie, ¿Cómo ves el presente del cine documental en la región?


El cine documental, en los últimos diez, quince años, se ha posicionado como Cine, sobre todo a nivel mundial. Ha vuelto a tener el estatus que tuvo en los comienzos, en la década del 50, cuando el cine documental era una expresión importante. Últimamente es frecuente ver documentales en las secciones oficiales de los festivales. Creo que, si bien el gran público cuando ve algunos recursos como la entrevista, el archivo, confunde el reportaje con el documental, el documental ha logrado como más visibilidad, y hay hasta fenómenos comerciales, como Ser y tener [Nicolas Philibert], una película francesa muy extraña, muy de autor, pero que fue un éxito descomunal de público. En Uruguay se hace documental, hay un montón de gente trabajando, cada uno en su estilo, buscando retratar determinadas historias. Pero la relación del público con el cine uruguayo es compleja, y ni te digo la relación con el documental. Es totalmente marginal. A mí me resulta interesante del cine en general el legado, lo que queda.



Vos no vas a ver ese legado, pero mientras tanto hay que pagar el alquiler...


Con el cine no se sobrevive. Tenés que tener otra cosa. Hacer televisión, o publicidad. O dar clases. Los proyectos de cine duran años, levantarlos cuesta tres, cuatro años, y mientras hay que vivir. Y tampoco son negocios. A mí me ha pasado, de hacer películas reconocidas, con premios internacionales, incluso en festivales importantes, y después te das cuenta de que no significan nada, no le cambian la vida económica a la película. A mí no me interesa ni siquiera ponerme a pensar en cómo lograr una película que sea abierta, popular. No se me ocurre. Podría pensar en algunas cosas, que son recetas que por ahí le funcionaron a otros, pero no necesariamente te van a funcionar a vos. Lo que me interesa es contar una historia. Ahora estoy trabajando en el retrato emocional de Eduardo Franco, que fue líder de Los Iracundos. No es una biografía. Es un retrato coral de una serie de seguidores que tiene hasta hoy. Uno puede decir "bueno, era una persona muy conocida". Entrás a YouTube y "Puerto Montt" tiene 18 millones de reproducciones, y hacés una lógica muy torpe, contás la cantidad de visionados que tienen sus canciones, que son como 100 millones, y decís "tengo un público enorme". Y no es así. Después las películas, y sobre todo el documental, no se corresponden con la fama que pueda tener el retratado. Son procesos muy curiosos. Ojalá que me pase.

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Memoria Tropical

Ficha técnica
Género: Reportaje documental
Protagonistas: Sonora Borinquen, Casino, Luis "Chato" Arismendi, Rolando Paz, Sonido Cotopaxi, Marihel Barboza, Karibe con K, el Pop Latino, Fata Delgado, Marito Silva, entre otros.
Realizador: Aldo Garay
Productor: Andrés Scarone
Formato: Full HD
Año: 2017
Capítulos: 13
Duración: 48 minutos
Estreno: 8 de junio
Fotografía: Diego Varela
Edición: Nicolás Golpe
Sonido: Martín Ariosa
Gráfico: Gustavo Bentura
Producción: TV Ciudad