Cuando Rafael y Bernardo Antonaccio estaban a mitad de rodaje de su película En el pozo -thriller vernáculo que desde hace un par de semanas está en cartel con buen suceso- descubrieron que el set de su única locación había desaparecido. La cantera de La Paz en la que se desarrolla la historia estaba inundada e irreconocible, después de una lluvia veraniega de varios días. "Pensamos que no íbamos a poder terminar la película", cuenta Bernardo a Montevideo Portal.
Ambos pasaron una tarde entera paleando una pared de la cantera, bajo lluvia y con las manos ampolladas -"algo que con una pala mecánica hubiera costado un ratito", aclara Bernardo-, hasta que lograron reconstruir el set. Confirmaron entonces que filmar una película, especialmente si se tiene poca plata, "es sobre todo luchar contra los elementos que van atentar contra el proyecto, e intentar que no incidan", como explican.
Y sin embargo, la falta de recursos nunca fue una excusa para los dos hermanos, a tal punto que aseguran que de haber tenido más plata el resultado no habría sido muy distinto. "No es necesario llorar", dice Rafael, que después de haber puesto toda la plata del despido de su anterior trabajo para poder finalizar la película debe haberse repetido la misma frase durante semanas antes de irse a dormir.
En el pozo, efectivamente, se defiende sola y no necesita justificaciones. Es una historia químicamente pura, como decía el autor español Armando Lázaro Ros, en el sentido de un cuento bien contado, que funciona incluso si se la desnuda de todo adorno. En el entorno aislado de una cantera abandonada, una mujer y tres hombres -uno de ellos su pareja, otro un antiguo amor adolescente- se reúnen a pasar una tarde de verano. Como en el agua de la cantera que los rodea, sin embargo, hay mucho más debajo de la superficie de lo que parece a simple vista: una infidelidad, una historia sin terminar, una relación de violencia en varios niveles y el afloramiento de instintos tan primitivos como el paisaje descarnado, que baña la película de un color crudo.
El pozo del título, claramente, no es solo literal sino metafórico, pero ofrece el entorno perfecto para experimentar con los cuatro protagonistas y sus vínculos, siempre atravesados por la violencia de género pero sin caer nunca en lo panfletario. Es una película de género en todo sentido, un thriller ideal para estos tiempos.
Paula Silva y Augusto Gordillo
"Queríamos hacer una película de género que no fuera sobrenatural, sino protagonizada por personas normales, reconocibles, con las que cualquiera se pudiera identificar; personajes grises, ni blancos ni negros", cuenta Rafael a Montevideo Portal. Pese a su amor por el cine de terror y fantástico, ambos estuvieron de acuerdo en que la dimensión humana fuera lo importante. "Creo que es más doloroso para el espectador ver que no es un asesino psicópata el que protagoniza la película, o algo exterior, sino personas normales, con las que en algún aspecto todos pueden sentirse identificados", apunta Bernardo.
No es eso lo que parece al comienzo. Como en un truco de magia, los hermanos Antonaccio desvían primero la atención del observador para construir la escena sin mostrar las cartas. Pero por mucho que se sugiera el peligro latente que representa, el monstruo no está acechando afuera sino adentro.
Match 4
La estructura de En el pozo, según cuentan los directores, no cambió mucho desde las primeras charlas sobre el proyecto, que surgió de su "angustia de hacer cine" a medida que crecían y se iban sumando las responsabilidades familiares y laborales. Las limitaciones presupuestales los obligaron a hacer una película que respeta las tres unidades aristotélicas del teatro (un solo conflicto dramático, en una sola locación y en el transcurso de un solo día), pero que justamente por eso los llevó a prestar atención especial al guion y las actuaciones. O, como señala Bernardo, el presupuesto los llevó a "recurrir a lo más liso y llano, las relaciones humanas, que hacen más potente a la historia".
"Sabíamos que la película se iba a sostener en los actores", explica Rafael, mientras Bernardo aclara que, para funcionar, lo más importante es que el guion fuera sólido y las actuaciones creíbles. Por eso, por el proceso de casting pasaron unas 100 personas hasta dar con "los actores justos": Paula Silva, Rafael Beltrán, Augusto Gordillo y Luis Pazos. Los tres primeros constituyen el triángulo amoroso que construye la tensión; el cuarto (el Tola) es la "válvula cómica de escape" para evitar que la olla a presión reviente antes de tiempo. "Eso fue algo pensado; ante tanta tensión era fundamental el humor que aporta", aclara Rafael al respecto.
Paula Silva y la cantera
Para entrar en ambiente, especialmente a medida que el rodaje iba avanzando y se desataba la violencia en los vínculos que se sugiere en los inicios, los directores hacían escuchar a los actores la perturbadora música del Guasón en "The dark knight", segunda entrega de la trilogía de Batman de Cristopher Nolan. "Tenía un efecto Pavlov. La poníamos, los dejábamos trabajar solos y al empezar a filmar era mágico", explica Bernardo.
De género en serio
Esa aclimatación fue esencial para filmar una escena durísima de maltrato a la protagonista, que está vinculada directamente al tema de fondo de En el pozo: la cosificación de la mujer.
Pese a sus intenciones, Rafael admite que les preocupaba que la película pudiera ser malinterpretada por los colectivos feministas. "Teníamos compañeras que nos advirtieron eso, tuvieron una lectura distinta de cómo se podía interpretar. Es una película en la que los tres personajes masculinos son súper machistas, comparten un sentimiento de cosificación de la mujer y de posesión con distintos niveles. Pero hicimos una proyección para Cotidiano Mujer y otros colectivos, y tuvieron una buena reacción", señala Rafael.
Parte de ese miedo estaba originado por la decisión valiente que tomaron en la escena inicial de la película, en la que se expone a la protagonista como infiel. Pero los hermanos Antonaccio nunca pensaron en usar el filme al servicio de ninguna proclama. "Así como se dice que la comedia es una buena manera de decir verdades, lo mismo pasa en un thriller. Te va llevando, y te permite presentar determinados temas que se pueden digerir mejor. No es una película con una bandera o una pancarta de feminismo. Se presenta el tema de tal modo que entra por debajo y funciona mejor que si hacés una película para contar eso", dice Bernardo.
El otro elemento que aporta en la tensión de la película es la oposición Montevideo-interior del país (curiosamente los actores montevideanos encarnan a los personajes del interior, y el del interior al único montevideano). Los hermanos Antonaccio, que se criaron en una zona semi-rural de Durazno que los obligaba a irse hasta los videoclubes de la ciudad para saciar su sed de películas, vieron enseguida el potencial humorístico y dramático de colocar como visitante en un entorno hostil al citadino sofisticado y prejuicioso. Los directores reconocen en esa decisión las influencias de Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971), en la que Dustin Hoffman encarna a un académico estadounidense que acompaña a su esposa británica a su pueblo natal, desatando una ola de respuestas primitivas en los pueblerinos. "Se trataba de buscar algo local en conceptos universales. Aunque tiene un significado especial para nosotros, es una dicotomía que se entiende perfecto y con la que cualquiera en el mundo podría identificarse", apunta Bernardo.
El quinto personaje de En el pozo (si se omite una breve aparición de otra persona casi al final) es la presencia ominosa de la cantera, que para los directores cumplía la función de obligar a los personajes a quedar aislados y precipitar lo que sucede entre ellos. También le da a la película una coloración que se emparenta con el western o, como los Antonaccio explican, con el ozploitation, el género de cine de los 70 que se desarrollaba en las vastedades de los paisajes australianos y que dio origen a la saga Mad Max.
Pero la cantera es, sobre todo, el retorno a lo primitivo, el telón de fondo "para la pugna de macho alfa que se da entre los varones", apunta Rafael. Ese pozo profundo, que oculta hierros peligrosos en las profundidades, o cambios traicioneros de temperatura en el agua, es sin embargo inocente de todo lo que ocurre en la película. La naturaleza no es responsable nunca de la sensación de tragedia que se cierne sobre los personajes, enfrentados en una trayectoria de colisión casi programada por su configuración cultural.
El mayor mérito de los hermanos Antonaccio es, para volver al principio, saber contar el cuento y construirlo con un uso económico pero muy eficiente de los recursos. Lo hacen además respetando el ritmo del género -el thriller-, un logro teniendo en cuenta que "se tiraron al agua" en su ópera prima sin pasar por el proceso de asesoramientos y tutorías usuales en estos proyectos.
El ritmo tampoco es menor teniendo en cuenta el prejuicio de "cine lento" que acosa al cine uruguayo como un zombie de una película clase B: previsible, repetitivo, poco efectivo pero notablemente persistente. "No queríamos escapar del cine costumbrista ni oponernos a nadie. El cine uruguayo se está haciendo más diverso, pero el prejuicio sobre el cine lento costumbrista se generó porque hubo muchas y buenas películas uruguayas que eran así. Y En el pozo, aunque buscamos darle ritmo a la narrativa, es por momentos costumbrista", dice Rafael.
Su próxima aventura filmográfica, Matarifes (ambientada en la veda de carne en Uruguay en los 70) les permitirá mostrar lo que pueden hacer con más presupuesto y es una muestra de la misma voluntad que los empujaba a filmar con la cámara VHS de su padre cuando eran niños: el hambre de hacer cine. Rafael recuerda que cuando hizo su primera crítica de cine en la carrera de Ciencias de la Comunicación y le explicó al profesor que pensaba dedicarse a hacer películas, este le respondió: "Te recomiendo que hagas otra cosa". "Eso me terminó de decidir y meterme con las dos piernas a hacer cine", recuerda. Los dos hermanos cumplieron.
Titulo: En el pozo
Dirección: Bernardo Antonaccio -Rafael Antonaccio
Género: Drama-Thriller
Protagonistas: Paula Silva - Augusto Gordillo- Rafael Beltrán - Luis Pazos - Natalia Tarmezzano
País: Uruguay
Año: 2018
Duración: 82'