Laura Farber habita mundos bucólicos, terrenales y fantásticos a la vez, en los que las plantas tienen personalidades y las estaciones son personajes que van cambiando lo que tocan. Sobre ellos, casi siempre, sobrevuelan las brujas, pero no las estereotipadas de los cuentos de hadas y la cultura popular, sino las que se toman el trabajo de ser portadoras de los saberes de la naturaleza.
Y es lógico, teniendo en cuenta que el amor por la naturaleza y la exploración del universo interior son algunos de los temas más frecuentes en la producción literaria de Farber, que incluye una trilogía de hechiceras iniciada con La bruja de pelo rojo (Fin de Siglo, 2014) y culminada con su libro más reciente, Candela y la bruja oscura (2017).
La suya es una escritura de raíces, de tierra, plantas, flores y todo lo que se puede tocar y oler en el campo, algo en lo que quizá influya su trabajo como tallerista de expresión plástica.
Farber, que también exploró el traspaso de saberes entre generaciones en su libro de relatos Inés y los mundos mágicos de Gogo, dialogó con Montevideo Portal sobre su última obra y el terreno siempre cambiante de la literatura juvenil, especialmente en una época en que predomina el lenguaje audiovisual.
Las brujas, a diferencia de los magos, suelen tener mala reputación en los cuentos clásicos para niños. ¿Por qué convertirlas en protagonistas de tu libro?
Mis brujas no son brujas tradicionales de escoba, sino hechiceras cuyo mayor poder radica en su enorme sabiduría. Estas pelirrojas con nombre de flor son brujas de la vida que aceptan a las cosas y al mundo tal cual son. Ese es su verdadero don. Ver la belleza y la perfección en todas las cosas. También, por supuesto, hacen sus conjuros y hasta han hechizado a pueblos enteros. Cada una tiene una habilidad, como la de preparar tortas encantadas o sopas de colores e incluso curas milagrosas ¿Quién no querría tener una abuela que hablara con el viento y mantuviera a raya al mismísimo demonio?
La novela tiene también un mensaje claro, de aceptarse a sí mismo y de escuchar el corazón. ¿Por qué te parecía importante destacar eso?
El universo nos habla a través de la intuición. El corazón sabe. Es la mente la que dice no puedo, la que está llena de prejuicios, la que dice yo soy esto o no soy aquello, la que te separa de todo y de todos. Como le dijo Don Juan a Castaneda, hay que seguir el camino del corazón. Me parecía importante destacar esto y entender que la forma en como nos tratamos a nosotros mismos es la que determinará la manera en como nos trate el mundo. Estas brujas lo saben bien. Como es adentro es afuera.
¿Qué debe tener sí o sí un libro para niños?
Para mí, lo mismo que un libro para adultos: una hermosa historia, bien escrita, y al menos un personaje cautivante.
Escribís literatura fantástica para niños. ¿Creés que tiene la misma importancia la fantasía hoy que tenía antes en la literatura de niños? (local o internacionalmente)
No estoy segura de escribir literatura fantástica. Creo que mi estilo es más realismo mágico, porque mis historias transcurren en un mundo real donde ocurren cosas imposibles. Creo que hoy en día la literatura para niños es más realista que antes, pero por interés personal voy a responderte que sigue siendo igual de fantasiosa. Tengo la loca idea de que si dejamos de imaginar, el universo desaparecería y, por ahora, prefiero que siga como está. Yo pongo mi granito de arena.
¿La literatura para niños tiene el mismo valor que la literatura de adultos?
Por supuesto. Tal vez más, porque es la literatura que forma.
¿Y creés que está subestimada en relación a la literatura de adultos?
Sí, mucho. Pero siempre hay que tener en cuenta que la opinión ajena es algo que no podemos controlar. Ni siquiera podemos controlar la propia. Para mí, escribir para niños es una bendición.
¿Te parece que, como dice Arturo Pérez Reverte, las nuevas generaciones van a ser audiovisuales y cada vez se leerá menos? ¿Notás eso en las nuevas generaciones de niños?
Puede ser que tenga razón, pero no sé si es tan lineal. Lo que sí noto es que en las casas donde los adultos leen, los niños también lo hacen. Creo que son las personas grandes las que han dejado de leer.
¿Por qué es importante que los niños lean?
Decía Neville Goddard, un místico nacido en Barbados que estudiaba la Biblia como un drama sicológico, que Dios era la maravillosa imaginación humana. La imaginación es todo, decía Einstein, es la vista previa de lo que está por venir. El hombre que no imagina es una planta mustia. Ningún fruto crece de ella. Los libros despiertan la imaginación, te acostumbran a crear imágenes mentales. Pero, además, los niños que leen aprenden a expresarse mejor, a comunicarse, adquieren un vocabulario más rico, desarrollan la memoria, se acostumbran a pensar, a intuir, descubren el mundo. El universo entero puede caber en un puñado de hojas.
¿Escribís pensando en alguna persona en particular, en cómo una persona determinada lo va a leer? ¿O cuál es tu norte o referencia a la hora de crear?
Nunca me imagino a un niño leyendo solo. En mi imaginación, siempre hay un papá o un abuelo leyendo con él. A veces hasta me parece escuchar la voz de ese adulto interpretando a los personajes, dándoles vida. Cuando un niño se me acerca y me cuenta que sus padres le leyeron un libro mío a la hora de dormir, siento que cumplí con mi misión en esta vida. Leerle un libro a un niño es un acto de amor.
¿De niña, cuáles eran tus libros preferidos?
De niña leía de todo. En las tardes de verano, a la hora de la siesta, iba con mis hermanas a canjear revistas al kiosco, luego pasé a las novelitas románticas y un poco después empecé a revolver la biblioteca de mi casa. Mis primeros libros fueron una serie de novelas policiales que me ponían la piel de gallina. Pero el primer libro de verdad que leí y que releo cada tanto fue Doña Flor y sus dos maridos. Tendría unos doce años en aquella época y me impactó. La belleza convertida en palabras. Siempre pensé que nadie debería morirse sin leerlo. Hoy agrego El tao de la física de Fritjof Capra, El caballero de la armadura oxidada de Robert Fisher y todos los libros de Carlos Castaneda.
¿Cuál es el primero que recordás haber leído?
Mi primer libro para niños fue Las aventuras de Juan Platita. La maestra de cuarto año había organizado una biblioteca y todos los viernes nos llevábamos un libro. Creo que ese fue el primer libro para niños que leí entero yo solita.
¿Seguís leyendo libros etiquetados como infantiles? ¿Por puro disfrute personal o por razones profesionales?
Los leo por razones profesionales y eso me hace muy afortunada. Los adultos deberían leer más literatura infantil y mirar menos informativos. Sonreirían más, habitarían mundos más bellos y yo me aseguraría de que el universo siguiera existiendo.
Martín Otheguy
Candela y la bruja oscura es editado por Fin de Siglo y puede conseguirse a través del siguiente enlace.