El pasado miércoles Carolina Bello ganó el Premio Gutenberg de la Unión Europea, que distingue a narradores jóvenes de nuestro país, otorgando la posibilidad de publicar sus obras por la Editorial Fin de Siglo. Urquiza ya está impreso y será presentado el sábado 8 de octubre a las 18 horas por Jaime Clara y Débora Quiring, quienes fueron jurados del concurso junto a Edmundo Canalda.
Ante el reconocimiento, Carolina dijo sentirse honrada. "No puedo experimentar otro sentimiento que no sea el de dicha absoluta", confesó a Montevideo Portal. La autora ya escribió dos libros, pero nunca se había presentado a un concurso. "Recibir un premio como este no solo implica un gesto de reconocimiento hacia la obra que trasciende al escritor, también es una oportunidad para volver tangible una historia a la que me aboqué los últimos dos años de mi vida", detalló.
Según cuenta Bello, el impulso para presentarse al concurso lo recibió de parte de Carolina Cynovich, la ganadora de la edición pasada, quién conocía su texto Escrito en la ventanilla, al que llegó a considerar una influencia en su adolescencia. Cynovich le escribió una tarde para preguntarle cómo iba con su libro. Como la franja etaria del concurso se amplió a 35 años -la escritora tiene 33-, la arengó a que se presentara y le pasó las bases. Así, Bello se animó a participar. "Más por responder a esa fe incondicional que por pensar en que tenía chances de ganarlo, aunque la ilusión estaba porque es un libro en el que creo", reconoció.
El libro agrupa varios cuentos que acontecen en el marco de la calle Urquiza, ubicada en el barrio La Blanqueda y surgió a partir de anécdotas que contaba el padre de Bello. En ese sentido, la obra también actuó como un homenaje a su progenitor. Urquiza supuso un desafío para la autora, quien explicó que debió recrear una época que solo conocía a través de relatos: "Traté de documentar a modo de archivo rasgos de la idiosincrasia de una época, en la que los barrios tenían otra configuración, no solo desde el punto de vista estructural, sino respecto al concepto de vecinos como replicadores, amigos, especuladores natos y generadores de leyendas".
Para construir el mundo en el que transcurren sus historias, Bello recurrió a varios de sus ídolos literarios, especialmente a William Faulkner. Una característica clave del escritor, al igual que lo que hizo Gabriel García Márquez con Macondo, es haber creado un espacio imaginario en el que ocurren las acciones de los personajes, refirió la escritora. "En Urquiza, más que crear un espacio -porque la calle y el barrio La Blanqueada existen- traté de recrear un modo de ser en una época concreta que transcurre entre fines de los cincuenta y principios de los sesenta", precisó.
El libro anterior de Bello, Escrito en la ventanilla, se armó a partir de su blog homónimo. Los cuentos que lo forman se pensaron para un soporte digital que, según cuenta la escritora, "por aquel entonces, sin Facebook ni otra red social, era una forma de sentir que había un lector del otro lado".
En ese sentido, Escrito en la ventanilla fue una transposición de un soporte a otro, mientras que Urquiza fue pensado como libro desde el primer momento. "Tenía la necesidad de contar una historia macro que iba a ser confeccionada a partir de cuentos", dijo Bello. Además, la escritora debió lograr la voz de un narrador varón con vicios orales de una época ajena a esta, estar a la altura de las anécdotas de su padre, y también "superar lo anecdótico en favor de un giro literario que no agotara sus posibilidades en un cierto localismo, sino que diera cuenta de situaciones más arquetípicas o universales".
Julia Peraza
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