Contenido creado por Belén Fourment
Entrevistas

Salidos de un cuento

Con la comunidad lolita de Uruguay

Seguramente, alguna niña las haya visto caminar por la calle y le haya dicho a su madre que esas chicas se parecían mucho a sus muñecas. Otros las habrán visto y se les habrán reído en la cara. Muy pocos habrán reconocido en ellas la perfeccionista moda lolita, oriunda de Japón, que tiene comunidades en todo el mundo, incluido Uruguay.

04.05.2013 11:23

Lectura: 10'

2013-05-04T11:23:00-03:00
Compartir en

Lucy navegaba por internet cuando tuvo su primer acercamiento con eso que de lejos es tan complejo y que ella define con tanta fluidez como "una moda con inspiración en la época victoriana, el rococó y un poco de barroco. Es una recopilación de lo que serían las épocas antiguas, y se inspira en la vestimenta".

Con el final del siglo veinte se instauró en nuestra sociedad el concepto de tribu urbana, referente a un grupo social con características comunes desde el punto de vista estético, de comportamiento y, en ocasiones, ideológico. Los planchas, los emo, los floggers, los skaters, los punks, los darks, los góticos y los hipsters, surgieron, se desarrollaron, y permanecieron o desaparecieron.

Algunas adolescentes experimentaron con estas tendencias, para finalmente adoptar una moda un tanto más excéntrica y poco conocida: son las lolitas, chicas -y en menos cantidad, chicos- a las que probablemente hayan visto caminando por la calle y hayan mirado con sorpresa.

"Hay gente que habla sobre el lolita como filosofía. En un principio se originó como una moda, pero la gente lo empezó a adoptar con el tiempo como toda una manera de vida". - Lucy

"Hay gente que habla sobre el lolita como filosofía. En un principio se originó como una moda, pero la gente lo empezó a adoptar con el tiempo como toda una manera de vida. Las lolitas nos reunimos, vamos a tomar el té, nos gusta el arte, la música clásica. Hay ciertos patrones que se fueron repitiendo, entonces hoy en día es un poco más que una moda", explica en entrevista con Montevideo Portal.

Quizás la palabra moda tenga impuesta una carga superficial, pero esta tendencia va más allá de eso. Quien desea adoptarla sabe que deberá dedicarle un buen tiempo de su vida. "Tiene un cierto grado de madurez para pensar en un vestuario", explica Fiorella, porque "requiere un tiempo de aprendizaje. Es un cambio de cabeza. Es una moda bastante perfeccionista", que implica "una inversión de dinero para algo bastante interno".

El origen del lolita propiamente dicho se remonta a finales de la década de 1970, con el resurgir de Japón después de los daños que causó la segunda Guerra Mundial. Las mujeres se lanzaron al mercado laboral buscando independencia e igualdad de género. En conjunto, el arte y la moda cobraron un papel importante dentro de la cultura nipona, y esta fusión dio paso al surgimiento de este estilo, aunque su instauración definitiva llevó casi 15 años más: en los 90, el guitarrista de la banda Malice Mizer, Mana Sama, comenzó a usar los atuendos en el escenario y los catapultó.

Querer, poder, ser

Tanto Lucy como Julia y Fiorella son lolitas aproximadamente hace tres años. Cada una presenta -al menos a la hora de la entrevista- un estilo diferente en su vestuario. El sweet lolita se basa en colores pasteles, con un diseño delicado y tierno, y es el que lleva Julia. Fiorella opta por el classic lolita, una tendencia más madura, con flores y colores cálidos; y finalmente Lucy luce el gotic, que incluye prendas en tonos sobrios. "Los accesorios y las mezclas es lo que hacen a cada estilo", dice ésta última.

"Hay una base cuando empezas que se llama anatomía del lolita", explica. Una simple búsqueda en internet permite encontrar este esquema, que se conforma por un headdress (arreglo para el cabello), mangas (hay variedad de prendas), una falda acampanada, las prendas interiores (pettis o bloomers), las medias y los zapatos.

El músico Mana Sama impulsó esta moda al incorporarla a sus shows, al punto que decidió crear su propia marca de vestimenta, Moi Meme Moitié. Además, se arriesgó a usar vestidos, animando a muchos hombres lolitas en el mundo a hacerlo. Manus es uno de los chicos uruguayos fiel a esta moda.

En nuestra reunión también está Manus, uno de los pocos chicos que en Uruguay se arriesga con el lolita. "Hará unos 10 años que empezaron a aparecer los chicos en esta moda", cuenta, explicando que los estilos por los que se rigen los hombres son el kodona, que sería pantalón corto, chaleco, camisa con muchos volados, inspirado en niños victorianos (el que lleva él), y el ouji, que sería más como un príncipe".

Las marcas clásicas del lolita son Baby The Stars Shine Bright, Angelic Pretty y Metamorphose, todas japonesas. También hay marcas chinas, que son más económicas. Las prendas hay que traerlas desde el exterior, a menos que se decida mandarlas a hacer, y el hecho de que muchos decidan, después de usar un atuendo algunas veces, venderlo, disminuye los costos.

 "Los vestidos verdaderos, de marca, japoneses, son como piezas de arte coleccionables. Se cotizan más algunos que otros", explican. Eso hace que hayan vestuarios que, a medida que pasan los años, adquieran valor (por ser, por ejemplo, el primero de una colección de un diseñador determinado), aumentando su cotización.

La pequeña colonia charrúa

El lolita nació en Japón pero actualmente tiene comunidades en prácticamente todos los países del mundo. En Uruguay hay una sola, que forma parte de una de habla hispana, llamada My Lolita Style. La primera reunión lolita en Uruguay se hizo en junio de 2010, con nueve personas. Allí se decidió crear un foro, que se llama The Tea Saloon. "A los eventos generalmente van 30 personas. En el grupo, los que están más al tanto de todo son más o menos 50, y en el foro ya hay como 200, pero no se llegan a involucrar totalmente con la moda", cuenta Lucy, quien administra el grupo junto a su hermano Andrés.

Entre los miembros, hay chicas de 15 hasta 30 años, pero la mayoría están en la franja de los 20. "Hay un tema económico, porque tenés que laburar también para tener todo esto, o rebuscarte. Pero si no tenés un ingreso mínimo es imposible, a menos que tus papás sean ricos", señala Fiorella como factor fundamental a la hora de elegir este estilo de vida.

"Hay muchos gustos que se confluyen y otros que no, pero no por eso se es menos lolita. Te puede gustar La Renga, Pibes Chorros, cualquier cosa. No hace la diferencia". - Fiorella

Las lolitas se reúnen oficialmente una vez por mes, y por lo general van a tomar el té. "Se va a lugares lindos, se hacen cosas de arte, cosas que se relacionan con la aristocracia de algunas épocas", explica Fiorella, quien aclara que "hay muchos gustos que se confluyen y otros que no, pero no por eso se es menos lolita. Te puede gustar La Renga, Pibes Chorros, cualquier cosa. No hace la diferencia". La cuestión, según ella señala, es "agarrar la estética que tenés en tu ropa y meterla en el ambiente para crear una atmósfera. Es una expresión de tu imagen en el ambiente".

"En las reuniones oficiales no invitamos gente, sólo las hacemos con nuestra comunidad", cuenta Lucy, que también habla sobre las reuniones de integración, a las que "tenemos que llevar a un amigo al que le pueda gustar la moda o que esté en duda, para ver si después quiere entrar. Se hacen otras reuniones en las que los chicos nuevos que ya entraron, que capaz que tienen poquitas prendas o no se animan a mostrarlas, pueden ir vestidos como quieran pero así nos conocemos y charlamos".

Color de rosa desteñido

A pesar de la vorágine con la que se rige el mundo actualmente, Uruguay continúa cargando con un cartel de país gris y tradicionalista, que muchas veces pone una barrera a la innovación. Muchas, sí, pero otras tantas ese límite se rompe por personas que deciden demostrar que es posible ir por la vida siendo "diferente".


"No sólo te miran sino que te insultan, se te ríen en la cara, te dicen ‘Halloween', ‘¿dónde es la fiesta?', ‘andá al carnaval', ‘ridícula', ‘teatro', ‘sos animadora infantil'... Cualquier cosa". - Julia

Ser lolita implica correr el riesgo de caminar por la calle soportando el peso de las miradas de los demás, de los "normales". Tanto Fiorella como Julia coinciden en diálogo con Montevideo Portal en que "es imposible andar tranquila" por las calles de Montevideo, porque la gente es agresiva. "No sólo te miran sino que te insultan, se te ríen en la cara, te dicen ‘Halloween', ‘¿dónde es la fiesta?', ‘andá al carnaval', ‘ridícula', ‘teatro', ‘sos animadora infantil'... Cualquier cosa. Te sacan fotos sin pedirte permiso, hay una falta de respeto". A estas agresiones no siempre es fácil responder, y sus reacciones dependen de si se encuentran solas o en grupo.

"Somos personas re normales que usamos esto, nada más", aclara Fiorella, que entiende que en cualquier parte del mundo pueden sorprenderse por los atuendos, aunque no comportarse de manera agresiva. "En México, Argentina y Chile son como acá; en Estados Unidos es peor, es el país más estricto de todos. A unas chicas que habían ido a un shopping las echaron por estar vestidas de lolita, y no sólo eso: a una la llevaron a la comisaria. Solamente por estar vestida diferente hicieron pila de discriminación", relata Lucy, mientras que Manus añade que "en Rusia está prohibido ser lolita y ser emo. No es que esté penado por la ley, pero si vas por la calle te pueden detener".

De hecho, también hay enfrentamientos entre los grupos de lolitas. Aunque la comunidad uruguaya es pacífica, en otros países no es igual. Incluso "hay una comunidad que hace eso específicamente. En el lolita hay ciertas reglas para vestirse, y hay algunas de las nuevas que todavía no las conocen del todo, cometen errores y otros se burlan de eso", cuentan.

Claro que por el otro lado, hay muchas personas en Uruguay que se les acercan "con genuina curiosidad. Hay muchas señoras, cuando vamos a tomar el té, que nos preguntan fascinadas".

"Una vez salimos y terminamos en la radio, porque dijeron que habían visto unas alemanas extrañas caminando por la calle", recuerda Fiorella.

No saben hasta cuándo serán lolitas, pero por lo pronto lo disfrutan e intentan difundirlo buscando que la sociedad conozca de qué se trata esa extraña moda, y la acepte sin prejuicios y sin violencia. "Es ropa, lo vemos como ropa común y corriente. Así como podes ir y comprar un jean, nosotros compramos una falda. Yo lo veo así: es ropa que me gusta más, pero lamentablemente no puedo usarla para ir a estudiar", señala Lucy, al mismo tiempo que Fiorella entiende que a veces esta moda se vuelve "una especie de activismo social, porque vas y trasgredís lo que es la norma y el imaginario de la sociedad".

 

Belén Fourment | Montevideo Portal