Si algo llama la atención de Fabián Jara, a primera vista, es su tamaño. Es grande, muy grande. Impresiona, mismo. Además, si su volumen le permitiera pasar inadvertido, una ruidosa cresta que va del amarillo al fucsia hace el trabajo de provocar. Más. Y es que el oficio de este uruguayo, con largos lustros de residencia en Buenos Aires, es, un poco, el de llamar la atención. Disc Jockey, musicalizador y conductor radial, los vasos comunicantes que unen a este gigante con la patria chica van más allá de su pasión por la selección celeste y las alas negras del club Atenas. Artista pop, cruzado en defensa de las canciones, mecenas sin plata y poseedor de un envidiable olfato para saber cuáles serán los nuevos vientos, Fabián Jara conversó con Montevideo Portal sobre sus distintos perfiles, su pasión por la radio, su confianza en la música y las extrañas coincidencias que lo relacionan con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Berlín.
Llegó a Buenos Aires desde el Palermo montevideano promediando la década del 80, y enseguida "empecé a meterme en los programas que estaban al aire. Tom Lupo para mí fue un maestro. Iba como espectador a ver sus programas y los de Alejandro Dolina. Estando en Montevideo ya los conocía de nombre, por verlos en la revista Humor, y lo primero que hice fue tratar de conectarme con esos dos tipos que, solo de saber que existían y lo que hacían, ya me parecían grossos", dice Jara. "Éramos, en esa época, diez personas en el estudio de Dolina. No había auditorio, nada, nos sentábamos al costadito, pidiendo permiso".
Inoculado el virus de la radio, es difícil de curar. Y Fabián Jara fue descubriendo que era eso lo que le gustaba en la vida. Aprendió, no ssólo de escuchar, sino de mirar a Tom Lupo, que por ese entonces regenteaba ‘El submarino amarillo', un programa nocturno con destino de mito.
Días de radio
En Buenos Aires se estrenó como cantor en Garra Charrúa, una banda que no llegó a tocar en vivo y que tenía como particularidad el estar integrada solo por punkies uruguayos, Después vino Fobia, que se inscribía en el rock descorazonado de la época y alternó en shows con los noveles Attaque 77 y Auténticos Decadentes. "Pero mi pasión fue siempre la radio", apunta.
Morían los 80, y en la capital argentina se vivía la explosión de las radios alternativas.
"En los 90 empecé a trabajar en Radioactiva, una ‘mini Rock & Pop'. Ahí me dieron el carácter de musicalizador. Eso es lo mío. Soy Disc Jockey y musicalizador. DJ no soy. Lo mío es poner canciones, soy un humilde ponedor de canciones; enaltezco la canción, aquello de verso, coro, verso que decía Kurt Cobain. Y es lo que trato de hacer: poner canciones que, en lo posible, tengan un buen estribillo para que la gente las pueda cantar; me gusta la canción que te hace emocionar en tres minutos", dice.
Y por ahí comenzó a definir también un crossover que luego fue su marca personal: "con todos los conocidos que tenía en Montevideo empecé a poner música uruguaya: Los Traidores, Los Estómagos, JuanFer Casanova (de Traidores) me mandó el Graffiti, Martiniano (Olivera, de Zero) era amigo mío del barrio. Yo, que venía de Palermo, tenía además otro bagaje, y me gustaba eso de mezclar el rock con el candombe, eso multicultural del ser uruguayo, de tener varias aristas. Y eso que es de joven, que te gusta todo, y no sentir culpa de que te gusten tantas cosas. Soy un melómano, y nunca me pareció mal poner en el mismo set poner música de Grecia, Japón, los grupos ingleses o norteamericanos que todos escuchamos, entreverados con el rock del Río de la Plata; siempre con la multicosa, la multiplicidad de estilos y sonoridades".
"Estoy convencido de que la música, y sobre todo las canciones, son una herramienta para cambios sociales muy importantes, claro que siempre en una dinámica paulatina. La gente es un poquito mejor con cada buena canción. Medio idílicamente vamos mejorando, lenta pero incansablemente, y trato de aportar mi humilde granito de arena. Me siento muy bien con eso".
Pasa en las películas
Alguien tuvo la idea, en el Centro Cultural Rojas de la Universidad de Buenos Aires, de encargarle a Jara la realización de espectáculos con bandas emergentes. Era la década del 90, y ahí se gestó el ciclo Molotov, por el que desfilaron nombres que hoy dan miedo, y en el que desembarcaron, por primera vez, varios artistas uruguayos. "Empiezo a hacer recitales con bandas bien, bien chicas, y después fueron viniendo artistas más consagrados; poníamos a Mimí Maura, Fun People, Reincidentes (que luego se transformó en Pequeña Orquesta). Ahí vi la posibilidad de llevar bandas uruguayas, y armé los primeros recitales, con 50, 70, 80 personas, de El Cuarteto de Nos, Exilio Psíquico, los Buitres, Supersónicos, y Buenos Muchachos".
Los recuerdos se atropellan y caen desordenados, pero, más o menos por esos años, Jara era mánager de Reverb, "la única banda que me gustaba", un poderoso combo con influencias Pixies y que tenía como cantante a un tal Adrián Biniez, apodado el Garza. Por ahí también conoció a Pablo Stoll, que a la vez se hizo amigo de Garza, que empezó a venir tan seguido a Montevideo que un día no se fue más. Años más tarde, Biniez, con su película Gigante, producida por Control Z, la productora de Stoll, dejó con la boca abierta a los jurados del Festival de Berlín.
Jara cuenta que "el Garza tenía la idea para una película y empezó a armar el personaje; le comentó a Pablo Stoll: ‘es como Jara, serio pero que cuando está enojado se ríe como Jara'. ‘Ponele Jara', le dijo Stoll, cuando ya estaba escribiendo el guión preliminar. Y fue quedando Jara, y le fue poniendo los nombres de mis amigos, Fidel, Kennedy, a los personajes, al jefe de Jara en la película le puso Ricardo Rojas, que es donde yo laburaba, y al lugar donde trabaja el protagonista le puso Molotov. Incluso en algún momento me barajó como actor de la película, y hasta la ensayé tres años". Finalmente no se dio; el protagónico quedó en la piel de Horacio Camandule, "un divino total, pero yo aparezco en la película 15 segundos, haciendo de jefe de Jara".
Todos los marginales del fin del mundo
Casi todo el mundo conoce la triste historia: entre el 2001 y el 2003, Argentina y Uruguay padecieron una hecatombe económica, hija de las mismas desprolijidades, que recién comenzó a remitir en 2004. Con recelo, la gente volvió a querer divertirse. Y Jara tuvo una epifanía: una orgía musical dedicada a su musa, Alaska.
"Siempre me había gustado la música española, y fui fan de Alaska, siempre. Me gustaba como mujer. Cuando vine a Buenos Aires, en los 80, leía la revista Rock de Lux, y, aunque nunca la había escuchado, me gustaba solo de verla en fotos. La época de Los Pegamoides la viví a través de las revistas, sin haberla escuchado. Después viene 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón', la película de Almodóvar, en la que aparece cantándole una canción de amor a otra mina, y me volvió loco. En el 2004, "todo el mundo estaba haciendo fiestas ochenteras y electrónicas, y dije ‘a mí me gusta la música en castellano, el electropop, que descubrí a partir de Fangoria, de Alaska, el rock español y gallego, de grupos como Siniestro Total, tengo que hacer algo con esto'. Metí todo en una estética almodovariana, e inventé la fiesta Divas & Divos, que comenzó siendo como un tributo a Alaska, con la música de todos los tiempos: Radio Futura, La Unión, los grupos españoles de siempre, mezclados con otros de Chile, Argentina, Uruguay, México. De Uruguay ponía desde ‘Fuera de control' de Los Estómagos a Dani Umpi", que comenzó a pisar fuerte en Buenos Aires en las fiestas de Jara.
Divas & Divos se convirtió en una marca que trascendió fronteras geográficas y mentales. Su apertura musical y estética logró reunir a gays, lesbianas, transformistas y un variopinto espectro de público al que las opciones sexuales le importaban un comino. "la hicimos en Montevideo, se hizo, sin mí, en España, la llevé a Chile, la hice en el interior de Argentina, en Mendoza, Rosario, y en Buenos Aires pasamos de Eldorado, un boliche emblemático, a armarla de forma clandestina los tiempos post Cromañón. Luego llegamos a Niceto, donde estuvimos haciéndola durante cuatro años sin interrupciones, y tratando de traer artistas de España: La Prohibida, La Terremoto, Nacha la Macha, cantantes trans con los que también hicimos el circuito de boliches gays en Montevideo. Cada vez que hago algo más o menos interesante en Buenos Aires trato de llevarlo a Montevideo, y viceversa. Esa es la mano. No lo hago por una cuestión de nacionalismo, sino porque creo que son fenómenos culturales o artísticos que se tienen que conocer, y está buenísimo".
Esa apertura lo llevó a ser, desde hace ocho años, "el disc jockey central del acto del Día del Orgullo en Buenos Aires; tengo un enorme vínculo con la movida gay, pese a ser heterosexual, siempre he sido respetado y para mí es un gran honor", comenta.
Baila sin cesar
Inclasificable culo inquieto, Jara fue uno de los precursores rioplatenses de la radio online, y desde hace ya diez años hace su Temporada de Koalas, una ‘radioprograma' que, seguro, sale en vivo todos los días de 10 a 12. Ahí se escucha de Quimi Portet a Malena Muyala, de Manel a Martina Gadea, y todo pasa, también, a través de su cuenta @fabianjaraokey. Además es, desde hace seis años, el residente del "histórico lupanar de Buenos Aires, el Podestá Super Club de Copas, junto a varios colegas", donde, dice, pone "mucha fuerza a la noche porteña en tiempos un tanto arduos para la diversión nocturna".
Este fin de semana, como hace habitualmente cada vez que recala en Montevideo, sentará plaza en el Splendido Hotel de la Ciudad Vieja, donde volverá a montar su centro de operaciones. La ocasión amerita salir a desafiar el frío: "voy a hacer un mini tour intenso por la noche montevideana: el viernes 27, desde las 23 horas, acompañaré en Lotus el regreso a las tablas de Los Oxford y Dormidos al volante, en el marco de la Fiesta Trashed Vintage. Allí compartiré cabina como capos como Mayra Da Silva, Javier Kowalsky y Fede Rochón. Mi set será hasta las 4:30, y después, por primera vez para mí, partiré raudamente hacia Il Tempo, donde desde las 5:30 y hasta las 7:00 reeditaremos la Fiesta Divas & Divos, junto a la diosa Paola Dalto, a quien quiero un montón, y Los Escudero, un Performer alucinante. Este mismo set lo voy a repetir en la madrugada del sábado. Además, el sábado, más temprano, empiezo en Living, a la 1:00 y hasta las 5:00, junto al Canalla y Azucena como colegas en bandejas y drag queen personal". Habrá que ir.