Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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La fría Academia dice que la poesía es la ‘manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa'. Borges sostenía que ‘la poesía es algo que se siente', Lorca creía que era ‘la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio', Rabindranath Tagore pensaba que era ‘el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos', y Bécquer decía que ‘poesía eres tú'.
Para Gabriel Richieri, "poeta, productor y perfomer", en estricto orden, la cosa pasa por conmover, sin mayores misterios.
Salido como creador a la vida pública de la aldea en la segunda mitad de los 80, Richieri fue parte del grupo de poetas Los Malditos, integró el extraño experimento llamado Moxhelis y puso su voz en Chicas Japonesas, ese Golem. Entre otras, muchas otras cosas.
Desde hace años vive gracias a la industria del audiovisual, algo que no lo avergüenza, y a esta hora muchos comentan todavía Rincón de Darwin, obra de Transparente Films, su productora.
Parece más calmo que 15 años atrás, pero sólo es una pantalla. Gabriel Richieri presenta por estos días Richieri solo, un espectáculo unipersonal que se para en la poesía, la música, el café concert y la intervención situacionista, no para seducir, sino para pegar en el punto exacto y en el momento indicado. Ahí mismo.
"Hace mucho que vengo con la idea de hacer un unipersonal", dice Richieri."No sé si relacionado con que siempre he hecho mucha cosa diferente y, entre otras cosas, vivo de la publicidad, a veces tenés que ‘cuidar' la imagen, no sé, esas pavadas, no me animaba. Siempre hice cosas, pero metido dentro de un grupo, como Chicas Japonesas, o Moxhelis, o en ciclos de literatura, donde formaba parte de una lectura, pero hace tiempo que quería juntar, y darle un espacio más importante a la poesía. Parece raro, pero Neruda hizo un recital de poesía en un estadio. Yo nunca llegué a ver un espectáculo completo en el que la poesía sea el hilo conductor".
-Nombrás la publicidad y parece una justificación. ¿Está mal, es algo ‘sucio' para un artista vivir de la publicidad?
-Estoy en una etapa de mi vida, y no me quiero hacer el listo, en que para mí no hay nada que esté mal. Si te ponés a profundizar, todo puede estar mal. En el negocio de la comunicación y el audiovisual, lo que está más expuesto a ser juzgado es la publicidad. Lo que no me gusta de la publicidad es cuando se miente. Cuando trabajás en cosas en las que estás transmitiendo un valor escondido y lo único que querés hacer es vender un producto...no me encanta hacer eso, pero no tengo ningún juicio. Vivo de esto hace 15 años, y se puede vivir de una manera digna haciendo cualquier cosa. Me pasa que hay etapas en la vida, y a mí me está llegando el fin de un ciclo, de un rol que yo desempeño en mi negocio. Pero estoy agradecido a que, mediante la publicidad pude montar una productora y desarrollar proyectos de contenidos. Hoy tenemos una película en el cine... para mí son todas herramientas.
-¿El fin justifica los medios?
-Sí, siempre que vos trabajes con tu verdad. Para mí no hay que justificar nada, hay que hacer las cosas fiel a tus convicciones, sean cuales sean.
La sociedad de los poetas
La poesía no ocupa un lugar de importancia en el consumo de los uruguayos. Sí, quizá, en su imaginario, donde la identidad colectiva está jalonada de Zorrillas de San Martín, Juanas de América y Benedettis. La generación de Richieri, además, nunca logró colarse en los grandes salones, y sobrevivió en su mayoría a fuerza de baratas ediciones de autor y recitales en escenarios atorrantes. Pregunto, más retóricamente que otra cosa, si esta camada ya larga de poetas nacidos luego de la dictadura merece o necesita de un reconocimiento del sistema cultural.
"Estudié tres años en Facultad de Humanidades y me fui porque me aburrió el análisis", contesta Richieri. "No soy quién para dar una opinión desde lo académico, pero tengo sí una percepción de las cosas. Las épocas que estamos viviendo, por suerte, son bien diferentes a lo que era antes, donde primaba el nombre, la carrera, donde se formaba una especie de establishment... Soy un poeta activo, pero no un consumidor de poesía. En literatura leo estrictamente lo que me gusta. No ando buceando y buscando cosas. Confío en mis amigos... un día alguien me dijo ‘che, Murakami', lo agarré y lo leí todo. Esas cosas, ¿no? Cuando descubrí a Sheppard también, fue un antes y un después en la concepción de la literatura y la poesía, y a partir de ahí leía todo lo que tenía que ver con eso... Carver, Bukowski, no digo que se parecieran, pero son ‘de ese barrio'
"Me parece que hoy, lo que está bueno, es que todos tenemos la oportunidad de desarrollarnos como artistas, poetas, performers o lo que quieras. Creo que eso tiene que ver con la época. Por suerte ya no hay grandes nombres, y, si los hay, pasan desapercibidos, porque hay tanta oferta de tanta cosa que eso contribuye a que cada uno pueda desarrollar un camino.
"Sí voy a hacer un alegato al espacio que tiene la poesía; no lo tiene porque los propios creadores, los actores de la poesía todavía no han roto el espacio, decir ‘acá estoy, hago esto'. Todavía hay como una timidez, prejuicios. Hay un montón de poetas que han surgido y han hecho cosas buenísimas, como Martín Barea Mattos, con una propuesta muy personal, que está buenísimo lo que hacen, y otro montón, pero no es la mayoría. Hay millones de bandas y espacio para eso, todos los días sale una diferente. Sin embargo, no pasa lo mismo con la poesía, cuando hay millones de poetas, hay tantos poetas como uruguayos... Parte de lo que me inhibía a hacer este espectáculo forma parte de esta creencia, es esa timidez que yo creo hemos tenido como poetas, que nos cuesta mostrar lo que hacemos.
Cómo conseguir chicas
Este adolescente tardío reconoce que, para tomar la decisión de largarse solo, pesaron muchos factores, antecedentes y experiencias, pero la edad inclinó definitivamente la balanza.
-Para mí llegar a los 50 años fue un diferencial. Te das cuenta que es verdad. La edad te da un visión del mundo que te hace hacer conciencia de cosas que ‘es ahora' y no antes.
-¿Hubo crisis?
-No crisis ‘novelística', pero sí interna, que es permanente. Creo que gracias a eso soy creador. Llegar a un lugar de decir, no como una reflexión profunda, pero sí como un embudo donde todo confluye, y decís ‘ta, no puedo bobear más'
-¿Estuviste bobeando?
-Y...sí.
-¿Es necesario ese ‘bobeo'?
-No, para nada. No puedo decir ‘no me arrepiento de nada'. Hay sí cosas que me hubiera gustado hacerlas diferente, pero sin juzgar como las hice antes. Me parece que siempre se pueden hacer las cosas mejor. Tanto humanamente, como ser en este planeta, como actor social y como artista. Por ejemplo, cuando empecé con esta idea de hacer un unipersonal no tenía claro dónde hacerlo, porque no necesitaba un espacio muy grande, pero tampoco que estuviera contaminado de boliche. Así nacimos, pero no quería eso. Y vi un videoclip de Nicolás Arnicho en esta sala del Solís (el espectáculo "Superplugged") y dije ‘este es el lugar perfecto'. ¿Qué hay que hacer cuando hay una cosa clara? Gestionarla. Así que armé una carpeta de puta madre, prolija, mandé un mail, me dieron una entrevista, dijeron ‘me gusta' y ya está. ¡Fue tan fácil! Y no soy amigo del director, ni nada. Presenté una propuesta que al tipo le gustó y listo. Eso es dejarse de bobear.
-¿Eso hubiera sido posible hace 20, 25 años?
- Y... depende. En el 91 hicimos con Daniel Vidal, con quien éramos compañeros de la Facultad de Humanidades, un espectáculo en el Cabildo, donde invitamos como a veinte poetas. Yo no conocía mucho el ambiente ni nada, pero ahí me presentaron a los tipos que me sirvieron de ejemplo para salir adelante: Luis Bravo, Guichón, Bardanca, tipos que, en esa época, venían haciendo eso hace tiempo. No son mucho mayores que yo, pero yo soy un adolescente tardío. Yo viví la adolescencia a los 30, tal vez por eso bobeé tanto. En aquel momento hice algo que hoy me costaría hacer, gastar toda esa energía... había una banda con 20 músicos. Pero las posibilidades siempre están. El tema es cómo hacerlo y cuál es tu foco en lo que vas a hacer.
-¿Cuál era el foco, entonces?
-Creo que cuando empecé a escribir lo hice para conquistar minas.
-¿Y no es la seducción la razón principal de los creadores?
-No, no creo. Yo he vivido todos los procesos. En mi obra hay un montón de tormento, despecho... pero la verdad, en la charla de boliche, yo te digo ‘sí, al principio era como un objetivo'. Después ese objetivo fue ser famoso, algo imposible escribiendo poesía. Hoy, mi objetivo no es la seducción sino la conmoción. Eso es lo que le pido a cualquier artista: que me conmueva. Ese es un objetivo. Pero ya pierde peso el resultado: me paro en este lugar, y si lo logro o no, no va a depender de mí. Hago todo para que eso pueda suceder, desde mi creencia de cómo deben ser las cosas.
Uno, dos, muchos Richieri
El personaje de Richieri solo es un tipo de traje, "medio clown pero súpero formal", dice Richieri. "Tenía un traje medio pichi, y dije ‘no, me voy a comprar el mejor traje que consiga acá', y me compré terrible traje italiano, porque eso me coloca a mí de una manera que, creo, me ayuda a lograr esa conmoción".
-¿Y el tipo del traje es Gabriel Richieri?
-Sí, sí, sí. Sólo que, sin haber profundizado mucho, sé que uno es muchas cosas. Pero hay una esencia. Tal vez no sea Gabriel Richieri, pero sí soy yo. El peso social ahí arriba se pierde, pero lo que prima, al menos en lo que yo laburo, es mi esencia, mi ser llevado al máximo. Es más: creo que soy más yo ahí que muchas veces socialmente.
-¿Cuántos ‘yo' sos?
-Somos múltiples. En lo que más he trabajo en estos últimos años de mi vida es en tratar de pacificar eso, y de que se alineen todos mis yos en un ser más coherente. Me costó y creo que no se logra nunca, pero es mi propósito. En eso me levanto cada día y me acuesto cada noche, con ese propósito. Estar parado en un ser en el que conviven todos mis yos.
Richieri solo es un espectáculo en el que el hilo conductor es la poesía, pero que integra música (compuesta por Federico Deutsch ), audiovisual y artes plásticas. Es, no obstante, lo mismo de siempre. El actor poeta ahí parado, tratando de conmover al respetable.
-¿Podías haberte planteado este espectáculo en el pasado?
-Mirá: hace unos días, sin querer, me di cuenta de que la primera performance que hice solo, que fue en Juntacadáveres (legendario boliche montevideano abierto en la primera mitad de los 90), era muy parecida a esto que voy a hacer ahora. Y no fue consciente, pero parte de lo que me gustó desarrollar en este espectáculo es que hago todo: la escenografía, armé las luces, elijo mi traje... ahora tengo una persona que me asesora escénicamente, pero nada más. Pero en ese espectáculo de hace más de 20 años usaba un grabador de aquellos de teclas, donde ponía la música, que es lo mismo que hago ahora, tenía una especie de megáfono pero de juguete, con un gatito, con unos botones que servían para modularle la voz, y ahora trabajo con un aparato que se llama Live3, que cuesta un huevo pero hace básicamente algo parecido. Entonces es tal cual; es lo mismo, pero maduro, perfeccionado. Si hay algo de diferente es que, en aquella época, yo vivía más como una víctima, justificando quien yo era o no era, lo que lograba o no desde ese lugar, y ahora no. Ahora me siento absolutamente responsable de lo que soy, de lo que no soy, tengo o no tengo. La diferencia es esa. Estoy unos escalones más arriba como ser humano, y eso se siente, se puede transmitir y recibir del otro lado.
-¿Y desde qué lugar buscás conmover ahora?
-Desde todos lados. Desde la autenticidad. Hay textos donde me río de mí, de mi inmadurez, mi inconsciencia... hay textos donde me burlo de la mujer, de cualquiera, no importa, de su inmadurez, su inconsciencia. Hay textos que apuntan a una cosa más reflexiva, otros que apuntan al yo como víctima... Desde todos los lugares posibles en que he ahondado en mi trabajo, desde todo lo que he vivido, desde ahí, ya sea con la risa, con la ternura o con el miedo.
Gabriel Richieri presenta Richieri solo, todos los viernes de mayo en la Sala de Conferencias del Teatro Solís, a las 21:30. Las localidades están a la venta en todos los locales de la Red UTS.
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